dimecres, 27 de setembre del 2017

LA FONDA DE LA HERMINIA (PEDAZO IV)

Pedazo IV

LA FONDA POR DENTRO

Las reformas del 87 vinieron a ser un punto de inflexión, ni más ni menos, en la vida de la fonda, en todos los aspectos. En la planta baja se encuentra la recepción, un poco asilvestrada y sin seguir ninguna pauta o línea decorativa de ningún estilo. En la pared de detrás del mostrador, de manera desafiante, cuelgan dos cuernos grandes como un rayo. Imposible que pertenezcan a la fauna del lugar, más bien me inclinaría por alguna bestia de Mongolia o países adyacentes. No es menos cierto que las maledicencias del pueblo les atribuyen propiedades alegóricas. Antes, en un extremo del asqueroso mostrador de madera pegajosa, tenían aquel hermoso timbre de los hoteles, abrías la mano y apretabas el botoncito ring-ring-ring. Lógicamente cada vez que pasaba un niño por allí ring-ring, y los domingos talmente parecía un festival de timbres pirenaico. El hecho causó el enojo del ama hasta el punto de ordenar al Niño que pegara una chincheta del revés en la punta del timbre. Aconsejada por buenos clientes se llevó el timbre a su cuarto para que no le endiñasen de nuevo un palo los de Hasienda, que no tenían nada que ver. Junto al voluminoso libro de reservas, gentileza de Codorniu, tenían un calendario reproduciendo una belleza morena con una guitarra en las manos, Julio Romero de Torres, del año 1979. Entrando a la izquierda hay yace un enorme perro inmóvil, como abstraído, y no se mueve, nunca ladra, y no se mueve porque es de yeso pintado, le falta una oreja y sólo tiene un ojo. Ahora hace un año que están pensando en cambiar la alfombra de recepción, es de rafia y muestra más agujeros que alfombra, deshilachada, representando un serio peligro para las personas mayores, los de mediana edad y los niños. A la derecha tenemos la puerta de los lavabos y retretes. En el de las señoras pasa los años un destartalado armario donde van depositando los periódicos leídos y los Lecturas de la Sra. Herminia. Aún hay ejemplares de la República. No sé si es prudente señalar que toda esta zona se halla infectada por un hedor que depende del país podría llegar a ser motivo de encarcelamiento. Ay Señor, qué disgusto con las dichosas cloacas dicen a los fondistas. Yo creo que entre los años que lleva esta peste señoreando la zona y lo enemigos que son todos del jabón, si lo arreglaran se encontrarían como solos, abandonados. Añorados, tal vez.


El comedor es el alma mater de un establecimiento de estas características. Tiene un aforo de unas 60 personas que, en la época vacas gordas, se acostumbra a llenar. No tienes la sensación de un restaurante parisino, coqueto e íntimo, pero si se hubieran empleado un poco, seguro que el resultado hubiera sido más gratificante. Uniformidad en el conjunto sí la hay; No hay ni una sola cortina que no esté agujereada, los cubiertos son rigurosamente desiguales en todas las mesas, los manteles tienen unos colores ofensivos a la vista y hará unos cinco inviernos que la Niña les propuso con el fin de incrementar las ventas en invierno, de convertir el comedor en una sala de reuniones para empresas; megafonía, proyectores, pizarra, etc. La Herminia se fue a Barcelona con su marido y volvieron al atardecer con un horroroso atril de plástico con pie, que hoy está tras la puerta del comedor con una cesta de castañas carcomidas. Joder, las mesas están dispuestas de lado y por filas. Como los pupitres de los niños en el cole. De modo que todo el mundo mira al frente y todos los ojos se concentran de repente con un osado reloj de pesas que se detuvo hacia el año del 87, por una sinuosidad involuntaria durante el baile de la conga. Pero hoy, según como, se parece a una caja de muertos puesta en pie con unas bolas dentro.

