divendres, 25 de maig del 2018

COGE LA PASTA Y CORRE

Queridas amigas y amigos, la función va a empezar, lo que ignoro es cómo acabará. Los payasos han sido retratados, el maquillaje cubre las caras duras y la carpa abarrotada de público clama venganza y castigo. Como resultado de tal evento, la atmosfera ha sido invadida por una espesa y contundente nube. Nube que al parecer va preñada de ingentes cantidades de mierda pura. Es el gran día.

Durante años han querido intoxicar, y lo han conseguido, con que los artistas catalanes eran los desestabilizadores del tablero español. El bombardeo de insidias y calumnias ha sido demoledor. Los insultos y humillaciones, dignos de la taberna más pestilente. Y como ya sospechábamos los payasos del grupito catalán no han sido más que los enanitos de las representaciones. Los bufones a los que se les puede pegar y mancillar. Los grandes artistas y cabecillas del mayor desfalco político de esta triste historia, no han podido evadirse ni en sus lujosos carromatos.

Si el sideral robo se hubiera perpetrado en algún circo democrático europeo, a estas horas habría ya centenares de dimisiones. Aquí no, aquí no dimite ni el mico del circo. España cañí en todo su esplendor. El jefe de filas ha manifestado a la COPE “El gobierno asegura que no le afecta de ninguna manera la sentencia”, la sentencia de la Gurtel. O sea, no le afecta que su tesorero durante décadas, cargos de confianza, diputados, ministros y aliados diversos, hayan sido sentenciados a décadas de prisión. Al parecer ni le afecta “de ninguna manera” la gravedad de la lista de delitos cometidos: asociación ilícita, fraude a la administración pública, prevaricación, blanqueo de capitales, delitos contra la hacienda pública, tráfico de
influencias, apropiación indebida o estafa procesal.

Y siguiendo con las piruetas desde lo alto del trapecio, ha seguido no sintiéndose afectado por la sentencia. Ni que se haya confirmado la existencia de una caja B del partido de los trapecistas, con una estructura financiera y contable paralela a la oficial, al menos desde el año 1989.
Tampoco cree que le afecte de “ninguna manera” que el tribunal haya acreditado la existencia de un auténtico sistema corrupto entre el grupo del saxofonista Correa y los levantadores de pesas del PP hasta el punto de que, según sentencia, se creó en paralelo un autentico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación y contratación pública central, autonómica y local. No parece afectar tampoco al hombre bala, la serie de despropósitos de toda índole que recogen los 1700 folios de la sentencia. Ni se dan por enterados de las partidas de cartas que jugaron a la sombra de la carpa, en las que, en vez de sota, caballo y rey, había sobres rellenos de espuma líquida, ¡alehop! ¡Al bolsillo!

¿Qué más se puede decir de los integrantes de ese circo? Afortunadamente ha sido necesaria la intervención de la justicia para clamar al cielo lo que Pagliacci balbucea al final del drama en escena, “La Comedia e Finita”. Algunos nos preguntamos, no saliendo del asombro, si puede llegar a ser cierto este drama, si es verdad que esta compañía de funambulistas trashumantes forma parte del gobierno de un país. Si no es un sueño que se castigue un rapero a tres años y medio de cárcel o se mantengan en prisión preventiva de incierto final a personas que no han sido procesadas. Que un primero de octubre dictaminaran el apaleamiento del paciente e inocente público que había comprado su localidad. ¿Cuál será la opinión de la Europa democrática acerca de este monumental galimatías? Estamos hablando de corrupción en su más exigente acepción, adscrita como las lapas a las más altas esferas de un país.

Empiezan a surgir voces de otros circos que se sienten ofendidos. Desconfío. Cuando Aznar subió al poder dio por finiquitada la última etapa de González, un despropósito de cajones rotos. Con Aznar ya saben por dónde anduvieron los tiros de feria i siempre toca. Con el hombre bala queda todo dicho. Mociones de censura, elecciones… ¿quién quiere ser director del nuevo circo? ¿Sánchez? ¿Rivera? Sin palabras. La Comedia e Finita.

dilluns, 14 de maig del 2018

PALABRAS AL CAER EL CREPÚSCULO


Aparentemente rejuvenecido, fruto de una dieta de adelgazamiento iniciada por voluntad propia, mantiene esa apariencia de hombre duro, no huraño, altivo, que dicen algunos. Pero no tarda en descubrir su lado más conocido y cultivado por él; el sentido burlesco y cómico que le lleva a reírse de casi todo. Pero jamás esconde la fortaleza de sus convicciones, defendidas a capa y espada.


-Nombre, lugar de nacimiento y edad.

-Llene usted la casilla como mejor le parezca, no recuerdo mi nombre. Abrí los ojos en una plaza ajardinada, llena de dalias y geranios. Años hay los que median desde el ecuador de una pérfida dictadura hasta hoy.

-Su físico alienta una imagen de hombre serio i cabal. ¿Tiene de que arrepentirse?

