dimecres, 3 d’agost del 2016

CRÓNICAS EN TINTA AZUL. PORQUÉ LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA SERÍA BENEFICIOSA PARA ESPAÑA

España como entidad supranacional es un proyecto arcaico, obsoleto y fracasado. Es un proyecto con aluminosis avanzada. Pero España se gusta tal y como es, no sólo no ha tenido ninguna aspiración o tendencia a regenerarse, sino que los poderes fácticos y bien ocultos se han opuesto frontalmente con uñas y dientes. Es un modelo centralista y enemigo acérrimo de cualquier tipo de diversidad que, en vez de considerarla como una riqueza, un rico patrimonio cultural, la considera una potencial y peligrosa enemiga de su punto de vista excluyente. Su enferma e ínfima calidad democrática es la que condiciona y cortocircuita, actualmente, la formación de un nuevo gobierno. España ha vivido siempre feliz y lamiéndose las propias heridas a caballo de unas mayorías absolutas que, a la larga, no han sido otra cosa que un freno al progreso y modernización de las instituciones y de la sociedad. Fruto de todo este estado y consecuentemente de una sociedad aburrida y cansada, con la mitad de la población subsistiendo con economía de supervivencia, ha propiciado el advenimiento de nuevas opciones políticas, de nuevas maneras de decir y de hacer, que los ha cogido con el paso cambiado y como un petardo les ha estallado en las manos. No se avienen ni contemplan la política de pactos, de hablar, de ceder, de compartir. Ni saben ni lo han querido nunca. Tanto vale para el P.P como PSOE, son la misma alma de un pensamiento arcaico, prepotente, autoritario y excluyente.

Sánchez le aconseja a Rajoy que se siente en una mesa y dialogue con los nacionalistas catalanes, lo que no hará nunca porque no es un político homologable al común europeo, no entiende de diálogo, sólo de ordeno y mando. Sin darse cuenta de que él haría exactamente lo mismo, también Iglesias y Rivera. Deben recurrir a los tribunales porque no saben ni qué tienen que hacer, y con unos tribunales afines se quitan el muerto de encima y celebran el poder tener una Cataluña amarrada, domesticada, temerosa y obediente. Es su paupérrimo sentido de la democracia. El antediluviano atraso de la España profunda, ha sido en cierto modo regenerado por el activismo social y el europeísmo "congénito" de Cataluña, que ha despertado conciencias y ha sugerido mejoras en todos los ámbitos. Que nunca le reconocerán ni mucho menos agradecerán, pero es un hecho indiscutible. Ha sido una locomotora a nivel peninsular en todos los sentidos, eso sí, con muchos vagones con ruedas desinfladas. Rajoy no lo entiende así, en 2006 protagonizó uno de los episodios más reprobables de esta democracia, se vistió de telonero para iniciar una campaña a nivel de toda España en contra del Estatuto de Cataluña, que encubierta y realmente fue una especie de plebiscito en contra de Cataluña. No pueden hacer más, no saben más, sólo hacer daño, odiar y prohibir.



Ante lo que muchos llaman vergonzosamente el "desafío" catalán, dicen que cualquier desavenencia debe corregirse con diálogo y ambas partes en la mesa. Nunca como iniciativa de una parte. Y uno se pregunta cómo se consigue este consenso si el único interlocutor que hay enfrente tiene una pared. En esta tesis se apunta semanalmente Zarzalejos en su pesada y larga cruzada contra el nacionalismo. Tampoco es de recibo el tratamiento sistemático de negación, humillación y desprecio que el gobierno de España dispensa a todo lo proveniente de Cataluña, siendo su vicepresidenta una alumna aventajada, por la sencilla razón de que todo se puede hablar, no hay nada que esté vetado para hablar. No es trabajo del T.C, ni de los jueces, es la esencia de la política, de la democracia, el diálogo. Tampoco se puede "castigar" una región esquilando infraestructuras e inversiones o paralizando proyectos como el Corredor del Mediterráneo. Ni la Generalitat debe ser una gestoría a las órdenes de Madrid, así como el Parlamento Catalán  no es como la taberna de la bella Lola. En España, que les han inducido a pensar así, dicen que siempre estamos pidiendo y que somos insolidarios. A estas alturas vale la pena responder? Que un ex presidente extremeño diga sin rubor y mirando a los ojos "A ver si os habéis enterado, necesitamos vuestro dinero" resume en síntesis lo que piensan de nosotros. Si un ministro utiliza las cloacas del estado para combatir "ideas" políticas, y que una vez destapado el asunto no pasa absolutamente nada, quiere decir que hablar de diálogo es como una broma de muy mal gusto. La gravísima iniciativa del ministro se diluirá como un terrón de azúcar, vistiendo la democracia de complot y menosprecio.


La independencia de Cataluña, con permiso de los militares !!!, pactada de buen grado y de común acuerdo con el Estado, propiciaría unas buenas relaciones de futuro entre ambos Estados y sin duda, con el tiempo, acercaría el espíritu europeo, hoy inexistente, la modernización de las estructuras del país, el despertar de las zonas secularmente subvencionadas, la actitud de competencia industrial o la política homologable, dando veracidad y sentido a la democracia, hoy en entredicho. Cataluña mejoraría significativamente su economía y colaboraría con España en el retorno de la gigantesca deuda. De otro modo, si no hay acuerdo, la deuda de España en Europa se volvería impagable, con todas sus consecuencias, y su famoso estado del bienestar... una entelequia, una reliquia. Catalunya devolvería sin problemas su parte haciendo exactamente lo que ahora està haciendo.