dimarts, 26 d’abril del 2016

EN LAS TABERNAS SIEMPRE OLIA A NIEBLA.

Hoy es uno de esos días tan apreciados, son los que al abrir ventanas y postigos te das cuenta de que realmente estamos en este valle de paso. No puede ser que esta grandiosidad que se filtra a través de los cristales, pueda ser un bien terrenal de por vida, de la vida que la Providencia nos concede quizá sí. A menos que uno venda su alma al diablo en un contrato de los de inmovilizar el tiempo. Que no es el caso, pues habiendo negociado hasta el día de hoy, todavía es hora de que haya de pedir  audiencia al hombre de cuernos y cola, que por muy cerca o lejos que viva, no tengo tratos a cerrar con él.



Como iba diciendo, el sol trisca afanado calentando este mundo y el otro, cornamenta y cola este no lleva, pero caramba! de dentro del zurrón saca unos puñados de fuego que lo que no hace demasiado tiempo eran heladas, tormentas o vendavales, hoy son verdes prados de sembrado y pámpanos de vid que a toda prisa se estiran y verdean como almas perseguidas, como si cuando amanece el día, repentinamente tuviera que nacer el atardecer. Quizás exageran demasiado, tampoco es para tanto. El sol sabe lo que se hace y lo que nos conviene. Todo el mundo puede decir la suya, de otro modo no sería justo, pero el sol es como un padre que quiere lo mejor para sus hijos, pero un padre hosco, riguroso y autoritario, de los que cada palabra es una orden para labrar nuestro camino y allanar los juveniles desenfrenos.

En lo alto de la casa, a lo ancho y largo sobresale un trabajado alero que , respetando el espacio de las chimeneas, se alarga, gira, otea la altura y protege el vierteaguas. Se convierte en un fleco de tejas uniformadas y dispuestas por manos artesanas. Cubre la casa, expulsa el agua de lluvia y, siendo amiga como es del sol, no duda en  decirle aquello de hasta aquí hemos llegado. Y si no fuera así, vendrían los gemidos de julio y agosto que, aunque no estoy nunca, reflexiono desde el mar si el calor puede entrar en casa sin haberlo pedido ni mucho menos deseado. Es lugar de encuentro de palomas, ruiseñores, golondrinas o pajaritos. Los más grandes tienen un vozarrón que talmente parecen tener hipo, otros trinan madrugadores y los más pequeños pían como loros, que no cesan. Las reuniones son de lo más concurridas y animadas, incluso me recuerdan las tabernas de hace medio siglo donde no había televisión, pero de palabrería había para el padre y para la madre. Eso sí, con la serenidad y el sabio criterio de los hombres del campo y  del rastrojo, cabales como nadie. En las tabernas había niebla siempre, invierno y verano quemaba la picadura de tabaco, tabaco escondido en la faja y encendido con un rasca dedos. Café, vaso de agua y caliqueño.

Y como iba diciendo, yo resido de día precisamente bajo el techo que no deja pasar el sol y también el auditorio de aves pequeñas y grandes que a golpe de pico van desgranando sus minimizadas penas. De aquí hasta los bajos, donde reside de día mi mujer, hay cuatro tramos de ocho escalones, o sea, dos pisos. Ella también está sola porque los hijos ya hicieron su propio nido hace tiempo. Lava, plancha, cocina, lee o me llama. Delante de la casa está la carretera, afortunadamente poco ajetreada, el cuarto de la plancha y costurero o lo que la mujer quiera, y la cocina, que es muy grande y con amplios ventanales a norte y poniente. Detrás hay una sala muy generosa, algunos la llaman comedor del domingo, donde todo son grandes ventanales para que el sol de invierno sea bienvenido y pueda hacer buenas migas con los chasquidos de la chimenea. El jardín verdea la vista, los rosales enamoran los corazones, y la pérgola cobija las comilonas. Las montañas permanecen, miran y callan.


