Pensando en el recién y
apocalíptico nuevo atentado terrorista en Berlín, se me ha ocurrido una
maquiavélica coincidencia: ciudades que han sido víctimas de esta detestable
lacra y que nosotros hayamos visitado. Madrid,
Niza, Berlín, Londres, Nueva York, París, Bruselas, en alguna de ellas mi
estancia fue casi coincidente con la orgía de terror y sangre que se cebó en
ellas. Documentando mi atribulada memoria descubro que el siete y ocho de
septiembre de 2004 me encontraba en Madrid, para regresar a casa la noche del
día 8 desde la estación de Atocha.
Tres días después las cercanías de Atocha ardían entre ríos de sangre. Niza, 13
de julio de 2014, unas fotos con aires veraniegos delatan mi presencia en el Paseo de los Ingleses de la bella ciudad
de la Costa azul, justo dos años
después un camión suicida arrasa el paseo sembrándolo de cadáveres. Hoy hace
dos días, con el mismo nefasto método del camión, doce personas sucumben a los
pies de la Iglesia de la Memoria. Unos
tres años antes fotografié esta plaza, corazón de Berlín. Siete de abril de
2005, tres bombas causan una masacre en el metro londinense, estuve el año
pasado y viajé en metro. Visité Nueva York en 1999 y 2002, septiembre. El once
de septiembre de un año antes se producía el atentado más sanguinario y a la
vez espectacular del historial terrorista, en el corazón de la city, en el
corazón del capitalismo, si hay un Dios aquel día se distrajo. Otra vez
setiembre, día 13 del 2015, las terrazas del viejo París atestadas de gente,
saltan por los aires por la acción de unos comandos terroristas. Ahí si
coincidió que dos semanas antes estuvimos en esos barrios asolados. En Marzo de
este año que concluye, la sangre corrió por el aeropuerto de Bruselas atestado
de viajeros.
Todos estos vergonzantes
episodios han sido cometidos por facciones islamistas de distinto signo pero
con un común denominador: el dominio de Occidente a la fuerza. Todos estos
actos vandálicos, que son solo una muestra de los habidos, arrojan un siniestro
saldo de 3782 muertos y más de 15600 heridos de los que sin distinción
de ningún tipo agrupan hombres, mujeres y niños. El mundo es una convulsión de
sucesos en permanente crecimiento y que abarca los cinco continentes. Hay que
tener en cuenta que me he limitado, por razones de pura curiosidad, a mencionar
siete destinos que he conocido y que han sido visitados por el horror. No son
nada más que un botón de muestra de las calamidades y muerte que sacuden el
planeta cada día.
Oriana
Fallaci nació en Florencia en 1929, fue periodista, escritora,
corresponsal de guerra y activista. Una mujer de acusado carácter que se enfrentó
al establishment con un ajustado y
certero discurso acerca del terrorismo islámico. Su defensa de las incómodas
verdades cautivó a muchos al tiempo que se granjeaba el desprecio y recusación
de los poderes fácticos de Occidente, más proclives a lo que hoy denominan buenismo. Durante su retiro en Manhattan fue testigo del apocalipsis de
la mañana del 11 de septiembre. De ahí nació La Rabia y el Orgullo del que se vendieron millones de
libros. Con su brutal sinceridad expone con todo lujo de detalles su visión del
islamismo radical, removiendo conciencias y alertando de un futuro que para
nosotros comienza a ser presente. Describe la realidad global de la Guerra
Santa. Nunca fue oída, murió al poco tiempo y el terrorismo siguió
multiplicándose. <<Hay momentos en
la vida, en los que callar se convierte en una culpa y hablar en una
obligación. Un deber civil, un desafío moral, un imperativo categórico del que
uno no se puede evadir. No queréis
entender que, si no nos oponemos, si no nos defendemos, si no luchamos, la yihad
vencerá. Y destruirá el mundo que, bien o mal, hemos conseguido construir>>.
Hoy las izquierdas son más
proclives a ese buenismo, es un tema
de muy difícil solución, porque no se puede generalizar ni la xenofobia cabe en
la democracia. Ahora bien, si ya tenemos instalado el caballo de Troya, no
debemos permitir su ocupación.
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