dilluns, 4 d’octubre del 2021

BENNY

 

BENNY

Cómo podía yo abandonar a Benny durante dos días, por lo menos. De ninguna manera, él es mi guía, mi confesor, mi fiel compañía. En fin, preparé todo lo necesario para él, una manta y el trozo de lona para extenderlo en el asiento trasero. Recibí una llamada de mi socio, Samuel, comunicándome que había fallecido un antiguo colaborador nuestro con el que habíamos mantenido una sólida amistad durante los años que ya no estuvo con nosotros.

Jorge era de carácter campechano, sincero y entusiasta de la conversación. Aunque, eso sí, frágil de salud, que conllevaba con resignación. El entierro era al día siguiente, a las cinco de la tarde, en un pueblo cercano a Cáceres. Cuando Samuel me llamó ya estaba en ruta, diciéndome que llegaría a buena hora para ir a dormir. Deduje que era un cabronazo por avisarme tan tarde, eran sobre las cuatro de la tarde. Rápidamente contacté con el señor Booking a la busca, caza y captura de una habitación para ese día. El primero me dijo que no aceptaban mascotas, y el segundo accedió…siempre que no se note.

Me monté una ruta basada en dos etapas, la primera de 700 Km hasta Navalmoral de la Mata, y la segunda por la mañana de 200 Km hasta el pueblo en cuestión. Bordeaba Madrid -capital del mundo mundial- sobre las 22’30, tan solo dos paradas de diez minutos para cigarrito y meada. Benny también, mear, fumar no. A las doce de la noche llegué al hotel de Valmoral. En recepción todo bien y buena predisposición. Eso sí, hacía diez minutos que había desembarcado un autocar del Imserso y debía esperar unos minutos mientras formalizaban las entradas. Benny dormía como un angelito, el pobre.

Era la una de la madrugada y todavía transitaba gente entre risas y algún grito, cosa que odio. Por fin la cosa se calmó y decidí que era buen momento para cruzar el vestíbulo sin ser vistos y alcanzar el ascensor. Reconozco que Benny es grandote, pero auparlo en brazos es como un semi suicidio para mi edad. Inmóvil me quedé al oír ¡Alto! <No puede llevar al perro en el ascensor> Por debajo de la cola de Benny le hice la señal de Ok a aquel pedazo de idiota. Por la escalera creí que me infartaba, más que el aire me faltaba la vida. Me deshice de los treinta y cinco kgs y abrí la puerta con sumo cuidado y esmero. Pero ¡Ay! Me faltaba la maleta.


Tengo que resumir, padezco de prisa. Benny se meó de noche y yo casi no dormí. Un desastre. Le di treinta euros al conserje por aquello del que dirán, que ya era otro, y me sonrió con elegantes ademanes.

El caso es que a las 16’30 ya estábamos en el cementerio. Acudió de inmediato mi socio y su mujer, que es francesa y más mala que la tiña (paguese que tu pego sea ton hijo> ¡Bruja! No mucha gente y tristeza a raudales, una pena. Tres niños sentados en una tumba vacía daban cuenta de sendos bocadillos de chorizo, o parecido. Besé a la viuda y le di mis condolencias más sentidas <Era una buena persona>. Se oían voces y algún chillido, me abrí paso entre la gente y en primera línea, sentadas y ataviadas de riguroso luto, tres señoras muy mayores gimoteando sin parar. <Quienes son esas viejas> No lo sabes? Dijo Samuel <son las plañideras, 25€ por barba>.

Ya todo es igual, me voy. Cogí el coche y salí zumbando, absorto por lo vivido y pensativo por lo ignorado. Me prometí dormir en casa. <Dios mío, oh no, seré imbécil. Me he dejado a Benny atado a una cruz de hierro despintada> Retrocedo.



 

dijous, 30 de setembre del 2021

DIVAGACIONES

 

DIVAGACIONES.

Desde que han levantado las barreras de las autopistas, la verdad es que han devenido en un berenjenal bastante peligroso. No daba con la emisora apropiada para oír buena música. Cerca ya de mi destino el navegador me ha susurrado “a doscientos metros gire a la izquierda”, me he fiado más del rótulo estático que señalaba a la derecha. Y así ha sido. Vas tragándote la cruda realidad del mundo rural, un pueblo tras otro compitiendo en sencillez y aburrimiento, casas medio derrumbadas y neones anunciando lo que casi nunca desearías. Por fin música idónea que te acompañe, de películas, la he pillado con el Último Mohicano.

En el no lejano horizonte intuía las cumbres y escarpados del Montsec, un espacio de ensueño que cobija el mudo esplendor de Mont-Rebei. Si algún día me pierdo, por aquellos recovecos podrán encontrarme. Detecto las primeras gotas en el cristal, pellizcos líquidos sin importancia. Anoche preparé la cámara, sin ella no podría robar momentos y lugares irrepetibles que después archivaré en mi casa, si encuentro los archivos. Los pensamientos y recuerdos se agolpan en mi cabeza, como siempre, sabiendo que distraen mi atención al asfalto. No tengo remedio. Ignoro si a los demás también les pasa, dormirse en la autopista o hervir el caletre con nombres, citas o lugares. Lo dicho, un desastre.



La radio anuncia la entrada del intermedio de Pagliacci y la carretera secundaria exhibe su rotunda soledad. Me detengo, enseño el morro en un camino a Dios sabe dónde. Cierro los ojos y sueño. ¡Es tan reconfortante soñar despierto! Ya he llegado, cámara en ristre y pertrechos en la espalda, buen invento eso de la mochila, eso sí, poca carga y ligerito que si no me crujen hasta las ideas. Un bar. Pues claro, ¿conocen algún lugar sin bar? Cuatrocientos habitantes y amabilidad a raudales, se agradece. Uno pequeño de jamón, copa de vino y café. 3’50€, me han sorprendido, poco más y le doy un beso a la moza. Ya tenía preparado el teléfono, yo soy de la legión de gilipuertas que paga con el teléfono o el reloj, si me acuerdo. Pero dado el caso he buscado monedas y le he pagado con cuatro de a un euro, guárdese el cambio o cómprese algo. Marcho a cumplir con el objetivo que me ha traído aquí. Intento cumplir siempre conmigo mismo.

