dimecres, 21 de febrer del 2018

HIMNOS, RAPEROS Y FUGAS

Estos días viene a cuento prestar atención a una noticia que ha saltado de agencia en agencia. La cantante Marta Sánchez ha elaborado un texto musicado para el himno de España, que no tiene letra. Esta mujer, que al parecer reside y paga sus impuestos en Miami, ha cantado el referido himno de esta guisa:

Vuelvo a casa, a mi amada tierra/la que vio nacer un corazón aquí/Hoy te canto, para decirte cuanto orgullo hay en mi/por eso resistí./Crece mi amor cada vez que me voy/pero no olvides que sin ti no sé vivir/Rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón/y no pido perdón/Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí/honrarte hasta el fin/Como tu hija llevaré ese honor/llenar cada rincón con tus rayos de sol/Y si algún día no puedo volver/guárdame un sitio para descansar al fin.

Se habla de orgullo, amor -cada vez que se va-, imposibilidad de vivir sin ella -España-, aunque pague sus impuestos en dólares, no pide perdón (?), le quiere llenar cada rincón con los rayos del sol, y si no vuelve reserva un sitio para descansar al fin. Bien, no soy compositor ni guitarrista, tampoco letrista, aunque en mi supina ignorancia hay algún acorde que me chirría más que una puerta vieja. No sé porque me huele a un tufillo que no sabría descubrir: sol, orgullo, corazón, Dios, honra. No soy de himnos, pero igual queda mejor sin letra. Los del ABC dicen que es una letra que ha revolucionado el país. Glups!

El Sr. Valtonyc, rapero de profesión, al parecer ha cantado alguna de esas canciones habladas, de las que no entiendo nada, y no han gustado a las altas instancias, por lo que le han metido un golazo de tres años y medio a la sombra. Ya me imagino que no sería comparable a la letra de la Sra. Sánchez, pero, jolín, 42 meses es un puro de los buenos. El profesor Joan Queralt, que entiende más que yo, ha dicho <<En su contexto, no son constitutivas ni de enaltecimiento del terrorismo ni de injurias a la corona, ni de amenazas condicionales. Doctores tiene la Iglesia.


Rajoy en el Senado ha defendido la violencia policial del 1-O, con estas palabras: ¿Qué esperaban que hiciese el estado? Pues nada, pues eso, una lluvia de hostias indiscriminada, como debe ser, y si iba acompañada de aquello tan celebrado en las democracias modernas de “A por ellos”, pues entonces ya es la hostia, y valga la redundancia. Ni los abuelos con bastón gritando lo de maricón el último, lograron zafarse de los mamporros. Ándele ya, todo bien. Por cierto, el señor Íñigo Méndez de Vigo que además de ministro no sé si descubrió algo de América en el pasado, anda algo cabreadillo con eso de que el T.C, les haya tumbado la idea de modificar el modelo educativo en Cataluña -cargarse el catalán-. Ni con 155 ni sin él. No sé qué decir, tengo mis inquietudes, estos del PP son capaces de arrancarle una cana a un calvo. Doctores tiene la Iglesia. Pablo Iglesias, que de la enseñanza en Catalunya no tiene ni pajera idea, ha declarado <<Me enorgullece la escuela catalana, y ve inaceptable que un grupo de corruptos la cambie>>. Ya me siento más tranquilo. Glups!


El portavoz de la Oficina Federal de Justicia suiza, anuncia en RAC1 que, si España solicita la extradición de Anna Gabriel, no prosperará. Otro miembro del anterior gobierno catalán que coge las de Villadiego. De seguir esta persecución a ultranza del gobierno español contra todo bicho viviente que haya tomado mucha o poca parte en el “Procés”, me parece que ya no será necesario abrir nuevas embajadas en Europa. Surgirá una Catalunyeta igual que una seta. O Catalunyetastrofen.  

