dissabte, 27 de desembre del 2014

FELIZ…FELIZ QUÉ?

Otro año que se nos va. No sé si se va por la puerta grande o se desliza por alguna alcantarilla en el anonimato de la oscuridad. Si los que le precedieron fueron una calamidad, éste  les anda a la zaga. Los hay que argumentan que la incipiente recuperación parece poder albergar esperanzas de que la cosa tiene arreglo. Yo no lo creo, no detecto novedades que me lo confirmen. Este año se llevará la palma. Además del bochornoso y escandaloso nivel de paro que existe en España y que la encumbra como líder del mundo civilizado en políticas antisociales, habrá que añadir en su cuenta de resultados el sangrante y vergonzoso expolio de las arcas públicas en manos de la corrupción o, para ser más exactos, de los corruptos. Por mucho que nos quieran hacer creer que es una exageración confundir a unas cuantas manos largas con un país entero. No es cierto, hay tanto mangante y tan suculentos arañazos al bien común que comienza a ser muy preocupante. La corrupción se instaura con plenos poderes en los países donde impera la dictadura o en los que siendo una democracia no está asentada ni consolidada. Este último es el caso de España, somos una democracia pero restringida, poco seria, más adicta al interés particular que al bien común, lo que como en otras tantas y tantas cosas bautizamos como democracia a la española. Spain is different, recuerdan?

Esta semana hemos sufrido la visita del líder de Podemos, una especie de mesías redentor que dice tener la clave para limpiar el país de la casta que cercena nuestras expectativas de bienestar y progreso. Pablo Iglesias se ha equivocado de dirección, ha confundido el destino de sus misivas o le ha hecho una jugarreta su GPS político. Habla rápido, dice muchas cosas, insulta a muchas personas y menosprecia instituciones, pero adolece de imprecisión y en cierto modo de ignorancia. Nos machacan con la cantinela de que Iglesias y sus colaboradores son universitarios, como si este marchamo fuera garantía de éxito ilimitado. Lo mismo que su estudiada imagen descorbatada y en mangas de camisa o los pulverizados vaqueros. Ya conocimos las maneras de un Guerra embravecido vestido de pana enardeciendo pabellones atestados de gorras y el dedo en la nariz. No gracias. Reniega del sistema y su espina dorsal, basa sus argumentos en una especie de arcadia de la felicidad. Me evoca los discursos de Felipe González forrado de pana diciendo NO a la OTAN y que una vez acomodado en el gobierno se dio cuenta de que aquel No había sido una estúpida imprudencia porque en este mundo no estamos solos, y mucho menos España por mucho que se lo crean. En política territorial es más de lo mismo, ninguna diferencia con respecto a PP o PSOE, España es una e indivisible. Libertad para el Sahara o Palestina, pero Cataluña quietecita que está más mona. Pues no Sr. Iglesias, se ha equivocado de discurso y territorio. Nosotros hemos de decidir nuestro destino a solas, sin interferencias, sin salva patrias, sin abruptas intromisiones fugaces en el tiempo y el contenido. Y respetando nuestras instituciones que por algo son nuestras.


No ha sido un feliz año, que va, ha sido un año infeliz, cuajado de malas noticias y peores expectativas. Demasiada podredumbre para poder respirar con garantías de salud y tranquilidad de espíritu. Somos títeres protagonistas de un espectáculo auspiciado por sinvergüenzas, oportunistas, aprovechados y ladrones. A estas alturas del culebrón les he de confesar que ya me importa una higa todo cuanto pueda acontecer en este maloliente corral, demasiada porquería para digerir. Me siento incapacitado para desear feliz año nuevo a sabiendas de que hay millones de parados que me lo podrían recriminar y con razón. Para que luego venga un intruso con coleta a decirme lo qué hay que hacer! Pues no, haremos lo que Podamos para elegir nuestras preferencias, nosotros solitos, y, en su caso, olvidar este mal sueño que ya no es soportable de ninguna manera. Ni sostenible, claro. Qué todo les vaya tan bien como yo les deseo.

dijous, 18 de desembre del 2014

LA DEL BIKINI Y SAN JOSÉ

Yo diría que más qué una tradición, las fiestas de navidad han devenido en unos días de recogimiento, de hacer excepciones, de acordarte de quien ya no está, de convertir las casas en pequeños escaparates nevados de mentirijilla, de acordarte de los que sí están pero no te relacionas, de convertir las cocinas en centros de poder y los congeladores en la retaguardia para el abastecimiento de la tropa. La tradición ya no es otra cosa que puro marketing, bombardeo de publicidad para ablandar los bolsillos, regalo de objetos que no sirven para una mierda o que te regalen dos botellas de vino ensalzadas con lujosa palabrería de sensaciones afrutadas y que no se las bebe ni el perro. Afortunadamente los chiquillos son los grandes protagonistas de todos estos días. Su dulzura y candidez superan con creces cualquier tradición por mucho marketing que haya por medio, son substanciales, auténticos, leales, inocentes, alegres y buenos.

Hasta hace pocos años hacíamos un pesebre bastante aceptable, con los inefables detalles antagónicos como una pequeña grúa tras las montañas izando un carrito de alfalfa, un pequeño tren eléctrico cruzando la noche de papel azul y estrellada cerca del campamento de los pastorcillos o una bonita lancha blanca pilotada por una señora en bikini en un mar de papel de plata. Por no hablar de los borreguitos y gallinas más altas que los propios reyes magos. A sabiendas de que el mismísimo alcalde de Belén nos podría incoar expediente sancionador por gamberros urbanos y, tal vez, los ecologistas de bicicleta también podrían haber ordenado la suspensión y cierre de mi pesebre, más que nada por aquello del capitalismo feroz al ver al niño Jesús con camisetita de Ralph Lauren. Y lo del plan parcial, claro está.

Y un servidor que es gruñón de condición, me estremecía al ver aquel escenario tridimensional, electrificado,  irisado, pintado y embellecido, en estado de saqueo y expolio. Las lucecitas colgando de la grúa, los borreguitos encima de la tele, la señora en bikini sobre el turrón de Jijona o la camisetita de Jesusito dentro de un vaso de coca cola. Pongo voluntad y cariño con las criaturas pero es que a veces me desbordan. El año que encontré a San José, apoyado en su garrota, haciendo guardia en la casita del perro y al ángel de la guarda dormitando en mi zapatilla ya perdí la paciencia. Pero saben una cosa, ahora añoro aquellos años, no por el expolio del pesebre, ni por mis riñones triturados, tampoco porque la perrita hiciera amistad con San José o la ristra de lucecitas estuviera enrollada en la cabeza de la pequeña. Nada de eso, sino por aquellos ojitos chispeantes, las expresiones de sorpresa, las muecas de desconcierto o los gestos de contrariedad. Nada de todo lo contado debe influir a aquellos que tienen nietos pequeños. Los niños son el mejor regalo de la Navidad. Han pasado pocos años pero ya desfilan los cinco con su iPad a cuestas, pero tengo la misma devoción por ellos. Crecen y se aleja un poco la magia de la Navidad, pero el grato recuerdo perdura y, según como, dan más brillo a la reunión.

No estoy muy seguro pero pese a que algunos me atribuyan una cierta frialdad, creo que en el fondo soy un romántico. Sin exagerar, la vida, como tantas otras cosas, tiene dos caras, la antipática, cruel y dura y la que permite emocionarte ante la belleza, derramar alguna furtiva lágrima al oír algunas notas, compungirte por las líneas de algún relato o mudarte por un rato al silencio del bosque, a la sinuosidad de un incierto sendero que no sabes a donde lleva, solo sientes los fríos arañazos de la brisa en tu rostro. También todo ello tiene su pequeña parte de Navidad.


Con mis mejores deseos a todos por los días que se avecinan y para después, también.

dijous, 11 de desembre del 2014

COSAS DE PLUMA Y PATATAS

Sin que nadie te lo ordene, todos escogemos nuestras preferencias, los gustos que más nos satisfacen, los platos que nos sorprenden, la música que retuerce nuestros sentimientos, la belleza que turba nuestros maltrechos sentidos, en fin, las pequeñas cosas que realmente te hacen sentir a gusto por muy sencillas que sean. Vivimos a una velocidad estremecedora que lleva impresa una cruel etiqueta con fecha de caducidad. Y son muchas las veces en que se  nos hace imposible conciliar la realidad con nuestros sueños. Despierta ya, no sueñes! Los hijos, la hipoteca, aquel viaje que lleva toda una vida esperándote, el trabajo atado con un fino hilo a los latidos del corazón, la enfermedad de la que huyes de puntillas creyendo que la esquivas, el futuro del que solo ves su destello en negro. Lo que algunos agoreros llaman pomposamente, la vida.