Ya de vuelta, con el cielo encapotado, el asfalto algo mojado y bandadas de pájaros surcando el panorama en busca de un lugar donde aterrizar y ponerse las alas a buen recaudo porque si no, no vuelan. En el asiento del copiloto llevo la mochila y el periódico que no he abierto. En algún bache de mucho tono se dispara el avisador de cinturón, la mochila ha dado un bote y se activa el chivato.

Hablando de botes, hoy me he calzado unas bambas nuevas, son tan cómodas que parecen zapatillas. Son de importación. Me quejé por no tener noticia de ellas y llevaban quince días pagadas. Me escribió una mujer, no sé si guapa o no, unas parrafadas en inglés que puso a prueba mi buena disposición por los idiomas. O sea, transporté los correos al traductor. En fin, llegaron ayer y punto. Hoy ya no lloverá.

 

dimecres, 22 de setembre del 2021

LA PRIMERA VEZ

 

LA PRIMERA VEZ

<La primera vez que fui de putas debería tener algo menos de veinte años. Pasé un verdadero bochorno, hasta tal punto que estuve tentado de salir corriendo en busca de oxigeno callejero>, me dijo Agustín. Hablaba con cierta parsimonia salpicada de íntima vergüenza. Han pasado casi treinta años y hemos labrado y mantenido una cordial y sincera amistad. Yo adopté una actitud patriarcal, fingiendo comprensión de lo que explicaba. Asunto que a mí me importaba un bledo. No tengo nada contra las putas, pero me abstengo, temo las infecciones.

<Me aposté en la acera de enfrente donde había un colmado y las pertinentes cajas de fruta y verdura en la calle. Mientras examinaba el calibre de manzanas y peras, observaba el portal caliente y solo salían hombres. Me encomendé a santa Rita y subí las escaleras de dos en dos. La puerta estaba abierta, no menos de unas diez mujeres transitaban por aquella estancia, casi todas ellas con una toalla en la mano como única prenda de abrigo. La supuesta madame, que me asaltó, era una mujer gorda, pintada hasta las cejas y un par de tetas dignas de una representante de sandías. Al poco me encontraba en una habitación, desordenada, sucia, pestilente y oscura. Sentí asco y presumí que la herramienta no funcionaría ni con una aceitera. Entró una mujer de unos cuarenta años, morena y con vistosos apéndices...>

Le ahorré a Agustín el resto del relato, me sentía algo incómodo. No quise defraudarle más, ni violentarle, pero tenía la seguridad de que fue una chiquillada de adolescente sin un duro que se metió en la boca del lobo, o sea, en una casa de putas de la más baja estofa, un tugurio, una arcadia de mierda.



Y a eso vamos. Lo de Agustín era nada más que una intrascendente conversación entre amigos mientras degollábamos algunas cervezas de sábado noche. Al quedarme solo mi cerebro dio un giro de ciento ochenta grados y me situó en un basurero (señal compensatoria de que mis sesos aun funcionan). Efectivamente, no soporto la suciedad, la desidia, la chabacanería, el mal gusto ni los gritos. Incluso a veces el conformismo vacuo o estéril. Allí donde no haya higiene, salubridad y limpieza, las cosas no pueden funcionar, las cosas? Sí, claro, las relaciones, el día a día, las tiendas, los trenes, las empresas, hasta la vida.

“Llego mañana a París. No te laves. Este excremento de mensaje fue remitido por Napoleón a su estimada Josefina”. La pregunta sería “¿Ya se imaginó Josefina como traería el emperador sus atributos después de semanas a caballo?

Cuando Luis XVIII entró en el palacio de las Tullerías, el pestazo a rancio fundía las narices. Supongo que los tres mosqueteros no merodearon por las cercanías. Pero sí los dignatarios a rendir pleitesía en un salón del trono infestado de paja meada y cagada. No en vano una cortesana –putarranga de oficio- exclamó “le bon vieux temps”. Ya saben, los viejos tiempos, de hedor, tufo y mierda.

Créeme amigo Agustín, disfruta de la familia.

diumenge, 19 de setembre del 2021

PÁJAROS EN DOMINGO

 


 

He madrugado, sí, es domingo, pero no hago diferencias ni excepciones en el santoral. Todos los días son iguales para mí. Bien es cierto que carezco de obligaciones laborales, aunque no por ello dejo de atender cuestiones premonitorias que incluso a veces se me amontonan. Pero solo de lunes a viernes.

En un arranque de raíz improvisado, he sacado mi culo de su asiento, lavado el vaso de café con leche, duchado y disfrazado con un atuendo persuasivo y acorde con los escenarios campestres. Es menester no olvidar, yo, y nunca lo olvido, que la mitad de mi vida la he vivido en la gran ciudad, y la otra mitad, de la que ignoro su duración, en un pequeño pueblo. Lo de pequeño es insustancial y ofensivo, porque vivir en un pueblo es un lujo no al alcance de muchos encantadores de serpientes y echadores de cartas. De los que ven un olivo y no encuentran el aceite, u otros que al avellanedo le llaman almendro. Ahora estamos vendimiando, no cosechando la uva.

Sigamos, he bajado al garaje, ¿ir lejos o cerca? Pues ni una cosa ni la otra, solo pretendo desayunar y leer un poco, nada, 15 km. El coche reconoce mi zapato y surca el asfalto como un velero embravecido. Hablando de surcos, el paisaje se vuelca a mis ojos sabiendo de antemano que me va a seducir. Hay grandes extensiones en donde los surcos se esconden en el infinito, es un juego de tintes dorados y ocres. La madre tierra es ocre por naturaleza. Las hileras de cepas, vencidas y exhaustas, muestran humildes su descarnado cuerpo. Aquellos granos ya son líquido durmiente.



Una tortilla rellena de jamón, vino del lugar y café para no olvidar. Desayuno con la cabeza, no con el hambre. Poca gente, mediana edad, y la televisión, que tanto y tanto me jode, dando el puto coñazo de La Ricarda y su madre. Nadie la atiende, suplico que bajen el volumen…y la cierran. Eso es. No fuera que se me fundiera en el estómago la tortilla, el jamón, el periódico y la más que posible intervención de algún nefasto político. Qué pelmas, Dios mío.

Desayunar junto la ventana también es un privilegio. No por ver coches, autobuses, semáforos y patinetes, no, que va. Atisbo complacido un fondo de bosque verde esmeralda, muy tupido. Las copas, balanceadas por un soplo de brisa, parecen enviar un mudo y verde saludo desde la distancia. Campos de cultivo alternativo, ora trigo ora colza, ora sustento. Y cobijo, claro, nogales e higueras levantan sus ramas en agradecimiento.

