De
lo que se escribe en un blog lo llaman un post,
pero es una palabra que no solemos usar, lo ventilamos diciendo "ya he terminado el artículo de esta
semana". Pero tampoco es un artículo convencional porque por artículo
solemos entender lo que escribe un periodista o una persona de un reconocido
prestigio dentro de su profesión. Los blogs, que los hay muy especializados y
muy buenos, de infinitas materias, suelen ser razonamientos personales o
narraciones literarias escritas con más o menos dosis de inventiva y de
experiencias personales.
Dicho
esto, ya me puedo dejar engullir por el tobogán de la sinceridad y dar un
vistazo a vuelo de pájaro por las pinturas y escenarios con que suelo
ensimismarme. ¿Para qué?, pues sencillamente porque ya estamos en primavera y
en las almas medio bohemias se nos disparan las ilusiones y nos late un pueril
hormigueo que se mece en nuestro interior, como pequeñas burbujas, al igual que
pellizcos de labios amorosos. Porque los colores han vuelto a cambiar, a irradiarse
todas las tonalidades de la paleta, incluidas las más llamativas y chillonas.
Primavera, primer verdor. No hay lugar para el aburrimiento, ni para mirar
atrás removiendo las nostalgias, los malos momentos. Es tiempo de vivirlo con
plenitud, arrinconando los miedos y las indecisiones, haciendo lo que siempre
hemos anhelado y no hemos tenido valor para afrontarlo, desfalleciendo y
amparándonos en la auto complacencia, en las excusas piadosas y los engaños
innecesarios. ¡Vive!
La
literatura, el cine o la poesía van llenos de primavera. "Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la
primavera”. Pablo Neruda. Es
tiempo de vivir íntegramente minuto a minuto, no dejarse vencer por los
inconvenientes, el desánimo o, mucho menos, por la indiferencia. Cuando la vida
te aporte razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para
reír. Pisa la hierba húmeda, desafía la tristeza mirando las flores, camina por
los bancales soleados, ríete con los pájaros, chapotea por encima de los
arroyos. Muéstrate agradecido y da gracias que la primavera esté contigo.
Cuando
en la primavera no había televisión, todavía era una palabra por inventar,
cuando la vida era sólo una sórdida pelea por la pura supervivencia y a los
euros se les llamaba céntimos, la gente se apropiaba de la calle y convertía
las noches en un gran salón en donde comprar y vender historias mediante la
palabra. Palabras preñadas de recuerdos. Sillas en círculo y los abuelos en
lugar preeminente resguardados de la brisa marinera. Se escuchaba al abuelo con
respeto y orgullosa admiración. En primavera ya se podía vestir la sudada
camiseta y el zurrón atestado de hambre. De madrugada el carro y la mula, a
golpes de herradura, rompiendo justo el silencio para despertar gorriones y
sueños imposibles, siguiendo vetustas grietas hundidas en el camino en medio de
extensos sembrados verdes, salpicados sólo por la nariz de tímidas amapolas.
Pero, no teniendo nada y careciendo de casi todo, ya conocieron la luz de la
primavera antes que nosotros, que lo tenemos todo. No se puede comprar la
primavera, pero tenemos el privilegio de sentirla y amarla.
"Realmente soy un soñador
práctico, mis sueños no son bagatelas en el aire. Lo que yo quiero es convertir
mis sueños en realidad ". Si Gandhi quería ser práctico con sus
sueños, como no lo había de ser un soñador como yo. Que me he pasado la vida
observando el paso de las estaciones desde la ventana del tren. Embelesado.
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