Pero la vida es otra cosa, tan distinta como alegrarse cada día de la salida del sol, del vuelo de las aves, de unas lágrimas surgidas de lo más hondo del corazón, la sonrisa de un niño o su dulce mirada preñada de inocencia, nada es más vital que la candidez e ingenuidad de los niños. A estas alturas del recorrido yo ya no sé si será constitucional o no, como dicen las voces de la intolerancia y el negativismo esperpéntico, pero déjenme decirles que yo amo la vida en toda su dimensión, sin peros, sin malos augurios, lejos del conformismo y la resignación del que todo lo da por perdido, del que niega la majestuosidad y el silencio de un frondoso bosque, del río que serpentea entre valles, de la niebla que esconde las cuencas, del humo que exhala una vieja chimenea. Esto es vida, no naturaleza muerta como dirían los frustrados y los fracasados.  

No me pregunten el por qué, pero siempre he sido un enamorado de la escritura cincelada con pluma. El placer de garabatear un folio en blanco con pluma es semejante a tomarse un whisky en un vaso o en una copa de balón. El plumín recorre el blanco lienzo al compás de tu mano, acariciando el papel o raspando suavemente los gorgoritos de tu firma. Se deja envolver entre el pulgar, el índice y el corazón como si del brazo de una mujer se tratara. La llevo encima pero poco la uso ya. Los tiempos han cambiado, las prendas de vestir también y las costumbres campan por sus respetos. Además, ya se ha bifurcado el camino y he tomado el que apenas hay sobresaltos ni mesas en donde escribir. A lo sumo anotaciones que sobrecogen y ruborizan al leerlas, por ejemplo: Miércoles, subir a Prades a buscar patatas, 17’30 h. controlar nivel depósito gasoil. Poca y humilde cosa es, no hay citas, apenas tres nombres en uso de la inacabable agenda, mañana comemos juntos no existe, resérvame un vuelo para…ningún día, mandar unas flores a nadie, Alerta, felicitaciones Navidad. Qué horror, ni las patatas desenfundan la estilográfica, quedan fríamente colgadas en una pantalla de colores sin redondeados trazos ni tacto amoroso, sin la ternura de unos dedos moldeando el vals de las letras sobre el blanco papel.


Siempre me ha gustado mandar y recibir felicitaciones en Navidad. Llenaba las paredes del recibidor con todas ellas puestas en pie, como si fueran fotos de familiares y amigos compartiendo los días de fiesta cerrados a cal y canto. En la intimidad atestada de buenos deseos y larga vida. Soñando que todos juntos miraríamos el jardín nevado entre risas y corchos liberados de su jaula de cristal. Las felicitaciones nunca después del día 12, no pueden llegar tarde, nada de pesebres ni rollizos niños entre José y María, solo bellas imágenes de Caravaggio o Botticelli, excepto un año en que mi desbordada pasión por la ópera me hizo remitir estampas de Paris nevando de un cuadro de La Boheme. Pero ya no hay la afanosa caligrafía deseando los mejores augurios con tinta negra. Basta con teclear un gélido “Felices fiestas” y pulsar la tecla de grupo para que 250 personas reciban al momento el escuálido deseo. Ahora mismo me hago una nota, escrita con pluma, en la que dice:”No olvidar felicitar a todos mis amigos del Tren de Llarg Recorregut”. Y eso es lo que hago con el mayor agradecimiento y pluma en mano.  


dijous, 4 de desembre del 2014

ALCOHOL, EXCESOS Y EXCENTRICIDADES

Gerard Depardieu ha vuelto a llamar la atención esta semana en Bruselas. Nadie puede dudar de la categoría profesional de este actor francés que ha atiborrado la pantalla con incontables y soberbias actuaciones. Excéntrico como tantos, a los que no les basta que la gente los adore, necesitan destacar todavía más para dejar su impronta de niños malos y traviesos y, en muchos casos, presentarse como defensores de la injusticia y los desfavorecidos, o adalid de causas perdidas. Aunque no resulta del todo difícil hacer repicar las campanas de la revolución cuando se tienen las espaldas bien protegidas y el riñón a cubierto. Depardieu se exilió a finales de 2012, en protesta por los elevados impuestos que pagaba en Francia, a la república rusa de Mordovia. Como argumento reprueba que cada año tenga de pagar un 75% de sus ganancias al fisco. Es trabajo ganado y acumulado, dice, durante toda una vida de esfuerzos. Lo de qué quien más tiene más paga puede acercarse en determinados casos a una fría y estúpida injusticia. En todo caso que paguen las fortunas heredadas, inmovilizadas, improductivas y que dan lustre a las esperpénticas y grotescas vidas de un montón de holgazanes que, en ocasiones, pretenden incluso dar algún tipo de ejemplo. Yo soy de la opinión del francés.

Siguiendo los pasos de su ex conciudadana, Edith Piaf,  el actor creo que también nació con una botella bajo el brazo. Y no es extraño porque uno de sus negocios más florecientes es la producción de grandes caldos embotellados. Una finca de 30 Ha. en el Valle del Loira le proporcionan más de medio millón de botellas al año de vino de reconocida y acreditada  calidad. No ha escondido nunca su afición por el tintorro, como productor y consumidor. Es un bebedor empedernido y tiene un pasado y presente colmado de accidentes de tráfico y excesos, como presentarse en actos públicos con una pea como un piano. Dice el propio Obélix que bebe cuando se aburre y no hay duda alguna de que se aburre con una frecuencia inusitada. Y cuando le entra ese sopor del aburrimiento puede llegar a consumir 14 botellas de alcohol, según sus palabras "Empiezo en casa, con champán o vino tinto antes de las 10.00.Después más champán, luego pastis (anís francés), quizá media botella. Después la comida, acompañada de dos botellas de vino. Por la tarde, champán, cerveza y otra vez pastis hacia las 17.00 para terminar la botella. Más tarde, vodka y/o whisky".


Esa desmedida pasión por empinar el codo le ha llevado también a ser adicto a hospitales y clínicas. Ha padecido varias operaciones a corazón abierto, lleva cinco bypass y como quien no quiere la cosa patea un hígado que no es el suyo, es prestado. Con su propia avioneta realizó un aterrizaje en Madrid, 1996, colisionando con un Boeing-727 del que salió indemne y con una trompa de gran altura. Hoy, el Depardieu que vive en Rusia pero no se le encuentra nunca, presenta una imagen desoladora. No hay balanza que se la juegue con él, sobrepasado de quilos, con esa enorme nariz fálica  y la punta rosada, la enorme cabeza pegada al tronco, ya no tiene cuello, y unos movimientos más propios de un elefante, viene a ser como una caricatura de lo que fue y, en cierto modo, como la crónica de una muerte anunciada, aunque sinceramente le deseo una larga vida. Espectáculos como el del pasado domingo en Bruselas donde se conmemoraba la I Guerra Mundial, en que tuvieron de retirarlo del escenario sentado en su silla y con una espeluznante borrachera, posiblemente se repita a no tardar. Ahora bien, asumir acciones de riesgo o zamparse 14 botellas de alcohol en un día no creo que se propaguen mucho más. Hasta para un brujo de la escena como ha sido Gerard Depardieu, todo tiene un límite, y el cuerpo también lo tiene. ¡Larga vida para el gran Cyrano de Bergerac!