Es hora de concluir el primer acto del día –festivo- unas docenas de pájaros sin apellido otean mis movimientos, aparcados e inmóviles en lo alto de una línea telefónica. Dos palos distantes y carcomidos sustentan y funden lo que un día fue pasado y hoy se resisten a ser futuro.

dissabte, 17 de juliol del 2021

 

 Infanciaadolescenciamadurez y senectud. (2)

 

Sí, mi infancia transcurrió veloz, rápida, visto y no visto. Años grises sin ninguna tonalidad coloreada. A mis queridos padres se les ocurrió matricularme en un colegio de raíces francesas, junto a mi hermano mayor, cultivo de la religión y aprendizaje de mano dura –la letra con sangre entra- Los docentes eran “hermanos” y algunos seglares. El reparto de hostias era moneda de cambio común, y un servidor aventajado receptor de ellas. Yo creo que era gente amargada, los seglares por la ruindad de sus sueldos y la dependencia de los “hermanos”, que eran gente joven luciendo sus largos hábitos negros y el pequeño babero blanco partido por dos. Pese a mi ignorancia e ingenuidad pronto sospeché que reinaba un aire mariconcillo en aquella comunidad a la que tampoco era ajeno el cocinero en jefe, un tal Paco. Buenas instalaciones; campos de fútbol, balonmano, hockey y balón volea. Acabada la fase elemental había un curso llamado Ingreso que era la puerta de entrada al bachillerato. En ese curso, un maldito día, recibí una somanta de hostias absolutamente inhumana por parte de un profesor apellidado Roca. Un verdadero cabrón, no contento con el palizón me puso de rodillas en la tarima con los brazos abiertos cargados de libros. Deseo que la vida le haya proporcionado todas las perrerías que con el tiempo he imaginado.

Librábamos los jueves y el sábado era hábil. Mi tierno y dulce carácter, de buen niño, me impulsaba algunos domingos a emplearlo en las instalaciones deportivas y, por si fuera poco, esporádicamente, a las sesiones de cine por la tarde. En una de esas películas advertí que Charlton Heston cabalgando por la playa de Peñíscola, haciendo de Cid, le asomaba por la manga su reloj de pulsera. Años después reconocido por la productora. Mi “hermano” de curso alabó mis dotes de perspicaz, lo cual hizo sentirme menos idiota de lo que creía. Odiaba el colegio y todo lo que encerraba. En una larga batería de ventanas en el edificio principal, piso superior, alguna de ellas tenía una jaulita con un pajarito, y un día en que no las tenía todas conmigo, me dediqué a bombardear las jaulitas con una pelota de balonmano, la misma que usé para darle un pelotazo en la cabeza a un “hermano” que se disponía a tocar la campana como fin de recreo. Tenía buena puntería y una bien probada dosis de mala leche infantil.

En aquel tiempo las restricciones de agua y luz eran frecuentes, con lo cual las velas obtuvieron un gran protagonismo. Las velas tintineantes han sido fuente de alimentación de grandes escritores. Y a su vez de inquietas braguetas que engrosaron la ficticia nómina del Generalísimo. Al salir del colegio era visita obligada a la castañera, pobre mujer, agarrándose a la vida con un saco de castañas, cuatro latas, una viva lumbre, y cuatro indocumentados como nosotros.

Quisiera hablarles de los ejercicios espirituales en Vic, pero apenas queda tiempo, nada, un montón de niños encerrados en celdas y que durante el día les trituraban el seso hablándoles miserablemente de la muerte y sus versiones; la muerte de los sagrados creyentes y la tortura de los olvidados.

Ustedes ya saben que en aquel entonces, por semana santa, no había folleteo en Marbella ni en Sagaró. No se podía cantar ni tararear, era pecado.

Quizá otro día les hablaré de otros rasgos y pinceladas que han ido conformando mi rebelde personalidad. Hasta pronto.

 

 

dimarts, 13 de juliol del 2021

Infancia, adolescencia, madurez y senectud. (Menudencias de un disconforme)

 Yo nací en la plaza Adriano, en Barcelona, en una clínica de la que no deben de quedar ni los orinales de blanca cerámica. Dicen que cuando me abofetearon el culo ya salí rebotado, revoltoso. Años más tarde ya solo era un mandón inconformista. Aspecto del cual me alegro y mantengo. Poca cosa puedo contar de mi infancia, dado que la memoria me hace muchas trastadas selectivas. Por ejemplo, nací catalán, me expreso en catalán, vivo a la catalana manera, estudié en castellano, y ahora me da la gana de escribir en castellano. Por qué, pues eso, porque me da la gana. Y porque la literatura, la pintura, la música, la poesía, la escultura o los paisajes de nuestros sueños, no tienen lengua propia. No hablan, solo seducen y te embargan, que no es poco. Entonces porque es usted separatista, podrían decirme. Y yo les respondería, pues mire, yo no me defino políticamente con cualquier etiqueta, ahora bien, si el hecho “punible” es el de no tener fronteras, respetar o admirar el trabajo de determinadas personas sin poner en valor su procedencia, su credo, o sus afinidades, entonces sí, soy un traidor a su cortedad de luces, a su simplismo, a su penosa vida preñada de odio. Tengo escritas, por ejemplo, algunas páginas ensalzando la vida y milagros de García Lorca, me deslumbró hace ya muchos años su inmenso legado. Seguramente a muchos les patea el hígado que sea andaluz, sí, las mentes calenturientas y ciegas tiran de oscuro odio no para negar, sino para ignorar. Y me lo hicieron saber con faltas de ortografía elementales y lamentables. “Por el agua de Granada solo reman los suspiros…” Quieren otro ejemplo? Plácido Domingo ha sido uno de los mejores tenores del siglo XX, con permiso del maestro de Módena. ¿Qué hacemos? Ignoramos su monumental aportación al mundo operístico porque está vinculado con Madrid y con el Real Madrid. Me niego. Lo contrario sería fobia pura, arcadas que inducen al vómito. Las circunstancias por encima de los méritos, no. Y sí, quiero un país libre alejado de tanta zafiedad e infinita mediocridad. Independiente, vamos.

