Debo reconocer que un servidor siempre ha sido
bastante informal a la hora de observar ciertos hábitos. Bien, quizá más
despreocupado que informal. Concretamente me refiero al cuidado personal en lo
referente a los complementos: vestimenta, calzado, cremas revitalizantes,
hidratantes, colonias, desodorantes, geles, champú, afeitado, faciales, etc. No
es que no haga uso de casi todos ellos, entre otras cosas porque iría por la
calle en pelota viva y desgreñado, no. Se trata de que casi nunca he sido fiel
a una marca o una fragancia. Soy totalmente desleal e infiel, las alterno según
mi conveniencia o en función del impacto que me pueda causar un determinado
aroma, hablo de colonias. Por lo tanto, según lo prescrito por normas populares
o de marca, debo ser un individuo sin personalidad. No se me puede identificar
por los efluvios aromáticos ni por los colores de mis atuendos porque los varío
constantemente.
Todo lo contrario de mi desayuno diario que podría
tildarse sin posibilidad de error, de ortodoxia matinal. Antes que nada, ducha
incluida, zumo de naranja exprimida y café con leche, eso sí, con los pelos
estilo indígena amazónico. Un par de horas más tarde, me pille donde me pille,
tres tostaditas tomateadas, unas lonchitas
de fuet, copa de cerveza i café solo y muy corto. A excepción de las áreas de
autopista que, dada su ineptitud para suministrar un buen pan y un buen fuet,
me abstengo de detenerme. Únicamente si acuso flojera de bajos y siempre que
los aseos estén libres, limpios y sin huellas visibles de que haya pasado algún
energúmeno de los que pintan paredes y wáter de traje flamenco, todo topos.
Para que luego digan que todos somos iguales, pues no, ya me perdonarán pero
los hay que no solamente van de pezuñeros
sino que no saben ni cagar. Pido disculpas, pero es que no se hacen acreedores
de delicadeza alguna.
Gwyneth Paltrow, feliz intérprete de “Shakespeare in
love”, no solo es aficionada a la cosmética sino que es titular de una empresa
de perfumería que ya comercializa una línea de maquillaje y de cremas faciales
y corporales ecológicas. Ahora amplía su catálogo de productos con una
fragancia “que no dañe la salud de las personas”, la colonia se inspira en el
invierno y lleva por nombre “Edition 01 fragrance”, y se presenta el próximo
día 15. Un olor que Paltrow espera que traslade a los consumidores al momento
en el que lees un libro cerca de la chimenea. Ya veremos, yo sí tengo chimenea,
pero los que no dispongan de ella igual les recuerda cuando pasaba el tren
dejando un rastro de humo negro y carbonilla que dejaba la ropa tendida también
a topos, pero más pequeños y negros. La guapa empresaria venderá su bonito
engendro de 50cc al módico precio de 165 dólares y también incluye una bonita
vela por 72 dólares más. Y claro, dice que nos merecemos tener cosméticos que
sean creíbles, lujosos. Yo quiero productos que sean buenos para mí, comenta la
actriz.
Ya les he comentado mi informalidad para estas
cuestiones, pero es que se me rompe el corazón al oír a la diva “Me gustan
estos meses fríos porque son muy acogedores y reúnen a toda la familia en casa,
todos juntos tapados con una manta en el sofá mientras leemos”. Si, ciertamente
es muy acogedor pero, que quieren que les diga, a doscientos treinta y siete
dólares el regalito con trazas invernales, pienso que la reunión familiar
podría terminar a hostia limpia o, en su defecto, metiéndose mano bajo la manta
por aquello de cobrarse el regalito. Todo ello sin mencionar el día de Navidad
a media tarde, con una trompa de padre y muy señor mío, la vela en la cabeza de
la abuela, la manta en llamas en el hogar, el cabeza de familia maldiciendo la
puta colonia y su importe adjunto, y el novio de la niña convenciéndola de que
la cajita de ocho bombones Nestlé es mejor que el “Edition 01 fragrance”. Un
pasmo, vaya.
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