divendres, 28 de novembre del 2014

DE NOCHE Y LLOVIENDO

Me he estado devanando los sesos un buen rato pero al final he desistido. Cuando las musas se van de fiesta lo mejor es seguir sus pasos y cambiar de aires. La perrita dormía no lejos de mí en su segunda cama, los años le van ganando la partida y apenas se manifiesta, duerme todo el tiempo. Queda poca luz en el exterior, desde mi atalaya veo como las montañas se envuelven en la niebla baja, se distinguen lejanas manchas blancas que  se extienden por toda la llanura hasta el bajo bosque. Son casitas de campo, algunas con una tenue y trémula luz amarilla, y la mayoría a oscuras, como una representación fantasmagórica de la noche que se avecina. La noche de la vida rural es más noche que la de ciudad, son dos noches distintas. Aquí, cuando todos los gatos son pardos, no hay sombras ni claroscuros, ni neones parpadeando. Tampoco hay aceras ni asfalto, ni nadie a quien saludar. No circulan coches y los tractores ya han vuelto a sus guaridas. Pedir un gin-tonic o inyectarse una cerveza bien fría es una utopía, casi todo es utópico en la noche pegada a los almendros y viñas, avellanos, cerezos o los ancestrales y fieles olivos. Ni siquiera el griterío y las risotadas de los niños correteando a ninguna parte. Ya es de noche en los agonizados sembrados, en los márgenes del río seco, porque así se llama y seco está. Hoy no hay contrato con la luna, no hay representación, no extenderá su manto de brillo, su haz divino. Solo hay noche serena, fría y oscura. Si la hubiera, que no la hay, hasta la espesura de la nieve en el valle sería oscura. La noche es proclive al terror, a escenas crueles que se interpretan con los ojos salidos de órbita o afiladas navajas hundiéndose en el apasionado corazón de una despistada muchacha en un callejón sin salida. Por la noche el amor es como los turrones en navidad, te sorprenden, los desenvuelves, los degustas y después te hartas de ellos sin contención ni mesura. Te narcotizas de sexo creyendo que la oscuridad de la noche te protege de miradas indiscretas y esconde el frenético y lascivo deseo entre penumbras rojas y el cerebro enloquecido.

Se cierne la noche sobre la comarca, qué lejos queda el bullicio de la gran ciudad, una fina y persistente lluvia  va calando tejados y espaldas desprevenidas. Las calles se aprestan para asearse y sacudirse de encima restos que la gente desprecia. Hay quien coge el paraguas como si de un salvavidas se tratara, con fuerza, escondiendo el rostro sin caer en la cuenta de que deja la espalda al alcance de las frías gotas. Ando con cierta precaución, el suelo está resbaladizo y tengo una rodilla triturada en fase de regeneración, eso es lo que me dicen. Los bares ya lucen las cristaleras empañadas, fuera hace fresco y en el interior corre la cerveza entre la barra y las mesas, sorteando conversaciones alumnas de la intrascendencia y parlamentos a gritos de no sé qué gol ni en qué portería. Un letrero blanco de matiz desconocido desea felices navidades sujeto a dos latas de cerveza. Todo un detalle. No tardará en llegar el frío, el de verdad, el que en su código de barras se puede leer en letras de hielo protégete de mi. El frío, como la noche, es distinto que el frío urbano. Aquí las afiladas dentelladas del viento rompen cañerías y buenos propósitos. Alguien habrá cursado la orden, las calles ya están engalanadas con las luces navideñas, pero están apagadas, solo alcanzo a ver hierros retorcidos con distintas siluetas y aspecto siniestro que más se parecen a una premonición indeseada que a un ornamento festivo.  Hace días que me pregunto si por navidad nevará, también la nieve de los pueblos es distinta a la de la ciudad. No nieva tanto como antes, entonces miro por los ventanales y puedo ver la vida y la muerte tendidas en el frío silencio de los blancos valles  y el resplandor de las cumbres nevadas.       

dijous, 20 de novembre del 2014

DE PASEO POR LLOFRIU

El miércoles, de buena mañana, el sol anunciaba una demostración de su poder, y el cielo lucía ese dulce color azul con que el propio cielo lo nombra. La agenda del día estaba más limpia que un niño de primera comunión, lo cual me impulsó a centrarme en qué invertiría las horas de una forma más o menos decorosa, para no caer en el ostracismo, la abulia, indiferencia o el confinamiento entre cuatro paredes. Hace pocos días que concluí la relectura del Quadern Gris de Pla. Desde la primera vez que lo devoré han transcurrido un montón de años y me sigue produciendo aquel mismo goce íntimo de satisfacción y admiración por el maestro de Llofriu. Pla ha sido el más grande prosista en lengua catalana.

Ya no me cabe la menor duda de que l’Empordà, igual que la Provenza y la Toscana, despiden el influjo tantas veces narrado de su luz, sus colores y la suavidad de sus paisajes. Los tres lugares se encuentran en la bóveda mediterránea salpicada de azul. Pla mandó sus crónicas desde medio mundo, aunque siempre me han fascinado más sus inicios en Barcelona y su largo retiro en el Mas Pla de Llofriu, Palafrugell. L’Homenot dejó una extensa obra literaria. Pla tuvo que vivir durante gran parte de su vida bajo la censura. Detestaba el desprecio del régimen autoritario por la lengua y la cultura catalanas y su obstinada incapacidad para convertirse en una democracia, aunque fuese tutelada. No se consideraba nacionalista catalán, era un hombre de mundo que creía en las singularidades territoriales. Escritor incansable, hombre de orden aunque de talante liberal, a su modo de ver la vida es caótica, irracional y injusta. Conservador y racional, no siente la acción, aunque sí la voluptuosidad y la sensualidad. Buen conversador, buen comedor y mejor bebedor (ya anciano, el whisky constituía todavía buena parte de su dieta), fumador empedernido de Ideales, tocado de joven con un sombrero hongo y más tarde con su inseparable boina de paisano.

En fin, en cosa de media hora ya me encontraba tragando kilómetros por la autopista en dirección a Francia. Hora y media tuvo que transcurrir hasta que me apeé en una cafetería de Les Voltes, en La Bisbal d’Empordà, creo que su nombre era el drac. Me venía bien un descanso pero a la vez sentía en mi interior prisa para llegar a Palafrugell y acercarme a Llofriu, al Mas de Pla. A mí me gusta describir cuando escribo y recordaba la frase del maestro: “Es más difícil describir que opinar, infinitamente más: en vista de lo cual todo el mundo opina”. Y yo añadiría que son muchos los que opinan y muy pocos los que saben de qué opinan. El 23 de abril de 1981 me encontraba, como siempre, cincelando con los ojos los muros de Poblet y presencié casualmente la salida precipitada del abad del monasterio, Maur Esteve fallecido recientemente, que se encaminaba a Llofriu para asistir a su amigo en sus últimos momentos. Después supe, sin haberlo sabido antes, que Pla había pasado algunos días en Poblet en diversas ocasiones durante sus últimos tiempos. Un vecino, vaya.

Me senté en una piedra del camino que enfila el viejo caserón. Por aquí pasaron personajes ilustres de toda condición. Me lo imaginaba con sus labios pegados a un cigarro, la boina plana, ni de un lado ni del otro, el vaso de whisky al alcance y la mesa abarrotada de folios a medio escribir. Jovial irónico y buen conversador. Ya no disimulaba su decrepitud ni sus harapos domésticos.

Volví a tiempo de comer en casa. La autopista me da somnolencia y me vino a la mollera una expresión del gran prosista ampurdanés: “La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía.” Todo eso sucedía cuando por la radio daban la noticia de que el fiscal general del estado daba órdenes para querellarse contra la cúpula de la Generalitat. Sin duda alguna apremiado por las exigencias y presiones  del presidente del gobierno de España. Me preguntaba cómo puede llegarse a judicializar la política y cómo puede politizarse la judicatura tanto. No vamos bien, siento vergüenza del que pueden decir y pensar en estos momentos la mayoría de gobiernos occidentales.    


dijous, 13 de novembre del 2014

LAS AGUAS BAJO EL PUENTE CARLOS

Creo que han sido varias las ocasiones en que he escrito algo de Gustav Mahler. En esta ocasión ha sido sobrevenido en una de esas tardes de ocio, de ocio codiciado, sometido a la influencia de la música, las emborronadas anotaciones en una libreta de dudoso e incierto futuro, y los recuerdos liberados de su cajita de cristal irrompible. Todo cabe, examinado con añoranza y encarpetado con esmero, en esos cortos períodos en donde los recuerdos y las reflexiones se empujan unos a otros mientras, sin apenas apercibirte,  tras los cristales del ventanal el crepúsculo abre sus fauces para engullir el día que se va despidiendo de puntillas.

