A medida que se acerca el 9/N, siento una especie de
malas vibraciones cada vez con más insistencia, más cerca. Y no tengo
respuestas para esa inquietud. Pocos son ya los que creen que en España rige
una democracia consolidada, como podría ser la británica o la holandesa, para
entendernos. Sin exagerar, tampoco creo en ninguna acción cruenta pese a los
delirios de los grupos reaccionarios y fascistoides que claman por un bombardeo
de Cataluña cada cincuenta años aludiendo a las recomendaciones atribuidas al
general Espartero. La historia de España es una historia de violencia,
levantamientos y golpes de estado. No deja de ser paradójico, por no decir
vergonzoso y estúpido, que el único trozo de España realmente europeo, tierra
de emprendedores, y bilingües sin problemas, sea constantemente azotada por las
incomprensibles iras de todos los gobiernos de la nación, sean conservadores o
progresistas, tanto da, vienen a ser lo mismo disfrazados de salva patrias.
Intransigentes, exigentes, dominantes, excluyentes, pero fatalmente codiciosos
en aras a una solidaridad de la que ellos son administradores y distribuidores
con nulos criterios de equidad y rentabilidad, a excepción de satisfacer los requerimientos
de amigos y conocidos. Política “familiar”. Valga como ejemplo la disparatada
red de alta velocidad que ante las quejas por la falta de inversiones en
Cataluña, la ministra del ramo argumentó que la alta velocidad debe llegar a
todas partes porque todos somos iguales ante la ley! Mastodónticas inversiones
que ni Estados Unidos se puede permitir. Excluyendo Cataluña y quizá Andalucía,
en los demás tramos de AVE solo se apea el revisor en las estaciones y lo
abordan el mismo revisor y su bocadillo. Yo es que cuando oigo nombrar la Marca
España salgo despavorido como un poseso, con una mano en la cartera y la otra
tapándome la cara por aquello de la vergüenza ajena.
España no es que no pueda desligarse de su tópica y
ancestral idiosincrasia, su anti europeísmo, su desprecio por las lenguas
distintas del castellano, su arcaico atraso, su casposa fanfarronería, su
irrenunciable envidia, su centralismo excluyente, su terror y desprecio a
reconocer los distintos pueblos y culturas que la integran, en fin, no es que
no puedan, es que no les sale de los cojones. Perdonen el exabrupto pero es la
manera de virilizar su idioma. Su
machismo democrático es el de fusilar a Mas, el deseo de que el Ébola penetre
en Cataluña, aplacar el malestar de los catalanes con los pisotones de bonitos
tanques, suscribirnos al Tribunal Constitucional, ahogarnos financieramente o
proclamar a los cuatro vientos que somos muy malos y nadie debe darnos la
palabra.
Lejos de afrontar de cara el órdago de los
catalanes, se decantan por la guerra de las cloacas, las infamias, las
mentiras, las amenazas, los infundados rumores. Cataluña no es que quiera
independizarse, es que quiere huir de este mal sueño, necesita sustraerse a
tanta basura, y los que tanto desconocen y dudan de un futuro incierto, piensen
en lo que si conocen, el pasado y el presente. Piensen en Rato, Blesa, Acebes,
Bankia, Pujol y sus hijos, Gúrtel, el saqueo del Palau, la toxicidad del PP
valenciano, el incalificable latrocinio andaluz, los 51 inculpados por el
escándalo de la comunidad de Madrid, el manoseo de caja en Murcia, el
sindicalista millonario, la ministra Mato, y un inacabable etcétera. La
infección derivada de la corrupción empequeñece el terror del letal virus
africano.
No lo sé, desconfío de casi todo, este es un país
con grave déficit democrático y de él se puede esperar casi todo. Antes he
dicho que no creo que el estado se exceda el 9/N con acciones represivas de
cierto calado ante una población pacífica que solo pretende conocer la opinión
de sus moradores que, por no ser, ni tan solo es vinculante. Pero tengo mis
dudas, lo que para muchos podría ser como un vals en los bosques de Viena,
otros podrían emponzoñarlo como el vals
de las ostias del 9/N. Además le tienen ganas.
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