divendres, 16 de febrer del 2018

CANCIÓN TRISTE DE PEPE STREET

Si hay una película en donde uno se descojona de risa, se comprime la caja torácica de espasmos irrefrenables, esta es La Gran Bouffe. Escatológica donde las haya hasta niveles insospechados. Cuatro amigos unidos por el hedonismo y el tedio más absoluto se reúnen en una mansión con la idea de suicidarse comiendo sin parar. Mastroianni, Tognazzi, Piccoli y Noiret, ponen los rostros a esta hilarante historia. El reventón de la cloaca y el consiguiente baño de mierda pura, las prostitutas huyendo al ver la sucesión de escatológicos acontecimientos, la bañera llena de excrementos, la muerte súbita de Piccoli, materialmente reventando tras una interminable traca de ventosidades, etc. El sexo más obsceno y delirante se mezcla con cerdos, quesos, caviar o jamón. Angustiosos vómitos al pairo de montañas de comida por devorar. Una de las muchas escenas para revolverse en la butaca es cuando Tognazzi, moribundo encima la mesa de la abarrotada cocina, y conectado a un gran embudo, le van remetiendo, como a las ocas, la comida empujada por un gran mortero. El primer plano se va moviendo para detenerse en los amigos que le jalean para seguir tragando, al mismo tiempo que lo masturban. El cenit de la muerte, el placer, la lujuria, la gastronomía más ulcerante, y la muy seria comicidad llevadas a extremos estratosféricos. Con toda esta síntesis puede parecer algo abominable para quien no haya visto la cinta, pero no es así. Tuvo un estreno muy discutido por la crítica, pero sin ninguna duda ha quedado como una película de culto para todos los cinéfilos del mundo. Más allá de la metáfora, los cuatro actores se llaman por su propio nombre de pila, el suyo, hay una base anecdótica, que contarían Berlanga y Azcona, amigos de los protagonistas, que las juergas gastronómico-sexuales que se corrían las estrellas del cine hispano-franco-italianas, como Paco Rabal y Fernando Rey, eran más que habituales.


Cambiando el registro, no les voy a hablar de cine, pero me propongo contarles otra historia, real como la vida misma. Eso sí, mucho más humorística y escatológica. Se inicia con estas sesudas y ministeriales palabras “En relación con la revalorización de las pensiones del sistema de la Seguridad Social para el año 2018, me complace informarle de que, conforme al ordenamiento jurídico vigente, procede un incremento de su pensión del 0’25%, con efectos de uno de enero.”

¡Virgen Santa! No puedo ni creérmelo, nada más y nada menos que 1’94 euros al mes. Palabras de regocijo de Pepe Street, buen amigo y persona comedida. Ha llegado el momento de los viajes, de las compras superfluas, de hacer lo que no pude en mi vida laboral, dice Pepe. Un café al mes, medio periódico de un domingo, una propina al camarero, 50 gramos de chuches para el nieto, un pétalo de un ramo de rosas, una postal de navidad, información detallada de un crucero por el Mediterráneo, en fin, el cielo abierto. Podré hacer una cosa de estas opciones, no todas, una.

No me dirán que no es gracioso, que no te secciona la yugular de tanta risa. ¿Acaso no es mucho más cómico que morirse reventado de ventosidades? ¿O es que sentirse humillado hasta las mismísimas burbujas de la médula, no es como para morirse de risa lastimera? ¿Es cierto que vivimos en el envidiado Occidente, somos parte de las grandes y prestigiadas democracias? Creo firmemente que sí, que sí que esto es un coñazo. Cuantísimas personas anhelarían morirse comiendo, pero ni eso pueden. Ni tampoco de risa, demasiada tristeza.


Mi amigo era un forofo de la serie Canción triste de Hill Street, crónica de la vida cotidiana de una comisaría neoyorquina, de sus relaciones y de su cara más humana. El sargento Esterhans terminaba su reunión matinal con un: Tengan cuidado ahí fuera. Por fin Pepe ha entendido el sentido de la frase. Y desde entonces creo que está riendo sin parar y sin consuelo.

dimarts, 6 de febrer del 2018

DE CONDONES VA LA COSA

He leído en el periódico un acontecimiento que de entrada me ha dejado un poco descolocado. El titular en cuestión decía <Preservativos en la nieve>. Claro, leído tal cual podía suponer diferentes acepciones: usarlos como globos de colores, como bolsitas de agua para prevenir la deshidratación, como protectores de los dedos bajo el guante, etc. Incluso, muy deprimente, he caído en la cuenta de que los pequeños de casa, de las casas, pudieran pedir en la recepción de los hoteles de montaña varios ejemplares de colores creyendo que podrían tratarse de inocentes matasuegras festivos o fundas para las gafas.