En los albores de la pasada primavera, en una tarde de cielos encapotados y algo fría, me encontraba en el Puente Carlos de Praga en el extremo de la ciudad vieja, a escasos metros de la Torre de la Pólvora. Las primeras noticias de esta gran obra de ingeniería datan de 1357, este ancho y caudaloso río nace en Bohemia y tras un recorrido de 430 kmts se une con el Elba. El puente sobre el río Moldava tiene más de 500 mts  de largo por diez de ancho. Hoy es peatonal y se encuentra atestado de gente que mediante un y mil reclamos pretenden ganarse la vida. Las aguas fluyen veloces a su paso originando pequeños remolinos que se disputan el líquido espacio.

Mahler era un judío converso al catolicismo, su obra como compositor es monumental y su prestigio como director de orquesta le llevó a dirigir los más afamados teatros operísticos de Europa y Norteamérica. Falleció en Viena en 1911, con apenas 51 años y una vida plagada de altibajos, como la gran mayoría de personajes insignes de los que, habitualmente, tan solo contemplamos la parte positiva o más celebrada de su historia. Pocos son los días o, mejor dicho, las tardes en que no me tienda sobre las nubes al arrullo del Adagietto de la 5ª. El sobre peso de una sinfonía, por su extensa duración, no te permite su audición con frecuencia, sin embargo esta deliciosa composición que dio sentido y color a la magnífica película de Muerte en Venecia, son once minutos fáciles de encontrar y es una manera de sublimar los sentidos, rutinarios y acomodaticios.

Tarareando el adagietto y sintiendo algo de frío, fui dejando atrás el puente Carlos, era pronto para la cena y me mezclé en la multitud intentado con mis lentos pasos poner en orden mis ideas. Atravesé el barrio de las joyerías y en pocos minutos me encontraba ante el reloj astronómico medieval de Praga, en la parte sur del Ayuntamiento. Unos cuantos zapatazos más y ya en los aledaños del barrio judío me di de frente con otro personaje checo, también Bohemio, su legado fue extenso y originó un antes y un después en la literatura universal. La estatua de bronce que le representa es algo enrevesada, igual que sus complicados ensayos. Se trata de un hombre alto y con el cuerpo vacío, y sentado en sus hombros Franz Kafka. Apenas cuarenta años fue el estrecho margen que tuvo para dejar escritas sus afamadas obras, de entre ellas: El proceso, El castillo, El desaparecido o La metamorfosis.

Como siempre ocurre con la gente que deja su huella, su pátina de genio, Visconti recrea la historia escrita por Thomas Mann en la triste y dulce Venecia, con una  escenificación que concluye coronando el trágico y triste final de Muerte en Venecia. Es impensable que la incorporación en la cinta de la 5ª de Mahler pueda dejar indiferente a nadie que la haya visionado. El argumento y la trama que lo teje, quedan mimosamente envueltos en las notas influyentes del maestro Mahler que, sin apenas darte cuenta, resbalan por los viejos y húmedos  callejones de la ciudad más bella y triste del universo musical y literario. Como siempre me gusta repetir, Venecia agoniza perpetuamente.


Y termino, el tiempo para el ocio por hoy se ha terminado. Apago el ordenador, recojo la mesa, despierto a mi pequeña secretaria y apago las luces. Una furtiva y última mirada a las montañas que me envuelven, cuando la noche ya impera, me inducen a pensar que la tierra gira porque muchos hombres y mujeres lo han hecho posible. Todo lo demás…es pura banalidad.

divendres, 7 de novembre del 2014

CON LOS PIES EN EL SUELO

Esta mañana he salido unos minutos antes de que el día empezara a clarear. No recuerdo cuando fue la última vez que protagonicé una hazaña igual, y ahora comienza a costar mucho abandonar las sábanas y su tierno y dulce roce. Me he beneficiado de la compañía de mi fiel perrita, siempre locuaz con sus chispeantes  ojos y sabia consejera pese a su evidente deterioro. Apenas puede oír y su visión es sencillamente preocupante. Se pega a mis zapatos con impagable lealtad, los años no perdonan y fulminan el vigor. Si se le ocurriera abandonar este mundo me costaría mucho habituarme y comprender su definitiva ausencia. Es el primer animal de compañía que he tenido y ahora comprendo muchas de las  cosas que antes me resistía a entender. Buena gente, de verdad.

Sería una banalidad decir que hace fresco porque lo que se pega a tu rostro es frío, descarnado y penetrante, cortante como una daga y gélido como la muerte. La luz emerge silenciosa y se adentra en el entorno casi clandestinamente, con un misterioso secretismo. Las sombras se diluyen llevándose por delante las sinuosas y fantasmagóricas siluetas de retorcidos árboles y cimbreantes  matorrales que la anoche acuna, protege y alimenta. En los humedales del sotobosque asoman los primeros vestigios de musgo como diminutas camisetas verdes pegadas y fundiéndose con las oxidadas rocas. Milú se detiene al apercibirse de que junto a ella un posible enemigo ladea la cabeza repetidamente, falsa alarma, déficit de concentración, no son más que helechos que se balancean vergonzosos y ateridos de frío por la joven brisa.

Me ayudo de un cayado para andar, no por necesidad sino por sentir una imaginaria compañía junto a mí. El camino asciende pero sin gran desnivel, con suave blandura de la tierra húmeda, las piedrecitas emiten tímidos crujidos bajo la suela de los zapatos. De vez en cuando se perciben apresurados pasos sobre las ramas secas de asustados animalitos que ven interrumpido su perfumado sueño y los ajetreados revoloteos de aves huyendo de sus casas de tierra, paja y alientos líquidos. El día se despereza sin prisa, la niebla se repliega como el telón de un gran escenario para dar paso al mayor espectáculo del mundo: la vida.

No hay sol, el cielo se cubre de espesas nubes plomizas, a lo lejos casi negras. Para mí que antes de mediodía abrirán sus costuras para rociar con agua de cielo tanto verdor moribundo, herido por la tristeza del otoño que viste los bosques y prados con los colores de la nostalgia, con la luz del ocaso, con la música del recuerdo y las imágenes color sepia. El camino se pierde en constantes revueltas que ciegan la distancia, parece corto pero es solo una sensación, una trampa, un engaño para que no te sumas en el desánimo, el fácil abandono. Como si quisiera esconderte la próxima estación, el futuro. Pero el tren, mi tren, ha recorrido ya tantos y tan largos caminos que no cede fácilmente, conoce el olor de madrugada, la incerteza de los molinetes repentinos, el misterio paralizante de la niebla y el silencio de la montaña nevada.


Camino despacio, abrigado, tan solo los ojos lagrimosos por el frío me guían. Noto  los esfuerzos y jadeos de mi anciana acompañante y me siento turbado, incómodo. La he cogido en brazos y se ha acurrucado en mi regazo. Ella jamás me ha abandonado, siempre le estoy en deuda. En un recodo me siento para oír el murmullo del bosque, mi leal amiga duerme inmóvil con un ojo abierto. La brisa, en un largo recorrido lleno de obstáculos, me regala las esencias de tomillo, espliego y romero. El suelo está alfombrado de erizos de castaña y a pocos metros una planta de acebo que esconde un madroño, anuncia la navidad. Ya de regreso el perfume de albahaca viste de fiesta los sentidos.  

dissabte, 1 de novembre del 2014

EL VALS DEL 9/N

A medida que se acerca el 9/N, siento una especie de malas vibraciones cada vez con más insistencia, más cerca. Y no tengo respuestas para esa inquietud. Pocos son ya los que creen que en España rige una democracia consolidada, como podría ser la británica o la holandesa, para entendernos. Sin exagerar, tampoco creo en ninguna acción cruenta pese a los delirios de los grupos reaccionarios y fascistoides que claman por un bombardeo de Cataluña cada cincuenta años aludiendo a las recomendaciones atribuidas al general Espartero. La historia de España es una historia de violencia, levantamientos y golpes de estado. No deja de ser paradójico, por no decir vergonzoso y estúpido, que el único trozo de España realmente europeo, tierra de emprendedores, y bilingües sin problemas, sea constantemente azotada por las incomprensibles iras de todos los gobiernos de la nación, sean conservadores o progresistas, tanto da, vienen a ser lo mismo disfrazados de salva patrias. Intransigentes, exigentes, dominantes, excluyentes, pero fatalmente codiciosos en aras a una solidaridad de la que ellos son administradores y distribuidores con nulos criterios de equidad y rentabilidad, a excepción de satisfacer los requerimientos de amigos y conocidos. Política “familiar”. Valga como ejemplo la disparatada red de alta velocidad que ante las quejas por la falta de inversiones en Cataluña, la ministra del ramo argumentó que la alta velocidad debe llegar a todas partes porque todos somos iguales ante la ley! Mastodónticas inversiones que ni Estados Unidos se puede permitir. Excluyendo Cataluña y quizá Andalucía, en los demás tramos de AVE solo se apea el revisor en las estaciones y lo abordan el mismo revisor y su bocadillo. Yo es que cuando oigo nombrar la Marca España salgo despavorido como un poseso, con una mano en la cartera y la otra tapándome la cara por aquello de la vergüenza ajena.

España no es que no pueda desligarse de su tópica y ancestral idiosincrasia, su anti europeísmo, su desprecio por las lenguas distintas del castellano, su arcaico atraso, su casposa fanfarronería, su irrenunciable envidia, su centralismo excluyente, su terror y desprecio a reconocer los distintos pueblos y culturas que la integran, en fin, no es que no puedan, es que no les sale de los cojones. Perdonen el exabrupto pero es la manera  de virilizar su idioma. Su machismo democrático es el de fusilar a Mas, el deseo de que el Ébola penetre en Cataluña, aplacar el malestar de los catalanes con los pisotones de bonitos tanques, suscribirnos al Tribunal Constitucional, ahogarnos financieramente o proclamar a los cuatro vientos que somos muy malos y nadie debe darnos la palabra.

Lejos de afrontar de cara el órdago de los catalanes, se decantan por la guerra de las cloacas, las infamias, las mentiras, las amenazas, los infundados rumores. Cataluña no es que quiera independizarse, es que quiere huir de este mal sueño, necesita sustraerse a tanta basura, y los que tanto desconocen y dudan de un futuro incierto, piensen en lo que si conocen, el pasado y el presente. Piensen en Rato, Blesa, Acebes, Bankia, Pujol y sus hijos, Gúrtel, el saqueo del Palau, la toxicidad del PP valenciano, el incalificable latrocinio andaluz, los 51 inculpados por el escándalo de la comunidad de Madrid, el manoseo de caja en Murcia, el sindicalista millonario, la ministra Mato, y un inacabable etcétera. La infección derivada de la corrupción empequeñece el terror del letal virus africano.


No lo sé, desconfío de casi todo, este es un país con grave déficit democrático y de él se puede esperar casi todo. Antes he dicho que no creo que el estado se exceda el 9/N con acciones represivas de cierto calado ante una población pacífica que solo pretende conocer la opinión de sus moradores que, por no ser, ni tan solo es vinculante. Pero tengo mis dudas, lo que para muchos podría ser como un vals en los bosques de Viena, otros podrían emponzoñarlo  como el vals de las ostias del 9/N. Además le tienen ganas.

dissabte, 25 d’octubre del 2014

COMPASIÓN, POR QUÉ?

Los maestros del terror hoy en día no son ni Drácula, ni Frankenstein, ni siquiera el afamado festival internacional de Sitges de terror. Hoy el mayor espectáculo terrorífico, cruel y bárbaro es representado por los gihadistas del Estado Islámico (EI). Son maestros de la propaganda y el márketing bañado de horror y sangre en nombre de la versión más radical de la xaria (ley islámica). Se aprestan a colgar en You tube imágenes escalofriantes y escabrosas de sus degüellos a inocentes. Que ni aun siendo culpables serían de recibo. El fanatismo religioso puede llegar a ser macabro y vomitivo. Se jactan de sus sangrientas fechorías en imágenes impactantes donde se puede apreciar la pasiva resignación del espanto en la cara de la oveja a degollar. Las víctimas son escogidas al azar en secuestros selectivos en donde lo único importante es cazar al desprevenido, sea periodista, turista, o trabajador en tierra extraña.

Pese a ser repudiada por el establishment del momento, se va cumpliendo con pulcra exactitud, con organizada diáspora, la profecía anunciada y defendida por Oriana Fallaci, de que Occidente sería invadido por el extremismo islamista sin guerras ni tiros, poco a poco, precavidos y silentes, organizados, sin prisas y aletargados. Su objetivo es diáfano y declarado, se trata de hacer retroceder la civilización occidental diez siglos. Todo ello en nombre de Alá, y esto es impúdicamente falso porque el mundo islámico no es terrorista ni mucho menos, solo son una facción, un numeroso grupúsculo preñado de maldad que se nutre de verdugos sin patria ni ley, provenientes de los cuatro puntos cardinales. Creo que ni el nazismo más exacerbado les llegaba a la suela de los zapatos a esta lacra universal. Siempre que la televisión ofrece imágenes de jóvenes destrozando aparadores y mobiliario urbano, cubiertos con una Kufiyya blanca y cuadros negros, pienso en lo confuso y extraño uso de los símbolos y las ideas.

Esta semana EI nos ha provocado asfixiantes arcadas con la grabación de una ejecución en masa. Se reproduce con gran detalle y lúgubre ortodoxia el cruel asesinato de una mujer. Su enorme crimen y pecado: ser adúltera! Que repugnante hipocresía, qué maldad puede existir que alimente mentes tan perversas como para dar muerte a alguien separándole la cabeza del cuerpo, retorcer sus vertebras mientras le estallan sus ojos de horror y dolor en el nombre de una ley inhumana dictada por los humanos.
La adúltera es una mujer joven cubierta con un velo negro a la que se acerca un barbudo con ropa militar y le explica que será lapidada hasta la muerte por haber cometido un adulterio. “El castigo es el resultado de una acción que tú has cometido. “Nadie te obligó, así que has de aceptar la ley de Dios”. La mujer asiente y suplica a su padre que la perdone, “No me llames padre. Mi corazón no me deja, no puedo perdonarte”. Los barbudos repiten se reunirá con Dios y tendría de estar feliz”. El padre ata una cuerda a sus brazos y cintura, la introduce en un agujero en el suelo que cubre hasta su cintura, se une al grupo y la apedrean hasta la muerte.


Se reunirá con Dios! Pero qué Dios? Acaso la humanidad nos ha enseñado que puede haber un Dios asesino, un monstruo, un exterminador, un verdugo? Derechos Humanos, libertad, democracia, el perdón, la compasión, el amor, el respeto, la justicia, todo ello no son más que palabras? Es posible que haya lugares donde no merezca la pena vivir? Pues sí, pero para muchas criaturas es vivir en un sinvivir. Ignoro que nos depara el futuro, pero mientras subsistan creencias y actos como este, más de uno se acabará preguntando si vale la pena según el qué.

dijous, 16 d’octubre del 2014

THE RIVER COFFEE

Pese a haber sido una semana rica en sobresaltos, renuncias, rectificaciones y sorpresas, me he tomado las cosas con cierta tranquilidad, incluso diría que con burlona parsimonia. A lo hecho, pecho. El lunes estuve en la metrópolis por asuntos de galenos, los dichosos y necesarios controles de la maquinaria interna en aras a poder presumir de una correcta lubricación de los viejos anclajes y motores que te mantienen en pie. Parece que por el momento todo funciona, algunos pedazos mejor que otros, pero estamos en ello. En estos casos me tomo tiempo, pasé el resto de la mañana en un conocido centro comercial en donde la música, la informática, los libros y la imagen reinan en un majestuoso espacio de silencio, tenue luz y una oferta inabordable. Cuando los pies comenzaron a dar síntomas de cabreo más que de enojo, enfilé hacia el apartado de música clásica y ópera para dar un vistazo general en busca de algo atractivo y sugerente y que, evidentemente, no figurara ya en mi voluminosa colección de divos y divas. Nada nuevo bajo el sol, excepto unos grandes expositores con cientos de compactos jubilados y a precio de hierro colado. Después de revolver un ratito me apoderé de dos joyas editadas Dios sabe cuando: una magnífica colección  de Tony Bennett & Count Basie y otra joya de la corona enmohecida por el tiempo, Duke Ellington. Ambas de 1959 y reeditadas recientemente. Es posible que haya sido el primero y último en comprar sendas maravillas pero, eso sí, pasé por caja más contento que unas pascuas. Bueno, bonito y barato, ya saben. A la hora concertada me encontré con mi mujer que andaba por las suyas de tienda en tienda. Después de hola, dijo ya has comprado tus rollos de siempre? Adolece de insensibilidad musical, y eso que no se trataba de ópera que tan enferma la pone. En una ocasión compré también a precio de hierro los 50 mejores éxitos de Mario Lanza y poco más y los tira por la ventanilla del coche, mientras yo me deleitaba con el americano, recordando mi niñez.

