El miércoles, de buena mañana, el sol anunciaba una
demostración de su poder, y el cielo lucía ese dulce color azul con que el
propio cielo lo nombra. La agenda del día estaba más limpia que un niño de
primera comunión, lo cual me impulsó a centrarme en qué invertiría las horas de
una forma más o menos decorosa, para no caer en el ostracismo, la abulia,
indiferencia o el confinamiento entre cuatro paredes. Hace pocos días que
concluí la relectura del Quadern Gris
de Pla. Desde la primera vez que lo devoré han transcurrido un montón de años y
me sigue produciendo aquel mismo goce íntimo de satisfacción y admiración por
el maestro de Llofriu. Pla ha sido el más grande prosista en lengua catalana.
Ya no me cabe la menor duda de que l’Empordà, igual
que la Provenza y la Toscana, despiden el influjo tantas veces narrado de su
luz, sus colores y la suavidad de sus paisajes. Los tres lugares se encuentran
en la bóveda mediterránea salpicada de azul. Pla mandó sus crónicas desde medio
mundo, aunque siempre me han fascinado más sus inicios en Barcelona y su largo
retiro en el Mas Pla de Llofriu, Palafrugell. L’Homenot dejó una extensa obra
literaria. Pla tuvo que vivir durante gran parte de su vida bajo la censura. Detestaba
el desprecio del régimen autoritario por la lengua y la cultura catalanas y su
obstinada incapacidad para convertirse en una democracia, aunque fuese
tutelada. No se consideraba nacionalista catalán, era un hombre de mundo que
creía en las singularidades territoriales. Escritor incansable, hombre de orden
aunque de talante liberal, a su modo de ver la vida es caótica, irracional y
injusta. Conservador y racional, no siente la acción, aunque sí la
voluptuosidad y la sensualidad. Buen conversador, buen comedor y mejor bebedor
(ya anciano, el whisky constituía todavía buena parte de su dieta), fumador
empedernido de Ideales, tocado de
joven con un sombrero hongo y más tarde con su inseparable boina de paisano.
En fin, en cosa de media hora ya me encontraba
tragando kilómetros por la autopista en dirección a Francia. Hora y media tuvo
que transcurrir hasta que me apeé en una cafetería de Les Voltes, en La Bisbal
d’Empordà, creo que su nombre era el drac. Me venía bien un descanso pero a la
vez sentía en mi interior prisa para llegar a Palafrugell y acercarme a
Llofriu, al Mas de Pla. A mí me gusta describir cuando escribo y recordaba la
frase del maestro: “Es más difícil
describir que opinar, infinitamente más: en vista de lo cual todo el mundo
opina”. Y yo añadiría que son muchos los que opinan y muy pocos los que
saben de qué opinan. El 23 de abril de 1981 me encontraba, como siempre,
cincelando con los ojos los muros de Poblet y presencié casualmente la salida
precipitada del abad del monasterio, Maur Esteve fallecido recientemente, que
se encaminaba a Llofriu para asistir a su amigo en sus últimos momentos.
Después supe, sin haberlo sabido antes, que Pla había pasado algunos días en
Poblet en diversas ocasiones durante sus últimos tiempos. Un vecino, vaya.
Me senté en una piedra del camino que enfila el
viejo caserón. Por aquí pasaron personajes ilustres de toda condición. Me lo
imaginaba con sus labios pegados a un cigarro, la boina plana, ni de un lado ni
del otro, el vaso de whisky al alcance y la mesa abarrotada de folios a medio
escribir. Jovial irónico y buen conversador. Ya no disimulaba su decrepitud ni
sus harapos domésticos.
Volví a tiempo de comer en casa. La autopista me da
somnolencia y me vino a la mollera una expresión del gran prosista ampurdanés: “La libertad es el derecho que tienen las
personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía.” Todo
eso sucedía cuando por la radio daban la noticia de que el fiscal general del
estado daba órdenes para querellarse contra la cúpula de la Generalitat. Sin
duda alguna apremiado por las exigencias y presiones del presidente del gobierno de España. Me
preguntaba cómo puede llegarse a judicializar la política y cómo puede politizarse
la judicatura tanto. No vamos bien, siento vergüenza del que pueden decir y pensar en estos
momentos la mayoría de gobiernos occidentales.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada