divendres, 9 de maig del 2014

PATATAAAA


Quien no ha hecho una foto en su vida? Con más o menos fortuna, con mejor o peor máquina, pero yo creo que casi todo el mundo en un momento u otro de la vida ha pulsado el disparador. Poco podía imaginarse  Joseph Nicéphore Niépce   que el 1826 hizo la primera fotografía con una vetusta y rupestre caja de madera, que aquel invento revolucionaria con el paso de los años todo el mundo. Hoy en día las cámaras digitales casi rayan la perfección, si bien sigue siendo primordial el ojo que se acopla tras el objetivo. La habilidad del fotógrafo. Para entendernos, yo hago una foto con la mejor cámara del mundo y puede dar como resultado un guiñapo impresentable.

Aunque hoy la técnica nos ofrece múltiples posibilidades mediante programas informáticos para hacer cuantos retoques consideremos oportunos, sigue predominando la foto familiar, las instantáneas de celebraciones, viajes o las pseudo artísticas. Las fotos con encuadres torcidos, quemadas por el sol, oscuras como el carbón o árboles ocres sobre fondo de tierra verde. Las más comunes suelen ser las de grupos familiares o de amigos, ciertamente horribles, en las que por mucho que se quiera unificar el momento y el gesto con aquello de Lluisssssss o patataaaaa, no se acaba de acertar en el momento del disparo. El resultado no es decepcionante, es cómico: la abuela atusándose el moño, la soltera abriendo escote, el guaperas acomodándose el paquete, el abuelo cabreado porque lo han recortado y solo se ve el bastón y la sandalia, la mujer del fotógrafo con cara de.. me quieres todavía y los niños con el dedo en la nariz. Sin olvidar al imbécil de turno poniendo orejas de burro al de delante. En fin, un montón de rasgos familiares muy entrañables, practicados con buena intención y mejores deseos. Pero, eso si, cuando pretenden enseñarte las doscientas fotos de la última costillada o el vídeo casero de la comunión de la niña, aquí la cosa deja de ser cómica para convertirse en un suplicio de tres pares de huevos. Tu pones cara de megusta mientras el padre de la niña sonríe en tu oreja suspirando de emoción ante aquellos bodrios de recuerdos en imágenes. Tendría de estar penalizada la visión de fotos y vídeos caseros fuera del ámbito familiar.

Hoy el cambio es realmente espectacular, un acontecimiento sucedido en las antípodas puede estar en tu mesa de trabajo en segundos. Esto es más que progreso, esto es la ostia. Si el bueno de Nicéphore Niépce levantara la cabeza, seguramente volvería a palmarla ante tales proezas técnicas y, de no ser así, agarraría su caja de madera tronada y forrada con piel de testículo de jabalí y la pisotearía hasta su desintegración. Siempre hay un antes y un después en casi todo. Hace pocos años se puede apreciar en fotos de un servidor una incipiente barriguita, hoy asoma un agresivo panzón que miedo da verlo. Bien, pues la fotografía ha hecho un después estratosférico, mucho más que mi barriga.

Y qué me dicen de los teléfonos móviles con cámara, o mejor dicho, las nuevas cámaras con teléfono incorporado. No me digan que no es el colmo de la comodidad, el desiderátum de la imaginación, el summum de las aspiraciones humanas, el alter ego de nosotros mismos. Supongamos que la esposa va al corteingles a buscar una cajita de cebos de mosca que su marido le ha encargado. En el estante ella ve mosca gigante, mosca pequeña. Fácil, foto a las moscas y esperar que el marido responda, (solo en teoría, porque lo más seguro es que ella no sepa enviar la foto y el marido esté roncando a pierna suelta). También me informa mi amigo Ignacio, que de teléfonos sabe un óvulo, que el intercambio de fotos también se usa para que los amantes se crucen peticiones relacionadas mayormente con la fruta, ya saben: enséñame las peras que hoy no he comido o cambio peras por banana. La ciencia avanza que es una barbaridad!