Y para que cuento yo todo esto? Bueno, no lo sé ahora mismo, por si acaso, faena hecha no ocupa lugar. Este monólogo, porque sólo hablo yo, me irá bien para cumplimentar el artículo de esta semana. Y no es por pereza, son sólo ganas de cháchara. El campanario del monasterio emerge de entre olivos y cipreses, me llega su tintineo al convocar a los monjes en el refectorio. Bajaré antes de que la mujer me llame para comer.

divendres, 22 d’abril del 2016

PERFUMEN CON ROSAS SU VIDA

La semana ya está muy avanzada, posiblemente ya haya dado lo mejor que de ella se podía esperar, al fin y al cabo se trata de una sesión continua en dónde priman mayoritariamente las malas noticias, o las novedades que deprimen, que viene a ser lo mismo. Lo que un buen amigo mío suele detallar siempre que se le pregunta o se le explica cualquier avatar de este nuestro mundo; esto es una mierda, siempre dice. He acabado por darle la razón, esto es una mierda integral, sin que por ello haya que ser necesariamente un derrotista pero, efectivamente, todo huele a cuerno quemado. Ayer lavé el coche como es habitual cada jueves, razón más que justificada para que hoy lluevan finas gotas preñadas de barro y dejen la carrocería hecha unos zorros. La primavera sigue con su ambivalencia y hoy nos hemos despertado con una niebla baja y espesa. La niebla siempre va asociada al enigma, al misterio, la reflexión…y a los accidentes, claro. Conduzco sin prisa, la radio enmudece, la efigie de los árboles podados desfila por la ventanilla inerte, inmóvil, ramas entre humos evanescentes que no dicen buen viaje, ni ten cuidado. Aparecen y se esfuman por el retrovisor, ni tiempo dan para advertir que aparece otra que la sustituye, igual de silenciosa, rígida, muerta de tímida madera deshojada.

Presiono un recodo del volante para que regale música a mis oídos, las turbulencias del exterior hacen enloquecer el dial y el ambiente se preña de extraños ruidos y de interferencias que ponen a los pies de los caballos las emisoras que, pisoteadas y venteadas, revolotean perdidas e ilocalizables, intentando inútilmente sortear la furia de los vientos y la puesta en escena de la blanca y espesa bruma que todo lo cubre, la maldita niebla. El teléfono esconde su pequeña voz metálica sujeto a un cable que a su vez  esconde su cabecita en un oscuro agujero. Finge cargar la batería o su incapacidad para ayudarme? No hay cobertura, qué fatal momento vive el pequeño ingenio, que de ser mi alter ego, mi socorro en la encrucijada, mi voz en el desierto, deviene en un pequeño estuche de música donde la música brilla por su ausencia, y tan solo queda el brillo de un plástico anodino enmarcado por tenues lucecitas mudas.

La niebla, cosida por bancos emergentes, levita como una escalera de colores que cimbrea montaña arriba en un esfuerzo titánico por desaparecer de esta mañana huérfana de sol. La lluvia arrecia y toma posiciones. La carretera deja de ser un surco oscuro y opaco, poco a poco se extiende ante tus ojos como una lengua plateada por el acero líquido que todo lo humedece, todo lo moja. Los insectos maldicen la primavera, creyéndose inmortales, y desfilan inertes en una corriente de la pequeña muerte, cuneta abajo. Siento un sudor extraño y a destiempo, la lluvia golpea la carrocería y salpica de chispas azuladas tus ojos. Los neumáticos en contacto con el agua juguetean a vida o muerte. Ven a lo lejos y tú no, saben que en la próxima curva o quizás en la otra, bailarán al compás de un diabólico vals en donde los pies se contraponen y estalla la apoteosis, el delirio, el fin de toda melodía. No corras, no desafíes los elementos, teme del agua y sus piruetas. Piensa en los que te esperan.


Llegado a mi destino en una mañana con niebla ya evaporada, el cielo se ha resquebrajado dando lugar a que el sol, todavía vergonzoso, se cuele por las azules fisuras del vaporoso techo. Si hay sol hay vida, si hay vida late el corazón, si el corazón les sugiere una rociada y perfumada rosa, no lo duden ni un instante, regalen rosas i, créanme, lean, lean siempre un libro.