Estamos inmersos, de nuevo, en el corazón de una pestilente pandemia. ¿Cómo resolvemos aquí esta terrible lacra? Pues al principio con generales y medallas pasando el parte diario. Supongo que llamó alguien de Europa preguntando si estábamos locos. La imagen que dan ahora los grandes gurús de la sanidad sigue siendo desconcertante, que no menoscaba el tremendo esfuerzo del cuerpo sanitario. Aun admitiendo que es posible que parte de la juventud y las botellas algo tengan que decir. En algún país las autoridades han dicho “Ciudadanos, éste es un problema tan nuevo que no tenemos idea de cómo confrontarlo”. Aquí, pues lo de siempre. Otra, las mascarillas. Aparecen los diseñadores de mascarilla con gran glamur, y son indeseñables, son un penoso apéndice facial horroroso. Además, la voz se distorsiona y jode en gran manera a los duros de oído.

¿Recuerdan los antiguos repartidores de hielo? O las restricciones de agua y luz. Acudieron de pequeños a realizar ejercicios espirituales armados con radios de galena o enmudecerse en semana santa porque estaba prohibido cantar o tatarear. Y visitar a la pobre castañera aterida de frío a por una peseta de castañas? En nuestro próximo encuentro les prometo hablar de ello y de la penicilina, el securit, Tom y Jerry, el descubrimiento de las erecciones, los calentones, la frontera a Perpinyà y animaladas varias.

Tout est bien qui fini bien.

                    

dissabte, 12 de juny del 2021

 

¡Atención, café de chinitas!!

 

El Madrid castizo y bullanguero se apresta a representar el próximo domingo, una revisión del estado del malestar con respecto a Catalunya. Emulando al gallego-castizo Sr. Rajoy. El asunto a tratar en esta nueva feria del calamar frito no es menor. Ni más ni menos que dejar constancia del tremendo agravio que les supone a sus participantes y firmantes la supuesta y próxima concesión del indulto a los independentistas catalanes.

Están en su derecho, aunque resulta feo y populachero. El mismo derecho que tendríamos nosotros, los catalanes, de montar una especie de mesas petitorias para poner en solfa la corrupción, las cloacas y un largo no sé qué. Aunque de momento no estamos por la labor. No le veo mérito ninguno ni emérito, tampoco.

Lo más chiripitiflautico de la puesta en escena del grave oprobio sufrido por los convocantes y adheridos, se viene completamente abajo cuando, micrófono en mano, alguien es invitado a decir la suya…¿Qué ha firmado señora? “Contra los catalanes”. Entonces, entonces estamos hablando de catalano fobia. Y esto amigos ya es calamar de otra harinera.

diumenge, 4 d’abril del 2021

MOMENTS (Café sin leche IV)

 

Ha amanecido sin nubes ni malos presagios. Hace frío, el frío de San Antonio que dicen por aquí. El panadero, Eulalio, ya hace un buen rato que ha salido con su roñosa furgoneta a repartir las tiernas hogazas de pan, el alguacil, Moisés, riega la plaza mayor solo el trozo que ocupa el ayuntamiento. Es día de mercadillo y los asentadores montan las costillas de varillas oxidadas que darán soporte a los apedazados toldos; Fruta, pescado, embutidos y las preciadas paradas de ropa. Ropa de vestir que se conoce de memoria toda la comarca por su parsimoniosa venta. Aquí no hay Ralph Lauren ni ostias en vinagre. Un jersey verde que pica lo suyo para los domingos de la niña, y acaso unos calzones hasta los pies para el abuelo gruñón. No le hace ningún asco al mercadillo la Sra. Remedios, suele venir por aquí a proveerse de ropa interior, mayormente se interesa por los sujetadores, aquí los hay de talla cacerola y le cuadran. Para los vestidos y conjuntos antes se iba a Madrid pero con el tiempo también claudicó, se veía en el espejo y de su boca salían toda suerte de tacos, ¡Maldita sea yo y mis nalgas!

El sol ha llegado para empequeñecer el frío, barnizar las calles y dulcificar la dura y monótona vida de los lugareños. Hoy se ha dejado ver por aquí Salustiana, amiga de Reme y ninfómana de vocación. Gusta de pasearse por el mercadillo para darse un baño de piropos mañaneros. ¡Buenos días Salu, que buena estas hoy! ¡Hola manchega, hoy te comía el queso, no el manchego! ¡Vaya par de cántaros, manchega! Y Salustiana henchida de gozo y con media sonrisa de reojo, movía las caderas para enojo de media docena de bocas desdentadas. En fin, las banalidades propias del alegre populismo. Del ser o no ser y, a poder ser, que sea. La chica tiene maneras, cuando alguna amiga íntima le dice aquello tan solapado de “como estas Salu?” siempre les responde, como el fuego, ardiendo.

El Sr. Alsina, bancario él, aunque esté con el mocho en la calle puliendo la entrada de su oficina, si se apercibe de que pasará la Reme, se arregla los cuatro pelos, Buenos días Sra. Remedios, ¿qué la trae por aquí? Pues me trae de todo menos entrar en su oficina, ya lo sabe. No puede disimular su honda aversión a los bancos. Las perras al armario y no se hable más. Ginés, Ginés Berganza es el pijo del pueblo, bueno, más que pijo adinerado diría yo. Porque es un tarugo inclasificable, feo, desaseado, empavonado y más falso que un duro de chocolate. Sus padres hicieron fortuna de la nada. Y digo de la nada porque en su día tenían cuatro duros y decidieron dedicarse al innoble oficio de la usura. Y de ese modo arramblaron con casas, huertas y fincas, ¡toma! Es un oficio apañado, arreglado, se trata tan solo de que aquellos dineros que prestas, no te sean devueltos. San Sebastián, padre de las injurias y penas, te ruego que no me los devuelvan. Y de ese modo se hicieron un patrimonio de chupa y domine. Y ahora Ginés, vive de puta madre y ni se casa para no menguar sus bilinbines.



Continuará,

dimarts, 30 de març del 2021

MOMENTS (CAFÉ SIN LECHE III)

 

Efectivamente, como de costumbre, El Café sin Leche cumplió con las expectativas. El manchego líquido corrió de mesa en mesa hasta la madrugada, disfrazado de garrafa de cinco litros. Más ácido y agresor no podía ser, ponía el gaznate irritado y el hígado en posición de firmes. Pero todo eso era banal, olvidable. La parroquia lo agradecía porque siempre fue así, sin menospreciar que era el único día del año que el vinorro era gratis. Claro que sí. Y Reme cumplió, vaya si cumplió, ese día despliega todas sus cualidades cautivadoras y seductoras. Es mujer de sólidas convicciones y guardián de las más puras esencias. Pero tampoco le amarga un dulce.

