dimecres, 14 de setembre del 2016

LA GRAN CAGADA

Un tema curioso, por no llamarlo con su propio nombre: escatológico. Así es, en el año 2010 afortunadamente me libré de un viaje a la India con un grupito de amigos. En aquellos tiempos yo estaba en plena efervescencia viajera y no pude compaginarlo con mi agenda. Al cabo de los meses celebramos una cena para poner negro sobre blanco a nuestras distintas singladuras de los últimos tiempos. Como es lógico todo el mundo hablaba con pasión y deleite de los lugares visitados, haciendo hincapié en sus singularidades y asombros. El reducido destacamento que optó por viajar a la India fue el más derrotista, el más decaído, no sé si el más vulnerable, creo que no. Aterrizaron en Nueva Delhi y allí permanecieron seis días, antes de iniciar un periplo que les llevaría hasta MumbaiBombay-. En su discurso las palabras más repetidas fueron excrementos y defecación.

Hago esta introducción para situarnos en el lugar, los acontecimientos y las consecuencias. El gobierno de la India, con 1300 millones de habitantes, se ha propuesto tomar medidas para avergonzar y erradicar la ancestral costumbre de defecar por todos los lados, menos en baños y retretes. En ese país hay ya mucha gente que ha dejado atrás la pobreza pero no el hábito de bajarse los pantalones en cualquier lugar. El gobierno lo tiene difícil, muy difícil. Los anuncios de televisión y vallas publicitarias hurgan en el contraste de ser un país emergente con la mayor economía en movimiento, en donde hacer las necesidades al aire libre es la norma habitual en la mayoría de pueblos y extrarradios de las ciudades. Mis amigos comprobaron desde un tren como en los arrabales de la capital, a primeras horas de la mañana, había legiones de hombres en cuclillas abonando la infecta tierra de las afueras. Que por mucho abono que le echen tan solo brotan los diablos. Horas más tarde es el turno de “ellas” que, en la misma posición, siembran de mierda el ambiente. Y hablo de hectáreas, no de un rinconcito tras una derruida pared. Con el objetivo de dar fin a las mega cagadas indias, el gobierno ha construido millones de aseos repartidos por el país, para dar por terminada esta costumbre en 2019. No creo que el lema machacón que han ideado pueda limitar una liturgia de miles de años; “Solo el hábito de usar un inodoro es un progreso real”. Al menos en la India rural.



Actualmente debido a ese progreso no tan incipiente, se da el caso de que casi todos los defecadores tiran de Smartphone durante su alivio. Se venden millones de televisores, neveras y motocicletas, pero en casa, sin aseo y las vías del tren a rebosar de infectas y pestilentes boñigas. Tener un aseo en el hogar sigue siendo considerado impuro por muchos aldeanos. Al menos la monarquía francesa se cagaba en el trono recibiendo a emisarios y diplomáticos en Versalles, pero un lazarillo bajo el trono retiraba los excrementos y limpiaba el culo del monarca. Eso si no se orinaba sobre la paja que cubría el suelo mientras dictaba cartas cortesanas. No les quedó otro remedio que inventar el perfume, Versalles, en toda su grandeza, olía a corte de marranos.

Ya lo han intentado otras veces en la India, pero nada. En algunas aldeas con castas antiquísimas los hombres obligaron a las mujeres hacer uso de los inodoros de la calle, con el velo y el sari puestos. Ellos no. No quiero imaginarme a que debían oler los saris, y los efluvios de los hombres provenientes de unos calzones entre podridos y momificados, me nublan el pensamiento. Me alegro de no haber compartido aquel viaje, y no porque sea muy escrupuloso, sino porque, conociéndome como me conozco, ya me veo tomando un bañito en el Ganges y verme rodeado y acosado por vacas sagradas más muertas que vivas, roídas por los infectos insectos, perros podridos y ciento veinte toneladas de churros varios balanceándose al son de un Sitar, que es su mega guitarra. Exxx!


Para concluir, miren, ya sé que la gran cagada no es un título para un artículo, y les pido excusas, pero…cómo lo podríamos titular?