dimarts, 12 d’abril del 2016

BOHEMIA, AGUAS ABAJO

Hoy he sufrido un bien intencionado ataque de nostalgia, repasaba mis notas de los últimos diez años de viajes en tren, mi tren. He reparado en un destino de 2013 que, por aquel entonces, me hacía una gran ilusión y, para ser franco, sigo sintiendo un cosquilleo en el estómago al recordar la capital de la Bohemia: Praga. Es una ciudad fantástica, de obligada visita. En ella no solo conocerás una ciudad bellísima, de empedradas calles y plazas, monumentos incomparables, puentes de medio quilómetro de largo, tradiciones ancestrales y la mejor cerveza negra del mundo, sino que a través de sus huellas conocerás la historia de un enclave estratégico que deviene del Imperio Austro Húngaro, pasando por la antigua Checoeslovaquia, hasta la actual República Checa.

Praga como casi todas las ciudades provenientes de férreas dictaduras europeas, es una enamorada de la cultura en su sentido más literal y amplio. Son legión los niños que a los cuatro o cinco años ya atesoran unos conocimientos musicales que se hacen patentes en conciertos al aire libre de violín y piano. Disciplinas como el dibujo, la pintura o la música son impartidas en cualquier centro docente. Y los músicos urbanos, que los hay a cientos, se expanden en grupos por la parte antigua de la ciudad o del puente Carlos, con un denominador común: sus conciertos callejeros, al amparo de cualquier esquina, solo versan sobre Schubert, Mozart, Beethoven y los grandes compositores checos. Es un hecho insólito, su atuendo y figura es tan harapienta como en todas partes, estéticamente están en las antípodas de la belleza de sus interpretaciones. El área metropolitana de Praga es mucho menor que la de Barcelona, y tienen 13 teatros en los que se escenifica ópera con programación continua y a precios populares, no elitistas. Se entiende su sensibilidad y amor por la cultura en mayúsculas.

El impresionante paso del río Moldava por un extremo de la ciudad y la circulación de toscos tranvías marcan una característica imborrable de la ciudad. Las nuevas generaciones ya solo conocen de oídas La Primavera de Praga, período de liberalización política de Praga, que duró desde el 5 de enero de 1968 hasta el 20 de agosto del mismo año, en que las tropas rusas invadieron con sus tanques la ciudad aplastando cualquier intento de libertad. El Moldava es más caudaloso que el Elba, a quien entrega sus aguas en Melnik. "Ma vlast" –mi patria- es un bello poema sinfónico de Bedrich Smetana en el que brotan las aguas del Moldava por el pentagrama de la partitura, así como viejos soplos nacionalistas de Bohemia.



No detallaré el inacabable itinerario de lugares a visitar, ya lo dejé escrito en un anterior artículo del 2013. La describe con diáfana expresión su autor más conocido, Franz Kafka, cuando dice “es una madre posesiva”. Praga es una fusión de la naturaleza y arquitectura, de tradición y modernidad, y de océanos de cerveza también. En Stare Mesto se concentra el núcleo antiguo, zurcido de innumerables callejuelas que albergan la concentración de edificios históricos más fabulosos de Praga, además de tiendas, restaurantes y bares. En el extremo oriental del barrio la plaza de San Wenceslao, “solamente” un quilómetro de larga con una anchura de cincuenta metros.



La Plaza de la Ciudad, también de formidables proporciones, acoge edificios de una descomunal belleza entre los que se encuentran el Ayuntamiento y el siempre abarrotado de gente Reloj Astronómico. En las callejuelas aledañas pueden hacerse con un bonito recuerdo a base de Cristal de Bohemia, más falso que un duro de chocolate. A escasos pasos, un prodigio de la ingeniería medieval y punto de encuentro de millones de turistas: el Puente Carlos, irrenunciable su visita, quinientos metros por diez de ancho. No les hablaré de la cerveza negra, la descubrirán sin duda alguna, pero les haré una recomendación, vayan a casa de sus inventores. Desde 1499 en Ufleku, cerca del río, elaboran la mejor cerveza del mundo, y al atardecer pueden dar cuenta de unas jarras acompañadas de música tirolesa a base de acordeón. De retirada hacia el hotel, sería prudente que no se entretuvieran viendo el discurrir de las embravecidas aguas del Moldava, su vejiga podría traicionarles. Y quien avisa…