El aire para acondicionar el comedor en verano, se proporciona mediante cuatro ventiladores de techo como los que tenía Meryl Streep en Memorias de África. Si bien las instrucciones de la señora son bastante precisas: los días pares el 1 y el 3, y los impares el 2 y el 4. Más que nada porque consumen y a la gente mayor no les gusta. Por encima de todo este panorama en la planta baja, el caserón levanta tres pisos. El primero lo conforman las cámaras de los propietarios, el Niño, la hija de los propietarios, las dos criadas del verano y la salita de la gerente Herminia, que es secreta. En el segundo y tercero están las habitaciones de los hospedados, nueve puertas cada piso más dos al fondo del pasillo en las que están los baños. Dieciocho habitaciones para arreglar todos los días. Las habitaciones no son pequeñas, sencillas y orientadas al norte. Todas disponen de un pequeño lavabo que, mayormente, se usa como meatorio de hombres improvisado. Aunque son un poco altos. En su día se plantearon hacer los baños dentro de la habitación, como todos los hoteles, pero el coste se disparaba. El inconveniente viene dado porque la clientela, mayoritariamente, es gente de edad avanzada, y en el caso de los hombres ya pueden imaginarse que casi todos ya tienen la próstata como la trompa de un elefante, circunstancia que obliga a salir de la habitación frecuentemente durante la noche originando un revoltijo de portazos y ruido de zapatillas. El ama siempre se ha negado a poner orinales, que los vacíen ellos, dice, pero claro, el precio es ruido nocturno o aseos infectados y habitaciones malolientes. Las criadas están hasta los ovarios de tanto abuelo y tanta mierda y, por si fuera poco, no hay verano que uno u otro no se cague en la cama, dando pie a una embadurnada general que incluso los pomos de puerta quedan como materia reservada. Colcha y almohadas incluidas. El cuarto de la Herminia, Sra. Herminia, es la más grande, no tiene baño, pero sí orinal. Dos paredes están tapizadas con una especie de terciopelo color sangre, como los antiguos prostíbulos parisinos, y las otras empapeladas con motivos románticos cool azules, con fuentes de agua y adonis desnudos con unos atributos de peso. La lámpara de techo es una estilizada araña con ribetes cerámicos blancos que entrecruza los brazos causando una buena impresión en el reparto del rayo lumínico, si bien nunca jamás ha tenido bombillas. Dispone de una pequeña lámpara sobre la mesilla de noche que es un joven sentado y con la bombilla entre las piernas que se acciona con pera. Del joven cerámico se podría decir que es pariente del maricón, ay, ¡perdón! Del afeminado de la fuente del jardín. Junto al cortinaje que esconde el balcón, un amplio balcón, hay una jaula muy bonita y lustrosa con el pie de metal y filigranas. Dentro hay un loro de vivos colores y el pico amenazador. No da demasiado la lata porque también es de yeso como el perro de recepción. O sea que no puede decir lo de Herminia puta, Herminia puta, tan propio de los loros. Por indicación de la Sra. Hermínia, las chicas introducen pipas dentro de la jaula, dice que dan vida. Ostras qué mujer, qué exigencias más extrañas. Si tuviéramos que hacer una valoración de la estancia en su conjunto, no podríamos por menos de asimilarla con un mausoleo, con una espectacular y sensorial tumba de esbeltas figuras fantasmales. Aunque aquí de mármol, tururú. Hay una puerta tapada con un cortinaje verde oscuro, qué activando los mecanismos oportunos de apertura, da a una habitación contigua que es la del Niño, donde duerme el Niño. Nunca nadie en la vida ha visto esa puerta abierta, y la ama siempre dice que ni siquiera los bomberos la podrían abrir, una roca, el paso cerrado a cal y canto. Más sellada que la tumba del faraón. Del resto de estancias no hay que hacer una descripción detallada dada la exagerada austeridad ornamental de las mismas. Bueno, la Niña guarda con desazón encima de un estante una de aquellas latas que llamaban un cine NIC. Y una simpática fotografía panorámica de la familia Monster al completo. ¿Efectos vinculantes quizás? No, sólo una serie televisiva.
Continuará.


dissabte, 23 de setembre del 2017

LA FONDA DE HERMÍNIA (PEDAZO TERCERO)

