dimecres, 28 de desembre del 2016

DIÁLOGOS Y PALANGANEROS

Entramos de lleno en un nuevo año, en un largo período de doce meses que, como diría el agorero, puede suceder de todo, de lo bueno y de lo malo, muy posiblemente más de lo segundo. Abriremos botellas de cava para celebrar la hora mágica del tránsito, liberando el burbujeante líquido con un taponazo de los que arañan el techo y caen abatidos bajo las mesas con restos de uvas sin deglutir, estrellitas de brillo naíf y cintas de colores. Las elegantes mesas emperifolladas con lencería fina de hilo blanco y atestadas de teléfonos móviles haciendo señales intermitentes, guiños que se encienden y apagan insistentemente para desear un feliz año nuevo y que te acompañe la salud, porque de doce a una de la madrugada es Santa Salud. Abrazos, besos, apretones de manos y escurridizas miradas alrededor en busca de aquello que ya no te está permitido, de aquello que quedó colgado en un calendario ya de fecha olvidada. Qué sería de nosotros si ya no fuéramos capaces de fingir en esta vida, fingir de que gozamos el momento, que reímos y gesticulamos con sonrisas de cera consumida, que damos gracias al Señor en las alturas y al gobierno en las bajuras porque nos permiten vivir, malgastar en nimiedades que ni un tonto compraría, cambiar de coche como un perfecto idiota porque tu amigo de toda la vida lo ha hecho. De tener la sabia capacidad de comerte un filete de 200 grs y a la vez entristecerte al ver las legiones de refugiados en la televisión estafados y burlados a golpes de fronteras, a dentelladas del frío, no hay derecho, qué horror, pásame la sal por favor. Y el momento en que las bombas sodomizan con metralla cuerpos y ladrillos en Alep, es cuando te pilla comiendo la tarta de chocolate y no puedes resistirte a desenfundar el tampón de las grandes ocasiones para certificar tu hipocresía golpeando los remedios de cartón piedra, “a esta pobre gente no hay que darles pescado ni lechugas, enseñarles a pescar y labrar la tierra es lo que hay que hacer”. Y ya respiras aliviado, puede que incluso solloces en silencio alguna lágrima blanca como el boquerón en vinagre.



¿Acaso no es bonito columpiarse en la hipocresía? Naturalmente que sí. Lo hace media humanidad, y la otra media se abstiene porque no sabe lo que es. ¿O es que los propios gobiernos no son un crisol de hipocresía? Recuerdan la última fiesta de la Rosa en Gavá, reunión estival de los compañeros socialistas, que con un capullo en la solapa y la navaja en el bolsillo fingen amarse hasta que la muerte los separe, zambullidos juntos, pero no revueltos, en un mar sostenible y en paellas solidarias. Con un ojo clavado en Pedro y el otro deslumbrando la Faraona, allí el compañero Iceta rompió moldes, a la americana, bailando alocadamente y declamando cual predicador poseso por la pasión: “Pedro, ¡Mantente firme! ¡Líbranos de Rajoy y del PP! ¡Por Diós, Pedro!” Y se consumó el milagro, al muñeco Pedro le clavaron el alfiler entre ojo y ojo. ¡Qué fuerte! Hoy he leído por aquí que no se sabe si actuó de palmero o de palanganero. Vaya usted a saber. El caso es que a estas horas Iceta ha renegado de Pedro, le ha sacudido un puntapié en el culo, se marchó a Sevilla a bailarle las gracias a la Faraona y ayer le mandó una misiva a los compañeros de Ferraz en las que les venía a decir, que es catalán pero se portará bien y será bueno, y que la independencia es una palabrota que no está en su diccionario y que cuenten con él y su grupito para ensalivar lo que haga falta, incluido Rajoy, más que nada para no perder comba, ni sueldos, ni prebendas.

¿Ya saben que Diálogo en idioma Cheli i Sánscrito significa Tribunal Constitucional? Pues sí. De ahí que el PP se ha tragado un flamante CD con la canción de moda, ¡Te dialogo! Pronto dialogaré con Puigdemont, esto se arregla con más diálogo, la vice se ha montado un despacho al lado del de Millo para poder dialogar cada semana con los díscolos catalanes, no me vengas con indepes que te dialogo, me voy a comer con Albiol, mientras dialogan con Forcadell, Mas, Rigau, Ortega y otros insumisos. Joder, joder.

Feliz hipocresía nueva, 2017.

dijous, 22 de desembre del 2016

NO QUISIERON ESCUCHARTE, ORIANA

Pensando en el recién y apocalíptico nuevo atentado terrorista en Berlín, se me ha ocurrido una maquiavélica coincidencia: ciudades que han sido víctimas de esta detestable lacra y que nosotros hayamos visitado. Madrid, Niza, Berlín, Londres, Nueva York, París, Bruselas, en alguna de ellas mi estancia fue casi coincidente con la orgía de terror y sangre que se cebó en ellas. Documentando mi atribulada memoria descubro que el siete y ocho de septiembre de 2004 me encontraba en Madrid, para regresar a casa la noche del día 8 desde la estación de Atocha. Tres días después las cercanías de Atocha ardían entre ríos de sangre. Niza, 13 de julio de 2014, unas fotos con aires veraniegos delatan mi presencia en el Paseo de los Ingleses de la bella ciudad de la Costa azul, justo dos años después un camión suicida arrasa el paseo sembrándolo de cadáveres. Hoy hace dos días, con el mismo nefasto método del camión, doce personas sucumben a los pies de la Iglesia de la Memoria. Unos tres años antes fotografié esta plaza, corazón de Berlín. Siete de abril de 2005, tres bombas causan una masacre en el metro londinense, estuve el año pasado y viajé en metro. Visité Nueva York en 1999 y 2002, septiembre. El once de septiembre de un año antes se producía el atentado más sanguinario y a la vez espectacular del historial terrorista, en el corazón de la city, en el corazón del capitalismo, si hay un Dios aquel día se distrajo. Otra vez setiembre, día 13 del 2015, las terrazas del viejo París atestadas de gente, saltan por los aires por la acción de unos comandos terroristas. Ahí si coincidió que dos semanas antes estuvimos en esos barrios asolados. En Marzo de este año que concluye, la sangre corrió por el aeropuerto de Bruselas atestado de viajeros.

Todos estos vergonzantes episodios han sido cometidos por facciones islamistas de distinto signo pero con un común denominador: el dominio de Occidente a la fuerza. Todos estos actos vandálicos, que son solo una muestra de los habidos, arrojan un siniestro saldo de 3782 muertos y más de 15600 heridos de los que sin distinción de ningún tipo agrupan hombres, mujeres y niños. El mundo es una convulsión de sucesos en permanente crecimiento y que abarca los cinco continentes. Hay que tener en cuenta que me he limitado, por razones de pura curiosidad, a mencionar siete destinos que he conocido y que han sido visitados por el horror. No son nada más que un botón de muestra de las calamidades y muerte que sacuden el planeta cada día.



Oriana Fallaci nació en Florencia en 1929, fue periodista, escritora, corresponsal de guerra y activista. Una mujer de acusado carácter que se enfrentó al establishment con un ajustado y certero discurso acerca del terrorismo islámico. Su defensa de las incómodas verdades cautivó a muchos al tiempo que se granjeaba el desprecio y recusación de los poderes fácticos de Occidente, más proclives a lo que hoy denominan buenismo. Durante su retiro en Manhattan fue testigo del apocalipsis de la mañana del 11 de septiembre. De ahí nació La Rabia y el Orgullo del que se vendieron millones de libros. Con su brutal sinceridad expone con todo lujo de detalles su visión del islamismo radical, removiendo conciencias y alertando de un futuro que para nosotros comienza a ser presente. Describe la realidad global de la Guerra Santa. Nunca fue oída, murió al poco tiempo y el terrorismo siguió multiplicándose. <<Hay momentos en la vida, en los que callar se convierte en una culpa y hablar en una obligación. Un deber civil, un desafío moral, un imperativo categórico del que uno no se puede evadir. No queréis entender que, si no nos oponemos, si no nos defendemos, si no luchamos, la yihad vencerá. Y destruirá el mundo que, bien o mal, hemos conseguido construir>>.


