divendres, 27 de novembre del 2015

VIENTO

No hay viento favorable para quien no sabe adónde va. Estas sabias palabras encierran multitud de acepciones o significados; desde la persona que se encuentra perdida y confusa para tomar decisiones hasta los que se internan por desconocidos caminos y no saben cuál tomar. Es necesario tener firmes y bien alimentados criterios para no sucumbir ante la duda, antes de inclinarse por uno u otro de los platillos de la balanza, precisamos saber de qué estamos hablando, cual nos conviene más, qué vericueto nos mostrará la solución  de nuestra encrucijada. O aliviará nuestra desazón.

Hoy el sol luce diáfano y destellante, han desaparecido las espesas nieblas de los últimos días e incluso la temperatura ha ascendido. Pero el viento del norte sopla sin misericordia y barre praderas y conciencias. Es contundente y silva entre sacudidas ramas, los últimos pámpanos de las cepas salen volando y olvidando que un día fueron madres protectoras de dulces racimos. El viento toma distintos caminos en su loca huida, lo mismo sacude viejas terrazas a cuatro vientos, como se arrastra a ras de suelo peinando caminos que fueron polvorientos y ya no lo son. Día y noche corre el río, día y noche sopla el viento empujando el agua con desdén y furia hasta fundirlo con el mar. Qué suerte, la naturaleza es sabia, y el hombre, por mucho que lo intente, no podrá nunca superarla.

Vivimos tiempos agitados también, demasiado agitados. Y no estoy hablando de la naturaleza, sino de los hombres que todo lo corrompen. Estamos todavía en los albores de lo que parecía una recuperación de la terrible crisis económica que ha mordido ruda y cruentamente haciendas, empresas, hogares y personas. Nada más cruel que la falta de trabajo y el empobrecimiento, sobre todo de aquellos a quienes la dentellada les ha cogido en la recta final de su contribución a la sociedad, llevándose por delante el esfuerzo de décadas y sus expectativas de futuro. Sin contar con una generación a la que se le ha segado la vida prematuramente. Por si fuera poco ahora nos vemos abocados a una enfermiza tormenta de raíz política nunca vista hasta ahora. Se desatan las pasiones y se esgrimen los más bajos instintos. Es un diálogo a coces, palabras como afilados dardos, se miente con impostura, la amenaza se convierte en mano de santo y la tensión palpita bajo las piedras. La razón aquí no vale, se escuda en la metáfora o la mentira. Los hay qué, ahogados en el inmovilismo y la ineficacia durante años de poltrona y un suculento sueldo, sacan a relucir su pobre y lamentable oratoria, cubierta de zafiedad y vulgaridad, para denostar a los oponentes sin diálogo o razonamiento alguno, tan solo en aras a no perder sus privilegios. Esto sí es una tormenta de efectos devastadores para la sociedad. Hay quien cruza el bosque y sólo ve leña para el fuego.
Qué podemos hacer nosotros para desbrozar tantas espinas y para no encharcarnos en tanto lodazal. De qué se nos puede acusar si tan solo hemos vivido esclavos del trabajo, de ser responsables y no ir más allá de lo permitido, de amamantar tantas ubres que nos hemos quedado secos, de pagar por lo no recibido, de mirar al sol rogando un poco de comprensión, de creer que éramos solidarios y ser tildados de egoístas insolidarios. Qué hacer?


He andado por un camino de cunetas tristes, sin flores para oler ni pájaros con los que hablar. He vuelto la vista atrás viendo el valle ensortijado por los caprichos del viento, aquí soleado y algo más lejos sombreado por frías lágrimas de oscuridad, cambiantes a tenor del ajetreado juego de las nubes envueltas en vientos desconocidos. Entran sin llamar, invaden mis pulmones las gélidas esencias del bosque qué, majestuoso e inmóvil, balancea los pinos de agujas caducas, como si de un gran estandarte se tratara. No es momento de conjeturas, tampoco de felices veleidades, asciendo poco a poco, bastón en mano, tan solo dejándome embriagar por el enigma de madera y agua. Como aromatiza la vida!