Hablando de música, el viernes vuelvo a Barcelona, pero en esta ocasión por motivos más espirituales, casi sensuales. Si por mi fuera pondría a la entrada del Liceu una pila de agua bendita para santiguarse al acceder al santo templo de la lírica. Hace tantos años que lo visito y no ha decrecido la ilusión y emoción que me produce asistir a la representación del drama por excelencia. Existe un arte que pulverice tanto los sentidos y la sensibilidad como la ópera? Para mi no. Ni se las veces que he visto La Traviata, pero tampoco le voy a dar la espalda a esta. Ayer fue el estreno y dejé que los vip se hicieran la foto de rigor, el viernes será más tranquilo. Creo que la que más me ha impactado con los devaneos de Violeta  y los sufrimientos de Alfredo, fue en el Met novayorkes, actuó Pavarotti, mi padrino musical, y Freni. Sin palabras. Recuerdo que mi mujer marchó con unos amigos a ver la estatua de La Libertad de noche. Desde entonces ya me ha  acompañado siempre y, naturalmente, sigue sin gustarle la ópera, aunque he de reconocer que cada vez le presta más atención. Les llovió en la mini travesía hasta la isla, pero luego pagué yo el pato. Al día siguiente la llevé a cenar a The River Cofee y ya quedamos amigos para siempre. Si, sin duda fue la mejor Traviata que he visto nunca.

Para mi Puccini y Verdi son los padres, las madres y los abuelos del romanticismo operístico, sin embargo yo pierdo aceite –sin equívocos- por Puccini. Tanto que el pasado mes de julio fui a rendirle mi granito de admiración y devoción hasta su casa de Lucca, hoy museo.  

Y qué es de los políticos? Que les den, que les den tila.

diumenge, 12 d’octubre del 2014

INEPTITUD y RESPONSABILIDAD

No todo han de ser preocupaciones, también hay que intentar de vez en cuando satisfacer algún deseo, dar rienda suelta a esos caprichos que duermen en la recámara de nuestros sueños. La cansina rutina de la cotidianidad hay ocasiones en que llega a aburrir, a desmotivar incluso. Pese a que en ciertos momentos podamos estar abrumados o inquietos por factores externos u obligados y sintamos la imperiosa necesidad de reencontrarnos con la bendita rutina, sin sobresaltos. Corren tiempos extraños, cunde la inseguridad en muchos aspectos, la gente siente incertezas, teme por lo conseguido y desconfía del que todavía está por llegar. Los políticos, no la política, han contribuido en gran medida a crear este ambiente de desazón y desconfianza, alarma y miedos enrarecidos.

De no arreglarse las cosas me temo qué más pronto que tarde se produzca un estallido social y, a la fuerza, se inviertan los términos. Las soluciones vendrán dadas de abajo a arriba y no al revés. El político ha fracasado en su intento de enrocarse en su reino de Taifas para dar rienda suelta a sus egoísmos y al desmesurado afán por llenarse los bolsillos de manera impúdica, olvidando y menospreciando que su cargo o posición dentro del organigrama de la sociedad le faculta tan solo a estar al servicio de la sociedad y no a la inversa. Y cuando digo que ha fracasado me estoy refiriendo a partir de… por las previsibles reacciones sociales en forma de futuros sufragios. Los que han esquilmado las arcas hasta este punto ya nadie les va a quitar lo bailado. Y no son valses precisamente.

España ha alcanzado el dudoso mérito de ser uno de los países más corruptos del mundo. Después de tres décadas de su implantación, la palabra democracia sigue siendo una entelequia para una gran parte del colectivo con mando y nómina, y para una nada despreciable capa de la sociedad civil. El individualismo se sobrepone a lo colectivo y se pasa de puntillas por una democracia que se cree exigible a los demás pero no a uno mismo. Corrupción también es inhibirse de las responsabilidades derivadas de tus obligaciones, que en democracia suelen afrontarse con la dimisión en el cargo. Aquí la palabra dimisión se borró del diccionario hace ya una eternidad.

Teresa Romero ha sido víctima no solo de una terrible enfermedad y de una cadena de despropósitos, sino que para más inri ha sido vilipendiada por Javier Rodriguez, responsable máximo de la sanidad madrileña. El consejero de sanidad ha tratado con desdén a Teresa y la ha inculpado de la crisis sanitaria por el caso Ébola. Si se muere, ella tendrá la culpa para este impresentable. Y a su pobre perro no le han concedido ni el beneficio de la cuarentena, lo han eliminado en un absurdo gesto de cara a la galería. Pedro Sánchez, flamante, prescindible y previsible, secretario general del PSOE, provoca la hilaridad de la población al sugerir que las fallecidas por maltrato de género reciban un funeral de estado. Pólvora mojada. Monago se erige por propios méritos en chupador de sangre catalana, que tanto odia. Rajoy dice que los presupuestos “son buenos para Catalunya”, malabarismo hipócrita. Ana Mato es ministra de algo que desconoce ni sabe explicar. Susana Díaz dice que ella garantizará la igualdad de España, eso si, seguirá chupando del bote. El Constitucional español es motivo de risa para el New York Times, un desconocido, claro. Mónica Oriol se decanta por no contratar mujeres en edad fértil, podrían quedar embarazadas, si no es más tonta es porque no entrena. Y así sucesivamente, sin solución de continuidad. Por escabroso, mal intencionado, por ineptitud, por prepotencia o despotismo, aquí no dimite ni la madre que lo parió. Tampoco tenemos partidos políticos en su acepción anglosajona, tenemos dos mastodónticas organizaciones de amigos para lo que haga falta, o sea, quítate tú que me pongo yo.


A lo dicho, hora de endilgarse una cervecita fresca y observar como la brisa mece los almendros al paso de los tractores cargados de uva, no de mala uva. 

dijous, 2 d’octubre del 2014

SCHIPHOL


En un viaje a Ámsterdam, el primero, me quedé sorprendido en Central Station al apreciar la perfección con la que se rigen los holandeses para funcionar como colectividad, como ciudadanos de un país que ha crecido al amparo de la democracia. Desde 1848 existe la democracia parlamentaria, lo que supone que toda la población no conoce otro sistema de gobierno. Con ello no quiero dar por entendido que sean perfectos, entre otras cosas porque la perfección no existe. Pero cuando pretendes establecer alguna comparación con lo que tenemos aquí la decepción es mayúscula. Percibes que nos queda un camino tan largo por recorrer que se pierde en el horizonte.

Schiphol es el aeropuerto, a quince kmts de la ciudad, el quinto de Europa en volumen de pasajeros y el tercero en vuelos internacionales. Tiene unas dimensiones realmente apabullantes, todavía me duelen las pantorrillas de arrastrar la maleta en busca de la salida. En el subsuelo se ubica una estación de ferrocarriles que no solo dan servicio a Ámsterdam sino a cualquier ciudad del país. Las indicaciones se expresan con claridad y la rotulación no da margen para el error. Toda Holanda se halla claveteada de señalizaciones sencillas pero eficientes que facilitan el desplazamiento de las multitudes y la tranquilidad de los visitantes, factor quizá menor pero de gran trascendencia. En los grandes enclaves de comunicación como puede ser Station Central, mezclados con la multitud hay empleados del gobierno sin distintivo alguno, excepto sus gorras rojas que los hacen visibles a distancia y cuya misión es informar o responder a las dudas del viajero. Además del neerlandés y el inglés suelen hablar alguna lengua adicional.