Hoy las izquierdas son más proclives a ese buenismo, es un tema de muy difícil solución, porque no se puede generalizar ni la xenofobia cabe en la democracia. Ahora bien, si ya tenemos instalado el caballo de Troya, no debemos permitir su ocupación.

dijous, 15 de desembre del 2016

REGALOS NAVIDEÑOS

Estos días es corriente que las revistas y suplementos de los periódicos se acompañen con páginas de regalos navideños. Hay de todo, o casi, mayormente piezas o detalles de alta gama, caros y glamurosos. Los relojes predominan en el escenario, desde piltrafas de 70 euros hasta piezas de orfebrería de miles de euros. Me ha llamado la atención una artística botella de coñac Hennessy por un módico quítame de ahí esas pajas de 35000 euros. Quiero pensar que se trata de un error porque gastarse al hilo de seis millones de pesetas por unas copichuelas parece como algo surrealista. No dudo de que hayan descerebrados dispuestos a regalar la botella en nombre de un elitismo  y arrogancia a prueba de bomba. Pero considero que es como un insulto promocionar regalos que solo están al alcance de un uno por ciento de la sociedad. Por no hablar de un jarrón de cristal de murano a 2400 euros la pieza, o un vistoso cojín de colores a 672 euros la cabezada. Hay que joderse. Parecen reportajes hechos a imagen y semejanza del Sr. Donald Trump, pero la inmensidad de mortales no está en esa onda.

Y hablando de regalos navideños, el Tribunal Constitucional, siempre atento y preocupado por nuestras inquietudes, acaba de mandarnos debidamente envuelta y lazada, una monumental y preciosa cesta navideña en la que además de felicitarnos efusivamente las fiestas, nos adjunta un recadito primorosamente empaquetado en el que nos viene a decir que a partir de ya se nos prohíbe casi todo. Dicho así puede parecer un pelín exagerado, como si fuera una condena a muerte, y no es así, no es así. Unido a otros recaditos anteriores tan solo se trata de menudencias de escasa importancia que, al parecer, molestan en cierta medida a la mayoría de españoles, al gobierno y a una buena parte del propio tribunal. Tan solo se trata, por ejemplo, de nuestra lengua, sí, hablar catalán es algo trasnochado, incluso en algunos ámbitos es una falta de respeto, un atisbo de mala educación. Circunstancia que me choca dado que a la hora de  la verdad los catalano parlantes ya solo somos cuatro, el cabo, y el tío Perico. Pero claro, como lo que priva en la España intolerante es el castellano, pues ya se sabe. Ellos aceptan cuatro palabras en eusquera y dos en galego porque son curiosas, y ni decir tiene que si te expresas en andaluz, o sea, destrozando el castellano, es considerado de una gracia que no se puede aguantar. Pero en catalán no, como que no. En parte tienen su razón porque hace trescientos años que lo intentan liquidarla, franquismo incluido, y no lo han conseguido del todo. 



Tampoco el alto Tribunal considera oportuno que hablemos de independentismo que, como todo el mundo sabe, no es el tifus, ni el sida, ni tan solo el nazismo que ellos, el gobierno, parecen confundir. No, tan solo se trata de una opción política como otra. Para ellos todo vale, incluida la extrema derecha, tan vistosa y campante en las Españas, pero de independencia, ni hablar. Y aunque les lloremos nuestra tristeza de estar exhaustos a su lado, sometidos a su prepotencia de escasa raíz democrática, expoliados sine die por regiones que jamás en los próximos milenios habrán renunciado a vivir del momio, a que afronten los planteamientos políticos, no desafíos, al estilo Maduro, que hablen de diálogo con la boca de los domingos pero practiquen la amenaza y el desprecio con la misma boquita pero la del lunes, que no reconozcan su estirpe dominante, intolerante, primitiva y prepotente. Se trata de que los indios catalanes permanezcan en la reserva calladitos y obedientes.

Y ya para finalizar como podríamos  omitir el último regalito. Para que sirven los parlamentos? Tengo entendido que sirven, primordialmente, para hablar. Y en los argumentos no hay límite de temario, no hay restricciones, a menos que hables de putas, pero creo que ni eso. Bien, pues tampoco, prohibido hablar de aquello que no les gusta que se hable. ¡Felices Navidades! (Democráticas de verdad).


 [P1]

dimecres, 7 de desembre del 2016

HIPÓCRITAS

El Sr. Alfonso Guerra, carcamal a sueldo del presupuesto español desde hace 30 años, reconocido anticatalán, déspota grosero en el trato con las personas, adalid de las hordas meridionales de boinas y descamisados, factótum del primer tren de alta velocidad en España en beneficio propio , instigador, maquinador, voraz e implacable defensor del Cataluña paga y calla, revestido de una aureola hecha a medida de intelectual de fino y tapa, ha vuelto, una vez más, a vomitar su bilis más agria en contra de los que le pagan un buen trozo de su eterna nómina.

Parece que se ha sentido molesto porque durante el debate de investidura de Rajoy, donde él propugnaba la abstención por un "sentido de estado", las palabras del republicano Rufianes le ofendieron de tal manera que no se explica porque no salieron en tromba todos los diputados socialistas con una respuesta más contundente. "No se pueden legitimar Rufianes", dijo, haciendo gala de su vena más democrática. Y no pudiéndose refrenar de su dialéctica tenebrosa y maloliente, disimulada con la ironía, alertó a sus condiscípulos de que "España no es una nación de naciones y el veneno de los independentistas llega hoy a los socialistas".

Huelga decir que Rufianes ya le dio respuesta adecuada vía tuit. Estamos en unas proporciones de agravios y ofensas diarias que quizás necesitaríamos una oficina dedicada exclusivamente a responder todos estos bocazas que se liberan de sus ineptitudes e ignorancias mediante provocaciones diarreicas escritas con faltas de ortografía. Burros. Demasiado costoso sería. Coste, el que ocasionó el hermano de Guerra, Juan, que a finales de 1989 lo contrató el PSOE como asistente de su hermano en la Delegación del Gobierno en Andalucía, Sevilla. El vicepresidente estaba en Madrid y Juan dedicaba sus horas en su despacho sevillano a trapicheos personales hasta que fue condenado en 1995 por fraude fiscal. Alfonso Guerra, naturalmente no sabía "nada" de las frivolidades de su hermano, pero tuvo que dimitir. Desde entonces se dedica como diputado a disfrutar de una vida arregladita y hacer distinciones entre buenos y malos. Los buenos piden insistentemente, los malos pagan calladamente. La solidaridad, que no es un palo flamenco, debe ser el máximo posible, mal les pese a los catalanes, y el límite no finiquitar ni cuando la muerte nos separe.



El pasado 24 de noviembre el Sr. Iceta se desplazó hasta Sevilla para entrevistarse con la inefable sultana de Triana para recomponer puntos de entendimiento y puentes rotos. Un viaje que por su tufo lo sitúa en una especie de rendición, de homenaje al partido hermano. Nada de nada. El PSC es acusado de disidencia al desobedecer las órdenes del PSOE sobre la abstención del grupo en la investidura de Rajoy. Iceta quiere que le condonen la grave falta y pueda seguir unido al partido madre -madrastra? - con presencia en los órganos de gobierno y con voz y voto. Desgraciadamente los cantos de sirena que provienen de la calle Ferraz de Madrid, más bien dicen todo lo contrario: les perdonarán y les permitirán seguir votando al partido hermano pero sin verles la cara, pintando un cero a la izquierda, con una venda en los ojos y un estropajo en la boca. Ni nación de naciones, ni derecho a decidir, ni morcilla con judías. Sólo morcilla.


Y uno se pregunta si en este momento de turbulencias, no sería más apropiado que Iceta y sus cuatro amigos se arremangaran y trabajaran por su país. Ya sabemos que no son independentistas, y lo respetamos, pero sus votos en el Parlament tendrían unos balsámicos efectos con más eco en Madrid que los que puedan tener durante cien años a un PSOE muy alejado de nuestro pesquis. No dicen o decían o dirán que son partidarios de que la gente se exprese? Pues venga hombre, un empujoncito por la dignidad y menos suspiros por la Puerta de Alcalá y el Puente de Triana, que nunca nos aportarán nada fiable. Ni bueno.

dijous, 1 de desembre del 2016

NAVIDAD ENTRE GÓNDOLAS

Había salido temprano, no podía dormir, el viento mordía clavándote sus colmillos en la cara. La proximidad del canal y la humedad que transmitía aumentaban la sensación de intemperancia. Las viejas chimeneas exhalaban un humo de color de ceniza adulterada, manipulado, podría decirse que quemaban leña y demasiados diarios. Las altas paredes de los callejones soltaban sin cesar lágrimas de agua sucia en el vertical camino hasta deslizarse al pequeño canal.