Trozo 3

PRESENTACIÓN DE LA FONDA

Ca l’Herminia ocupa un buen espacio de la plaza, y más teniendo en cuenta que hace esquina. El solar es generoso. Una valla de hierro forjado discurre por los dos largos laterales. La entrada es por la esquina, ancha, señorial, con el pavimento reventado y el hierro forjado huérfano de pintura desde que se inventaron los canalones de la fonda. Por encima de la puerta el forjado adopta la forma de arco y con letra, así mismo de hierro y oxidada, dice FONDA HERMINIA. Al igual que los ranchos del oeste americano que tienen treinta mil km2 con un rótulo curvado en la entrada y el nombre de un pistolero de renombre con dos cuernos de cojones, eso sí, los 190 km de la valla están hechos con troncos de pino de Oregón. El jardín estoy seguro de que se diseñó en su día buscando un aire modernista, acogedor, reservado y silencioso, con una magnífica vegetación importada por los llamados indianos, que no llevaban pluma en la cabeza, pero se hicieron de una pasta por allá lejos, en el Caribe. Hoy desgraciadamente el jardín es una mierda como un piano viejo. Sucio, descuidado, con cuatro plantas espontáneas a la espera de que llueva, sin grava por el sendero, tres farolas bizcas y en la puerta de acceso al establecimiento una bonita cadena que cuelga atada a la cresta de un hermoso gallo, pero ¡ay! sin la campana. A la entrada de un pequeño almacén, en un lateral del edificio, todavía se puede ver hoy un trozo de madera pintada, si bien despintada, que anuncia REFORMAS SISCO, sin duda un descuido de la última reforma de 1987. Inicialmente, bajo un gran abeto que todavía respira, había una jaula con un jabalí que hacía las delicias de los niños y la desconfianza de los adultos, se llamaba Rocky, como Rambo, vaya, Sylvester Stallone. El pobre Rocky no era agresivo como su homónimo neoyorquino que le pides la hora y te pega un puñetazo en la boca que te han de cantar el miserere. No, ni pensamientos, fíjese qué paciencia tenía el animal que alguna tarde de invierno el Niño le ponía un collar y se lo llevaba de paseo al bosque. Que nadie se preocupe, ya contaré más adelante quién es el "Niño". También es para recordar la fuente en medio de la jardinería que con su rumor de agua brotando en estado líquido creaba el ambiente necesario para las tertulias de media tarde, los veraneantes estaban embelesados ​​con la fuente. No sé muy bien si era por el clímax de paz que generaba el chorro o porque significaba el preámbulo para engullir la cena. A la hora de la cena, la gente de fonda tiene las mandíbulas de hierro. Pío-pío, pío-pío, oyen los pajaritos, sí? Pues esta era la melodía con la que los veraneantes pasaban las calurosas tardes entre confidencias, relatos, promesas y alguna que otra mirada perversa dirigida al escote de alguna muchacha recién llegada. Miren, no me puedo resistir, cuando rememoro esos instantes tan sublimes que, quieras que no, te transportan al Romanticismo novecentista me hago la idea de que estoy con la gente de Miralls trencats, El viudo Rius o la muy añorada Florista de la Rambla. ¡Oh, qué fuerte!


Pero la vida ya tiene estas cosas, los golpes escondidos quiero decir, los imprevistos angustiosos, la realidad desmoralizadora, la crudeza de una obra de arte dañada. Hoy la fuente, aquel travieso rinconcito, ha quedado reducido a una montaña de ceniza y escombros. La roca volcánica rugosa y oxidada con la que estaba construida, ahora es como un amasijo de mierda de vaca del Pirineo. Ennegrecida, estriada y maloliente. No queda ni un pájaro, ni un nenúfar en el estanque, ni un banco de madera y forja. Nada. Feísima. Quieras que no la humedad se ha ido apropiando del espacio. Es tanto el musgo que hay por todas partes que ahora sería una fuente con barba. En lo alto de la fuente la coronaba una simpática figura de cerámica que representaba un pastorcillo con el paraguas abierto y mirando el cielo. Aunque saben que estos trabajos artísticos de cerámica siempre quedan con unas caras, no feas ni mucho menos, un poco compungidas quizá sí, a mí siempre me pareció el vivaracho pastorcillo que o bien era un afeminado, no un maricón, y que tenía unos ojos de psicópata vicioso. Caramba como pasa el tiempo, que raudas y veloces vuelan las hojas del calendario. Ya sé que más vale esto a que el calendario se detenga. Y en los pueblos, que quieren que les diga, las cosas son de otra manera, más íntegras, más reales, más poéticas si me apuran. Hay una nobleza entre las personas que en la ciudad no se ve por ninguna parte. La vida de pueblo tiene un sabor especial, reconfortante. Puedes aparcar donde quieras. Hablando de pueblos, he leído que un canal de televisión español hará una réplica del Foraster, de Quim Masferrer. Uno de los pocos programas que yo veo de televisión. Un verdadero encanto la vida en el campo, en serio. ¡Sou collonuts amics de Prades…Sou molt bona gent. Y por nada en especial, ni mejor ni peor, pero no es lo mismo, no suena igual, ¡Sois cojonudos, amigos de Villanueva de la Cañada ... Sois muy buena gente! Joder qué fuerte, antes me hago monje cisterciense.


