dissabte, 13 de febrer del 2021

Jep (4) Sábado corriente

 

Un sábado corriente, un sábado más. Sin historias que contar ni mares donde navegar. De buena mañana, y siempre puntuales, han venido los leñadores, 500 kgs más de troncos redondos y opulentos, duros como la piedra que, añadidos a los entregados desde setiembre, hacen la suma nada despreciable de 2000kgs de leña. Año de frío y nieve. Los ha recepcionado mi nieto mayor, un crac. Poco después me he acercado al almacén para oler el aroma de almendro y olivo, todo un placer gratuito y tonificante. En eso que al oírme se ha desperezado Jep, algo malhumorado. Al acercarse husmeaba la leña y me ha hablado.

Buenos días, Pep. ¿No tienes nada mejor que hacer que interferir en mi sueño?

-Buenos días Jep, perdona pero era necesario descargar la leña.

No me refiero a la leña, creo que tendrías de estar en casa reflexionando sobre el voto que vas a emitir mañana y que a mí me es negado.

-Mira, no tengo nada que decidir ni mucho menos reflexionar. Depositaré el papel y me largaré. He llegado a odiarlo. La política me da diarrea, toda y todos, es un insulto a la inteligencia. García Sabell dijo “En España todo el mundo grita al mismo tiempo y nadie escucha a nadie”. Un escándalo, créeme.

Pero qué es lo que tú quieres, por cuál de ellos te decantas.

-Por ninguno, voto por rutina y deber cívico. Te diré cuál es mi estigma, mi mala suerte. Fíjate, tuve el gran desacierto de nacer cien miserables kilómetros por debajo de la frontera ¡Cien! Una pena, una verdadera pena.

-Jep ha bostezado y ha enfilado el camino hacia su dormitorio.

Comida en Solivella, acompañados de una nieta. Sobresaliente como siempre, ya no cenaré. De vuelta a casa hemos dejado a nuestra acompañante. Me he calzado los harapos domésticos –no sé andar por casa con la ropa de calle- y empezar a digerir periódicos y sus incontables mentiras, falsedades y animaladas varias. Pero menos da una piedra. No estaba de muy buena gaita pero he abierto los mensajes y hoy tenía ración doble. Y lo curioso es que habían dos que eran coincidentes, no en el fondo pero sí en la forma. Una señora me echaba en cara que cuando escribo en catalán no me entiende. El otro era de un señor que me ha dicho de todo menos bonito por escribir en castellano. Así, como suena. Obviamente no he contestado ni lo haré. Y no lo haré porque siempre he procurado contentar ambas lenguas. Los catalanes nos han parido bilingües, cosa que muchísimos no pueden decir. Otra cosa es el uso que de ello podamos hacer. La primera vez que estuve en Holanda quedé maravillado de su innato bilingüismo, aquí, como siempre, es un problema. Lástima de la cercana frontera.

Por lo demás, seguiré sin reflexionar, me tomaré el whisky que siempre pregono y luego no me lo bebo, miraré si el Barça vuelve a hacer el ridículo, y cuando las pestañas comiencen a oscilar como banderitas al viento, me meteré en el sobre.