Gregorio se acuesta pronto, le quedan muy pocas luces en su cerebro y, como siempre, coge una tajada de las que hacen época, vomita en el suelo de la cocina, balbucea no se sabe qué, y emprende la huida hacia los bajos del billar. Estos últimos años se integran en la fiesta Manoli y Salustiana. Manoli es la peluquera y esteticien, y su amiga regenta el estanco del pueblo –es ninfómana-. Sobre media noche aparece la pareja de la guardia civil, sin bigotes, interesándose por el aforo del bar y bla, bla, bla. Lo suyo son los atestados, siempre dicen, pero es un día especial, y la Reme los induce irremediablemente hacia una mesa atestada de garrafas de vino especial para distinguidos, tunantes, vividores y necesitados de cariño.

La Sra. Remedios rondará los cien kgs, mucha bondad y sabiduría. Siempre atenta a qué con tanto bullicio y desmadre rural, nadie le toque las nalgas al discurrir entre las mesas de alegres borrachuzos. Aquella maldita vez le abrió la cabeza a un muchacho y le metieron un pollo, no al tocador, a ella. Manoli sirve a destajo, garrafa en mano, los cuatro puntos cardinales del local, la suciedad del sitio empalidece ante tanta gente, y si mientras garrafa en alto siente un suave tacto bordeando su juvenil culo, no se inmuta, se gira y sonríe. Juventud, divino tesoro.

Adolfo Quijano no es cliente asiduo, viene poco. Se conoce de él que estuvo toda la vida rascando papel en una librería en Madrid. El hombre es aficionado a los libros; el tamaño, el color, la impresión, las ilustraciones, los autores, etc. Yo juraría que no se ha leído un libro en su vida. Hoy le está vendiendo la mercancía a Reme “Mire usted señora, en el año 1986 me mandaron a Beirut como corresponsal de guerra, solo le diré que al entrar en la habitación del hotel vi un letrero detrás de la puerta que decía: Prohibido salir en caso de tiroteo”. La Reme, con una pizca de chorizo en la pestaña, tan solo pensaba en las garrafas que se habrían consumido. No creía al sr Adolfo, le importaba una mierda si lo mandaron a la guerra, y Beirut le sonaba a Cuenca o por ahí. Tenía los ojos de sapo ya en franca tensión.

Desde la puerta del bar, el guardia civil más joven alzaba los brazos gritando “Gracias Sra. Remedios, El que al mundo vino y no toma vino, a qué coño vino”.

Continuará.

dijous, 25 de març del 2021

MOMENTS (CAFÉ SIN LECHE II)

Se empezaba a atisbar el otoño, había mudanza de colores y de vestuario. El frío repartiendo leña a gusto y las fogosidades de pareja en claro descenso. Hasta los cuatro perros callejeros bostezaban más de lo normal y con las orejas gachas. Quien sabe, año de nieves año de bienes. A la Sra. Remedios le importa una higa la climatología, la leña y las nieves. A ella los bienes. En otro tiempo metía el dinero en una caja de puros, pero al igual que antes se cogía una cogorza a base de cubatas, hoy se cogen más, pero de manera más fina y menos garrafa. Hoy guarda el money en una consistente y recia caja de cava.

Su negocio lleva por nombre Café, en la realidad no es otra cosa que una taberna, los precios son modestos y las consumiciones, más. Salen beneficiados los de siempre, los que se atan a la pata de una mesa cada día para cascarse cuatro horas dando la lata con el mus o el siete y medio, por un euro el café. Incluso alguno repite. El Sr. Alsina, de procedencia catalana, trabaja en la sucursal bancaria del pueblo, de la que es el director, administrativo, conserje, asesor fiscal y, en ocasiones, señora de la limpieza. De vez en cuando se acerca al café para darle la tabarra a la Reme, pero ni por esas. Ella siempre argumenta que antes de llevar los cuartos al banco, tendrían que pasar por encima de su cadáver. Cobra al contado y paga al contado, pasta en mano. El que quiera librar recibos por la intenné o banco, cruz y raya, fuera. Caja de cava arriba y abajo, la guarda en el armario de su habitación, se necesitaría un hacha para encontrarla. Tan frágil proceder me recuerda que en los pueblos hay poca costumbre de comprar periódicos, pero sí de leerlos. Se darían con un canto en los dientes antes de comprarlos. Para eso están los cafés. A lo que Reme aduce sibilinamente que, si ella apenas sabe leer, cómo va a comprar periódicos para otros. Al Sr. Alsina le cobra el café a uno con veinte y él, con resignación y noble elegancia, se despide con una cortés inclinación de cabeza. Reme les dice a los clientes que el Sr. Alsina es un caballero y él, de regreso a la oficina, piensa en aquellas uñas tan espeluznantemente enlutadas y aquella enorme blusa condecorada con múltiples premios de colores. 

Pero no todo es racanería, Reme es una mujer hecha a sí misma, origen humilde, luchadora, buen corazón y mala estampa, constante, atrevida y cumplidora, cuando lo cree necesario. Y una pizca fachilla, si, también. Hoy es su santo y tira el café por la ventana, sin leche. El café está a rebosar, impacientes, dirá unas palabras, subirá dos peldaños, dará media vuelta y declamará:

Para los barcos de vela,

Sevilla tiene un camino;

por el agua de Granada

sólo reman los suspiros.

¡Ay, amor

que se fue y no vino!

La Mancha le cautivó y allí se quedó, en uno de los pueblos que no salen en el mapa pero igual a cualquier pueblo. No olvida las raíces paternas, Granada le cosquillea en el corazón, y eso es de bien nacido, aunque no sepa donde cae la cuna del prestidigitador de las palabras, del príncipe de la poesía…”por el agua de Granada sólo reman los suspiros”. García Lorca.

 

               Continuará


dimecres, 24 de març del 2021

MOMENTS (CAFÉ SIN LECHE)

Esta es una tarde normal de verano, calurosa, semi dormida, y socorrida por la sombra que proyectan los cercanos cerros. El pueblo adormilado y el café a rebosar de parroquianos con los ojos extraviados.