Seguirá.

dissabte, 16 de setembre del 2017

FONDA DE LA HERMÍNIA (Pedazo segundo)

Pedazo segundo
UN VISTAZO POR EL PUEBLO

El pueblo no es precisamente de los pequeños por la zona donde se ubica. Tiene una población aproximada de 300 habitantes. No queda ninguna sucursal bancaria, si bien bajo la escalera del ayuntamiento hay un cajero automático de La Caixa, justo al lado de los gigantes Y cabezudos. No hay Mossos, guardia civil tampoco, pero en su día hubo, muy posiblemente por el negocio del contrabando, tan lustroso en aquellos tiempos. En cuanto al comercio y servicios pues los habituales: carnicería, bodega, un café, mercería y marroquinería, parroquia de Sta. María de las Nieves, colegio de primaria, panadería, y el clásico corte inglés: tienda donde se vende de todo. Y, naturalmente, hombres y mujeres para dar vida a todos estos establecimientos y los niños necesarios para rellenar las aulas de la escuela. El alcalde, Bertomeu Armengou, buena persona y muy servicial con la gente, políticamente hablando es independiente, o sea, que no profesa militancia partidista. Mucho mejor, una amenaza menos. El alguacil es un personaje entre simpático y grotesco, de los que coloquialmente los etiquetamos como inacabados, faltos de cocida. Antiguamente este cargo se ocupaba también de trasladar al vecindario las noticias y avisos locales de interés. Como por ejemplo, que ya ha llegado la furgoneta del pescado o que se espera granizo para el viernes. Se convocaba al vecindario en lugares estratégicos mediante unos toques de corneta. Tararíiiii ..... se hace saber .... Hoy eso ha quedado obsoleto, se han dispuesto por todo el pueblo altavoces y las noticias se transmiten por este sistema de megafonía. Con el fin de captar la atención del vecindario, previamente emiten unos segundos de alguna melodía que siempre es la misma. El anterior alcalde, que estrenó el ingenio, quería algo serio, no ordinario ni moderno. Algún espabilado le endosó la 5ª de Mahler en el fragmento de las trompetas de la muerte. Y el vecindario, ferozmente contrariado y acojonado, exigió un cambio de melodía. El alguacil propuso el pasodoble España Cañí y obviamente fue abucheado y bañado con aceite de oliva virgen sin refinar, del que todavía se lame, dicen. Maldita sea, ahora me apercibo de que no he dicho el nombre del pueblo, válgame  Dios, qué distracción la mía. Pues sí, este hermoso lugar al abrigo de las cimas que lo separan de Francia se llama Rocavella. La economía se basa primordialmente en el sector agropecuario, el de cultivo y el de explotación forestal. El turismo, de toda la vida, guarda unas singularidades muy propias. 

