España
como entidad supranacional es un proyecto arcaico, obsoleto y fracasado. Es un
proyecto con aluminosis avanzada. Pero España se gusta tal y como es, no sólo
no ha tenido ninguna aspiración o tendencia a regenerarse, sino que los poderes
fácticos y bien ocultos se han opuesto frontalmente con uñas y dientes. Es un
modelo centralista y enemigo acérrimo de cualquier tipo de diversidad que, en
vez de considerarla como una riqueza, un rico patrimonio cultural, la considera
una potencial y peligrosa enemiga de su punto de vista excluyente. Su enferma e
ínfima calidad democrática es la que condiciona y cortocircuita, actualmente,
la formación de un nuevo gobierno. España ha vivido siempre feliz y lamiéndose
las propias heridas a caballo de unas mayorías absolutas que, a la larga, no
han sido otra cosa que un freno al progreso y modernización de las
instituciones y de la sociedad. Fruto de todo este estado y consecuentemente de
una sociedad aburrida y cansada, con la mitad de la población subsistiendo con
economía de supervivencia, ha propiciado el advenimiento de nuevas opciones
políticas, de nuevas maneras de decir y de hacer, que los ha cogido con el paso
cambiado y como un petardo les ha estallado en las manos. No se avienen ni
contemplan la política de pactos, de hablar, de ceder, de compartir. Ni saben
ni lo han querido nunca. Tanto vale para el P.P como PSOE, son la misma alma de
un pensamiento arcaico, prepotente, autoritario y excluyente.
Sánchez
le aconseja a Rajoy que se siente en una mesa y dialogue con los nacionalistas
catalanes, lo que no hará nunca porque no es un político homologable al común
europeo, no entiende de diálogo, sólo de ordeno y mando. Sin darse cuenta de
que él haría exactamente lo mismo, también Iglesias y Rivera. Deben recurrir a
los tribunales porque no saben ni qué tienen que hacer, y con unos tribunales
afines se quitan el muerto de encima y celebran el poder tener una Cataluña
amarrada, domesticada, temerosa y obediente. Es su paupérrimo sentido de la
democracia. El antediluviano atraso de la España profunda, ha sido en cierto
modo regenerado por el activismo social y el europeísmo "congénito"
de Cataluña, que ha despertado conciencias y ha sugerido mejoras en todos los
ámbitos. Que nunca le reconocerán ni mucho menos agradecerán, pero es un hecho indiscutible.
Ha sido una locomotora a nivel peninsular en todos los sentidos, eso sí, con
muchos vagones con ruedas desinfladas. Rajoy no lo entiende así, en 2006 protagonizó
uno de los episodios más reprobables de esta democracia, se vistió de telonero
para iniciar una campaña a nivel de toda España en contra del Estatuto de
Cataluña, que encubierta y realmente fue una especie de plebiscito en contra de
Cataluña. No pueden hacer más, no saben más, sólo hacer daño, odiar y prohibir.
Ante
lo que muchos llaman vergonzosamente el "desafío" catalán, dicen que
cualquier desavenencia debe corregirse con diálogo y ambas partes en la mesa.
Nunca como iniciativa de una parte. Y uno se pregunta cómo se consigue este
consenso si el único interlocutor que hay enfrente tiene una pared. En esta
tesis se apunta semanalmente Zarzalejos en su pesada y larga cruzada contra el
nacionalismo. Tampoco es de recibo el tratamiento sistemático de negación,
humillación y desprecio que el gobierno de España dispensa a todo lo
proveniente de Cataluña, siendo su vicepresidenta una alumna aventajada, por la
sencilla razón de que todo se puede hablar, no hay nada que esté vetado para
hablar. No es trabajo del T.C, ni de los jueces, es la esencia de la política,
de la democracia, el diálogo. Tampoco se puede "castigar" una región
esquilando infraestructuras e inversiones o paralizando proyectos como el
Corredor del Mediterráneo. Ni la Generalitat debe ser una gestoría a las
órdenes de Madrid, así como el Parlamento Catalán no es como la taberna de la
bella Lola. En España, que les han inducido a pensar así, dicen que siempre
estamos pidiendo y que somos insolidarios. A estas alturas vale la pena responder?
Que un ex presidente extremeño diga sin rubor y mirando a los ojos "A ver si os habéis enterado, necesitamos
vuestro dinero" resume en síntesis lo que piensan de nosotros. Si un
ministro utiliza las cloacas del estado para combatir "ideas"
políticas, y que una vez destapado el asunto no pasa absolutamente nada, quiere
decir que hablar de diálogo es como una broma de muy mal gusto. La gravísima
iniciativa del ministro se diluirá como un terrón de azúcar, vistiendo la
democracia de complot y menosprecio.
La
independencia de Cataluña, con permiso de los militares !!!, pactada de buen
grado y de común acuerdo con el Estado, propiciaría unas buenas relaciones de
futuro entre ambos Estados y sin duda, con el tiempo, acercaría el espíritu
europeo, hoy inexistente, la modernización de las estructuras del país, el
despertar de las zonas secularmente subvencionadas, la actitud de competencia
industrial o la política homologable, dando veracidad y sentido a la
democracia, hoy en entredicho. Cataluña mejoraría significativamente su
economía y colaboraría con España en el retorno de la gigantesca deuda. De otro
modo, si no hay acuerdo, la deuda de España en Europa se volvería impagable,
con todas sus consecuencias, y su famoso estado del bienestar... una entelequia, una reliquia. Catalunya
devolvería sin problemas su parte haciendo exactamente lo que ahora està haciendo.
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