Los Países Bajos se libraron del yugo español en el año 1648, después de la guerra de los ochenta años, hartos de saqueos, matanzas y expolios, tan propios de las ansias de expansionismo de la España de entonces, en donde no se ponía el sol, pero no por su enorme expansión sino por estar permanentemente cubiertas de sangre y tiranía. Si España no se ha reconciliado de facto con muchos países europeos, que no pueden ni verla, es precisamente por ese regusto que ha impregnado la historia de salvajismo y prepotencia. Lo mismo puede decirse del continente sudamericano, del que dicen ser la madre patria, pero basta preguntar a cualquier sudamericano por la madre patria para que salga corriendo. Espada y crucifijo fueron sus emblemas de conquista, conquistas a granel de las que hoy quedan apenas cuatro cocoteros en alguna parte. Es hoy, con corbata y gorra de plato, que subsiste esta permanente predisposición a la bronca, la amenaza y el duro autoritarismo. Vencida la segunda guerra mundial, obra de un atroz iluminado, Europa se entregó en cuerpo y alma a la reconstrucción y el progreso. España, concluida la guerra civil, obra de un fascista proclive a las sentencias de muerte, se entregó con esmero a la implantación de una larga y sangrante dictadura. Hoy han pasado los años y aquellos que se escondieron bajo las siglas de Alianza Popular siguen gobernando y mandando con otras siglas parecidas.

Ámsterdam es una ciudad de gran bullicio, en parte debido al ingente turismo, con canales por todas partes que embellecen la ciudad y a la vez le dan un aire de tristeza al recordarla bajo la ocupación nazi. Sin ir más lejos me produjo cierta desazón visitar la casa de Ana Frank, en una ancha avenida, Prinsengracht, cortada por un bello canal y pequeñas embarcaciones amarradas a la orilla. Por un momento me ofusqué y me parecía ver y oír los gritos de las patrullas germanas pateando puertas y secuestrando inocentes. En fin, un mar de pacientes bicicletas me devolvió a la realidad.

La playa de Volendam, a pocos kmts al norte de Amsterdam, respira un ambiente de paz y sosiego con la mirada puesta en el horizonte del Mar del Norte. Aguas profundas y oscuras. En su bella fachada marítima de casitas pintadas de colores, tomé asiento entre una tienda de olorosos quesos y otra de zuecos, el sol calentaba pero a medio gas. Rodeado de vieja y pulcra madera me preguntaba porque es tan difícil vivir sin ataduras, sin prejuicios, sin molestar a nadie ni ser molestado, sin tener que pedir permiso para todo. Vivir nuestra vida y anhelos sin tener que pedir perdón por ello.

dimecres, 24 de setembre del 2014

NO HAY QUE CAER EN LA FRUSTRACIÓN


A no ser que escribas por obligación, como por ejemplo en un periódico, en que habitualmente se intenta cincelar la rabiosa actualidad en distintos encuadres y colores, a veces se hace difícil encontrar el camino adecuado para explayarte a gusto en un relato que pueda mínimamente interesar al lector. Hoy parece obligado referirse a la política por la sucesión inacabable de hechos noticiables. Pero he de reconocer que escribir de política es algo que no me seduce y que si a veces se afronta no es más que por hartazgo o por denuncia de situaciones injustas e insostenibles. Pongamos por ejemplo la persistente voluntad de las instituciones españolas de permanecer alejada de los estándares democráticos que hoy rigen en Europa. Ese empecinamiento en abanderar e imponer una España decimonónica que a nadie interesa y a todo el mundo limita, estrecha y estrangula su porvenir. Hoy más que nunca se detectan en determinadas declaraciones tics totalitarios, hostiles,  intransigentes y xenófobos. El diálogo, el debate y el acuerdo se ignoran y esquivan por ausencia de cultura democrática, se opta por el ordeno y mando, el no hay más bemoles que los míos, o el bélico estamos preparados para una intervención. Siento vergüenza ajena al imaginar lo que deben pensar en los centros de poder y cancillerías europeas al leer tantos despropósitos. Y si alguien cree que el gobierno español pueda haber sentido vergüenza y bochorno al comparar sus maneras con las del premier Cameron, se equivoca, aquí lo que vale son las actitudes quijotescas y desafiantes. El recalcitrante inmovilismo, que todo cambie para que todo siga igual. Lampedusa al pie de la letra. En estado puro. No, no me gusta hablar, y menos escribir, de las veleidades de un colectivo que a lo sumo despierta desconfianza, descrédito y deslumbramientos de corrupción.

Mantengo las puertas entreabiertas y las ventanas con un pequeño resquicio por  el que se cuelan vientos nuevos y frescos. Ya hace días que las brumas acompañan los últimos compases de la tarde y la niebla cubre los amaneceres, es un llamamiento para que sepamos que hay que rastrear el armario en busca de prendas que ya teníamos olvidadas. Aquí el frío es exigente y duro, largo y penetrante. Pronto la montaña pasará a ser protagonista de las horas y los días. El valle reverdece en un gesto agónico de final de ciclo, aunque no deseadas se esperan a no tardar las heladas de madrugada, tan temidas, donde la flor yace exhausta y moribunda y los viejos olivos, pacientes y sabios, se disponen a una retorcida más de tuerca, más rúbricas en su callosa corteza, más sabiduría esparcida por las ramas y pliegues desde la misma alma del tronco. Qué tendrá el otoño que con su virulencia de colores constriñe nuestro aliento, pacta los silencios y amortigua lo irascible. Cómo explico yo a quien me quiera escuchar que el otoño polícromo hiere mi alegría, dibuja viejas ilusiones y trepa por mis maltrechas ramas hasta fundirme con su helor de madrugada. Allá en la cima de la montaña, las hojas muertas de espanto cristalizan a lomos de viejas rocas que las abrigarán para siempre. La luz del día no se acorta, no es que palidezca, simplemente se viste de púrpura  para decirnos que no es todo lo que parece, que estamos sujetos a la verdad y a la mentira, a creer en todo o a ser descreídos por momentos. Ya es tiempo de las lenguas de fuego crepitar en el hogar, fuego de día y cenizas de noche. Por mucho que quieras revolotear como las golondrinas en primavera, no pierdas de vista que tras de alegrías e infortunios todo quedará reducido a cenizas para la eternidad.

No, no me gusta escribir de política, prefiero no ensuciar los blancos folios con manchas de mediocridad, prepotencia y frustración. El otoño ya resplandece.

dijous, 18 de setembre del 2014

NO MINISTRO, FÍJESE, SE NOS HAN ABIERTO LOS OJOS


Cuestión de prioridades, y de corazón también. Una de las razones que expone el ministro Margallo para suspender la Generalitat y así impedir que se vote o se llegue a elecciones plebiscitarias, es tan interesante como ambigua y evanescente. Lo primero que argumenta el ministro ante  un auditorio complacido y encantado de conocerse es que él se implica de lleno en el tema porque “ …soy un patriota español”. Vaya hombre, no sabe lo que le agradecemos su sinceridad y claridad porque en ese sentido aquí somos muchos, pero muchos, los que compartimos con usted ese épico adjetivo. También somos unos patriotas, lo que ocurre es que nuestras fidelidades y lazos afectivos están fuertemente vinculados y entrelazados a Catalunya, con lo cual somos unos patriotas catalanes. Que no es bueno ni malo, solo es. Contentos y satisfechos, con todos nuestros errores, siendo conscientes de nuestro minúsculo músculo como nación. Pero orgullosos de ser como somos. Curiosidades de la vida, somos tan pequeños como Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Escocia, Holanda, Irlanda, Letonia, Estonia, Lituania  y un largo etcétera. Y más curioso todavía, son esas naciones las que mejor funcionan en el panorama internacional. Y no necesariamente están todas plenamente integradas en el club de campo europeo.

El ministro asegura que “Utilizará todos los medios a su alcance y que el gobierno no lo tolerará” ni el referéndum ni la secesión. Debería saber el ministro, que lo sabe, que hace diez años en Catalunya el independentismo o soberanismo tenía tantos adeptos e integrantes como la asociación excursionista de mi pueblo. No se le ocurre pensar porqué hay este clamor? Por qué será esa numantina y deplorable resistencia a que todo un pueblo no pueda decidir como quiere el futuro. Tampoco acabo de entender por qué sale un señor de Mérida, por ejemplo, entonando el no pasarán con malos modos, o de Sevilla o Valladolid poniendo a los catalanes a caldo con argumentos nada convincentes y muy agresivos. Se trata de amor fraternal? De una sentida y honda pérdida? De un indisimulado temor a no ver nunca más Los Pirineos de Verdaguer o las tormentas en el Cap de Creus? Ya me perdonará usted, Sr. Ministro, me he vuelto algo desconfiado y escéptico y sinceramente creo que esa avalancha española para que sigamos tal y como estamos se debe lisa y llanamente a ese 22%, más o menos, de dinerines que pasarían a mejor vida.  Sabe una cosa? Llevamos un año oyendo, incluso de su boca, la cantidad de desastres y penurias que se ciernen sobre nosotros de seguir en ese empeño tan anti democrático como es el querer votar. Pero porque no me cuenta con afinada exactitud cómo quedaría esa España tan singular y distinta. Ojo, y la marca España que, por cierto, no sé de qué se trata. La marca Barcelona, sí qué es algo con ecos internacionales.

