dimecres, 29 de març del 2017

BIENVENIDOS A COÑILANDIA

Señoras y señores, después de mucho meditarlo me reafirmo en el convencimiento de que este país es un coñazo. Vean y lean, por favor. El martes vino a Barcelona el Sr. Rajoy vestido de rey mago, sin oropeles ni corona. Al parecer se mostró receptivo y cercano, a los suyos, claro. Tiró de cartera y regaló a los catalanes ni más ni menos que 4200 millones de euros. Sin duda un gesto que es de agradecer, en concepto de futuras inversiones en esta tierra de psicópatas que se proponen romper España. Todavía no se sabe si la romperán a martillazos o a golpes de urna, está por ver. Pero resulta, cago en la mar, que el saldo negativo de las inversiones en Catalunya se estima en diez mil millones en proyectos de ejercicios anteriores no ejecutados. Incumplimiento por falta de memoria? O sea, los trenes de cercanías son máquinas del tiempo que siempre retroceden, las carreteras estatales son un tiovivo y tramos de vías de un solo sentido. Y cuarenta mil cosas más que duermen en algún cajón ministerial. Del vital Corredor del Mediterráneo, de momento, tan solo sabemos que es un corredor. ¿No será el corredor de la muerte? Suena mal. En fin, durante la entrega de juguetes por el mandatario, no perdió la ocasión para avisar al que quiera oír, de que, si los catalanes siguen haciendo el tonto, actuarán de forma prudente y proporcional. No les suena a amenaza? Cago en la mar.

En otro orden de cosas, la inefable sultana del Sur, doña Susana Díaz, en el acto inaugural del CaixaForum de Sevilla, acompañada del Sr. Fainé dijo “La apuesta de La Caixa por Andalucía con el CaixaForum es la constatación de que Andalucía es una tierra de confianza, que merece la pena y que exige el compromiso, la inversión y el respaldo de las instituciones”. No pide, exige. Bonito, no? Al día siguiente Fainé y Díaz firmaban un acuerdo en virtud del cual La Caixa destinará 50 millones de euros para colaborar en acción social, educativa y cultural con la Junta, ¡Ole mi niña! Apenas un año atrás en un mitin garbancero, para excitar el personal, decía “La principal entidad financiera de Andalucía es La Caixa. Cuando los andaluces paguen sus impuestos, sus préstamos, sus hipotecas, ese dinero vaya a Catalunya y tribute en Catalunya y además dicen que es de los catalanes (un servidor no entiende na) Con nuestro dinero, con nuestro trabajo, con nuestro esfuerzo, ¿con nuestro salario? ¡Ya está bien, que digan la verdad, que digan que España quieren! Pues con todo respeto doña Susana, es que no queremos España de ninguna manera, estamos entristecidos por sentirnos culpables de llevarnos su dinero. ¡Tan solo aspiramos ya a largarnos de aquí cagando ostias, y lo siento mucho eh! No volverá a ocurrir.



Vaya, vaya, vaya, por aquí asoma la voraz mano del señor Millet. Menuda pieza, en serio. No solo saqueó con mano de hierro el Palau, sino que el tio se hizo acreedor de sutilezas y gestos muy propios de un sibarita de las finanzas. Al parecer se valía de cuatro conserjes que con su esfuerzo aliviaban la gestión diaria del maestro Millet. La cosa funcionaba más o menos así: “A ver Manolo, te vas al banco y cobras este talón”. Lo que Manolo no sabía es que el papelito era por ciento veinte mil euros y que la carterita que traía no le servía ni para taparse las vergüenzas. Finalmente encontró la solución proveyéndose de una bonita mochila de la que hasta del ganchito de la cantimplora colgaban billetes. ¡Genio, que eres un genio! Parece ser que un día era tal la pasta que tenían que acarrear los cuatro conserjes que, al regresar con la mercancía, parecían cuatro excursionistas con la espalda doblada por el empuje de los billetes de quinientos euros de nada. Talmente parecían cuatro boy scouts en fila india, silenciosos y disciplinados. En fin, un enamorado de la pasta, un amante del papel tintado, un arduo defensor de sus métodos.

Ya digo, esto es un coñazo y sálvese quien pueda. Lo malo del caso es que quizá no pueda salvarse ni el niño del botijo.