Llamaban mi atención las canoas y motoras que transitaban por el Gran Canal arriba y abajo repartiendo los víveres a Ristorantes y tiendas. Se oía un rumor de mercado, vendedores y compradores madrugadores, los venecianos igual que los napolitanos hablan en voz alta y gesticulan ostensiblemente, como una mayoría de italianos. Las hordas de turistas aún no habían invadido los espacios y me sentía bien desgranando los callejones próximos al Ponte Rialto. La plaza de San Bartolomé o la calle de Pío X, donde los comerciantes ultimaban los últimos preparativos en sus establecimientos para poder tentar y seducir el deseo de las legiones de cuellos con máquinas de fotografiar colgadas. Venecia es una ciudad cara para los visitantes y para los mismos residentes que deben cargar con la inflación ajena. En el trato comercial abusan de su condición dominante ¿Quién no quiere visitar la ciudad de los canales? Algo queda de los antiguos mercaderes venecianos, rendijas de picardía y astucia, por decirlo suavemente. Hay que pagar el tributo del tropiezo, por ejemplo sentarse en la terraza del Café Quadri a tomar una cerveza y disfrutar de las vistas de la Plaza San Marcos llena de sombreros de colores con piernas, y bolsas repletas de recuerdos. Una pequeña orquestina irá desmenuzando las notas de viejos romances napolitanos o adagios del lugar, muy celebradas por la clientela que verá satisfechas sus ilusiones y agotados sus bolsillos a razón de quince o veinte euros por una vulgar cerveza caliente.



En estas fechas la bella y decadente ciudad lucía una imagen más entrañable que de costumbre, era Navidad. No sólo las calles, edificios y monumentos se veían realzados por la iluminación navideña, también las lanchas y vaporettos se engalanaban con ristras de bombillas de proa a popa, y las góndolas con farolillos rojos. Venecia muere pensaba yo caminando entre diminutos canales y altos muros enmohecidos por la humedad y el tiempo. El enigma de los callejones húmedos enmarcados en rincones de postal me dió refugio en aquellos días  de la Navidad del año 1970. Vivía en un pequeño estudio en la Riba del Ferro, a escasos metros del Ponte Rialto. Los barrios se sacudían la pereza entre balcones y ventanales renacentistas que atesoraban un pasado de poder, intrigas y traiciones. La primera vez me impresionó el Gran Canal. Te perdías por la calle del Orologio abandonando la plaza de San Marcos, adentrándote en un laberinto de pequeños puentes, esquinas de emboscada y espadachín, ristorantes de juguete y vendedores de fruta y cuando, boquiabierto por la belleza del lugar, dabas un último saltito te topabas con la romántica estampa del Gran Canal.

Por entonces, espoleado por la fuerza de la juventud, me debatía con las contradicciones: por un lado me maravillaba de poder ser testigo real de un lugar bendecido por la historia, foco de atracción de grandes personajes y literatos, de los retorcidos dibujos de la personalidad llevados a la pantalla por Visconti y destino añorado de todos los enamorados. Por otro lado imaginaba que en un futuro próximo, la ciudad desaparecería bajo las aguas de la laguna veneciana. Venecia me sugería la muerte, el frío y la tristeza, el desengaño. El hundimiento de una góndola al oscurecer el día, llena a reventar de los besos y caricias de dos pájaros juguetones y enamorados. O el Puente de los Suspiros que no tiene nada de romántico sino que los que lo atravesaban no veían más el cielo ni el mar. Así discurría mi primera y última Navidad en la ciudad de Marco Polo, Albinoni, Vivaldi, Bellini y ... adagios y más adagios.

dimecres, 23 de novembre del 2016

NO SERÉ NUNCA INDEPENDENTISTA

Parece que el tiempo cambia, llegan nubes vestidas de plomo. Los que me conocen bien saben que este título podría ser una travesura de mi subconsciente o una quimera de una tarde lluviosa. Pues no, sólo es un acto de rebelión ante la impotencia que siento al ver la legítima opción que eligen muchos de mis conciudadanos. No hay que olvidar que secularmente nos hemos matado nosotros mismos. Independentistas son todos aquellos que con sus votos nos niegan el pan y la sal, el derecho a ser lo que nosotros queramos, los que aplastan todas nuestras iniciativas y cercenan la prosperidad de este pueblo. Los que con mentiras y argucias vacían nuestros bolsillos. Los que se apartan de nosotros, los que nos quieren bien lejos pero atados del cuello con una larga soga, estos son los verdaderos independentistas. Soy respetuoso con las creencias de los demás, aunque no lo sean ellos con las mías. No soy independentista de la misma manera que no soy funambulista, taxista, marxista, analista, taxidermista u oculista. No me gustan las etiquetas de latón ni las tarjetas enmohecidas de vendedor de humo. Siempre he sido catalanista, o sea, amante de mi tierra, y ahora, este ahora ya hace mucho que llegó, dado que mi cerebro aún recibe alertas de desprecios y odios, y mis ojos resisten y registran los embates de la discriminación, la ofensa y el desprecio, he aquí que de lo único que estoy seguro es de que solos nos lo haremos mejor, mejor solos que mal acompañados. No me quiero alejar de nadie, me quiero desprender, librarme, desatarme. Ahora soy, más que antes, acérrimo defensor de mi familia, de mi país y de mis pequeñas cosas. Quiero estar exento y ausente de verme obligado a hablar una lengua que no es la mía, de costumbres que no son las mías, de fiestas nacionales que con sus regueros y salpicaduras de sangre nos ofenden el humanismo, de estar obligado a compartir leyes decimonónicas y centralistas, de estar bajo la lacra vigilante de un gobierno civil llamado delegación del gobierno de España, de no poder ondear la bandera que yo quiera en mi balcón, de no poder ayudar a los que más lo necesitan, los que no se pueden calentar, los que no tienen techo, porque unas leyes que no son las mías me lo prohíben. De tenerme que sentir calumniado y amenazado por todos aquellos que se llevan parte de mis ahorros y dilapidarlos en fuegos de artificio, procesiones de gemidos y bota, crueldades innominadas de pobres animales secuestrados del rústico pastoreo o pagar desproporcionados edificios del tren en medio de la nada y donde no falta ningún requisito, a excepción de los viajeros.



Es evidente que jamás en la vida podré ser un independentista. Pero más siento lo que me dice el corazón, me fío más, late sólo para mí y no sabe decir mentiras. Dice la RAE que el independentismo es un movimiento que propugna o reclama la independencia de un país o de una región. Santo cielo, lo veis como no es eso de lo que yo hablo. Si no fuera porque las leyes de la naturaleza, y de mis atenuadas fuerzas que me lo privan, recortaría esta bendita tierra  y me la llevaría muy lejos, donde la negrura pizarrosa del aliento a corrupción, la envidia y el egoísmo, no pudieran ni acercarse, ni siquiera saber dónde estábamos, cómo nos lo hacíamos, qué miserable recuerdo podíamos guardar. No sé ni yo dónde, tal vez me he convertido en un soñador con tantas infamias como me he sentido en los últimos años, después de una vida llena de esperanza e ilusión cuál es el legado que me han dejado, qué han hecho para que yo me sienta yo, donde están los réditos de mi riguroso cumplimiento de sus leyes, a la solidaridad? A quién, por qué y hasta cuándo?

No soy un independentista, ni desafío nadie. Tampoco quiero romper España, ya lo hacen ellos solitos. Si por yo decir dentro de mi inmensa pequeñez y anonimato, que me han expoliado de bolsillo y de corazón, como se les llama a los que aprovechándose de los demás lucen una severa y pacífica luz en la cara donde todo les parece poco? Da igual, hablar con una pared es cosa fea. No soy independentista, si algo soy es sólo cabal y realista.


