divendres, 19 de juny del 2015

HABLANDO DE TODO...

Las personas menos exigentes, más dialogantes, de carácter sosegado y tranquilo y con una formación "normal", suelen ser bastante más transigentes y a valorar los impedimentos o las desavenencias desde una posición más centrada. Alejados de las estridencias, los gritos, la blasfema o, incluso, de la agresividad. Son gente dada al consenso, el acuerdo y a la realización de objetivos en común. Tienen un punto de vista constructivo y respetuoso en relación a los bienes públicos y se ajustan mayoritariamente en que las leyes determinan, las normas aconsejan, y suelen entender que una comunidad no es viable si no es mediante el establecimiento de impuestos a los que todos estamos obligados con el fin de tener un bienestar compartido. Se trate de mobiliario urbano, oferta académica y cultural, cuidados médicos o pensiones de jubilación.

Todo ello con independencia de la eficacia, acierto o calidad democrática del país que se trate. No en vano los países nórdicos son los que tienen la tasa más alta de calidad democrática entre sus ciudadanos. Y donde menos en los países del sur. En el otro lado del escenario se agrupan todos aquellos que o bien creen que no es necesario un Estado, o que el estado les proveerá de todos los bienes posibles, incluyendo los públicos y privados y que se creen con el derecho inalienable  de tener de todo. O sea, los que trabajan por un estado fuerte y democrático, y los que constantemente se preguntan qué puede hacer el estado por ellos. En España ha habido una cultura sindical, si se puede decir cultura, que durante décadas ha hecho lo imposible para complicar, y en algunos casos derrumbarse, la supervivencia de las empresas. Y me estoy refiriendo a empresas medianas y grandes. Abuso incontrolado de las bajas por supuesta enfermedad, sabotajes sangrantes en cadenas de producción, huelgas salvajes con destrozos, amenazas, siliconado de cerraduras, agresiones a propios compañeros, rotura de ruedas y cristales de autobús, etc. Y ni la más mínima inculpación en nombre de un traicionado derecho a la huelga. Bienes que hemos tenido que pagar los demás con nuestros impuestos. No hemos tenido sindicatos daneses o suecos, para entendernos. Y siempre algo queda.

En este país hay un indeterminado y voluminoso número de personas que cobran pensiones obtenidas en los años setenta y ochenta, que son ofensivas para muchos, y fueron obtenidas por inconfesables desaguisados ​​de unos y el mirar para el otro lado de otros. Como por ejemplo dolor del dedo pequeño, dolor ilocalizable de espalda o pérdida de concentración. Leyendo esto es probable que muchas personas se sientan dolidas u ofendidas. En este caso sepan seguro que no va para ellas. Todos sabemos de qué pie calzamos. A raíz de lo que hablábamos al principio, la mayoría de personas razona y reflexiona para dirimir las cuestiones más diversas y adopta un tono conciliador aunque defendiendo su punto de vista. Otros, con el rostro enmarcado por el enfado y la pillería del desprecio, ignoran otras razones que no sean los gritos, la provocación y el pobre argumento disfrazado de razón. Las dos caras y el tortazo como verdad suprema. Y que nadie olvide que a la hora de depositar el voto en la urna, igual vale uno como el otro. Esta es la grandeza de la democracia que todavía muchos no han entendido.

España tiene 1.100.000 analfabetos según estadísticas oficiales, pero la realidad le suma muchos más. Es un pecado? Evidentemente que no, bastante pena tienen. Pero mientras el resultado de la encuesta no sea del ciento por ciento hace que determinadas cuestiones sean muy difíciles de cultivar con las herramientas de la ponderación y la moderación. Ya sé de sobra que hay gente formada que son unos golfos, de la misma manera que gente sencilla nos pueden dar lecciones de saber estar. Pero hablamos de generalidades. Y tanto a unos como a los otros: menos exigencia, menos arrogancia, más moderación, más diálogo, una pizca de educación y una consideración a los demás.