Nada de todo esto, qué error el mío, y qué alivio también para mí. Se trata nada más y nada menos que de una decisión de los Organizadores de los Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang (Corea del Sur). Han hecho una provisión de 110000 condones para ser distribuidos, mayormente, entre los participantes, los bravos deportistas. 40000 para las chicas, 40000 para los chicos, 12000 para el centro de prensa y 18000 en los estadios que acogerán las competiciones. Muy bien, de acuerdo, me parece bien el reparto, incluso muy bien pensado. Pero... a ver, a ver; me están diciendo que ya dan como un hecho consumado que a los deportistas que han de participar en la cita deportiva más importante de su vida, de unos especialistas en sudar y hacer de su cuerpo una maraña de músculos y bolas (bolas de bíceps) y que los periodistas, verdaderos filósofos de la palabra, se van a Corea a follar como almas poseídas por el  Dios Eros? Pues sí.

Ya me sabrán perdonar lo de follar, quería decir lo de  relaciones sexuales y tal y tal. Pero es que estaba realmente muy asombrado y perturbado. Bueno, ahora ya he visto que es una buena y necesaria causa: prevención de la propagación del virus del sida. Es verdad, es necesario estar al loro y debemos felicitar al comité organizador de los juegos de invierno, que por cierto ha manifestado <que esperan que la iniciativa contribuya a un "exitoso desarrollo de los Juegos" y desean a los atletas seguridad y éxito>. También han matizado que no creen que se consuman todos los profilácticos. Se dispondrán cestitos de colores llenos de condones en los  aseos de las villas olímpicas de hombres y mujeres. En el  caso de los periodistas no se dice donde los pondrán, quizás dentro del sombrero, no lo sé. El portavoz de la organización, Geun-Sik, manifestó en tono distendido y amable que <Muchos deportistas se llevarán condones a su casa como recuerdo de los Juegos> Espero que estén por estrenar. ¿Cuántas medallas me traes, hijo? Mira mamá, por pelos no pudo ser, pero te he traído un  bonito tapete de colores típico de allí, para que lo pongas encima de la tele. ¡Madre mía, qué susto!


No puedo ni quiero imaginarme el alboroto por la noche en los pasillos de las villas. Americanos con rusas, alemanes con mozambiqueñas, chinos con tahitianas, noruegos con marroquíes, los colchones del gimnasio deshilachados y el trapecio decorado, la limusina del presidente de los Juegos abarrotada de gente rasgando tapizados, las papeleras incendiadas, y como hay para el padre y para la madre, las chicas ataviadas con bonitos collares de condones de colorines. Un cielo, vaya. Yo soy un poco incrédulo, ya verán. Pero me pregunto si han de hacer un slalom, un bajada de aquellas a toda leche, a tumba abierta y sorteando las banderitas, quieren decir que estos jóvenes atletas no bajarán dando tumbos y en la meta se clavaran una ostia de aquellas que hacen época? Porque las rodillas no son de goma, y ​​con tantas flexiones... Y que me dicen de aquellos tipos que bajan a doscientos por hora por un endemoniado circuito en la nieve, montados encima de una plancha y de boca abajo, muy seguramente con los bajos hechos un colgajo! ¿Quién nos asegura que a la velocidad que alcanzan, no saldrán disparados en una curva y aterricen en Corea del Norte? Ya solo faltaría eso, prisioneros del cabezudo aquel, los bajos en remojo insuflé y sin condones. Y las chicas? Tan contentas como están con los caramelitos del lavabo y que se den cuenta el día del desfile triunfal y reparto de medallas, que tienen las maletas abarrotadas de condones pero que ya no les quedan bragas? ¿Y los periodistas, llegando a Carolina del Sur o Logroño, con cinco kg menos y demacrados?