Ya oscurece, llueve, el aire peina con firmeza el estanque cercano y al cribar los árboles parecen órganos de cristal. Me imagino ahora las grandes lágrimas de piedra redondeada estallando entre rayos y truenos en las cumbres de Montserrat.

dimecres, 16 de novembre del 2016

FORNICAR DE PASADA

Estamos avanzando a toda prisa hacia una sociedad totalmente despersonalizada, hoy lo que prima es sacar pasta de donde sea y como sea. En cierto modo, como siempre, nos estamos americanizando, se trata de que mediante millonarias demandas basadas en accidentes o incidentes, en muchos casos absurdas y fuera de lugar, alguien quiera beneficiarse de un sistema irracional y embolsarse lo que no conseguiría ni en doce vidas. Mayormente gente sin escrúpulos a las que les importa una higa los perjuicios que puedan ocasionar. El arañazo de un perrito, el microondas que explotó porque el imbécil no sirve ni para calentar, la reclamación de un idiota al que le saltó la dentadura postiza con unas nueces, el indocumentado que dijo abrasarse el paladar con un café con leche, la dependienta que flirteó con la caja y luego acusó al panadero de extorsión merendándose un año de baja, etc…El abanico de aspirantes al pelotazo es descomunal.

Pero acabo de enterarme de uno del que no había tenido noticia jamás en la vida. He de reconocer que el asunto tiene mala leche en grandes cantidades. Los hechos se remontan al año 2010, en el estado de Missouri (EEUU). Una mujer cursó una reclamación a sus suegros desconocidos, por gastos de manutención de su hijito. Felicity, que así se llama la demandante, trabajaba en un tanatorio (morgue para los yanquis) como maquilladora de cadáveres. Un buen día, en el  que ya había “arreglado” a unos cuantos, cuál no sería su sorpresa al descubrir que su nuevo trabajo sería para un señor con mala cara pero con una erección de caballo. Felicity, que algo de necrófila debía ser, no se lo pensó dos veces y saltó a la camilla del muerto apretando las piernas y engullendo aquel pedazo tieso del finado. Yo no sé si es posible orgasmarse rodeado de ataúdes, crucifijos, recordatorios y candelabros. El caso es que la moza se pegó un chute de aquí te espero, más tarde, en el juicio, se sabría qué tal práctica la había cometido en incontables veces. El epílogo es que el fallecido eyaculó en las entrañas de Felicity. Tal como lo oyen. Mi ignorancia me ha impulsado a documentarme sobre el hecho y efectivamente, no con frecuencia, pero se dan casos de eyaculación a larga distancia, temporal. La erección ya es más frecuente, de ahí que la empleada ya iba bien servida.

A los dos meses en un chequeo rutinario se le diagnosticó un embarazo, y ella dedujo de quien podía ser el padre por una cuestión de fechas. Ingresó en la cárcel por profanación de cadáver y necrofilia. Hasta aquí la funesta historia de una mujer de mucho temple y de ideas demasiado claras. No me gusta frivolizar acerca de ciertos hechos, pero a partir de ahí me he preguntado si cabría la posibilidad de hacer un referéndum entre los recién fallecidos, varones, y preguntarles si estarían de acuerdo en que una vez arregladitos les parecería bien un quítame de ahí esas pajas. Quizá nos sorprenderíamos del resultado.




Aquí entra en juego lo de la demanda por manutención. Porque solo de pensar que a un par de abueletes se les reclame un desliz de su hijo cometido a las 24 horas de fallecer, es algo así como estrambótico, difícil de creer. Entiendo que Missouri está en el Medio Oeste, rodeado por Nebraska, Kansas, Indiana o Kentucki, y que sus hombres son de gran fortaleza, viriles y algo pendencieros. Pero de ahí a deshidratarse post mortem, joder, hay un abismo. Sí que antes los ahorcaban y a la madera, pero no había decoradoras, las balas silbaban a todas horas y no era tiempo de contemplaciones. No sé qué juez falló, pero estoy seguro que al ver los dos viejecitos sentados, pensaría como coño los condeno a pagar si es un asunto que no entiendo ni yo. En fin, fornicar para ver.

dimecres, 9 de novembre del 2016

HAY FRAGANCIAS QUE SON LETALES

Debo reconocer que un servidor siempre ha sido bastante informal a la hora de observar ciertos hábitos. Bien, quizá más despreocupado que informal. Concretamente me refiero al cuidado personal en lo referente a los complementos: vestimenta, calzado, cremas revitalizantes, hidratantes, colonias, desodorantes, geles, champú, afeitado, faciales, etc. No es que no haga uso de casi todos ellos, entre otras cosas porque iría por la calle en pelota viva y desgreñado, no. Se trata de que casi nunca he sido fiel a una marca o una fragancia. Soy totalmente desleal e infiel, las alterno según mi conveniencia o en función del impacto que me pueda causar un determinado aroma, hablo de colonias. Por lo tanto, según lo prescrito por normas populares o de marca, debo ser un individuo sin personalidad. No se me puede identificar por los efluvios aromáticos ni por los colores de mis atuendos porque los varío constantemente.

Todo lo contrario de mi desayuno diario que podría tildarse sin posibilidad de error, de ortodoxia matinal. Antes que nada, ducha incluida, zumo de naranja exprimida y café con leche, eso sí, con los pelos estilo indígena amazónico. Un par de horas más tarde, me pille donde me pille, tres tostaditas tomateadas, unas lonchitas de fuet, copa de cerveza i café solo y muy corto. A excepción de las áreas de autopista que, dada su ineptitud para suministrar un buen pan y un buen fuet, me abstengo de detenerme. Únicamente si acuso flojera de bajos y siempre que los aseos estén libres, limpios y sin huellas visibles de que haya pasado algún energúmeno de los que pintan paredes y wáter de traje flamenco, todo topos. Para que luego digan que todos somos iguales, pues no, ya me perdonarán pero los hay que no solamente van de pezuñeros sino que no saben ni cagar. Pido disculpas, pero es que no se hacen acreedores de delicadeza alguna.



Gwyneth Paltrow, feliz intérprete de “Shakespeare in love”, no solo es aficionada a la cosmética sino que es titular de una empresa de perfumería que ya comercializa una línea de maquillaje y de cremas faciales y corporales ecológicas. Ahora amplía su catálogo de productos con una fragancia “que no dañe la salud de las personas”, la colonia se inspira en el invierno y lleva por nombre “Edition 01 fragrance”, y se presenta el próximo día 15. Un olor que Paltrow espera que traslade a los consumidores al momento en el que lees un libro cerca de la chimenea. Ya veremos, yo sí tengo chimenea, pero los que no dispongan de ella igual les recuerda cuando pasaba el tren dejando un rastro de humo negro y carbonilla que dejaba la ropa tendida también a topos, pero más pequeños y negros. La guapa empresaria venderá su bonito engendro de 50cc al módico precio de 165 dólares y también incluye una bonita vela por 72 dólares más. Y claro, dice que nos merecemos tener cosméticos que sean creíbles, lujosos. Yo quiero productos que sean buenos para mí, comenta la actriz.

Ya les he comentado mi informalidad para estas cuestiones, pero es que se me rompe el corazón al oír a la diva “Me gustan estos meses fríos porque son muy acogedores y reúnen a toda la familia en casa, todos juntos tapados con una manta en el sofá mientras leemos”. Si, ciertamente es muy acogedor pero, que quieren que les diga, a doscientos treinta y siete dólares el regalito con trazas invernales, pienso que la reunión familiar podría terminar a hostia limpia o, en su defecto, metiéndose mano bajo la manta por aquello de cobrarse el regalito. Todo ello sin mencionar el día de Navidad a media tarde, con una trompa de padre y muy señor mío, la vela en la cabeza de la abuela, la manta en llamas en el hogar, el cabeza de familia maldiciendo la puta colonia y su importe adjunto, y el novio de la niña convenciéndola de que la cajita de ocho bombones Nestlé es mejor que el “Edition 01 fragrance”. Un pasmo, vaya.


dijous, 3 de novembre del 2016

NIEBLA Y FUEGO DE ASCUAS

Me he  escapado con un par de amigos a comer fuera, bueno, uno de los amigos lo es más que el otro porque casualmente es mi hermano. La intención no es otra que cumplir con el acuerdo firmado de palabra ya hace un tiempo: por riguroso turno alternativo uno de los tres escoge el destino gastronómico del mes y carga con la cuenta de los destrozos ocasionados sobre manteles. La verdad es que a día de hoy de destrozos, pocos. El tiempo es propicio, la montaña exhibe ufana sus laderas heridas por los colores del otoño. Discurrimos entre tupidos bosques de pinos, robledales y castaños, la carretera serpentea de manera exagerada como en casi todas las ascensiones y descensos de altas cotas. Conjugar la inmensidad verdosa de los bosques con las pinceladas rojas y ocres de las caducas hojas se transforma en un enorme caleidoscopio que, sin poderlo asir, cambia los tonos y el brillo sin cesar. La masa boscosa forma un mosaico verdoso salpicado de lucecitas bailando alrededor de hojas plateadas. El otoño hunde sus raíces en la húmeda tierra alertando del fin de un ciclo en el que árboles y matorrales mostrarán sus retorcidos desnudos en espera de la primavera vigorizante, en donde las ramas florecen y acude de nuevo la vida. Lo mismo que en las infinitas hileras de los tristes viñedos.

Medio sol y sombra hemos dejado atrás, ahora toca sumergirse en las espesas nieblas que extienden sus largos mantos en cuencas y latitudes, conduzco atento, apenas hay tráfico, se cruza algún vehículo con destino secreto, lleva las coordenadas cinceladas en el salpicadero, allí donde solo sus ocupantes conocen el punto justo donde encontrarán un vergel inundado de setas, el mismo donde ahora hace un año llenaron los cestos pero, por lo visto y oído, me temo que solo se encontrarán con dos opciones: puede que el vergel esté seco, lleno de engañosa maleza, o  que un regimiento de cestas, navajas y bastones haya arrollado el lugar. Es muy probable. Soy un enamorado del bosque y temo por él, temo por el planeta entero. Deseo que escampe el etéreo y frágil humo blanquecino, sigo adelante mientras mis acompañantes hablan de platos. Me vienen a la memoria las  palabras de Rosalía que todavía hoy me estremecen “Los que ayer fueron bosques y selvas de agreste espesura, donde envueltas en dulce misterio, al rayar el día flotaban las brumas, y brotaba la fuente serena entre flores y musgos oculta, hoy son áridas lomas que ostentan deformes y negras sus hondas fisuras”.




En estos perfumados encinares ni los hay ni los queremos. No hay  reconocidos establecimientos donde abrevar y dilapidar colesterol. Se trata de sencillos lugares ocultos y sin horizontes, en donde el fuego del hogar no duerme ni deja de crepitar en todo el día y las bandejas de carne guardan turno una tras otra para ser debidamente ajusticiadas y purificadas con dentelladas de encina perfumada y llama insolente y envolvente. Mantelería a cuadritos rojos y blancos, desgastadas por el uso y salpicadas con amorosos  zurcidos que ocultan tantos descuidos y golferíos. Un viejo folio plastificado protege el santo y seña del lugar, platos todos de temporada otoñal y de alta montaña, preferencia absoluta para condenados a la brasa y la fastuosidad de las judías blancas, berenjenas y pimiento escalibado, sanfaina, cebollitas caramelizadas en las ascuas de Lucifer o unos graciosos filetitos de alcachofa temprana. Hay más, claro, pero hay que centrarse en el lugar y en el tiempo. Un músico de higos secos, avellanas, almendras y nueces tostadas dará triunfal bienvenida al café y su correspondiente chupito escocés, con la ingenua pretensión de hacer olvidar el impertérrito rastro del all i oli y el porrón de los benditos bancales del Priorat. Desandamos lo andado, regresamos, ya no conduzco y pienso en la nutriente escudella que me he zampado y el romesco de escarola con guarnición, más que nada por aquello de que hace “bajar”. Hoy he indultado a la carne.

divendres, 28 d’octubre del 2016

LA CASTA DE LOS DESCASTADOS. TAN SOLO CASPA.

Después de seguir por televisión los debates para la investidura del presidente del gobierno no nos queda otra opción que resignarnos al obligado conformismo. España no tiene remedio, vuelven a cambiarse los muebles de sitio para que todo siga igual. Las mismas caras, mismos discursos, iguales objetivos. Es realmente penoso tener que aceptar que esto no tiene remedio. Rajoy no solamente predica con algo de humildad, sino que se ha maquillado con las plumas de gallo que inspiran su  intolerancia, aquella verborrea ininteligible con la que con muchas palabras se consigue no decir absolutamente nada. Rodeado de unas bancadas sonrientes y sumisas, lanza sus mensajes en el hemiciclo con la ceguera habitual y espacia sus párrafos para que sean vitoreados y aplaudidos por los corifeos que, más que eficientes diputados, parecen miembros de un consejo de administración jaleando el reparto de dividendos. Su líder es un hombre gris, un funcionario de visera y manguitos tras una ventanilla, el hombre tranquilo que afronta los grandes y decisivos cambios con la inacción y el silencio. Sentado a la puerta no ve desfilar los cadáveres de sus contrincantes políticos, porque, finalmente, no hay cadáveres porque siempre lo han sido, ni tan solo eso, acaso solo percibe las sombras y las brumas de su inquietante, sórdida e incompetente gestión. Sus ministros, forjados al temple del hierro colado, no despuntan en nada, no demuestran en su supuesto cometido ningún hecho, ningún logro, nada que los sustraiga del ostracismo más vacuo e inane. No gobiernan, en todo caso, mandan. Ay! el ordeno y mando, tan ceñido a la riñonera española que no hay manera de cercenarlo de esas vísceras ancladas en el poder absoluto, en el limbo de la sociedad. En España jamás se ha gobernado, siempre mandado, cosa distinta. Y así piensan seguir. Es tan espeluznante y patético su sentido de la democracia que esta misma tarde ha soltado sin rubor la frase: No encuentro en el Congreso complicidades para gobernar con estabilidad”. Después de limosnear durante un año alguien a quien arrimarse, y ya lo ha conseguido, pretende que también se auto amordacen, darles unos caramelitos de cicuta, y gobernar a sus anchas durante los cuatro años de la legislatura. Para la derecha española, y la izquierda, gobernar en coalición es una broma inaceptable.




Dice Rajoy que “nosotros ofrecemos un proyecto en el que no se divide a la gente”, puede ser, quizá no la divida pero la hace trizas, la pulveriza y la amodorra de aburrimiento y de asco ante tanto ladronicio vergonzante. En cuanto al “desafío catalán” –invento español- el aspirante dice “admito no tener claro  el procedimiento ni el foro”. La frase se despacha por sí sola, esta es la reacción de Rajoy ante el dosier más importante que tiene España encima de la mesa hace ya un par de años. Lo mismo que el premier inglés con Escocia. David Cameron es la antítesis de Rajoy, así como la Cámara de los Comunes es incomparable al Congreso de Diputados. No hay que olvidar, por si éramos pocos, que la sombra franquista se extiende por los cuatro puntos cardinales del toro. Quizá Rajoy ignore el procedimiento (?) pero el foro lo ha tenido siempre claro: el Tribunal Constitucional y los ministros de Exteriores e Interior, expertos fontaneros. Estamos pagando con creces la democracia blanda o el déficit democrático en España. Por no hablar del bochornoso y esperpéntico espectáculo del PSOE que ha dado origen a la epidemia diarreica más aguda jamás vista en todas las cancillerías europeas, ya de por sí castigadas con continuos colapsos del músculo irrisorio, provenientes de las trifulcas de la Marca España. No tiene remedio la Marca. El PSOE  practicará el lametazo hostil pero lametazo al fin, porque España nos necesita, dicen. De verdad que los socialistas necesitan lamer a la derecha más intransigente y corrupta de la reciente historia? No veo castas, solo caspa maloliente. Porque ambos son lo mismo, el freno de mano para que España se descuelgue de la modernidad. Casta de caspa.