Aun no siendo la Cerdaña comparten con un buen puñado de pixapins que disponen de casa propia, fines de semana y algunos días de agosto se dejan ver. La singularidad a la que he hecho referencia, se trata del establecimiento más emblemático de la población desde hace cerca de cien años. Es un caso extraordinario, cuantos más años pasan más afianzan el negocio. Durante la larga época de los fríos y las nieves, poca cosa, en cambio en Semana Santa, julio y agosto, se convierte en un verdadero hervidero de gente. Les hablo de la Fonda Herminia. Nació con este mismo nombre, muchos años después lo cambiaron por Hotel Herminia, hasta que hará treinta años que lo rebautizaron como Fonda Herminia, y hasta hoy, si bien por todos estos lugares se la conoce como Ca l’Herminia. Como todos, este tipo de establecimientos centenarios se han tenido que ir poniendo al corriente de los tiempos con las lógicas renovaciones, mejoras, adaptaciones y cambios necesarios. Cabe decir, sin embargo, que en Ca l'Herminia ha costado un poco este proceso de mejoras, son muy remisos a la hora de meterse la mano en el bolsillo, unos garrepas, vaya. Y eso contando con que tienen los riñones bien abrigados. Basta decir que la cocina económica que tenían desde los inicios no la renovaron hasta hace cuatro o cinco años. Era un destartalado artefacto de hierro de más de mil kg que ya clamaba al cielo, con soldaduras por todas partes y alambres haciendo de soportes o tiradores de diferentes partes del artefacto. Las neveras de madera y los utensilios de trabajo aceitados y grasientos. Las sartenes requemadas hasta el último suspiro. ¿Como les diría yo? Unos guarros, vaya. Por lo que se dice, un día recibieron una visita inesperada, que no eran precisamente los de Michelin, y después de un cambio de impresiones algo tenso, al poco tiempo recibieron un comunicado que no sólo les hizo temblar los dientes, sino que llevaba incorporada una notificación inapelable por la que les obsequiaban con un palo de aquellos que hacen historia. Incluso, del disgusto, Herminia tuvo que guardar cama una semana entera. La fonda esta en medio de la plaza del pueblo. La centralidad urbana para entendernos. A diferencia de casi todas, no es redonda ni tampoco cuadrada o rectangular, no. Es como aquella plaza de Lucca (Toscana) que tiene forma ovalada. Grande, espaciosa, la mitad con árboles y bancos de madera, y la otra mitad para el paso de vehículos, camiones y el autobús de línea. Si bien Ca l'Herminia es el ojito derecho del lugar, allí mismo confluyen los factótums de la convivencia: el ayuntamiento, el horno, la farmacia a días alternos, el bar Copo de Nieve, el corte inglés y algo más . En el edificio nº6 de la plaza, segundo primera, vive el doctor Ulldemolins hace aproximadamente unos treinta años, nunca ha querido pertenecer a la seguridad social y aún cobra la iguala a los vecinos con lo cual se va sosteniendo. Persona muy respetada y con un gran predicamento por parte de todos los vecinos. De cada cuatro diagnósticos equivoca cinco, pero no se le tiene en cuenta, y por la fiesta mayor abre el baile de noche. Es soltero y se da la feliz circunstancia de qué en la misma escalera, en el cuarto primera, vive la señora Amelia, persona ya mayor y muy afable que de joven ejerció en Barcelona de puta, con buena acogida y éxito profesional. Ahora la pobre, sin ascensor, ni dientes, sale poco de casa, a menudo sube el señor doctor y se hacen auscultaciones recíprocamente, si bien el médico ya tampoco está para demasiadas auscultaciones, y las vaginales, ni olerlas de lejos. Entre la ayuda del doctorado amigo y media docena de adolescentes que suben de vez en cuando a que les toque la corneta, pues mira, se va arreglando. Pero vaya, no creo que ya pueda soplar demasiado tampoco. Ya se sabe, la procesión es muy larga y el cirio muy corto. El corte inglés pertenece nada menos que a la esposa del señor alcalde. Tiene por costumbre tener siempre en el cristal de la puerta un folio rayado en el que dice, Ya vengo, un número de teléfono y debajo, escrito con claridad, el horario de apertura y cierre del establecimiento. La gente del pueblo, sabedora del inciso, pasa primero por casa de la alcaldesa consorte y ¡Carmetaaaaaa! En cambio los pixapins la llaman por teléfono y baja corriendo, vive a dos pasos.


Seguirá…-

dimarts, 12 de setembre del 2017

LA FONDA DE LA HERMÍNIA


HOY EMPEZAMOS LA PUBLICACIÓN DE "LA FONDA DE LA HERMINIA" CON EL PRIMER CAPITULO. RELATO DE TONO HUMORÍSTICO PARA DESCRIBIR LA VIDA DE PUEBLO A TRAVÉS DE UNA FAMÍLIA DE LO MÁS SURREALISTA. SEGUIRÁ EN LAS PRÓXIMAS SEMANAS.

