No
sé si los ingleses se han equivocado optando por el Brexit. Gran Bretaña no
es España y las repercusiones de su
opción son de una importancia capital para medio mundo y quizás también para la
otra mitad. A primera vista da la impresión de que se trate de un error
monumental. Pero una vez digerido y estudiado con serenidad, se intuye que es
una nación con una autoestima muy elevada e incluso con un sentido súper
arraigado de independencia, de ir solos, sin ataduras, hecho contrastado al
haber sido capaces de hacer enarbolar su estandarte por los cinco continentes.
Cuando España batirá el record occidental de anomalía democrática y de
incapacidad manifiesta de sus mediocres políticos, desconocedores de los pactos
de Estado y animados penosamente en guerras cainitas que avalan su historia, Londres ha tardado 24 horas en hacer un
cambio de gobierno, tras de la renuncia de Cameron.
Aquí podemos estar un año sin gobierno, sólo enchufados a la actualidad para
conocer el último caso de corrupción, corrupción que tiene premio y se saluda
con el voto. Actualmente, pese a quien pese, España es una anomalía en todos
los sentidos, incluso los hay que piden el procesamiento de todos los jefes de
partido por mantener el Estado en situación de abandono o en funciones que es lo
mismo. Y lo más curioso de todo este penoso escenario es que la economía del
día a día no se ha resentido, de momento. Podríamos creer que la sociedad
civil, sin la pandilla de ineptos que nos gobiernan, han gobernado y nos
gobernarán, es más apta que los que se dedican a la cosa pública? Intuyo que en
el caso de España, sin lugar a dudas.
Tony Blair, impulsado por diferentes grupos de opinión y de
presión, se ha presentado en público para reconocer que la invasión de Irak fue fallida y sin confirmarse la
presencia de armas de destrucción masiva. Con la boca pequeña ha pedido perdón,
pero lo ha hecho. Y todo el mundo sabe que el terrorismo islamista actual nació
precisamente de aquella esperpéntica decisión. En todo caso la presencia del ex
premier inglés ante las cámaras no tiene otro objetivo que el de justificarse y
evadirse de una más que posible demanda por crímenes contra la humanidad. Otro
entusiasta valedor fue el tío Sam en la figura de George Bush, un digno representante de los Simpsons, botella en mano y cabalgando por los saloon de Texas. Pero
quien completaba este tortuoso triunvirato que tan daño ha hecho a la
humanidad? Pues ni más ni menos que el arrogante Jose Mª Aznar López "estadista
circense, con una alocución nasal que provocaba más risas que Harpo. Señorito
mesetario", en acerada y fiel descripción del gran Gregorio Morán. Aznar, que junto al
inglés y el norteamericano era como la mosca cojonera, atrevido, malcarado y
despótico, con la cómica pretensión de debatir con sus colegas la operación
militar más importante desde la segunda Guerra
Mundial con falsas predicciones, hablando un inglés con Frankfurt en la
boca y con los pies sobre la mesa del rancho del tío Sam puro en ristre.
Patético. Que no se mira en el espejo este hombre? Qué le iba a este personaje
en la confrontación de las dos grandes potencias mundiales con Irak, qué
entendía de estrategia internacional, movimiento de tropas y posibles
repercusiones planetarias por la cruenta herida en el corazón del Islam? Si
todos sus conocimientos de estrategia militar consistían en haber ordenado la
invasión de la isla de Perejil hoy
hace 14 años. Podríamos decir que es inaceptable, pero ni siquiera eso,
dejémoslo en que no es serio, no es serio que el destino de las personas esté
en manos de payasos y prestidigitadores, funambulismos de cuerda deshilachada.
Pedirá disculpas a la sociedad, reconocerá su buñuelo? Alguien le acusará de
criminal de guerra? Desestimen la esperanza. Aquí estas cosas no se perdonan,
se votan.
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