dijous, 14 de gener del 2016

SEA USTED MISMO, PERO LEJOS

Pese a los vientos y tempestades que sacuden nuestra civilización, con la consiguiente degradación de conceptos, creencias y sofismas de variado pelaje, no nos cabe otra opción que hacerle un guiño al escenario de la vida y tomarnos las cosas con un poco menos de seriedad, con algo más de coña, para entendernos. De lo contrario seremos todos candidatos a la úlcera de estómago o líderes mundiales en consumo de papel higiénico. Porque será que la única consideración que tenemos los de a pie, los anónimos, es el trabajar y pagar impuestos? Todo lo que se aparta de este dogma puede ser considerado delito, extralimitación de nuestras atribuciones, invasión de competencias superiores y ser tildado de xenófobo o enfermo mental. Siendo más que frecuente, y a la vez chocante, que los que imponen la norma o el castigo, suelen ser los más tarados de todos. Y en todo este aquelarre de insensateces y despropósitos, España es firme candidata al Oscar a la estupidez.

Los poderes del estado propugnan la protección y respeto de las lenguas cooficiales en España. Se sobreentiende, por ley, que el castellano es la lengua común y que  todos conocen o deben conocer. Me parece muy bien, pero si no confundo los términos ni me falla el modem  que  sustentan mis hombros, lo de protección y respeto por las demás lenguas debo suponer que se trata de tenerlas en un museo, a cubierto del polvo, con las luces apagadas, alejadas de centros neurálgicos, ocultas a curiosos y, a poder ser, restringiendo su uso. Prohibidas en definitiva, pero es una palabra fea. Algunos, conspicuos ellos, dicen que somos un estado plurinacional con lo que supone y conlleva de patrimonio cultural: lengua, gastronomía, costumbrismo, paisaje, signos identitarios, bandera, folclore, etc. Es muy gratificante este reconocimiento de la pluralidad y diversidad dentro del estado, sobre todo a personas como un servidor que no somos mesetarios. Eso sí, con una pequeña condición o apéndice, que esa muestra de diversidad y colorido se ajuste al ámbito de la intimidad entre las personas y, si ello es posible, mejor en castellano. De modo que el cumpleaños de la abuela en el comedor, la entrega de premios en el vestuario, la fiesta mayor cerrada al tráfico, la banderita en el despacho bajo la lamparita, los calçots (uff) a puerta cerrada, la sardana en alta mar con bandera española, los discursos de carácter patriótico en el aseo, y las películas de habla no castellana en el cine Nic. Del caganer todavía no hay pronunciamiento pero al parecer ya lo tienen en la mesa de la abogacía del estado practicándole una autopsia en busca de excrementos subversivos.

Sería deseable que toda la clase dirigente española, digo dirigente por poner algo, no solo se preocupara de dignificar y proteger las distintas lenguas del reino, también la suya propia, el castellano. De esta manera nos ahorraríamos el crepitar de oídos con aberraciones como; Madriz, Vayadoliz, tasi, gaxina, o uhtemimmo. Por no hablar del pánico que les produce el nombre del nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, del que además de bautizarle como Puchdemon, de momento, también es amenazado de muerte en las presurosas redes sociales, en las que se dispone de carta blanca e impunidad absoluta. No tardaremos en oír que el presidente catalán, Puchdemon, ha visitado la estación de esquí de Uolter, por Vallter.


Hay que tener en cuenta que en general los cargos públicos tienden a considerar cualquier contingencia o dificultad en su gestión administradora, como una molestia o un engorro creado o auspiciado por ignorantes o revolucionarios. Y es evidente que el idioma no solo es un bien público sino que además forma parte de los genes del individuo que lo habla. De ahí que los ciudadanos piensen que la cosa pública es gratis y los políticos crean que es suyo. Marca España…y Olé!!