Según publica el Consejo de Cámaras de
Comercio de Catalunya en su Memoria económica de Catalunya 2017, se ponen de
manifiesto multitud de datos que desmontan, hacen trizas, las alarmantes
previsiones que durante el último trimestre de 2017 formuló el Banco de España
como arma de combate contra el proceso secesionista de Catalunya. Catastrofistas
y asfixiantes con una previsión de costos súper multimillonarios para esta
comunidad. No se han cumplido, antes al contrario. El gobierno español aprobó
un decreto exprés para facilitar el cambio del domicilio social de las empresas
con el objetivo de mantener un relato alarmista y que generara alarmismo y
desconfianza en el proceso independentista. Vano es decir que la marcha de una
sola empresa es una mala noticia. Lo que no se explicó es que los centros de
producción y los puestos de trabajo seguían donde estaban. En 2017 cambiaron de
domicilio –social- 2536 empresas, y en ese mismo período marcharon 1279 empresas
de Madrid, de las que nadie dijo nada. De la misma manera se vendió la falsedad
de que la Agencia Europea del Medicamento no se estableció en Barcelona por
causas directas de la situación política. Se escogió Ámsterdam y no por ello
nadie imputó a Catalunya como culpable de que no se establecieran en Milán o Copenhague
que también aspiraban a la elección.
Si algo ha enturbiado la situación
económica no ha sido otra cosa que la desatención del gobierno español, el
alarmismo infundado y la sangrante desinversión en infraestructuras –que con
nuestros impuestos nos pagamos de sobras-. Catalunya tiene el 16’2% de la población
de todo el Estado, representa el 19’2% del PIB, aporta el 21’3% de la recaudación
total de impuestos y el 25’6% de todas las exportaciones. Por el contrario solo
recibe el 13’5% de la inversión pública del Estado. Estamos hablando de datos
contrastados, emitidos por un organismo oficial, no del tío Genaro el otro día
en la bronca del bar.
Ha habido desinformación, tergiversación y
confusión mal intencionada y a niveles de linchamiento absolutamente impropios
de un país democrático, si es que damos por supuesto que lo sea. Por demás
sabemos que una cosa es la gimnasia y otra coger una pea como un piano. ¿Moler
a palos a una población indefensa y terciar para hundir la actividad económica
de ese pueblo, son medidas aceptables de un estado de derecho? ¿Podría darse la
misma circunstancia, los mismos hechos, en Inglaterra, Holanda o Finlandia, por
nombrar unos pocos? Se imaginan –aunque les cueste un gran esfuerzo- que
habiendo desavenencias políticas importantes en Alemania con el land de Baviera,
se les ocurriera arruinar el land más próspero y coserlos a ostias. Verdad que
parece imposible. Pues estamos donde estamos.
Al parecer este 2018 tampoco va mal del
todo, de momento. En el primer trimestre el PIB catalán ha crecido un 0’8%, el
doble que la media de la Unión Europea y con unas previsiones del cierre anual con
un crecimiento del 2’9%. No está nada mal. En veinte años Catalunya ha
evolucionado de tal forma que ha girado como un calcetín los datos: En 1995 las
ventas a España representaban el 63’5% del total. En 2017 el 64’5% fueron
ventas al extranjero. No deja de ser curioso que frente a los miedos, las amenazas
veladas y las presiones de todo tipo, no hayan hecho mella en Siemens, Amazon,
Nestlé, Facebook, Allianz, Oracle, Mediamarkt i Lidl, que presentan unos muy
buenos credenciales vía inversiones en Catalunya para este mismo año. Y Mercadona
también.
En ciertos centros de poder europeos se les
empieza a colgar la mosca en la oreja. Otra cosa es que por razones
estrictamente diplomáticas y de buen vecindario, se maten las moscas en voz
baja. Con el cambio de gobierno parecen abrirse puertas con renovado aire, no
quisiera equivocarme pero mucho me temo que no será otra cosa que el aire
acondicionado de verano. Ya saben, Spain is different!
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