dimarts, 30 de març del 2021

MOMENTS (CAFÉ SIN LECHE III)

 

Efectivamente, como de costumbre, El Café sin Leche cumplió con las expectativas. El manchego líquido corrió de mesa en mesa hasta la madrugada, disfrazado de garrafa de cinco litros. Más ácido y agresor no podía ser, ponía el gaznate irritado y el hígado en posición de firmes. Pero todo eso era banal, olvidable. La parroquia lo agradecía porque siempre fue así, sin menospreciar que era el único día del año que el vinorro era gratis. Claro que sí. Y Reme cumplió, vaya si cumplió, ese día despliega todas sus cualidades cautivadoras y seductoras. Es mujer de sólidas convicciones y guardián de las más puras esencias. Pero tampoco le amarga un dulce.

Gregorio se acuesta pronto, le quedan muy pocas luces en su cerebro y, como siempre, coge una tajada de las que hacen época, vomita en el suelo de la cocina, balbucea no se sabe qué, y emprende la huida hacia los bajos del billar. Estos últimos años se integran en la fiesta Manoli y Salustiana. Manoli es la peluquera y esteticien, y su amiga regenta el estanco del pueblo –es ninfómana-. Sobre media noche aparece la pareja de la guardia civil, sin bigotes, interesándose por el aforo del bar y bla, bla, bla. Lo suyo son los atestados, siempre dicen, pero es un día especial, y la Reme los induce irremediablemente hacia una mesa atestada de garrafas de vino especial para distinguidos, tunantes, vividores y necesitados de cariño.

La Sra. Remedios rondará los cien kgs, mucha bondad y sabiduría. Siempre atenta a qué con tanto bullicio y desmadre rural, nadie le toque las nalgas al discurrir entre las mesas de alegres borrachuzos. Aquella maldita vez le abrió la cabeza a un muchacho y le metieron un pollo, no al tocador, a ella. Manoli sirve a destajo, garrafa en mano, los cuatro puntos cardinales del local, la suciedad del sitio empalidece ante tanta gente, y si mientras garrafa en alto siente un suave tacto bordeando su juvenil culo, no se inmuta, se gira y sonríe. Juventud, divino tesoro.

Adolfo Quijano no es cliente asiduo, viene poco. Se conoce de él que estuvo toda la vida rascando papel en una librería en Madrid. El hombre es aficionado a los libros; el tamaño, el color, la impresión, las ilustraciones, los autores, etc. Yo juraría que no se ha leído un libro en su vida. Hoy le está vendiendo la mercancía a Reme “Mire usted señora, en el año 1986 me mandaron a Beirut como corresponsal de guerra, solo le diré que al entrar en la habitación del hotel vi un letrero detrás de la puerta que decía: Prohibido salir en caso de tiroteo”. La Reme, con una pizca de chorizo en la pestaña, tan solo pensaba en las garrafas que se habrían consumido. No creía al sr Adolfo, le importaba una mierda si lo mandaron a la guerra, y Beirut le sonaba a Cuenca o por ahí. Tenía los ojos de sapo ya en franca tensión.

Desde la puerta del bar, el guardia civil más joven alzaba los brazos gritando “Gracias Sra. Remedios, El que al mundo vino y no toma vino, a qué coño vino”.

Continuará.