Se puede amar sin ser amor? Claro que se puede, todos albergamos
sentimientos de afecto para los momentos en que nuestra sensibilidad se ve
sacudida por una grata impresión: un paisaje, el candor de una melodía, una
obra de arte que nos conmueve o un libro
que nos induce a releerlo más de una vez. Se ama lo que nos reconforta, nos
llena, aquello que su sola mención hace tintinear nuestro corazón o sentir el
revuelo de las mariposas en nuestro pecho. Claro que amamos sin nadie a quien
querer. Porque no hablo de personas, de dulces caricias, ni de aquellos besos
que sellan dos vidas. De las pocas cosas que aprendí, una quedó presa en mi
mente: si no te dejas envolver por las emociones, si no permites que afloren en
tu rostro lágrimas espontáneas como el rocío en la madrugada, si te muestras
hostil ante la delicadeza de una flor, o reniegas de la poesía, es que estas envileciendo
el alma, eres como un sonámbulo perdido en medio de la ciudad. Se ha marchitado
tu sensibilidad, se han secado tus emociones, has decidido pasar de largo y
olvidar que el tren se detiene solo unos instantes, y quedas solo y aislado en
un solitario andén en donde las pocas luces palidecen y el frío te araña la
razón.
Las alegrías y las emociones son las expresiones del alma. No podemos
quedarnos huérfanos de ella, a riesgo de permanecer insensibles y ver el mundo
con los ojos vendados. No es posible andar por las húmedas callejuelas de
Venecia y no quedar subyugado por su magia. O es que acaso no sobrecoge
deambular por su amurallado barroquismo sin rumbo ni destino, sentir los
latidos en el pecho de la mano de quien más quieres, cenar en un diminuto
restaurante a tocar del paso de las góndolas, oír viejas canciones de mil y un amor
recorriendo los húmedos rincones de la ciudad del silencio. No, no creo que sea
posible conocer Venecia y alejarse de ella sin un dolorido adiós.
Nunca un paisaje podrá ser idéntico visto a través de distintas
sensibilidades de músicos, pintores, poetas. Cada paisaje se compone de una
multitud de elementos esenciales, sin contar con los detalles más
insignificantes, que, a veces, son los más significativos. Hace mucho tiempo, en las colinas de Ngong, "Yo tenía una
granja en África, al pie de las colinas de Ngong", y con unos buenos
prismáticos oteaba la sorprendente llanura que rodeaba Nairobi, bajo un baño de
luz que solo África es capaz de pintar. Dando un pequeño giro al oeste se
divisaba una inmensa llanura verde y ocre en los confines de Kenia. Era el
parque nacional Serengeti rebasando las fronteras humanas entre Tanzania y
Kenia. "Dios hizo la Tierra
redonda para que no pudiéramos ver el final del camino". No cuesta dinero estremecerse los sentidos por un momento
único e idílico en el que todo cuanto ves y oyes crees que es un espejismo. Sí
puedo amar sin amor porque no hablo de besos ni de caricias, y amo tanto que a
veces ni me apercibo de pequeñas lagrimas que resbalan en silencio porque a alguien
se le ocurrió dibujar un pentagrama lleno de pétalos que hasta las teclas del
piano gimotean y las cuerdas del violín se hunden en tu roto corazón. Son tantas las sensaciones que nos embargan a
lo largo de una vida!
“Esta es una historia sencilla, pero no
es fácil contarla. Como en una fábula, hay dolor, y como una fábula, está llena
de maravillas y de felicidad”. Porque si no somos felices ni sensibles ante las cosas sencillas e inmateriales….Qué
nos queda?
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