Pedazo primero
MEAPINOS INTRÉPIDOS

Estamos en el pre Pirineo, en la cara sur, rodeados de altas colinas y de impresionantes cumbres que hacen de agentes fronterizos. Estos valles están llenos de pequeños pueblos y pedanías donde la gente, de la solidaridad hacen una manera de vivir, hoy te ayudo yo y mañana lo haces por mí. Vivir en la montaña no es cosa fácil, es muy duro. Pero disfrutar de los valles verdes es un regalo de Dios. Se ha puesto de moda que vengan por estos parajes gente de ciudad que, al sufrir las exclusiones del trabajo, la falta de trabajo o, lo que es peor, han hecho siete días de estancia el año pasado, han creído que huyendo hacia montaña las cosas serán más fáciles para sobrevivir: un huerto, media docena de gallinas, un gallo, dos patos, un cerdo y una bomba manual para sacar agua del pozo. De electricidad nada de nada, esto es para los meapinos, se trata de no dañar la naturaleza, un pequeño generador para cuatro bombillas y el portátil. Se decantan por una casita en el valle o una prehistórica borda en ruinas, ya nos lo haremos, paciencia y constancia. Nada de tele ni de comodidades urbanas, tan sólo un destartalado 4X4 que cae a trozos, como debe ser. Queremos ser gente rústica, enamorada de la montaña, queremos vivir de la naturaleza. ¡Muy bien, así me gusta, valientes! Les emociona despertarse en medio de un prado verde y florido donde el sol hace sus primeros bostezos, los animales saludan a su manera, el perro, muy importante el perro, los apabulla a saltos y besitos. Desgraciadamente deben ser muy diestros en la administración del sol, toda vez que hacia allá las diez y media ya desaparece tras un pedazo de montaña que tienen enfrente. Él descubrirá que hacer de albañil, carpintero o pintor no es exactamente como aquellos programas de la tele que seguía con tanto entusiasmo e ilusión -Haga su propia casa-. Pero donde encuentra más inconvenientes es en el huerto. Efectivamente, aunque en la feria de San Mateo haya comprado semillas de todo tipo, para plantar las lechugas, tomates, cebollas, ajos y patatas, se da cuenta de que el libro de instrucciones no sólo es una mierda como un tractor, sino que ve hastiado como sus manos de contable de segunda le están quedando como las suelas de los zapatos mordidas y, muy lamentablemente, los riñones le queman como una antorcha, privándole incluso de abrocharse las alpargatas. Alpargatas que ,con el coño de las ramitas y las ortigas, ya las mandó a rodar por el barranco del Ángel, muy próximo. Pero el desencanto no termina aquí; cuando harto de proferir maldiciones y blasfemias, cuando las callosidades de las manos le revientan, cuando el mango de la azada chorrea de sangre mientras cava los bonitos surcos del huerto, entonces, sólo entonces se da cuenta de que allí no hay agua para regar! Al instante se le enciende la luz, iré sacando cubos del pozo. Y unos cojones sacaré 500 cubos de agua cada dos días! Y todavía no le ha dicho nadie que en verano el pozo se seca.


Bueno, tampoco quisiera parecer que pretendo hacer un alegato en contra del mundo rural, todo lo contrario, nada más lejos de mis creencias, para mí todas las bendiciones son pocas para la gente que con sus esfuerzos y toneladas de dignidad hacen posible la vida en estos lugares. Otra cosa son las decisiones tomadas a golpe de sangre o querer ver bucólico lo que sólo son pedruscos y matorrales. Y mucho peor creerse que uno es capaz de hacerlo todo en esta vida. De todas maneras, parece ser, de acuerdo con las conversaciones de gente que lo saben a ciencia cierta, que en estos procesos ciertamente laboriosos y muy comprometidos por parte de pixapins que optan por reciclarse, que el factor "mujer" es mucho más explosivo, si se me permite la expresión. Así es, la mujer es más vulnerable como también suele ser mucho más realista que los ceñudos de los hombres. Dicen que una tarde de otoño avanzado, llegaban los chillidos y la algarabía de una parejita en proceso de adaptación al medio, a unos 3 km del pueblo. Eres un hijo de puta me has enredado. Hombre, enredado no, tú también estabas ilusionada. Me tengo que calentar el agua todo el día, no tenemos agua caliente. Voy a mear al corral a media noche, con las bestias y no hay luz, el cerdo me mira y el perro me huele. Me prometiste una casa como la de Raíces Profundas, allá en el Oeste. Tenía de todo, joder, y pasaba un río cerca. Alan Ladd sabía hacer de todo. Yo tengo una casa que es una mierda y quizás todo lo que nos aportará aquella película serán los indios. Las lechugas que cosechas no las quieren ni las gallinas, las patatas huelen mal y el cerdo dice que me las coma yo, y los patos se mueren de hambre, tienen más pico que cuerpo. No quiero vivir más en esta casa de mierda y moscas. No tengo lavadora, ni microondas, ni calentador, ni estufa. Me muero de frío y con las manos cosidas de sabañones. No nos da el sol y en la mierda de jeep que compraste no quiere subir ni el perro de los ruidos y chasquidos que suelta. Y tú con el martillo y cuatro clavos en la boca aún no has tapado ni un agujero de las ventanas. ¡La madre que me parió, pero que hemos hecho!
Bueno, se hace evidente que, en cualquier caso, nunca llueve a gusto de todos. Y ahora llueve sobre esta parejita de granjeros Playmobil.
Seguirá