divendres, 20 de setembre del 2013

SINFONIA DE COLORES


 

A estas alturas todavía nos sentimos atados a los recuerdos del verano, parece que fue ayer cuando soñábamos con las vacaciones, poder materializar un montón de ilusiones grabadas en la piel de los espejismos, muchas de ellas poco más que humo, pero humo del que aromatiza y no escuece los ojos. Poco a poco, para algunos de hoy para mañana, nos vamos reintegrando a lo de siempre, a lo que en definitiva nos permite seguir soñando, a veces incluso con lo imposible. Una parte importante de nuestro subconsciente se sustenta en lo imposible, en lo que sabemos que no será pero nos gustaría que fuese, en borrar lo que fue y no tenía de haber sido. Son como los clamores o los gritos del silencio, ocultos en la oscuridad de nuestra intimidad.

Pero la vida sigue, con sus crudezas y alegrías sigue. Somos como trenes con distinto recorrido, unos oteando la estación término, otros con un largo recorrido por delante, y la mayoría en una encrucijada media donde no permite augurar el resto de estaciones que cruzaremos ni los avatares que el destino nos reserva en cada parada obligada. Se dice que nadie necesita más unas vacaciones que el que acaba de tenerlas, yo no lo creo, sería tanto como repetir el mismo postre cada día. En parte es bueno vivir con proyectos y con algunas  incertidumbres, ilusiones o motivaciones, lugares por los que darías un soplo del alma por conocerlos. Y en estos casos las oportunidades son como los amaneceres: si uno espera demasiado, se los pierde. Pero a su tiempo, en su momento y cuando por los años no puedas correr, trota; cuando no puedas trotar, camina; cuando no puedas caminar, usa el bastón, pero nunca te detengas!!  

Pero dejemos a un lado el tiempo de solaz y descanso, pasemos página a las playas azuladas y las montañas de húmedos senderos, a las tertulias al abrigo de una prodigiosa sombra, a las mesas de exuberantes manjares. El otoño no está en camino, ya ha llegado y llama a nuestras puertas, despierta! soy el otoño. El invierno debe ser muy frío para aquellos que no tienen cálidos recuerdos que contar. Pero para recuerdos, los míos, me invaden de tal manera que en ocasiones no sé si sueño o acaso me miento. El otoño llega vestido de pintor enamorado, de bata gris y paleta desbordada de colores. Todos los colores del alma y el corazón juntos en un pequeño espacio, como la armonía de una sinfonía irisada o la más dulce de las poesías. Más pronto que tarde las arboledas se pintaran de color fuego, amarillos y rojos se mezclaran en un abanico de tonalidades cálidas y vistosas. Álamos, acacias, abedules y chopos, mudaran sus plateadas hojas por diminutas manchas de vino tinto. No por mucho tiempo, los vendavales otoñales prescindirán de remilgos y mimos para dejar la tierra alfombrada de ateridas hojas pintadas de amarillo desleído. Y vuelta a empezar, algunos árboles mostrarán su retorcido y desnudo  esqueleto, los troncos como brazos y las ramas como manos extendidas al cielo, prestos para la larga travesía del otoño y el cruel invierno, con la esperanza de que la nueva primavera llegue a tiempo de lamer sus frías heridas. Las viñas, desoladas y sin pampas donde esconderse, muestran sus retorcidas cepas ebrias del color del hierro rovellat.

Se sucede el paisaje por la ventanilla, el tren avanza despacio y el silencio señorea por valles y llanuras, los conreos duermen y diminutas huertas languidecen. El cielo rasgado y con quebradas costuras de plomo amenazante envuelve el lienzo de colores insospechados, es una sinfonía de colores. Voy al encuentro del otoño, tran-tran, tran-tran, tran-tran.

dijous, 12 de setembre del 2013

VIVIR DE OTRA MANERA ES POSIBLE


Somos muchos los convencidos pero todavía no son suficientes para alcanzar una mayoría cómoda. Imágenes como las del miércoles o, sin ir más lejos, las de 11/S del año pasado, transmiten una sensación, alimentada por el deseo y la emoción, de que hemos llegado al final del trayecto, de que el tren ya se ha detenido en la estación término. Y, desgraciadamente, esto no es así. No solamente queda mucho por hacer, sino que son muchas las personas a las que hay que persuadir de que hay otras maneras de hacer las cosas, de administrar los propios recursos, de trabajar y vivir con seriedad. Sin intermediarios, sin esbirros imperialistas, sin aprovechados. En libertad.

Otra cosa son las relaciones con el estado español o, dicho de otra forma, esa insufrible dependencia que arrastramos secularmente, de ser considerados una colonia a la que se puede expoliar sin miramiento alguno y menospreciar su cultura, su idioma y su idiosincrasia. Dejando al margen la afilada y sutil verborrea de los gobernantes españoles, y de la oposición también, es una triste evidencia que todos, salvo pocas excepciones, sufren de una catalanofobia  más o menos mal disimulada. Tras un lenguaje frecuentemente adulador y elogioso yace siempre larvado un sentimiento de desconfianza y desprecio, fruto, quizá, de una envidia malsana y una aversión a lo distinto, a unas señas de identidad propias que les revuelven los higadillos. Cierto que España no es Inglaterra, ni Rajoy es Cameron, pero esa actitud envarada, displicente y autoritaria, hace del politiqueo español un negociador intratable. Muchas son las amenazas que a diario reciben los catalanes por parte del establishment centralista, no se interesan por nuestras necesidades o reivindicaciones, no se sientan a hablar, tan solo nos amenazan con el advenimiento del apocalipsis y de todas las plagas juntas; Cataluña fenecerá en sus propósitos de segregación. Pero ya nada cuela, nada es creíble, cualquier persona con dos dedos de frente y exento de malicia sabe que el problema que se avecina es para España, no para nosotros. Cabe preguntarse con relación a España ¿Hay vida sin ese 19% de aportación al  PIB y sin esos 16000 millones  de euros escamoteados año tras año a la colonia? Puede que vida si, pero qué vida!! Ciertamente tienen un problema ellos.

A estas alturas del recorrido hablar de negociación con España es una opción estéril y baldía. Se ha terminado el tiempo, han hecho tarde y lo saben, aunque miren hacia otra parte. La “marca” España no cotiza en bolsa ni lo ha hecho nunca, es la hora de apuntalar la marca Barcelona, capital de un nuevo estado en Europa. Cataluña ha de mantener su eterna apuesta por la serenidad, el diálogo, la constancia, el trabajo y la excelencia. Dejemos para ellos los mamporros, insultos, zafiedad y amenazas. Es lo suyo. Miremos a Europa como modelo viendo en ella nuestro futuro. Girar la vista no nos proporcionará nada de bueno, ni nuevo. Antes al contrario, inmovilismo, oscurantismo, ahogo como pueblo y expoliación.

Ahora la solidaridad es la que llama a nuestra puerta, hay que ser solidarios con nosotros mismos, recuperar el tiempo perdido y repartir el rédito de nuestros esfuerzos en crear un futuro próspero para este viejo pueblo. La solidaridad la aplicaremos allá donde lo creamos oportuno, en el caso de que nos la podamos permitir, y sin imposiciones ni maniobras maquiavélicas. Cataluña quiere tomar su camino libre, pero libre de verdad. Queda mucha pedagogía por impartir, mucho que explicar. No podemos dar por supuesto que la euforia de unos será suficiente para arrastrar a los otros. Unos por ignorancia, otros por temor, los que tienen vínculos familiares, los enemigos de la independencia, los que sencillamente pasan. En estos próximos meses habrá que prestar atención a esa pedagogía. No podemos fallar.