Mala suerte, me he partido el menisco. El
menisco izquierdo. Afinemos un poco más, de eso hace ya tres o cuatro años, no
ahora. En su día ya me dijo el cirujano que ya no se opera el menisco de forma
protocolaria y automática. Tan solo en casos en que se considera necesario. Me
he acordado hoy, anticipo del tiempo estival que está al llegar y antesala de
los itinerarios en bicicleta. La bicicleta emite un ligero chasquido a cada
vuelta de pedal, que coincide exactamente con el chasquido emitido por mi
rodilla maltrecha. Nada preocupante si lo comparo con las docenas de ruidos,
pulsaciones, mialgias, punzadas y pequeños dolores que exhala mi cuerpo entero.
Un cataplasma, vamos. En invierno me divorcio de la bici, por pura cobardía. En
donde yo vivo las temperaturas invernales son un tanto inhumanas y lo último
que haría sería pegar aquel maldito sillín a mi culo. Además, la tengo en la
playa, lejos de mis adoradas montañas. Ya me encuentro en la playa, poca gente,
ventadas por la tarde, paseos matinales, comidas frugales, mucho pescado y
ausencia absoluta de tetas y de machos alfa dispuestos a comerse lo incomible.
Por las noches lo de siempre, o casi. Hojeo
el periódico, me calzo los cascos y dejo que la música me amanse, como a las
fieras. Cuando me parece que lo que oigo es digno de compartir, lo hago
mediante un grupo de Facebook que creé ya
hace algunos años. Había permanecido casi siempre bajo mínimos sin embargo,
ahora, se ha recuperado y se encuentra en unos niveles de participación muy
prometedores, y va al alza. Hay un grupo de personas muy activos que llena la
página de buena y variada música. Yo soy muy repetitivo, cansino diría yo.
Aunque la mayoría de agregados derrochan amabilidad prestando atención a mis
publicaciones. PEN CLUB MÚSICA, por si a alguien le puede interesar y compartir
sus gustos musicales.
Ahora es tiempo de renuncias también. Aquí
suelo pasar de puntillas sobre la información política de los periódicos. Es
como un hartazgo la temática de las peleas diarias y el quítate tú que me pongo
yo. Que si han encarcelado a Urdangarin, que si se presentan no sé cuántos para
presidir el PP, que si Susana dice que a los catalanes ni agua, que como
Sánchez no se coalicione con otros, su recorrido será efímero. Que si el
presidente hace footing por la mañana en los jardines de la Moncloa –que a mí
me importa un huevo-. Aunque reconozco que Sánchez corre con estilo de deportista,
al revés del anterior, Rajoy, que corría como si estuviera escaldado o con
ansias de llegar al retrete. En fin, al mediodía comparto plato con las
noticias televisadas, por la noche ya no. Miro las estrellas y el reflejo de la
luna sobre el mar, y si no hay luna, me lo imagino. También miro las olas, y si
tampoco hay luna, las oigo.
Me han entrado furibundas ganas de oír el
pasodoble de España Cañí y mandarlo al Face. Leo no exento de asombro, como
diría un entendido, que en el último programa de Supervivientes, que no he
visto jamás, un tal maestro Joao ha podido hacer realidad uno de sus sueños:
ver y tocar el culo de Jorge Javier Vázquez. Como lo oyen. El tal Joao, que no
sé si será vidente, le pudo leer el futuro a Javier, nada más y nada menos que
reflejado en su culo. ¡Coño! Que diría mi padre o cagondiós que diría mi vecina.
Una foto ilustra el notición en la que aparece el divo televisivo con los
pantalones en los zapatos y al realizador de sueños arrodillado frente al
famoso culo. Y al parecer, no es que no tenga pelos en la lengua, es que no
tiene pelos en el culo. Joao profetiza que el divo venderá su casa, cesará su
periplo televisivo, etc. Y a Juana de Arco pongo por testigo de que un
servidor, que tiene los ojos nuevos de trinca, por más que miro la foto, no
olerla, no veo letra alguna en esa masa muscular al fresco y a un palmo de la
nariz del vidente. Ya me perdonarán, amigos y amigas, pero solo de pensar en el
sillín de la bici, creo que no la cogeré más. ¡Es que hay que joderse, que diría
mi abuela! Si esto es información/televisión, yo soy Giacomo Puccini.
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