dijous, 20 d’octubre del 2016

ELECCIONES, MÚSICA Y OTRAS PORQUERÍAS

Fuera de Estados Unidos serían pocas las personas que estarían de acuerdo con el desarrollo de las elecciones a la presidencia de aquel país. Ha sido, y es, una campaña larga hasta el bostezo, como siempre, propio de un estado democrático y de unas dimensiones gigantescas. Los dos contendientes, Donald Trump y Hillary Clinton, se han batido el cobre como corresponde en estos casos. Clinton, quizá por ser mujer, y aunque haya sufrido altibajos en sus apariciones, incluidas las de salud, podríamos decir que ha sido más comedida, más oradora y menos insultante. Su oponente, el archimillonario Trump, ha hecho gala continua de su ordinariez, su carácter dominante clásico de quien no acepta nunca un no por respuesta, ofensivo, insultante y con una obsesión por denostar y humillar a todo el género femenino, con revelaciones  de nombres y apellidos y con carácter general, de un mal gusto irreconciliable. Un gañán con robusta cartera, vamos. Dada la capital importancia de la nación americana en todo el mundo, sabemos que cuando estornudan, los demás tenemos una pulmonía en puertas. Eso es así para bien o para mal. El martes cinco de noviembre saldremos de dudas. De confirmarse la elección del republicano sugeriría a Mariano Rajoy que se abstenga de solicitar audiencia alguna a la Casa Blanca, podría ser tratado como a un indiano y enviado el fin de semana a las montañas de Maryland, a la residencia de Camp David, para servir los desayunos a los ilustres huéspedes y sus invitados, sin olvidar el café de media tarde. Que se olvidara de su antecesor bigotudo al que permitieron compartir reunión, fumarse un habano y poner los pies encima de la mesa de centro. Todavía el personal de servicio del rancho, y el servicio secreto, no se han repuesto de tanta osadía circense. España es una gran nación y la más antigua de Europa, dice Rajoy, si, si, de acuerdo, ya lo hemos oído, pero guárdesela a buen recaudo no vaya a ser que se le caiga de las manos y ya la hemos jodido. Porque si se rompe en añicos no habrá Constitucional con suficiente cola para pegarla. Sin obviar ni menospreciar que Rajoy es un gran estadista así como su tribu de corruptos conspiradores.



El caso es que a pocos días del evento de repercusión mundial, mucha gente con firma reconocida ha empezado a postularse y declarar públicamente sus preferencias, o su preferido. Es este el caso de la “diva” Madonna. Especie de cantante con desparpajo, aparato escénico y sex-appeal de la que, por cierto, no me gusta nada, aunque reconozco que peco de reprimido musical. La diva ha lanzado su grito y levantado las garras en apoyo a la senadora Clinton. Nada menos que en el Madison Square Garden de Nueva York lleno a reventar, se ha ofrecido al mundo para todo aquel que vote a la senadora ofrecerle sexo oral. De esta manera lo han informado los medios de todo el mundo. Pero exactamente lo que dijo la cantante fue “Si votan por Hillariy Clinton les haré una mamada, ok?” Y añadió “Soy buena…me tomo mi tiempo, miro a los ojos…y trago!” Pobre de mí, ya me perdonaran, pero yo debo pertenecer al periodo Cuaternario. Esto es posible? Pues sí.


En fin, vamos a pensar que esto es real y que seguramente complace a un montón de gente, pese a su cruel detalle pornográfico, o gracias a él. Me pregunto si habrá límite para este tipo de pronunciamientos y otros del mismo sello. Pongamos que surte efecto el invento y que antes de jurar el cargo Hillary ya se han formado colas en todo el globo terráqueo. Irán en taxi, en tren o en avión? Pero todo se colapsará, el universo en cola. Madonna dejará de cantar o podrá compatibilizar ambas gestiones. Dispondrá de aceite labial para evitar erupciones o sencillamente no le quedarán labios, encías ni dientes y bailará de espaldas con uno de sus antifaces. Me pregunto. Me declaro un rematado inculto que cada día le cuesta más entender lo inentendible. 

dijous, 13 d’octubre del 2016

QUE SIGNIFICA “NACIONAL”

El día de La Fiesta Nacional, que en esta ocasión no se trataba de una corrida de toros, reunió a un montón de gente bajo la lluvia, en donde destacaron más las ausencias que las presencias. En definitiva más de lo mismo, los besamanos, los saludos fraternales con derecho a cuchillo, las genuflexiones, los paraguas pintados de nacionalismo español, la legión para orgasmo de muchos, los reducidos apartes con la mano en la boca y ciertas prisas para desplazarse al palacio de los canapés. Exaltación fervorosa y exultante del nacionalismo español, tan rancio y excluyente como de costumbre. Una celebración con toda la pompa que se inventó Felipe González allá por 1980 y pico para realce y gloria del pesebre nacional y las rimbombantes fuerzas armadas con sus marciales saludos y tal y tal. Resumiendo, un acto de lo más caduco, con menos glamur que el acto sexual, pero con una fulgurante chispa que lo destaca de sus homónimos europeos, donde cunde la racionalidad, el regio glamur y su concepción urbi et orbe, para todos y de todos los colores.

Según cuentan las malolientes crónicas la función costó 800.000 Euros, que yo no me creo. Pero aun siendo así pienso que todo ese dinero, en los tiempos que corren, les habría venido bien a un incontable número de personas que se revuelcan en la desesperación. No es decente ni serio. Pero es que este país ha perdido la decencia ya hace muchos años. Y también ha dejado de lado su posición estratégica; Ya no es el sur de Europa, vuelve a la casilla de salida la  del norte de África que, por puras razones políticas perdió en su día. Ahora es el paraíso de los chorizos y mangantes, de los sátrapas con tarjeta visa platino, de los ministros imputados y premiados con un alto cargo en Bruselas, de los ministros bajo grave sospecha de intrigas ilegales para abatir contrincantes políticos, de usar mayorías parlamentarias para conculcar siniestras maniobras, de poner bajo llave las famosas balanzas fiscales para no hacer enrojecer a muchos, de periódicos capitalinos que han hecho trizas el sentido común, el contraste y la fiabilidad. Eso sí, han logrado imponer un sistema ferroviario de alta velocidad que ni los nietos de nuestros nietos conseguirán zafarse de la deuda. También contamos con la ira indisimulada de una vicepresidenta del gobierno que se permite amenazar y condenar supuestos delitos que ni tan siquiera han sido impugnados todavía. Juego al que también se apunta un ministro de justicia obsesionado por el “problema catalán” ignorante de que el problema real lo llevan todos ellos pegado al cogote, el grandísimo problema español.



La Fiesta Nacional del 12 de Octubre y sus símbolos recuerdan mucho a los fastos del régimen anterior. Y el carácter obligatorio de su observancia ya es de por si una imposición autárquica, en nombre de qué o quién me pueden laminar o prohibir mi acceso al trabajo? Las condiciones laborales tan solo se pueden regular a través de sus agentes: los trabajadores, los empresarios y los sindicatos. Todo lo demás es folclore perturbador. Las imposiciones no son nada aconsejables y los abusos de poder, menos. Para muestra, un botón. En Catalunya tenemos ya las alforjas rebosantes de arbitrariedades que no son de recibo en un estado democrático. Todas las iniciativas parlamentarias, de un parlamento, ojo, son sistemáticamente impugnadas, incluidas las destinadas a favorecer a los más desvalidos y los más necesitados.


Dice Fernando Ónega que lo acontecido en Badalona este fin de semana, el desacatamiento a un mandato judicial, puede haber sido el primer acto de gran desobediencia institucional (Qué significa desobediencia). No es del todo cierto porque ha habido un buen número de Ayuntamientos y empresas privadas que han desacatado. Pero da igual, España, mal les pese, es un conjunto de naciones, todas con su propio idioma, sus hábitos, sus símbolos, sus creencias y sus voluntades. Y hay cosas en esta vida que no se pueden regular por decreto, a lo sumo mediante el diálogo. De seguir con la venda en los ojos, España necesitará un millón más de jueces pero, créanme, ni así.  El desinterés, la desidia y el olvido seguirán su curso, por simple hartazgo.

dijous, 6 d’octubre del 2016

NO UNO, SINO LOS DOS

Es la primera vez que he acudido a un fisioterapeuta, hoy tan en boga. Tras una breve espera me han acompañado a una gran sala llena de camillas, aparatos gimnásticos, esterillas esparcidas  por el suelo y un par de reservados con cortinas. Me ha parecido ver dos hombres de mediana edad y una señora mayor haciendo ejercicios supuestamente reparadores de sus carencias o lesiones. Hablaban entre ellos y se reían con frecuencia, posiblemente coincidían desde hace tiempo por la confianza que se dejaba entrever entre ellos.

