divendres, 15 de juliol del 2016

CRÓNICAS EN TINTA AZUL. NAVEGANDO A TODA MÁQUINA

Más o menos todo sigue igual por aquí. Eso sí, hay más gente, la playa por la mañana y las calles por la tarde se llenan de almas que no quieren perderse ni un momento de sus ansiadas vacaciones. Y los fines de semana la cosa adquiere proporciones escandalosas, la masificación es la tónica general, y los atuendos que llevan me recuerdan mucho lo de "tres tiros una pela". También se detecta, y mucho, la liberación de la mujer, no están de historias ni discursos paternalistas y oxidados, enseñan la piel en generosas proporciones y más de un pecho amenaza con salirse del nido. Y eso está bien, demasiados años de decencia clerical y prejuicios infundados. Los eternos pijos de plástico y dentadura “profiden”, que la crisis escondió en sus cuarteles de invierno, vuelven a navegar por las azules y tranquilas aguas de la bahía. Todo aparenta normalidad absoluta, si no fuera porque ya damos por supuesto que hay legiones de gente que tienen prohibido cualquier dispendio por graves tensiones de cartera. Sabe mal y lo lamento.

Ya han pasado unas tres semanas del viaje al norte. Esta vez he vuelto con añoranza, con cosquilleo y mariposas en el estómago. Todos aquellos parajes no son fáciles de olvidar. Incluso esta semana, a la hora del aperitivo me pido una copa de Albariño bien frío. Y al cabo de un rato otro de txacolí acompañada de unos deliciosos calamarcitos, amorosamente rebozados y calientes. La terraza del náutico ya está llena a rebosar, ya puedes gozar de la cantidad de tonterías y extravagancias que se dicen bajo ridículos sombreros y tras las gafas fashion. Creo que el uniforme veraniego de playa incluye una manera de hablar muy snob, muy in, con las vocales despeinadas y la gesticulación con tics engolados. Estas escenas abundan demasiado, son muy cargantes, será que yo no soy in? Si, de acuerdo, digo muchas palabrotas, pero quien no dice? Desde la terraza ojeo el aparcamiento para cerciorarme que los Mercedes y los descapotables siguen protegiendo mi querida bicicleta. Está decidido, a partir de mañana se acabaron los Albariños, la temperatura ha cambiado sustancialmente y pide a gritos una buena cerveza, medio fría medio helada, de las que cuando engulles el primer trago quedas medio anestesiado, dubitativo, pensando lo que tardarás en pedir la segunda. En jarra, claro.


Pocos días de mi vida me he acostado sin leer el periódico y hacer el crucigrama. Ha cambiado mucho la lectura de los diarios, sobre todo en verano que van llenos de nimiedades y un buen puñado de mentiras, sobre todo provenientes de la farsa política. Sin contar los editados en la capital de la madre patria: confabuladores, exterminadores, intoxicadores y calumniadores. Se están erigiendo con meritorio esfuerzo como los líderes de la negación del periodismo. Un gesto mal calculado me ha hecho tirar por tierra unos calamarcitos, lástima, no me los puedo zampar. Y también un poco de aceite ha ensuciado la página donde se comenta la tensión del gobierno de Aragón para recuperar los bienes de Sigena en Lleida, cuando ahora resulta que hay esparcidos por muchos lugares de España y no se les ha ocurrido reclamarlos. El sol empieza a invadir mi preciada sombra, tendré que ir desmontando la oficina de playa. Se ve que el Ministerio del Interior no aceptará registrar el nuevo nombre de CDC porque la palabra "democrático" ya está registrada. Dadas las penosas circunstancias, yo les aconsejaría que lo bautizaran como POC, que querría decir Partit Olla de Cols. El Sr. Rivera, jefe de Ciudadanos, en su interés y afán para constituir gobierno en España, y de paso chupar poder, se ha desdicho tantas veces de lo dicho que se está haciendo acreedor del premio Camaleón del Escaño. Ahora que el Sr. Cameron ha montado un guirigay con el dichoso Brexit, la Cámara de Westminster hierve en gritos y abucheos, pero a la manera inglesa. Cuando veo Cameron desenvolverse en la Cámara o Bruselas con aquel talante tan determinante -que diría Bambi- se me representan los políticos españoles y de verdad que es escalofriante. Se imaginan al ex premier inglés servir los cafés en las reuniones y cumbres europeas? Pues los de aquí son consumados camareros de lujo. Ufff, la bici está ardiendo!!