A pesar de los
interminables obstáculos de todo tipo, el camino hacia el fin previsto sigue
avanzando. Cataluña por voz de sus representantes legítimos se ha presentado esta semana en
Bruselas en un formato muy plausible, vistoso, discreto, educado y convincente.
Después de una serie de trampas, engaños y presiones del gobierno español,
Puigdemont, Junqueras y Romeva no sólo han hablado claro en ese foro, sino que
además han hecho una demostración de cómo se deben hacer estas cosas. El
responsable de asuntos exteriores, consolidado conocedor de la casa, hizo una
presentación del acto pulcra, concisa y bien documentada. Romeva sabe moverse
por los círculos del poder europeo. El vicepresidente Junqueras fue muy
explícito en la exposición de su departamento, poniendo negro sobre blanco el
paupérrimo estado de la política fiscal española, fijada por criterios
políticos, y el gran hándicap que supone para las finanzas de la Generalitat,
puesta impunemente al borde del abismo. Puigdemont, ejerciendo su rol de
presidente, sorprendió a la audiencia con una defensa numantina de la
democracia y del inalienable derecho de los pueblos a elegir de qué forma se
quieren regir y cómo quieren vivir. Así mismo se extendió en la insólita forma
en que el gobierno de España combate estos criterios, si bien para nosotros se
quedó corto, muy corto.
Los tres dirigentes se
desplazaron en avión de línea regular, nada de privilegios, los tres hicieron
uso de cuatro lenguas: inglés, francés, español y catalán, algo inédito en los
gobernantes españoles, y el aforo de la gran sala se vio casi duplicado por
gente de pie en los pasillos. Faltaría a la verdad si no resaltara el éxito y
eficacia del acto en todos los sentidos, y más teniendo en cuenta el
maquiavélico y vergonzoso comportamiento del diputado popular, González Pons,
enviando cartas a todos los euro diputados del P.P. europeo para que no
asistieran a la conferencia. Da vergüenza ajena ver el comportamiento de España
en las cuestiones relativas a Cataluña.
Al otro lado de los
Pirineos, como es norma en estos casos, ni una palabra y al día siguiente casi
ninguna primera página de lo que viene a ser el principal y más importante
problema de España. Después ya sí, ya se han destapado a su estilo;
menospreciar, humillar, burlarse, chistes, amenazar, etc, la conducta del
inepto, del vencido, del que sólo sabe mandar, del que no entiende de
diferencias ni quiere. Presumen de que no fueron embajadores como si los de
aquí fueran tontos e ignorando que ellos son el hazmerreír de Europa. Hoy no
hay un solo despacho de la Comunidad Europea en que no haya encima de la mesa
el dossier de la conferencia, pero eso es harina de otro costal.
Hoy mismo he podido ver
la entrevista que el periodista Carlos Alsina de Onda Cero le ha hecho a Rajoy,
siempre le hace resbalar cómicamente. En el capítulo Cataluña de la entrevista,
se ha reiterado en lo de siempre, la unidad de España, la soberanía es de todos,
que un nuevo Estatuto para Cataluña no es una prioridad, que los siete millones
de españoles catalanes son igual que los del resto de España... y las simplezas
de costumbre. O sea, el del famoso diálogo, yo
estoy dispuesto a hablar de todo menos ... Nada, agua de borrajas. Pero alerta!
Por primera vez le he visto responder a una pregunta que me ha dejado frío. El
hecho es que ya lo sabíamos nosotros esto desde el principio, al menos yo
siempre he creído que esta actitud cerrada y combatida con armas legales y no
tan legales, no era por romanticismo, por amor, por la soberanía o por la
igualdad de todos, no. En todo caso siempre han utilizado el miedo, el miedo de
que Cataluña independiente se disolvería en el fuego del infierno. Pero no era
eso, ya lo sabíamos. Hoy le he oído decir "Mire
usted, Cataluña representa el 20% del PIB español, es inimaginable España sin
Cataluña, necesitamos ese dinero, generaría unos problemas descomunales".
Este y no otro es el sambenito de la cuestión.
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