dimarts, 6 d’octubre del 2015

SENSIBILIDAD Y SENTIMIENTOS

Alguna vez han sentido la voluntad o el deseo de buscar o encontrar respuesta a sus inquietudes mediante la música? Para mí diría que casi es congénito, yo creo que desde aquel tiempo en que arrastraba mi culo por tierra, siempre he tenido a la música por compañera, consejera, amante, evocadora y liberadora de todas mis pasiones. Por suerte nuestra desde que el mundo gira en medio de la inmensidad del universo, el único lenguaje que ha unido a la humanidad ha sido la música. No hay que estudiar, ni vocalizar, ni traducir, todo el mundo lo entiende. Tan sólo hay que tener un corazón normalito y un mucho de sensibilidad para apreciar lo inmaterial. La música es un arte supremo, y el arte se siente, se admira, se sufre incluso. "La música es la palabra del alma sensible como la palabra es el lenguaje del alma intelectuall".

En un pasado no muy lejano, seguramente por escasez de medios materiales, se consideraba la ópera o la música clásica como géneros elitistas y clasistas, pero esto, como tantas otras cosas, hoy ya es sólo una utopía, afortunadamente. Hoy está prácticamente al alcance de todos, y la cantidad de medios para su audición es casi inalcanzable. Hay escritas en el pentagrama de la historia tan bellas páginas que se hace imposible no caer rendido, fulminado, tocado, ante determinadas partituras. La ópera gusta o no, no hay término medio. Pero me atrevo a decir que en muchos casos, si no gusta, es sencillamente por falta de atención, por esta falta de perseverancia que nos aleja de sensaciones insospechadas. Se podría establecer un símil con la contemplación apresurada de una bella obra pictórica. Si en vez de desfilar ante ella como el que mira el campanario del pueblo vecino, no apreciamos nada en absoluto. Pero si nos paramos delante de ella descubriremos colores inauditos, expresiones humanas, como un mensaje implícito del maestro que en su día nos quiso explicar algo a través de un lienzo. Todas las expresiones del arte son un puro mensaje.


Cuando Gustav Mahler compuso su 5ª sinfonía, no solamente creó una descomunal obra sinfónica de altísimo nivel, sino que a través de ella nos habla de la muerte, el sufrimiento y las nubes negras que se ciernen sobre la Europa de principios del 1900. Los grandes artistas casi siempre crean sus obras bajo la influencia de su estado de ánimo, sean tristes o alegres y, de este modo, nos permiten ver más allá de unos movimientos musicales o de un óleo indescifrable. Mozart, Giordano, Puccini, Verdi, Rossini, Wagner, Donizzetti o Bizet, no son sólo genios de la música, son grandes arquitectos de la vida que con sus obras edifican nuestra sensibilidad y modelan nuestros sentimientos.