dijous, 10 de setembre del 2015

ENSEÑANZA Y POESÍA

Dentro de pocos días todos los niños y otros que ya se afeitan comenzarán un nuevo curso escolar. Algunos pequeños lo harán con lágrimas en los ojos, mientras que los de patillas pobladas entrarán en sus aulas entre saludos y bromas más o menos sinceras. Cada año por estas fechas me viene a la cabeza mi ya muy lejana experiencia colegial. Todo era muy gris y la enseñanza muy rígida, por decirlo suavemente, suavidad que es una grande y piadosa mentira. Estudié en un colegio religioso hasta que los pelos de las piernas empezaron a brotar. Tampoco creo que la enseñanza pública se diferenciara demasiado, es más, seguro que mucho peor, al menos en instalaciones, espacios y actividades extra escolares. Pero en cuanto al cuadro docente, realmente lastimoso en ambos casos. No guardo ningún grato recuerdo ni de maestros ni de hermanos, unos por vocación superflua y los otros supongo que por sueldos de hambre y miseria. A pesar de las alocuciones como Signum fidei o Ora et labora que presidían la congregación Lasallista, la ayuda al necesitado y el saber cristiano, mis únicos vídeos mentales registrados son de prepotencia, férrea disciplina, tics de homosexualidad, hipocresía y fanatismo religioso .

Tampoco quiero exagerar, ni tampoco he heredado convicciones de ningún tipo, supongo que son rémoras compartidas por millones de personas. Mi duda es si la enseñanza actual ha evolucionado hacia la excelencia por parte de los enseñantes. Si las encuestas dicen la verdad, el maestro que nos gusta no es el diligente que llega puntual a clase y cumple meticulosamente con el programa. Los adolescentes ya no están por los abucheos, los toques de pito o las aburridas y repetitivas lecciones en las que uno declama como un loro cuestiones vagas y difusas en un tono reiterativo, mientras el resto se revuelven en el asiento medio adormecidos sin parar de bostezar . Ni se enseña ni se aprende. "Muéstrame un corazón que esté libre de necios sueños, y te enseñaré un hombre feliz". La pasión es necesaria en el que se hace y cuando lo tenemos que transmitir a un cerebro puro y limpio, deseoso de aprender, aun tenemos que poner más énfasis. El profesor debe sentir esta necesidad imperiosa de transmitir el conocimiento cautivando el alumnado, no repitiendo unos textos recitados sin temple y exentos de contagio, huérfanos de convicción, muertos antes de empezar el primer aliento. El educador debe ser un artista creativo, innovador, buen comunicador y el mejor compañero. Para tener éxito no es necesario estar en el estrado, al contrario, integrado como un compañero más del grupo, pero sabiendo ser líder, arrastrando las creencias e ideas para que todo el mundo participe y disfrute. "Sólo en soñar tenemos libertad, siempre ha sido así, y siempre así será".

Carpe diem, aprovecha el momento. El día de hoy no se volverá a repetir, vive intensamente cada instante. Aprende a amar el conocimiento, sólo así conrearás tu personalidad y, con ella, sabrás y podrás dar vida a los demás también. No te permitas caer en el aburrimiento, la indiferencia o la holgazanería. Sueña todo lo que puedas y eleva los objetivos, no te conformes escondido en el anonimato de un grupo o las intrascendencias poco aleccionadoras. Creo que algo ya ha cambiado, ya se hacen las cosas de otra manera, pero me persiste la duda de si ya lo hemos de dar por bueno o debemos seguir hurgando para que el alumnado disfrute estudiando. "Chicos, tenéis que esforzaros para encontrar vuestra propia voz. Por qué cuanto más tiempo esperéis para empezar, menos probabilidades tendréis de encontrarla”. La mayoría de los hombres llevan una vida de silenciosa desesperación. No os resignéis.

Si no hemos tenido un Robin Williams en nuestras vidas, alguien nos ha negado la oportunidad de ser mejores de lo que somos. Y no hablo de ingresar en el Club de los poetas muertos, sino, solamente, de enseñar y aprender. Carpe diem.