España si en algo despunta en la historia es por esa tendencia a afrontar los problemas a base de mamporros. Y todavía dan fe de ello hoy destacados miembros de la policía o ejército. No se atreven a cambiar, o simplemente plagiar a sus convecinos europeos? No es tan difícil, bastaría con Spain is not different. Leo que han puesto a trabajar una legión de abogados del estado, adoctrinar a los fiscales del territorio a castigar, y celebrar consejo de ministros ultra extraordinario, no está nada mal para frenar a los díscolos. Pero dudo de que hayan caído en la cuenta de que, por ejemplo, suspendiendo o interviniendo la Generalitat, producirían un efecto inverso y crecerían independentistas hasta en las higueras. No sería más eficaz y eficiente hacer de Cameron? Aunque sean un par de semanas. Admito la posibilidad de que, llegado el caso, perderían su empleo miles de agoreros, anti catalanistas, tertulianos estrella, vocingleros, poderes fácticos, periódicos contaminantes, televisiones impresentables, porque no tendrían material de trabajo o carnaza. Cierto. Pero sugiero modestamente emplearlos incrementando espectáculos como el Toro de la Vega que tanto entusiasmo y europeísmo derrama por doquier.

Con mis respetos,

diumenge, 14 de setembre del 2014

CARTA A ERIKA

Mira Erika, en tu última carta me formulas preguntas muy atinadas con relación a lo que está ocurriendo entre Catalunya y España desde hace trescientos años y que ahora se está precipitando vertiginosamente. Siento no poder ser todo lo explícito que quisiera pero es que ni yo mismo se las respuestas. Tú has estado varias veces aquí y sabes por demás que enterrada la dictadura hace ya muchos años, hicimos el salto a la democracia mediante un periodo de negociaciones partidistas que se ha dado en llamar “período de transición” El café para todos fue el engendro más alucinante y estéril que vio la luz bajo la atenta mirada de las pistolas que marcó la andadura hasta nuestros días concretándose como un grave error del que casi todos se sienten defraudados y arrepentidos.
El único paralelismo que se puede establecer entre Holanda y España es que ambas son naciones europeas, poco más. La democracia española viene a ser como todo lo español desde siglos, democracia a la española. No consolidada, descafeinada, remendada con tics autoritarios. Me contabas el ridículo de la semana pasada que dejó estupefactos a periodistas, autoridades y público en Ámsterdam al mediar la embajada española para frenar la presentación de Victus, el libro de Sánchez Piñol. No os es posible entender actos como este, de censura, porque vivís en una auténtica democracia, pero aquí, querida Erika, las decisiones se toman a golpe de ordeno y mando. España hoy está en pleno proceso de descomposición, no tiene posibilidad alguna de remedio como nación moderna, democrática y europea. El reset ha de ser total. Tú ya sabes que el garante de una democracia es su sistema judicial y el Constitucional ha de ser la esencia vigilante. Pues aquí los miembros del alto tribunal son escogidos a dedo por los dos partidos mayoritarios del estado. No te digo más.
En España hablar idioma distinto al castellano está mal visto, sea alemán, catalán, francés o chino. La lengua del imperio domina y desprecia. La incultura es poco menos que asfixiante. Mentalidad de aportar no existe, pero sí la de recibir y exprimir en todos los ámbitos. Mañana se celebra la Diada de la que sé que estás al tanto. En este justo momento, Erika, ya no es menester hablar de identidad, lengua, trabajo o símbolos, ya no, ahora se trata ya solo de fatiga, de hastío, cansancio de ser vilipendiados, amenazados, estrujados o humillados. Catalunya necesita y pide aire fresco, hablar por su boca, despegarse de esta secular rémora que empobrece su presente y frena y condiciona su futuro. Creo que podemos y debemos.
Tratándose de España no hay nada fácil, esto no son tus verdes prados de molinos de viento ni siquiera una humilde orilla del Támesis. Se quieren cargar la gallina de los huevos de oro, antes que poner en orden su corral. Ya sabes que en estos instantes somos culpables del mayor y más horrendo crimen en una democracia: querer votar!

Termino Erika, me conoces y sabes que acataré lo que la mayoría decida, sé lo que quiero pero también soy demócrata. Te mando un fuerte abrazo de todos nosotros, incluida Milú, y pase lo que pase no dudes que la próxima primavera volveremos a reunirnos todos en Zaanse Schans bajo las gigantescas palas de un molino, oteando la perfecta formación de los patos en el estanque, y dando cuenta de la merendola en medio de la verde pradera. No te olvides del pastel de zanahoria.

dissabte, 13 de setembre del 2014

CARTA A ERIKA


Mira Erika, en tu última carta me formulas preguntas muy atinadas con relación a lo que está ocurriendo entre Catalunya y España desde hace trescientos años y que ahora se está precipitando vertiginosamente. Siento no poder ser todo lo explícito que quisiera pero es que ni yo mismo se las respuestas. Tú has estado varias veces aquí y sabes por demás que enterrada la dictadura hace ya muchos años, hicimos el salto a la democracia mediante un periodo de negociaciones partidistas que se ha dado en llamar “período de transición” El café para todos fue el engendro más alucinante y estéril que vio la luz bajo la atenta mirada de las pistolas que marcó la andadura hasta nuestros días concretándose como un grave error del que casi todos se sienten defraudados y arrepentidos.

El único paralelismo que se puede establecer entre Holanda y España es que ambas son naciones europeas, poco más. La democracia española viene a ser como todo lo español desde siglos, democracia a la española. No consolidada, descafeinada, remendada con tics autoritarios. Me contabas el ridículo de la semana pasada que dejó estupefactos a periodistas, autoridades y público en Ámsterdam al mediar la embajada española para frenar la presentación de Victus, el libro de Sánchez Piñol. No os es posible entender actos como este, de censura, porque vivís en una auténtica democracia, pero aquí, querida Erika, las decisiones se toman a golpe de ordeno y mando. España hoy está en pleno proceso de descomposición, no tiene posibilidad alguna de remedio como nación moderna, democrática y europea. El reset ha de ser total. Tú ya sabes que el garante de una democracia es su sistema judicial y el Constitucional ha de ser la esencia vigilante. Pues aquí los miembros del alto tribunal son escogidos a dedo por los dos partidos mayoritarios del estado. No te digo más.

En España hablar idioma distinto al castellano está mal visto, sea alemán, catalán, francés o chino. La lengua del imperio domina y desprecia. La incultura es poco menos que asfixiante. Mentalidad de aportar no existe, pero sí la de recibir y exprimir en todos los ámbitos. Mañana se celebra la Diada de la que sé que estás al tanto. En este justo momento, Erika, ya no es menester hablar de identidad, lengua, trabajo o símbolos, ya no, ahora se trata ya solo de fatiga, de hastío, cansancio de ser vilipendiados, amenazados, estrujados o humillados. Catalunya necesita y pide aire fresco, hablar por su boca, despegarse de esta secular rémora que empobrece su presente y frena y condiciona su futuro. Creo que podemos y debemos.

Tratándose de España no hay nada fácil, esto no son tus verdes prados de molinos de viento ni siquiera una humilde orilla del Támesis. Se quieren cargar la gallina de los huevos de oro, antes que poner en orden su corral. Ya sabes que en estos instantes somos culpables del mayor y más horrendo crimen en una democracia: querer votar!


Termino Erika, me conoces y sabes que acataré lo que la mayoría decida, sé lo que quiero pero también soy demócrata. Te mando un fuerte abrazo de todos nosotros, incluida Milú, y pase lo que pase no dudes que la próxima primavera volveremos a reunirnos todos en Zaanse Schans bajo las gigantescas palas de un molino, oteando la perfecta formación de los patos en el estanque, y dando cuenta de la merendola en medio de la verde pradera. No te olvides del pastel de zanahoria.