Pues
sí, otro año con el periscopio enfocado a las venturas y desventuras de un
pueblo de costa en época de remojo. Nos hemos adelantado un poco a lo que venía
siendo habitual. Pero ya se sabe, donde hay patrón no manda el marinero, al
menos en las decisiones domésticas. La verdad es que de remojo por ahora, nada
de nada. Todavía hace fresquito, sobre todo por las tardes, y el tiempo no
acompaña mucho, casi cada día nublado esta semana. Los establecimientos ya han
puesto a punto sus instalaciones y el ayuntamiento se ha esforzado para que
todos los km de costa estén a punto de revista. Pese a que me gusta gruñir, no puedo por menos que felicitar el dinamismo
municipal, por otro lado necesario si se pretende vivir de los rebaños de
forasteros. Hace tantos años que me muevo por estos lares que ya casi nada me
sorprende, aunque es raro que a menudo no encuentres algún hecho que no te
llame la atención.
Yo
también me estoy poniendo a punto, si es que ello es posible. Como siempre la
bicicleta ha sido la primera intervención tratando de afinar y pulir todos los
puntos débiles del artefacto: limpieza, engrase, neumáticos, luz de freno y
carga de batería. Si está limpia pero no hay batería, adiós bicicleta. La única
novedad que aporto personalmente este año, es un llamativo aumento del volumen
perimetral de barriga, qué le vamos a hacer. Bueno, y un llamativo pantalón
corto negro, creación del Sr. Armani y deferencia de mi hija que no se llama
Armani, sino Montse. También he tenido que renovar el portátil que tenía aquí,
se murió en el transcurso de la semana santa, y no creo que fuera por fervor
santificado, más bien por cansancio. Por vestir no me rompo demasiado los
cascos aquí, me gusta ir siempre con camiseta, sin textos ni dibujos ni
reivindicaciones de ningún tipo. Me siento cómodo, eso sí, lisas y de todos
colores. Ep !! Miento, este año tengo una que tiene texto y colores por un
tubo. Es una que hicimos para celebrar los siete años de vida de mi blog en La
Vanguardia. Algo teníamos que hacer. Y el tren sigue con sus itinerarios
ininterrumpidamente.
Leo
ya hace tres días los altercados en Barcelona, ciudad de congresos, ferias y
de exhibición cultural y de civismo con una imagen internacional muy
prestigiada. Al parecer puede volver a peligrar el que tantos años ha costado levantar.
Con el desbarajuste europeo pasa algo parecido con los inmigrantes, alicatan la
tragedia de bonitos colores, y en Barcelona se quiere alicatar el incivismo con
una nefasta gestión que no hace más que alimentar los antisistema. Curiosa
palabra. La Sra. Colau desgaja las costuras municipales, le va grande el
vestido. The Guardian dice que es el alcalde más radical de Europa. Y además se
quiere cargar acontecimientos de gran trascendencia social y económica para la
ciudad y el país. Es lícito ir contra los intereses que funcionan bien y
proporcionan millones a espuertas? El buenismo engendra el voto populista y el
populismo cuando recibe el baño de realismo se da cuenta que las cosas no eran
como pensaban. Que le pregunten a la cazadora de pana de González y Guerra.
Quería
estrenar la terraza del náutico con el primer aperitivo de la temporada, pero
me he tenido que conformar con una mesa tras los cristales, hace fresco. Como
las vistas te ponen de muy mala leche al ver una gigantesca concentración de
yates, me he conformado con unas almendras bien tostaditas y un escocés de
lustrosa etiqueta. Entre sorbo y sorbo me acordaba de las sabias palabras, que
no comparto, del gran John Wayne: "no me fío de las personas que no
beben". Y a fe de Dios que el Centauro del Desierto entendía un óvulo en
temática Bourbon y juego raso y patada en la cara. Ahora se han cumplido 109
años desde su llegada con 45 cts. Cuando se marchó medía 192. Todavía me quedan
cuatro almendras y un sorbito, hasta la vista.