-Claro, naturalmente que sí. Presénteme a alguien que no tenga nada de que arrepentirse. Erramos el tiro demasiadas veces.

-Qué le dice la palabra Cultura con mayúscula?

-Me dice bien poca cosa. Aborrezco magnificar algo que forma parte intrínseca de la vida. Cultura es casi todo: una imagen, un gesto, la música, la pintura, la escultura, el turismo bien entendido, el pan horneado, los modales, las lenguas, la literatura, la mirada de un niño, el teatro, el cine, yo qué sé. Cultura es todo en nuestra vida. No es un día en la ópera o recitar una frase requemada. Si hemos de hablar de cultura con mayúscula entonces estamos perdidos. Con mayúscula significa ocasión, momento, circunstancia. Y la cultura es continuación, actitud, disposición.

-Cree que en España hay cultura o al menos iniciativas estatales para promoverla?

-Le voy a hacer un símil también requemado; España es un país de pandereta. No se ha hecho nunca nada en favor del aprendizaje, antes al contrario. Se ha promocionado la chabacanería, la ordinariez o el gusto por martirizar los animales. Propio de países subdesarrollados. Ya se sabe, un país medio analfabeto es cien veces más manipulable que una sociedad culta.

-Ve con buenos ojos que los gobiernos destinen presupuestos importantes para el sostenimiento de ejércitos, iglesia o asociaciones privadas de cariz político?

-Tales cuestiones me remiten inequívocamente a la pandereta. No tengo más que añadir. Huyo de uniformes y de uniformidades.

-Todavía fuma tanto?

-Me lamento de tener que afirmarlo, sí. Soy como una burbuja dentro de otra. Pestilente y dañina.

-Ha sentido miedo alguna vez en la vida?

-El miedo, o los miedos, son como de la familia para mí. Ignoro para los demás. Cada vez que tengo una duda, la amenaza de lo desconocido, el enigma de una ansiada respuesta, noto temor, siento miedo de lo venidero, temo no estar a la altura de las circunstancias. Me molestan los secretos, lo inexplorado. Y todo ello me influye, hace tambalearse mi ánimo y mi percepción de la realidad. Incluso creo que trasciende a lo personal. Me acuso de haberlo contagiado, en uno u otro pasaje, aun sin quererlo, en casi todos mis libros.

-Usted se encuentra en la edad…madura, algunos dicen que es la mejor en la vida de un escritor, la más prolífica, la más intuitiva. ¿Por qué dejó de escribir?

-¿Quiere una respuesta importante, impactante? Pues siento no podérsela ofrecer. Me cansé, me aburría…, me abandonó el gusanillo de la necesidad, de tener que hurgar de nuevo cada día en busca de no se sabe qué...

-Pero hay miles de personas que opinan lo contrario, usted gusta.

-Me cansé de exigirme, de obligarme, de tener mis pensamientos equivocados, de esperar que fluyeran las ideas como puñados de cerezas. Tenía miedo de fracasar, de hundirme en el foso de la indiferencia, de ser rechazado. Llegó un día en que dudé muy seriamente de mi capacidad para escribir. Y lo dejé, cerré mis archivos y sellé mi conciencia. Abrí la ventana y descubrí que ahí fuera había otro mundo sin folios, sin tinta, sin prisas. Y el aire penetraba fresco envolviendo mi rostro y pacificando mi corazón. ¿Qué onceavo mandamiento me obliga a trabajar hasta el crepúsculo de mis días? Ninguno. Y porque no, me gustó la vida que tenía enfrente y no veía.

-Hábleme de envidias y soledades, si es que las conoce.

-Sí, creo que sí. Vienen frecuentemente por aquí. Las conozco. La envidia la he leído por ahí descrita como un estado mental en el que existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que otro tiene, sean bienes o cualidades personales. Bien, podríamos aceptar el significado dado, pero son tantas las variantes que… Mire, si decimos, por ejemplo, me gustaría saber tanto como el ingeniero que levanta puentes o rascacielos. Esto es una envidia sana, constructiva, incluso admirable. Dando por sobreentendido que el tal envidioso es alguien con voluntad de estudio o trabajo. Pero si decimos, me gustaría tener el cochazo que conduce aquél hombre, pero se pasa el día jugando a las cartas en el bar con los amigotes, esto ya es una envidia repugnante, casi que es odio disfrazado de reconocida ineptitud. Pero hay muchas más variantes, muchísimas. Tiene un cierto parecido con los celos, pero esto ya es otro cantar. Los celos amatorios suelen descansar en la desconfianza, en la pobreza de espíritu. Los celos justificados sí que llevan aparejados el dolor y la frustración. Se da el caso que viví uno de estos dramas en mi círculo de amistades y, créame, le puedo asegurar que llevan una carga de tragicomedia que van más allá de lo soportable.

-Y que puede decirme de la soledad.

- En este momento poco o casi nada. Es tarde y la brisa araña mi añeja piel y supongo que la suya, aunque más joven. Creo que lo más sensato que he leído es aquello de, si estas solo y sientes la soledad, ahí empieza el problema.