La Sra. Remedios regenta el mugriento local con esmero y dilatada dedicación. Largos años hace que enviudó, fue el día en que pronunció aquellas sentidas palabras en la más íntima soledad “Menos mal”. Dirige, vigila, asiste, sirve, compra, cobra y complace. Su distinguida y rotatoria clientela, porque la van pringando e ingresando de nuevos, conocen de primera mano la mala leche de la Reme.

Reme! ¡A ver si el cortado se enfría!

Ya voy Sr. Anselmo (Valiente muerto de hambre). Anselmo dedicó su vida a enterrar muertos y ahora que está libre de cadaveres, invierte su monótona miseria en el Café sin leche. El local tiene un pequeño altillo en donde se ubican el billar y un futbolín, fuera de servicio, claro. También se aloja un gran espejo mancillado por la humedad y los años. La oronda dueña se apalanca frente al espejo cada mañana para comprobar su estado, todo bien, unos pelillos en las orejas y nariz, ojos de sapo poco visibles, morrera pintada a lo cañí, y un culo que no logra alcanzar el espejo, y todo lo que no se ve, no existe. Se gusta, “Hago buena pinta hoy, coño”.

Hay unas diez mesas, sin distancias ni hostias, las paredes son una verdadera apología de cine y toros. Lo de la apología viene dado por el encubrimiento de la mugre con tanto papel coloreado. Del techo cuelgan dos ventiladores de pala larga que se jubilaron Dios sabe cuándo. Tres ventanales dan a la calle y curiosamente los cristales están como salpicados de la cantidad de moscas que reposan en silencio desde la proclamación del estado del bienestar. Los parroquianos se sienten a gusto, la mayoría juegan a las cartas, otros charlan, alguno se rasca la entrepierna y Matías, como siempre, con los brazos cruzados y la vista orientada al infinito en busca de lo que pudo haber sido y no fue. Gregorio atiende tras de la barra, lo contrató la Sra. Remedios hace ya 25 años, casi siempre está sentado y es sordo. Oyó hablar una vez acerca de los derechos del trabajador y se lo comentó a la patrona qué, dándole la espalda y culo, le dijo “Tus derechos me los paso por el culo”. Gregorio le está muy agradecido, disfruta de un camastro debajo del billar y se toma alguna birra a escondidas.

Reme! Venga unas croquetitas que hoy es domingo.

Oído, recién hechas. Bueno, no exactamente, sobraron el domingo anterior, aunque las puso en la nevera por la noche. Más que nevera, armario, porque no está nunca enchufada. Y así van transcurriendo los días, aquí paz y después gloria. Largos silencios y añorados recuerdos, la gente del campo es buena gente. Lo del día en que Reme pasaba entre mesas y un mozo le palmeó una nalga a Reme, considerado como muy grave, ya lo comentaremos en otro momento.  

dijous, 18 de febrer del 2021

JEP (5) YA TIENE RADIO

 

JEP (5) YA TIENE RADIO

Al parecer volveremos este año a repetir una Semana Santa descafeinada, aburrida y sin ton ni son. Añoro los paseos en bicicleta junto a la orilla del mar, ese mare nostrum hipnotizador. Eso sí, cuidando de no pegarme una ostia como el año pasado que me jubiló cuarenta días con sus cuarenta noches. Muñeca nueva.

A Jep no le gusta la playa. Me echó en cara no haberlo sacado a pasear durante tantos días. Le dije que era por el yeso en el brazo, pero era mentira, me apoltroné en casa y me daba pereza salir. Otros lo hicieron por mí, pero no me lo perdonó. Ya saben, Jep más que un perro es un hombre con instintos caninos. Ladra, pero no muerde.

El martes nos dejó Joan Margarit, sin duda el más brillante poeta contemporáneo catalán. Su basto legado literario es como un preciado tesoro a toda la humanidad. Literato, conferenciante, poeta y arquitecto de cálculo de estructuras. Una vida pletórica y preñada de experiencias. No hace ni un mes terminé de leer su libro “Para tener casa hay que ganar la guerra”, sin serlo, es como una auto biografía del personaje que deslumbra por los múltiples avatares de su infancia y adolescencia. Una lectura que no olvidaré nunca por su amenidad e interés. Laureado en múltiples ocasiones y traducido a distintas lenguas, ha ido derrochando maestría por doquier. Tuve el privilegio de compartir con él algunas veces, hace ya mucho tiempo. Descanse en paz.

Esta semana no les hablaré de la puñetera leña, no, ha subido la temperatura y se nota que en casa echamos menos humo y, por tanto, se han reducido los viajes al almacén. Motivo por el cual, Jep, está más contento por no turbar sus pensamientos de soledad. El lunes le regalé una radio vieja, de los tiempos de Antonio Machín, y el tío se pasa el día escuchando música, ya saben, clásica.

El tema elecciones también vamos a obviarlo, y digo bien, elecciones, no erecciones. Les confieso que estoy de política hasta los mismísimos mellizos, un tostonazo sin precedentes, entre otras razones porque del hacer y el deshacer de toda esa panda de funambulistas depende un pedazo muy suculento de nuestras vidas. De lo que queda de nuestras vidas, porque al paso que vamos…

La única novedad, aparte de cortarme el pelo, ha sido cambiar al suministrador de mi centro de comunicaciones íntimas y públicas, de Movistar a Orange. Estaba ya hasta el gorro, veremos si ahora aparece otro gorro. Es tanto el papeleo de Usuario, contraseñas, derivaciones, enlaces, SMS, correos y la madre de Calcuta, que te acaban las ganas de hacer cambios. Vivimos entre una amalgama de enchufes, conectores, empalmes, fibra, reproductores, altavoces, convertidores, impresoras, cascos y la madre que lo parió, que cuando ya todo está listo es la hora de ir a dormir. Eso sin contar con que un día, entre un mar de cables, no acabes estrangulado o electrocutado. Por poner un ejemplo.

  

 

 

 

dissabte, 13 de febrer del 2021

Jep (4) Sábado corriente

 

Un sábado corriente, un sábado más. Sin historias que contar ni mares donde navegar. De buena mañana, y siempre puntuales, han venido los leñadores, 500 kgs más de troncos redondos y opulentos, duros como la piedra que, añadidos a los entregados desde setiembre, hacen la suma nada despreciable de 2000kgs de leña. Año de frío y nieve. Los ha recepcionado mi nieto mayor, un crac. Poco después me he acercado al almacén para oler el aroma de almendro y olivo, todo un placer gratuito y tonificante. En eso que al oírme se ha desperezado Jep, algo malhumorado. Al acercarse husmeaba la leña y me ha hablado.

