JEP (5) YA TIENE RADIO
Al parecer volveremos este año a repetir
una Semana Santa descafeinada, aburrida y sin ton ni son. Añoro los paseos en
bicicleta junto a la orilla del mar, ese mare nostrum hipnotizador. Eso sí,
cuidando de no pegarme una ostia como el año pasado que me jubiló cuarenta días
con sus cuarenta noches. Muñeca nueva.
A Jep no le gusta la playa. Me echó en cara
no haberlo sacado a pasear durante tantos días. Le dije que era por el yeso en
el brazo, pero era mentira, me apoltroné en casa y me daba pereza salir. Otros
lo hicieron por mí, pero no me lo perdonó. Ya saben, Jep más que un perro es un
hombre con instintos caninos. Ladra, pero no muerde.
El martes nos dejó Joan Margarit, sin duda
el más brillante poeta contemporáneo catalán. Su basto legado literario es como
un preciado tesoro a toda la humanidad. Literato, conferenciante, poeta y
arquitecto de cálculo de estructuras. Una vida pletórica y preñada de
experiencias. No hace ni un mes terminé de leer su libro “Para tener casa hay
que ganar la guerra”, sin serlo, es como una auto biografía del personaje que
deslumbra por los múltiples avatares de su infancia y adolescencia. Una lectura
que no olvidaré nunca por su amenidad e interés. Laureado en múltiples
ocasiones y traducido a distintas lenguas, ha ido derrochando maestría por
doquier. Tuve el privilegio de compartir con él algunas veces, hace ya mucho
tiempo. Descanse en paz.
Esta semana no les hablaré de la puñetera
leña, no, ha subido la temperatura y se nota que en casa echamos menos humo y,
por tanto, se han reducido los viajes al almacén. Motivo por el cual, Jep, está
más contento por no turbar sus pensamientos de soledad. El lunes le regalé una
radio vieja, de los tiempos de Antonio Machín, y el tío se pasa el día
escuchando música, ya saben, clásica.
El tema elecciones también vamos a
obviarlo, y digo bien, elecciones, no erecciones. Les confieso que estoy de
política hasta los mismísimos mellizos, un tostonazo sin precedentes, entre
otras razones porque del hacer y el deshacer de toda esa panda de funambulistas
depende un pedazo muy suculento de nuestras vidas. De lo que queda de nuestras
vidas, porque al paso que vamos…
La única novedad, aparte de cortarme el
pelo, ha sido cambiar al suministrador de mi centro de comunicaciones íntimas y
públicas, de Movistar a Orange. Estaba ya hasta el gorro, veremos si ahora
aparece otro gorro. Es tanto el papeleo de Usuario, contraseñas, derivaciones,
enlaces, SMS, correos y la madre de Calcuta, que te acaban las ganas de hacer
cambios. Vivimos entre una amalgama de enchufes, conectores, empalmes, fibra,
reproductores, altavoces, convertidores, impresoras, cascos y la madre que lo
parió, que cuando ya todo está listo es la hora de ir a dormir. Eso sin contar con
que un día, entre un mar de cables, no acabes estrangulado o electrocutado. Por
poner un ejemplo.
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