dimecres, 6 d’abril del 2016

SEXO A BORDO Y FLIPANDO

Contando con hoy, son cinco los días que llevo encerrado en casa. Una impetuosa y traicionera infección de caballo me tiene amarrado en el dique seco, preciso una reparación rápida y eficaz. Sentirse tocado, enfermo, produce una extraña sensación, parece que el tiempo se detenga, las horas tienen 120 minutos, los movimientos lentos y el cerebro emite una película sin fin plagada de imágenes desconocidas y diálogos perturbadores. Dos días lloviendo sin tregua, pero las cortinas de agua son casi transparentes, delicadas, sin grandes chubascos. Es una buena lluvia, los cereales lo agradecerán y los campos levantarán cabeza para verdear la primavera.

No me reconozco, estoy haciendo cosas insólitas para mí, tampoco tengo mucho donde escoger y, la verdad, mis apetencias se encuentran también algo conculcadas. Además de los periódicos, que son mi principal fuente de alimento, leo las mal llamadas revistas del corazón y miro películas. Mis hijos, conocedores de mi desprecio por la banalidad, han sugerido que dado mi estado semi momificado, apure las posibilidades que ofrece el progreso de la electrónica, desde mi propio ordenador, tablet o teléfono. Y yo sin saberlo. He visto ya seis películas bélicas, muy buenas, y una comedia. No sé qué será de mí, enemigo de televisión y cotilleos inmerso en una barahúnda de pantalla y papel couché.

Morena, alta, de preciosos ojos verdes, esta porteña de sangre libanesa y alma española es, además, un poco bruja”, estas edulcorantes palabras son la presentación que hace Interviu de una tal Samira. Al parecer proviene de programas estilo Gran Hermano, que no sé ni qué es pero me suena, y que ha sido o será primera página del referido semanal. En la entrevista que acompaña el reportaje se desgranan unas manifestaciones que ponen negro sobre blanco acerca de la personalidad de la entrevistada. Por qué se operó? “Me he operado para estar todavía más buena. Es verdad, aunque yo fuera anti cirugía plástica, porque quería estar más buena de lo que ya estaba. Yo siempre dije: tengo carita, tengo culito, me faltan las tetitas. Ahora ya las tengo”. Liga más desde que las tiene? “Reconozcamos que ya las he estrenado y que se han quedado flipando. ¡Y ya tendré tiempo de estrenarlas más! Resulta obvio aceptar que Samira es alguien que sabe lo que quiere y que no se anda con menudencias para lograr sus objetivos. Tengo que reconocer que aunque sin haber visto sus tetas yo también flipo al leer su desnuda mente..


Al parecer las largas horas a bordo del personal de cabina incitan a la imaginación más desenfrenada. En ese frenético ir y devenir de las aeronaves para amortizar sus costos, el personal de cabina harto de la rutina machacona: comandante, altitud, presión, chalecos, mareos, etc, se les ha ocurrido la manera de dulcificar las largas horas de suspensión en las alturas. Son como niños, de la imaginación hacen sus castillos en el aire. Cuando aparecen con el carrito de las bebidas o artículos a la venta, aprovechan para esquilmar  algún eurito al devolver el cambio al pasajero que no suele comprobar la exactitud de la operación. Estas pequeñas argucias suponen en el caso de Alemania unos quinientos euros al año y ciento cincuenta en España, según un informe de Jetcost. Pero atención al dato, un 21% de la tripulación admiten haber tenido relaciones sexuales con algún compañero de vuelo, y un 14% reconoce haber tenido relaciones sexuales con algún miembro del pasaje. No es de extrañar que todos estos miembros de la tripulación estén encantados con las temibles turbulencias, a nadie le amargan unos cuantos saltos imprevistos. Por lógicas razones de espacio hemos de suponer que estos siderales polvos deben tener lugar en el baño, lo que ignoro es si serán haciendo el misionero en el lavabo o practicando la vertical encima del inodoro. No lo sé, no me veo en ese trance. De ser en la cabina de mando sería ya como para tirar de la cadena. Ding-dong, en diez minutos aterrizamos en Ámsterdam, si es que el copiloto ya se ha fundido a Conchita. Y yo reponiéndome en la cama! Ya sé algo más de aeronáutica.