Buenos días, Pep. ¿No tienes nada mejor que hacer que interferir en mi sueño?

-Buenos días Jep, perdona pero era necesario descargar la leña.

No me refiero a la leña, creo que tendrías de estar en casa reflexionando sobre el voto que vas a emitir mañana y que a mí me es negado.

-Mira, no tengo nada que decidir ni mucho menos reflexionar. Depositaré el papel y me largaré. He llegado a odiarlo. La política me da diarrea, toda y todos, es un insulto a la inteligencia. García Sabell dijo “En España todo el mundo grita al mismo tiempo y nadie escucha a nadie”. Un escándalo, créeme.

Pero qué es lo que tú quieres, por cuál de ellos te decantas.

-Por ninguno, voto por rutina y deber cívico. Te diré cuál es mi estigma, mi mala suerte. Fíjate, tuve el gran desacierto de nacer cien miserables kilómetros por debajo de la frontera ¡Cien! Una pena, una verdadera pena.

-Jep ha bostezado y ha enfilado el camino hacia su dormitorio.

Comida en Solivella, acompañados de una nieta. Sobresaliente como siempre, ya no cenaré. De vuelta a casa hemos dejado a nuestra acompañante. Me he calzado los harapos domésticos –no sé andar por casa con la ropa de calle- y empezar a digerir periódicos y sus incontables mentiras, falsedades y animaladas varias. Pero menos da una piedra. No estaba de muy buena gaita pero he abierto los mensajes y hoy tenía ración doble. Y lo curioso es que habían dos que eran coincidentes, no en el fondo pero sí en la forma. Una señora me echaba en cara que cuando escribo en catalán no me entiende. El otro era de un señor que me ha dicho de todo menos bonito por escribir en castellano. Así, como suena. Obviamente no he contestado ni lo haré. Y no lo haré porque siempre he procurado contentar ambas lenguas. Los catalanes nos han parido bilingües, cosa que muchísimos no pueden decir. Otra cosa es el uso que de ello podamos hacer. La primera vez que estuve en Holanda quedé maravillado de su innato bilingüismo, aquí, como siempre, es un problema. Lástima de la cercana frontera.

Por lo demás, seguiré sin reflexionar, me tomaré el whisky que siempre pregono y luego no me lo bebo, miraré si el Barça vuelve a hacer el ridículo, y cuando las pestañas comiencen a oscilar como banderitas al viento, me meteré en el sobre.

dilluns, 8 de febrer del 2021

JEP (3)

 

JEP (3)

Jep lleva unos días muy extraño. Inquieto, a ratos triste, exigente y con cara de pocos amigos. No quiere desayunar conmigo ni acepta que me acueste con él. Tan solo lee periódicos y mira debates en televisión. Sigue con devoción los avatares de la política de los que yo me he dado de baja. Iré a votar, pero que los zurzan a todos. Él por ser considerado un perro, no puede votar. Al parecer su desasosiego proviene de la semana pasada. Me dijo que el domingo, en un pueblo cercano, se celebraba un baile de country americano en grupo, y que le hacía mucha ilusión participar. A lo que me negué tajantemente. A ver de dónde sacaba yo unas botas tejanas y un sombrero a lo Johnny Cash, con el cuerpo tan extravagante que tiene el tío. Me presento al baile de la mano de Jep y sale una matrona de esas de Nashville con sombrero, botas y un par de tetas que ni Manitú podría con ellas, y nos ahuyenta a chasquidos de látigo. De eso ni hablar, ya veremos si para su santo le compro un corcel albino de cartón con ruedecitas.

Ayer, tarde distendida y aburridísima, con Jep leyendo en el almacén, me asaltó el impúdico deseo de atizarme un whiskazo entre pecho y espalda. Ni recuerdo cuando fue la última vez. Tenía el culo como enladrillado de tanto reposo. Leo un titular de pasada “El alto representante de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell…” Poco más y me ahogo del cargo. Resumiendo, se fue el muchacho como Panzer tiger español, a exigir la liberación del Sr. Navalny, jefe de la oposición encarcelado, a Sergei Lavrov, ministro de exteriores del gobierno moscovita. Y parece ser que Lavrov le gritó a la oreja de Borrell desde arriba en donde vive, le saca cuarenta centímetros al desgastado Borrell, que se metiera sus insinuaciones allá donde mejor le quepan y que se haga mirar lo de endosar cien años de presidio a los integrantes del procés. Sin olvidar a los exiliados y recordándole que por tocar la guitarra y cantar cuatro soeces, le endiñan nueve años de cárcel a un chaval. Todo sea dicho, con una elegancia y sonrisa en los labios que me recordó a un leñador de los Urales.

Al final no me trinqué el whisky, pero casi casi juraría que el potentísimo ministro ruso debería de ponerse hasta las trancas de vodka peleón. No son nadie privando los eslavos. Estuvo tan atento el hombre que igual acompañó al aeropuerto al altísimo representante y le introdujo en la valija diplomática una caja de espíritu ucraniano. Aunque, francamente, no creo que Borrell se liquide la caja del cicuta ucraniano, le obligaría a viajar en ambulancia de por vida. En fin, cosas de la alta política de las que ignoro casi todo, todo. Pues nada, aquí paz y después gloria, que no es una señora, que más quisiera yo.

Pues nada, al final del día agarré la botella y me fui al almacén a darle las buenas noches a Jep y, mientras nos calentábamos el estómago, me contaba algo de Bárcenas y la banda de cuatreros que hace años están entregados al country, sin botas pero con sombrero. Parece que hay marro del bueno.

 

 

 

dimecres, 3 de febrer del 2021

JEP (2)

 

Dicen los más agoreros que veremos la luz al final del túnel. En lo que no se ponen de acuerdo es en la longitud del túnel. Las tinieblas de lo desconocido han barrido este mundo traidor. Primero el 2021, después el 2023, más tarde el 2025. Ahora ya voces autorizadas hablan del 2050. No pueden imaginar el disgusto que me causa pensar que difícilmente voy a poder recibir el inicio de la recuperación sanitaria y económica como se merece. Según mis modestos cálculos, un servidor cree que en 2050 estaré dando vueltas a la tierra montado a lomos de Jep que, en orden natural, ya hará tiempo que se encuentre rodeado de satélites cabalgando en el más allá de lo sideral.