Le dejé sentado, en el jardín. Me llevé la duda de si aquel hombre de ojos vivarachos y gestos resolutivos no volvería algún día a pulsar las teclas. Parecía contento y desinhibido, pero algo me decía que quizá sí que acusaba una cierta soledad lejos de sus papeles. Sentir la soledad cuando uno está solo, dijo. Me salí con la mía, no se habló de libros, ni de ventas o fracasos. Solo del hombre, y eso era lo que me interesaba. Tras la larga hilera de cipreses, a lo lejos, se ocultaba claudicante el rojizo sol tras las montañas. Todo hombre tiene dos caras, la que se ve y la que describe en silencio y tiempo, mucho tiempo.
Abril 2002.

dimarts, 8 de maig del 2018

LLUVIA DE CACA DE VACA


Llueve a cántaros, el limpia no da el abasto con el agua que cae y las ruedas parecen flotar. Mal día para jugarse el pellejo en la carretera. Me cruzo con otros automovilistas en sentido contrario que no parecen inmutarse con la tormenta, bien, ahora es el momento, el preludio de la gran ostia que se va a producir en cualquier momento. Ya se sabe, el hombre es el único animal que siempre tropieza con la misma piedra. Son inútiles las advertencias, corren y adelantan. Allá ellos, también yo me puedo encastar en el culo de un camión durante cualquier lance resbaladizo, pero al menos soy consciente de lo que está en juego. Poca visibilidad y condensación en el parabrisas. Llevo recorridos 90 km, ya solo faltan 510. Despacito y buena letra.

Tengo que llevar el perro al veterinario, le ha salido un pequeño bultito en el vientre. Creo que será un quiste, poca cosa. Aunque, la verdad, quizá tendría que llevarlo al psiquiatra, es un pulguero muy perspicaz y atento. Inteligente podría decir, pero entonces ya no sería ningún perro especial, sería como todos. Y no lo es. Tengo una transferencia pendiente, los muebles de la habitación de la niña. La semana que viene, no hay prisa. Todo el mundo quiere cobrar, coño. Tengo ganas de fumar, pero he dejado la chaqueta en el maletero ¡dios! Padre anda cabreado, dice que su pensión es una mierda, y razón no le falta, creo que todo este embrollo de las pensiones no es otra cosa que una estafa colosal. Pasas la vida con más estrecheces que ilusiones, te haces mayor y depositas grandes esperanzas y proyectos para cuando dejes de estar en primera fila. ¿Y cual es el resultado, qué es lo que te espera? Pues que te mandan una bonita carta comunicándote tu nueva situación y que concluye con el lanzamiento a tu morrera de una nutriente y voluminosa tifa de vaca, con un lacito escrito en tinta transparente que dice “Querido pringado, le deseamos un pronto fallecimiento para podernos ahorrar su mierda de pensión”.


Arrecia la lluvia, se han encendido los focos y todavía veo menos. Me detendré en un área de servicio, un lugar en el que pides un bocadillo de jamón y te dan una berenjena sudada rellena de no sé qué, pero fumaré. Ha refrescado y huele a humedad. Me asalta la tentación de mandar un mensaje, me abstengo. Pero puedo hacerlo cortito, cuatro palabras, no, mejor cuando me detenga. Está el cementerio lleno de IPhone, y ya no funcionan ni recargan batería. Arranco de nuevo, me fumaria otro pito, pero no procede. Me quedan 280 km, todo se andará, la lluvia parece remitir su ímpetu. Mi compañero de fatigas me alerta de proximidad de radar, a quinientos metros, reduzco, como todo hijo de madre. Te echan la foto y te joden una pasta. Cabrones. Puedo decirlo tranquilamente porque estoy en el coche solo. De otra manera podría considerarse incitación al odio y ¡zasca! al juzgado ¡Caguendiós!

La autopista discurre entre valles verdes, por aquí los pastos son pinceladas comunes en el paisaje. Los rebaños de ovejas salpican el campo de puntitos blancos. La lluvia quedó atrás y el sol comienza a desperezarse entre veloces nubes que buscan el mar para llenar los depósitos. Me quedan 90 km, para subirme al monte Igueldo y dejarme seducir por la bella Easo. Pero eso será ya mañana. Oigo por la radio un señor con mucho mando que canta las maravillas del 155 sin arpa ni violín. Desde que implantamos el 155 todo ha ido bien y se está retomando el buen camino, dice. ¿Mierda! Me acosa la nicotina no ingerida. Voy solo en el coche todavía, nadie me oye, ningún espía en la guantera, vacía la retaguardia. ¿Cómo es posible tener tan mala leche como para decir que todo va bien, cuando todo el mundo sabe que se han propuesto exterminar este país? No me oye nadie ni mucho menos me propongo inducir a odio alguno. Eso ellos. ¡Caguendiós! La sensación es de estar cubierto de mierda hasta el tupé.