La noche anterior a colgar el cartel de cerrado por NO vacaciones, me levanté de la cama para ir al baño, puse los pies en las zapatillas, a oscuras, me levanté, y sin comerlo ni beberlo sentí algo parecido a una descarga de un millón de voltios en mis desdichados talones. Era tan intenso el dolor que creí morirme por los pies, me desplomé quedándome de rodillas y procurando no hacer ruido para no despertar a mi compañera de lecho, mi mujer, claro. Como un buen San Agustín me desplacé de rodillas hasta el baño, como pidiendo perdón por mis pecados, cerré la puerta, abrí la luz y me senté en un taburete meditando muy seriamente qué coño les había pasado a mis talones. Me dije “será el tendón de Aquiles, tan famoso él”, pero no, reflexioné, lo mío era talón, no tendón. También podía haber dicho condón, por aquello de la semejanza fonética. Estaba asustado, pensaba en la mañana y de qué manera podría andar si estaba  imposibilitado. Me dolía de manera creciente y muy aguda. Me dormí pensando si podría andar de puntillas pero caí en la cuenta de que nunca he practicado el ballet clásico y al entrar en el ascensor me podía incrustar de un ostión en el espejo frontal.

Una vez ya en la vida normal, no vacacional, en una tarde de cielos claroscuros, me quedé fijamente mirando a los ojos del traumatólogo y angustiado por el temor le clavé mis palabras entre ojo y ojo “Que tengo doctor?” El buen galeno jugueteaba con sus gafas y sin mirarme a la cara dijo “recientemente ha cambiado el calzado? Yo estaba atónito y sudando, creí que se burlaba de mí, por un momento pensé que los talones se retorcían de risa y me jodían más y más. “Mire doctor, he estado cuatro meses calzando chancletas o descalzo y hace una semana que ya calzo zapatos. El hombre sonrió y dijo “usted tiene un espolón en cada pie”. Me quedé sin palabras, apesadumbrado, inquieto. Como pude dije balbuceando “es grave tener dos espolones” y ya no sonrió, se rio a carcajadas y me soltó “No, no es grave, solo que es largo de remediar y jode bastante”. Aquí sí que ya me tranquilicé, miré los zapatos de reojo y sonreí. Cojo por partida doble pero contento.

El fisio se apiadó de mí y me entregó una revista para distraerme durante el tratamiento, que no fue muy prolongado. Me detuve en un informe relativo a las torturas físicas durante la edad media. Les confieso que estuve a punto de vomitar por la voracidad del detallado relato y sus espantosas consecuencias. Huesos rotos, carnicerías, podredumbre y ríos de sangre daban colofón a un documento escalofriante. Tenía mis pies frente a mí y no cesaba de mirarlos por si seguían teniendo cinco dedos cada uno. Me llamó la atención un instrumento llamado la pirámide consistente en una pirámide de madera estrecha y de punta muy afilada, jamás se limpiaba la podredumbre acumulada que a su vez servía de vehículo transmisor de todas las infecciones posibles. Mediante un sistema de cuerdas y poleas se sustentaba al reo, al que iban subiendo o descendiendo según sus confesiones. Basta decir que vaginas o escrotos quedaban reventados por el propio peso del torturado. La Santa Inquisición española fue una adelantada administradora. Comúnmente eran ajusticiados infieles, adúlteros y brujas.




Terminada la sesión anti espolón abandoné el lugar dejando tirada en la camilla la siniestra revista, cogí el coche y no me libraba de las horribles imágenes de las criminales máquinas funcionando a plena producción. Cerrada la puerta del garaje, ya en casa, en medio de un silencio sepulcral, pensé aturdido si el Tribunal Constitucional de España acabará con nosotros restableciendo las jodidas máquinas. No es ninguna broma, estoy colapsado con tanta sangre. Maldito espolón!!

divendres, 30 de setembre del 2016

VENDO VOTO

Pues sí, pongo a la venta una de las partes más íntimas del intelecto. Porque las otras, las otras partes que no forman parte del intelecto, no puedo ponerlas en subasta, las necesito y, dado el caso, tampoco es previsible que hubiera muchas bofetadas por pujar. Parece que se confirman las peores expectativas, será necesaria una tercera convocatoria para dilucidar quién coño va a dirigir este cachondo país. Lo de cachondo dicho con el mayor respeto, una piel de toro no se pone cachonda, se ponen los ineptos profesionales de la cosa política que, lejos de dedicarse al noble menester de legislar, invierten su tiempo y nuestros dineros en sestear en el parlamento, compartir copas, sobarse en abrazos de arma blanca, y poner en aprietos sus flácidos vientres en mesones y ventas, zampándose el cogollo de los mejores manjares. Eso sí, tirando de Visa Oro que tan virtuosamente les hemos facilitado los votantes. Somos así de singulares. O de tontos.

Vamos a ver, un voto es un voto, no hay que olvidar que en ocasiones un solo papelito de estos puede encumbrar un diputado a la poltrona o bajarlo a los infiernos. Sin tarjeta Visa, sin lujosos manteles, exento de vacaciones pagadas, sin amante. Ese es el motivo por el que he puesto mi voto en venta, y aunque con cómodos plazos de pago, su precio es alto dentro de una escala tarifaria que contempla el partido al que pertenece, lo mangante que pueda ser y el grado de corrupción que ostente su organización política. Normas que determinan por eliminación a los partidos que gocen de prestigio, prudencia, credibilidad y honradez. Estos cotizan a la baja, demasiado demócratas, nada corruptos y ejemplos a seguir. No interesan.

No es difícil entender que si son incapaces de hacer bien su trabajo, sean la comidilla de toda Europa, cobren por zanganear y nos amenacen con nuevas elecciones para las fiestas de Navidad, uno se oponga con todas sus fuerzas a tan disparatada trayectoria aunque solo sea por amor propio. No voy a darle la espalda a los turrones y al asado de reno finlandés, o a los villancicos de los niños frente al pesebre de figuritas de barro y las de ofensivo plástico, porque a un grupito de amigos se les ha ocurrido optar a la Visa Oro que todo lo ve y todo lo paga. Es decir, nosotros somos los Visa. Hasta aquí podíamos llegar. Al menos en Inglaterra puedes llegarte a casa del Sr. Diputado y decirle al oído <<Tu eres un joputa porque no has cumplido lo que prometiste>>. Pero aquí si lo intentases te encerrarían en la cangrí por joputa, que es muy distinto. Son dos varas de medir: una mide y la otra te jode.



Esto no es Londres, ya lo sé, donde un jefe de filas puede llegar a equipararse, trabajando duro,  con un Lord y residir en Kensington & Chelsea y los martes cenar en Alain Ducasse at The Dorchester de Mayfair, donde además de comer exquisiteces, al despedirte te hacen un traje a base de libras esterlinas. Pero alerta! Si el diputado no defiende a capa y espada sus promesas bombeadas durante la campaña electoral, puede acabar cenando cada día bajo un puente del Támesis. En España la operativa es distinta, como la cuadratura del círculo, o sea, un bodrio. Aquí ni el conserje cumple con lo dicho, por las noches se pone ciego de tintorro en el Viva España y algún fin de semana se apunta a la montería de Don Fulano, que no persigue al zorro, como mucho algunas zorrillas. Y como se da el caso de que   en su día no prometió nada o nada creíble, en las próximas elecciones sigue siendo votado y a vivir que son tres días.


