La otra tarde, a resguardo
de fríos y nieblas, me encontraba en mi bunker de trabajo dando un paseo de la
mano de mi escéptica incredulidad, y en un recodo del camino me encontré con
una de esas frases made in Facebook que hacen temblar los cimientos de la
conciencia. Pero en este caso no era así, no te reñían por no haber sabido
encontrar tu camino hacia la gloria, ni tomar sesudas medidas para conservar el
amor de tu vida, o aplicarte el ungüento mágico para desterrar de una vez por
todas aquel molesto grano en el culo. Nada de eso, el artífice del karma se
ajustaba a la siempre puñetera realidad, sin doble sentido, sin bonitas
palabras, exento de copos de nieve y de criaturas con semblante de querubín.
Venía a decir con referencia a la Navidad: “El
simulacro de paz, amor y felicidad tan exagerado, ha concluido. Vuelvan a ser
los de siempre.” Naturalmente que sí, vuelva a ser usted el cutre que
suelta palabrotas, no brinde ya con la elegancia del cava y amórrese al
cervezote de costumbre, llame a la Manuela y no le diga aquello de: Deseo que la paz secuestre tu vida, el amor
inunde tu alma y la felicidad se refleje en tu mirar”, dígale que añora su culo y si le gustan las bragas con lucecitas
que le mandó, como siempre y que no se enfade.
Y el próximo sábado con su parienta no rehúya visitar aquella mierda de
chiringuito y cómase los langostinos más adulterados del barrio con la maestría
de sus dedos amorcillados y las uñas atiborradas de intenso luto. Nada de
cubiertos con los que hacer volar los crustáceos.
Es verdad, es que todo
es una puta hipocresía, cambiamos los hábitos y las maneras para adentrarnos en
un planeta fugaz y efímero en dónde el más tonto se viste de frac, ¿por qué?
Seguramente por aquello de que nada es
verdad ni es mentira, todo es según los tomates que lleves en el calcetín.
Ya no es necesario que exageres: “Señores!
Mis queridos suegros”, cuando te has llenado la boca de decir “estoy hasta los cojones de los suegros, se
meten en todo”. Y ¡por favor! Esa mierda de pantalones de raya que te
compraste de soltero, quémalos ya junto a ese corsé que llamas americana.
Cualquier Navidad te explotan los botones y le sacas un ojo a tu suegra.
Vístete con normalidad, hombre, sé tú, ¿No tienes esa chunga camiseta negra que
compraste en el Decathlón a dos euros? Pues póntela coño, póntela, si es lo
tuyo, siempre bajas a la pocilga del bar de abajo enseñando tus brazos y
pescuezo más tatuados que el cerebro de Sergio Ramos. Sé tú, por Dios!
Ah, y otra cosa muy
seria, no es un consejo, es una orden. Prohíbe ya solemnemente y para toda la
eternidad, que tu querido Paquito no se subirá nunca jamás a la silla para…” Con la esperanza de que el nacimiento del
Niño Jesús traiga alegría y la conciliación para todos, dando paz a toda la
humanidad. Que nos dé la voluntad de perdonar, llenando nuestros corazones de
amor. Os deseo una bellísima Navidad. ¡Santísimo cielo, por Jesucristo! ¿Pero
acaso no te has percatado de que Paquito ya tiene pelos en las piernas y que
con ese pantaloncito corto marca una cacahuetera que sus primas enrojecen? En
fin, tú verás, sigue con la escenita, derrama alguna lagrimita, mira a tu mujer
como si vieras la Manuela, y consiente que la suegra le dé un eurito al niño “para que te lo gastes en lo que tú quieras”.
“Oye Pilarín a tu padre se le ve muy comedido, muy
respetuoso, no ha dicho nada en toda la comida”.
“Mi padre es muy educado, nos cede el protagonismo a los
demás y no le gusta entrometerse”. Ay Pilarin, Pilarin,
como somos, pero si no pasa nada, mujer, dile como es tu padre, no pretendas
aguar el vino, las cosas son y ya está. Háblale de que el viejo no para de
tocar los cojones, de que el postizo dental lo lleva ya incrustado sin
posibilidad de desinfectarlo, de que no habla nunca cuando come, que pierde el
culo por comer y se mete en todo, de que es un condenado marujo, eructa, se
tira pedos y fuma en el wáter.
“El simulacro de paz, amor y felicidad tan exagerado, ha
concluido. Vuelvan a ser los de siempre.” Coño
ya!
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