En fin, qué le vamos a hacer, todo sea por la prevención. Y por el espíritu olímpico ¡faltaría más!

dissabte, 3 de febrer del 2018

SUCIOS Y GRITONES EN UN DÍA FRÍO

Tarde grisácea, ventosa y fría, muy fría. Los acosados árboles y arbustos cimbrean y retuercen al dictado de los soplos del viento. Muy desapacible todo. Es de esos días en que la gente repite “hoy es día para estar en casa”, y yo le he hecho caso a medias, por la mañana he salido a disparar cuatro fotos, a cual más triste, y por la tarde me he recluido en casa. Lo cierto es que me abstengo de leer el periódico, después de años ahora me produce desazón y casi asco diría yo, de tanta política zafia y vergonzante. Al menos hace dos meses que me ocupo solamente del crucigrama, soy obstinado y no puedo pasarlo por alto. Prefiero devanarme los sesos en busca de una palabra, antes que maltratar mi dignidad con las ponzoñas de quienes dicen gobernarnos. Como única excepción me he entretenido en un artículo del corresponsal de La Vanguardia en Londres. Habla de estereotipos, conocidos por casi todos. Un inglés diría de España que le sugiere flamenco, tapas, sol, sangría, ruido y toros. También caos, corrupción, pereza, suciedad, burocracia, puntualidad y crueldad con los animales. En España viven un millón de ingleses, mayormente jubilados, que frecuentan sus propios bares, principalmente en la Costa Dorada, valenciana y andaluza. En el otro platillo de la balanza, un español diría que en Inglaterra son arrogantes, el té de las cinco, la cerveza caliente, la horrorosa comida, los taxis negros, el sentido del humor, la realeza, el sarcasmo, las eternas y respetadas colas y el constante sorry.


No creo  demasiado en los estereotipos o estigmas a tiro fijo. Los catalanes son avaros y tacaños. Pues miren, debo de ir disfrazado porque en esta vida me ha tocado casi siempre pagar. Es cierto que los que no pagan nunca son más graciosos que yo, muy ocurrentes y simpáticos. Pero es que tampoco me han servido cerveza caliente en Londres, ni he visto detenerse a la gente a las cinco de la tarde, pero sí que me han dicho sorry y he probado la porquería de comida en la ciudad con más estrellas Michelin. En su día ya Washington Irving y Ernest Hemingway cantaron las muchas excelencias de España, en tono socarrón, claro. Y también Ava Gardner mientras se pasaba por el trillo al bueno de Mario Cabré. El Sunday Times en una guía de viaje instruye a los futuros viajeros diciendo que en España es correcto tirar los huesos de aceituna en el suelo, servilletas de papel, cascaras de mejillón, todo menos los vasos. Es de buena educación llegar con diez minutos de retraso a las citas, tomarse una cerveza a las once de la mañana, comer a las tres y cenar a partir de las diez. No hay que dejar nada en los platos, propio de un pueblo que pasó mucha hambre en la guerra civil. Que quieren que les diga, una cosa son estereotipos y la otra gilipolleces como la copa de un pino. Porque de guarros, hooligans y borrachuzos los he conocido en todas las latitudes, incluidas las británicas.

Y no es que me quiera erigir como defensor de las esencias cañís, ni mucho menos. Hablo por la parte que me toca: crítico con todo lo que sea abandono, suciedad, pereza, ruido, gritos o chapuzas. No sé si este parecer es español, catalán o inglés, no me importa demasiado. Me importa mi lugar en la sociedad, sociedad que prefiero pulcra, claro. Estamos en ello pero queda mucho camino por andar. Es cierto que, por ejemplo, ni en Londres ni en Nova york, se distingue colilla alguna por el suelo.


Concluye su artículo, Rafael Ramos, con un chiste: En el paraíso, los mecánicos son alemanes, los cocineros franceses, los amantes italianos, los policía británicos, y todo está organizado por los suizos. En el infierno, los mecánicos son franceses, los policías alemanes, los cocineros ingleses, los amantes suizos, y todo está organizado por los italianos. No se aprecia presencia alguna de los españoles. Deben de estar en el paro. Anochece y sigue reinando el frío, ¿Será de buena educación hablar del frío?