“Todos los que tenéis a semejantes míos, os aprovecháis cobardemente para ligar”. Me quedé fundido por el misil de Jet, no entendía sus palabras. “Si hombre sí, no disimules. Cuando salimos a pasear te falta tiempo para echar florecitas a cualquier mindundi atado a una señora. Que perrito más bonito, ¿también vive por aquí usted? ¿Siempre sale a esta hora? Sí, mi perro es muy grandote. Además, yo no soy un perro, soy Jep”. Pobrecito, estaba celoso, hoy veía visiones. No sé, anoche le puse en su mesita de noche una cajita de música, que se activa cada hora y suena la bonita música de Cara al Sol. Un viejo éxito de los años treinta encumbrado por los Tiñosos Ávidos de Sangre. Distinguido conjunto. Aun hoy parecen emerger entusiastas ufanos, rancios y casposos. Ay Jep, Jep, ¡alegra esta cara!

Si como pregonan algunos predicadores con tintes religiosos, después de la muerte, pero no se sabe cuándo, nos hemos de reencarnar en otra cosa, el asunto es para pensárselo, aunque no puedas remediarlo. Pongamos por caso que Jep se presenta de nuevo en este valle de lágrimas, vistiendo traje de alpaca, gafas fashion y camisa de marca. Y que a la postre resulta ser el presidente del gobierno, ¿Qué diría el propio Jep? Yo creo que no ladraría nada de nada, por eso es una reencarnación, y de pasada, como quien no quiere la cosa, viviría de puta madre. Dicho sin rencor alguno. Pero vayamos más allá. Ignoro si uno podrá escoger su rol en el nuevo mundo. Supongamos, puestos ya, que a mí me gustaría aparecer en cualquier rincón de Menorca. Tener una modesta casa con piscina cubierta, siete habitaciones, cinco baños, piano con pianista incluido, pista de tenis para hacer footing y embarcadero propio, claro. Ah, perdón, y tres asistentas, rubia, morena y ébano. Más que nada para tener con quien jugar al parchís. Y ahora viene lo bueno, soy un enamorado de Menorca, su luz diáfana y sus puestas de sol, son únicas en el mundo, si es que queda mundo. Sí señor, reencarnarme como un modesto isleño, y verlas pasar. Pero... y si me reencarnan en una ¡cabra! una cabra bigotuda, coja y pestilente. Dios mío, qué horror, triscando por los riscos todo el puto día y sin un aguilucho que zamparme ni hierba que tragar. ¡Qué fuerte!  

Esta noche me acostaré con Jep en el puto almacén, y a cada hora, cuando suene el Cara al Sol, nos levantaremos los dos y cantaremos aquello de Mami que me quede como estoy. Sin maracas.

dilluns, 1 de febrer del 2021

Jep (l)

 

JEP (1)

 

Tengo un perro, su nombre es Jep, de él no puedo decir otra cosa que no sea que es una excelente, una bellísima persona. Nos conocimos hace unos diez años, era pequeño y ya demostraba maneras. Yo no entendía nada de perros, y ahora casi que tampoco, pero a él sí, entre ambos existe una relación inexplicable e indestructible. Cuando cumplió seis años su cabeza llegaba un poco más arriba de mi ombligo. Momento en que mi mujer se recreó con una de esas frases que hacen historia "O él o yo". Pobre Jep, pobrecito, le tenía su dormitorio abajo, en el garaje, en una habitación destinada a bodega. No ladró nunca por la noche, y ni siquiera descorchó una sola botella de vino.

 

Ante esta situación tan comprometida no tuve más remedio que llevarlo a un almacén en donde guardo trastos de aquellos que se guardan y nunca más en la vida los volverás a sacar. También tengo la leña para alimentar el hogar de casa, Dios nos libre que a mi mujer le faltase la leña, podría ser origen de "la leña o ..." La enciende cada día, más la calefacción. Una sauna. El caso es que construí un habitáculo muy digno y confortable para Jep, estaba caliente y a tocar de la cama le puse un recorte que tenía de césped artificial. Hay una especie de tallercito, latas de aceite, de las Garrigues, claro, muebles, mesa, sillas e incluso un fogón.  De vez en cuando me acerco para desayunar con él, se sienta a mi lado y damos un repaso rápido al periódico. El caso es que hará unos tres años que renovamos el coche de mi mujer, elegido por ella. Quiso probarlo y se acercó al monasterio colindante de nuestro domicilio y al volver me dijo "demasiado alto". Desde aquel día que el coche está en el almacén, por lo que ya hace más o menos un año que Jep duerme en el asiento trasero. Y tranquilo.

 

El perro, dicho sin menosprecio, se ha hecho tanto a mí que a veces me siento cohibido, con la mirada ya sé si aprueba lo que hago o me estoy equivocando. Le gusta la música clásica como a mí, especialmente la ópera, compartimos los colores del Barça, cada vez menos, y eso de pasar los veranos en Cambrils no lo lleva demasiado bien, como yo. Se podría decir que es hombre de secano, como yo. Yo procedo de Barcelona y él de Irlanda, pero tenemos un sentimiento rústico, montañoso, amantes de los bosques, las verdes laderas, los viñedos, los almendros o los arroyos. No tuve la suerte de conocer a sus padres, pero no hay ninguna duda de que debían de ser gente de orden y disciplinada, respetuosos con el medio y amantes de la libertad.



 

                

En una ocasión estábamos holgazaneando en lo alto de una roca en la orilla del mar, habíamos estado conversando bastante rato de temas políticos, del desbarajuste tan punzante, decepcionante y cansino que tenemos en Catalunya. Inquieto por sus respuestas, sin apenas apercibirme, lancé un cigarrillo al agua. Jep me miró con reprobación y acercándose al oído me dijo "No seas lerdo, Pep”, eso no lo tienes que hacer nunca". Sin duda es alguien con principios muy altivos y encomiables. Es su talante. Su modo de ver la vida en tecnicolor.

 

Arriba Jep, si te viene de gusto la semana próxima seguimos contando.

 

(Nota, es irlandés, pero habla mi lengua mejor que yo.)