Ya digo, vendo el voto para las fiestas de Navidad. Si se confía en mi honradez el precio es más asequible y cumpliré mi palabra. Si por el contrario he de ir a votar acompañado del cliente y a la hora que diga, la cosa ya es más onerosa (Me pierdo el reno finlandés, el momento espiritual de los niños o la siesta reparadora). Abstenerse curiosos y bolsillos menguados. Se dan referencias y si es preciso canto ranchera al compás de la guitarra camino del colegio. Facilidades de pago.

dijous, 22 de setembre del 2016

EFEMÉRIDES DE ALGUNAS VÍRGENES

A mi uno de los paisajes que más me ha seducido, sin ningún género de dudas, ha sido en el noroeste italiano. Tierra arcillosa, fecunda, ocre y verde  por todas partes bajo la atenta mirada de los cipreses. Es muy posible que el paraíso terrenal mencionado en la historia sagrada sea precisamente ahí, en La Toscana. Todo ello con la aquiescencia y permiso de la Marca España que, ya se sabe, España es como la madre, que no hay más que una. Y además es de “lo más bonito del mundo entero”. Aun así he de reconocer que frecuentemente peco de indeciso, dudo ante el dilema, me ofusco y decido con la pretensión de simular firmeza, convicción, pero no es cierto ni falso del todo, sino todo lo contrario. Quien entiende de lo que sabe, defiende con ahínco que en el mediterráneo hay tres paraísos universales: La Toscana, La Provenza y l’Empordà. Eso dicen, conozco los tres paraísos y creo que me decido por La Toscana. Eso sí, contando con la benevolencia de Marbella y Benidorm aunque, la verdad, esta última la hermano más con Manhattan que con el Mediterráneo, por aquello de los rascacielos levantados junto a  la orilla herida del mar. España es muy pundonorosa en cuanto a la planificación urbanística de sus costas, sobre todo en levante en donde se ha edificado allá donde a uno le ha salido de los botillos y en lógica y consecuente concordancia con la prestigiada Marca España.



No en vano en aquellas planicies de suaves colinas vieron la luz grandes personajes como: Leonardo da Vinci, Dante Alighieri, Galileo Galilei, Miguel Ángel, Americo Vespucio, Maquiavelo, mi segundo padre, Puccini, Lorenzo de Medici y hasta dos cineastas, Roberto Benigni y Franco Zeffirelli. Aquí, al único Franco que conozco es uno que se fotografiaba a caballo cubierto con una mullida capa, que nació en El Ferrol y firmaba condenas a muerte. Marca España. No es que sea mejor o peor, es simplemente distinto, otra manera, un estilo diferente de enfocar el mundo. Si Puccini escribió Tosca, el de El Ferrol compuso Zasca!, obra extensa en varios actos donde recibía hasta el apuntador, y si el apuntador era catalán entonces concluía con una sórdida apoteosis, fusil en mano.  Que le vamos a  hacer, es una simple cuestión de gustos, si bien estaremos casi todos de acuerdo en que hay gustos muy parecidos al de  la cicuta.

El debate político europeo está ausente en los vericuetos y trifulcas de la pseudo política española. España, y su marca, es diferente a Europa en casi todo, ya lo dijo Fraga pero no hemos sabido entenderlo nunca. En la alborotada y dulce Piazza de Campo, en Siena, se celebra dos veces al año la fiesta del Palio, por la Virgen de Provenzano en julio y la de la Virgen de La Asunción en agosto. Fiesta de origen medieval en donde los distintos barrios o distritos de la ciudad compiten en una vistosa y tumultuosa carrera de caballos, circundando la plaza con lances realmente sugestivos en donde los corceles engalanados galopan sobre los desgastados adoquines al encuentro del Palio. En ambas fechas Siena se halla atiborrada de turistas de medio mundo ávidos de conocer de cerca la emoción de las cabalgaduras en tan reducido espacio y el colorido de los estandartes en plazas, calles y balcones. Aquí, en donde La Marca capitaliza lo bueno y mejor de su catálogo, existe otra medieval tradición, la conocida como Torneo del Toro de la Vega. Cruel y espantoso vía crucis en el que un toro es perseguido, picado y lanceado hasta la muerte. Muerte sádica, lenta, cruda y estandarte del dolor de un ser vivo elevado a la quinta esencia. El toro es soltado cerca de la Plaza Mayor de Tordesillas, corre escoltado por la multitud hasta cruzar el puente sobre el Duero y alcanzar la zona del Cristo de las Batallas –pobre Cristo-. Una vez en el Campo del Honor comienza la liturgia, el lanceo, que consiste en hundirle la lanza en un costado hasta la muerte. Y lo hace con más agujeros que un colador. Caballistas y multitud celebran con gran jolgorio tan siniestro propósito un martes de septiembre, para la Virgen de la Peña.


Qué les voy a decir, si encuentro una ventana en mi devastada agenda, igual me planteo un torneo de cuatro o cinco días en San Gimignano. No habrá toros, ni caballos ni lanzas. Pero los colores y la luz que entrarán por mis ojos les aseguro que no las cambio por ninguna marca. Tan solo pasear y evitar a quien no quiera oírme. Marca? No, por favor. 

dimecres, 14 de setembre del 2016

LA GRAN CAGADA

Un tema curioso, por no llamarlo con su propio nombre: escatológico. Así es, en el año 2010 afortunadamente me libré de un viaje a la India con un grupito de amigos. En aquellos tiempos yo estaba en plena efervescencia viajera y no pude compaginarlo con mi agenda. Al cabo de los meses celebramos una cena para poner negro sobre blanco a nuestras distintas singladuras de los últimos tiempos. Como es lógico todo el mundo hablaba con pasión y deleite de los lugares visitados, haciendo hincapié en sus singularidades y asombros. El reducido destacamento que optó por viajar a la India fue el más derrotista, el más decaído, no sé si el más vulnerable, creo que no. Aterrizaron en Nueva Delhi y allí permanecieron seis días, antes de iniciar un periplo que les llevaría hasta MumbaiBombay-. En su discurso las palabras más repetidas fueron excrementos y defecación.

Hago esta introducción para situarnos en el lugar, los acontecimientos y las consecuencias. El gobierno de la India, con 1300 millones de habitantes, se ha propuesto tomar medidas para avergonzar y erradicar la ancestral costumbre de defecar por todos los lados, menos en baños y retretes. En ese país hay ya mucha gente que ha dejado atrás la pobreza pero no el hábito de bajarse los pantalones en cualquier lugar. El gobierno lo tiene difícil, muy difícil. Los anuncios de televisión y vallas publicitarias hurgan en el contraste de ser un país emergente con la mayor economía en movimiento, en donde hacer las necesidades al aire libre es la norma habitual en la mayoría de pueblos y extrarradios de las ciudades. Mis amigos comprobaron desde un tren como en los arrabales de la capital, a primeras horas de la mañana, había legiones de hombres en cuclillas abonando la infecta tierra de las afueras. Que por mucho abono que le echen tan solo brotan los diablos. Horas más tarde es el turno de “ellas” que, en la misma posición, siembran de mierda el ambiente. Y hablo de hectáreas, no de un rinconcito tras una derruida pared. Con el objetivo de dar fin a las mega cagadas indias, el gobierno ha construido millones de aseos repartidos por el país, para dar por terminada esta costumbre en 2019. No creo que el lema machacón que han ideado pueda limitar una liturgia de miles de años; “Solo el hábito de usar un inodoro es un progreso real”. Al menos en la India rural.



Actualmente debido a ese progreso no tan incipiente, se da el caso de que casi todos los defecadores tiran de Smartphone durante su alivio. Se venden millones de televisores, neveras y motocicletas, pero en casa, sin aseo y las vías del tren a rebosar de infectas y pestilentes boñigas. Tener un aseo en el hogar sigue siendo considerado impuro por muchos aldeanos. Al menos la monarquía francesa se cagaba en el trono recibiendo a emisarios y diplomáticos en Versalles, pero un lazarillo bajo el trono retiraba los excrementos y limpiaba el culo del monarca. Eso si no se orinaba sobre la paja que cubría el suelo mientras dictaba cartas cortesanas. No les quedó otro remedio que inventar el perfume, Versalles, en toda su grandeza, olía a corte de marranos.

Ya lo han intentado otras veces en la India, pero nada. En algunas aldeas con castas antiquísimas los hombres obligaron a las mujeres hacer uso de los inodoros de la calle, con el velo y el sari puestos. Ellos no. No quiero imaginarme a que debían oler los saris, y los efluvios de los hombres provenientes de unos calzones entre podridos y momificados, me nublan el pensamiento. Me alegro de no haber compartido aquel viaje, y no porque sea muy escrupuloso, sino porque, conociéndome como me conozco, ya me veo tomando un bañito en el Ganges y verme rodeado y acosado por vacas sagradas más muertas que vivas, roídas por los infectos insectos, perros podridos y ciento veinte toneladas de churros varios balanceándose al son de un Sitar, que es su mega guitarra. Exxx!


Para concluir, miren, ya sé que la gran cagada no es un título para un artículo, y les pido excusas, pero…cómo lo podríamos titular?