“ROSENDU Y DOLORES”
El
Rosendu es un hombre que no sirve para el negocio, o mejor dicho, no sirve para
nada. Tiene tres años más que ella y le preocupa irse quedando sin pelo, que la
bebida ya no le caiga muy bien y, principalmente dos cosas, a saber: que no quiere
servir mesas el domingo y averiguar de una vez por todas quien cojones es el
Niño. Aunque todo hay que decirlo, él le habla al Niño como si fuera su hijo.
Más allá de este perfil es difícil de encontrar algún aspecto que resulte
interesante o atractivo en la vida de este señor. Casi siempre está sentado en
el taburete de recepción mirando las ilustraciones de los Lecturas viejos, y
haciendo los ocho errores del diario. El libro de reservas lo tiene totalmente
prohibido tocar, lo mismo que la caja, ni cinco. Hace tres años anotó cuatro
reservas, con 13 personas, para comer el 17 de julio. Así lo hizo, pero del año
anterior. El cristo que le montó la Sra. Herminia ha quedado como uno de los
días más violentos en la historia de la fonda. Hace 25 años que duerme en otra habitación
en el extremo opuesto del pasillo. No le gusta el fútbol, los toros, el cine,
ni leer, ni la televisión ni la música. Y dicen que las mujeres tampoco, pero
si ve una de esas regateras que dicen "tócame", no le hace ascos, ep,
pero no toca. Ni por supuesto doblar el lomo. Fuma. Si es que Herminia le da dinero.
El par de docenas de cabellos que le quedan se los peina de lado y eso, aparte
de que parece un buñuelo, lo hace más mayor. Incluso, todo él hace como un poco
de contrapelo, de tufillo, ya me entienden. Con su mujer hacen una pareja, un
matrimonio ciertamente extraño, difícil de comprender. De hecho, Rosendu no es
que sea un infeliz, un cabestro. Es más que eso, anda por la vida como un
autómata, como si estuviera solo, para él no existen las motivaciones, las
alegrías o las emociones y se muestra totalmente indiferente ante los sucesos
diarios, como el fútbol, la política, los viajes o el aburrimiento. Bien, el
aburrimiento puede que no venga al caso porque en definitiva vive como dentro
de una burbuja llena de silencio y aburrimiento. Es su mundo. Cualquier chica
de hoy en día diría que este tío está clasificado en la categoría de los
intirables.
La
hija, Dolores, la niña, actualmente tiene 24 años, a diferencia de su
progenitor, tiene una muy bonita presencia. Oportunidades para estudiar no le
han faltado, y ha sabido aprovecharlas. Su preparación académica dista de sus
padres la lejanía que puede haber entre Rocanúa y Sidney. Los padres, ambos,
son burros de solemnidad. Cursó la primaria en el mismo pueblo y el bachillerato
en Barcelona. Los estudios universitarios también los inició en Can pixapins
hasta el tercer año de carrera. El resto y un máster los cursó en Londres. Hoy
es toda una ingeniera de telecomunicaciones, lo que su madre califica de ... no
sé, todo esto de teléfonos y teles. Es alegre como todos los jóvenes pero tiene
muy claro dónde están los límites personales. Algo retraída de carácter, una
pizca de timidez, pero muy agradable en el trato, y la conversación la cultiva
de la manera más agradable. Menos de política se le puede hablar de todo y, muy
posiblemente, le dará sopas con honda a su contertulio. Seguramente es la única
persona, no de la fonda, de todo el pueblo, que el erotismo, el sexo y todas
las inmundicias que casi arrastran a todo el mundo, para ella son temas
ausentes, de momento. Ella en la fonda no tiene ninguna responsabilidad, pero
ha convivido desde que nació y, por tanto, no sólo es su casa, sino que le
guarda un gran aprecio. Como toda persona bien nacida. En la temporada de
verano, sin que nadie le mande, muchos días se pone el delantal y ayuda a
servir las mesas. A su madre no le gusta, a su padre tanto le da con tal de que
a él no le toquen los cojones, dice. Herminia cada verano le dice lo mismo, ya
lo hacen las chicas, niña. Es igual así van más tranquilas, la niña. La madre
quiere que pase por las mesas de los veraneantes preferentes y los enjabone con
lo de los teléfonos y las teles y así verán que aquí hay nivel, que no todos
son como su padre. Ahora hay un poco de mal ambiente puesto que la niña dice
que posiblemente a finales del verano se irá a Helsinki, le han hecho una
oferta de trabajo en una multinacional de casas prefabricadas de madera. El
Niño le decía el otro día a un vecino que no había oído nunca un trabajo que se
llame el Sinki. Cosas de hoy en día. Dolores duerme en la habitación contigua a
la de su madre, la opuesta a la del Niño. Se entiende perfectamente que en el
estante que tiene sólo guarde un cine NIC de lata, con todo este grupo de
fariseos, nunca se sabe. Si pusiera libros de materia de telecomunicaciones
todo lo que podrían imaginar es que quizá planeaba abrir una tienda de
teléfonos y arradios en Rocanúa. Paletos lanudos.
Continuará.
Continuará.
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