Contando con hoy, son cinco los días que llevo encerrado en casa. Una
impetuosa y traicionera infección de caballo me tiene amarrado en el dique
seco, preciso una reparación rápida y eficaz. Sentirse tocado, enfermo, produce
una extraña sensación, parece que el tiempo se detenga, las horas tienen 120
minutos, los movimientos lentos y el cerebro emite una película sin fin plagada
de imágenes desconocidas y diálogos perturbadores. Dos días lloviendo sin
tregua, pero las cortinas de agua son casi transparentes, delicadas, sin
grandes chubascos. Es una buena lluvia, los cereales lo agradecerán y los
campos levantarán cabeza para verdear la primavera.
No me reconozco, estoy haciendo cosas insólitas para mí, tampoco tengo
mucho donde escoger y, la verdad, mis apetencias se encuentran también algo
conculcadas. Además de los periódicos, que son mi principal fuente de alimento,
leo las mal llamadas revistas del corazón y miro películas. Mis hijos,
conocedores de mi desprecio por la banalidad, han sugerido que dado mi estado
semi momificado, apure las posibilidades que ofrece el progreso de la
electrónica, desde mi propio ordenador, tablet o teléfono. Y yo sin saberlo. He
visto ya seis películas bélicas, muy buenas, y una comedia. No sé qué será de
mí, enemigo de televisión y cotilleos inmerso en una barahúnda de pantalla y
papel couché.
“Morena, alta, de preciosos ojos
verdes, esta porteña de sangre libanesa y alma española es, además, un poco
bruja”, estas edulcorantes palabras son la presentación que hace Interviu de una tal Samira. Al parecer
proviene de programas estilo Gran Hermano, que no sé ni qué es pero me suena, y
que ha sido o será primera página del referido semanal. En la entrevista que
acompaña el reportaje se desgranan unas manifestaciones que ponen negro sobre
blanco acerca de la personalidad de la entrevistada. Por qué se operó? “Me he operado para estar todavía más buena.
Es verdad, aunque yo fuera anti cirugía plástica, porque quería estar más buena
de lo que ya estaba. Yo siempre dije: tengo carita, tengo culito, me faltan las
tetitas. Ahora ya las tengo”. Liga más desde que las tiene? “Reconozcamos que ya las he estrenado y que
se han quedado flipando. ¡Y ya tendré tiempo de estrenarlas más! Resulta
obvio aceptar que Samira es alguien que sabe lo que quiere y que no se anda con
menudencias para lograr sus objetivos. Tengo que reconocer que aunque sin haber
visto sus tetas yo también flipo al leer su desnuda mente..
Al parecer las largas horas a bordo del personal de cabina incitan a la
imaginación más desenfrenada. En ese frenético ir y devenir de las aeronaves
para amortizar sus costos, el personal de cabina harto de la rutina machacona:
comandante, altitud, presión, chalecos, mareos, etc, se les ha ocurrido la
manera de dulcificar las largas horas de suspensión en las alturas. Son como
niños, de la imaginación hacen sus castillos en el aire. Cuando aparecen con el
carrito de las bebidas o artículos a la venta, aprovechan para esquilmar algún eurito al devolver el cambio al pasajero
que no suele comprobar la exactitud de la operación. Estas pequeñas argucias
suponen en el caso de Alemania unos quinientos euros al año y ciento cincuenta
en España, según un informe de Jetcost. Pero atención al dato, un 21% de la
tripulación admiten haber tenido relaciones sexuales con algún compañero de
vuelo, y un 14% reconoce haber tenido relaciones sexuales con algún miembro del
pasaje. No es de extrañar que todos estos miembros de la tripulación estén
encantados con las temibles turbulencias, a nadie le amargan unos cuantos
saltos imprevistos. Por lógicas razones de espacio hemos de suponer que estos
siderales polvos deben tener lugar en el baño, lo que ignoro es si serán
haciendo el misionero en el lavabo o practicando la vertical encima del
inodoro. No lo sé, no me veo en ese trance. De ser en la cabina de mando sería
ya como para tirar de la cadena. Ding-dong, en diez minutos aterrizamos en
Ámsterdam, si es que el copiloto ya se ha fundido a Conchita. Y yo reponiéndome
en la cama! Ya sé algo más de aeronáutica.
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