Después
de comer se hace muy pesado escribir, escribir y casi cualquier cosa. Tomo
notas en la libreta del tren, como siempre. La conciencia no me permite
olvidarme la libreta y la pluma, siempre viajan conmigo, y ya hace muchos años,
es mi cámara fotográfica mental. Hemos comido bajo una pérgola acristalada y
abierta a la bahía de San Vicente de la
Barquera. Los acompañantes se han retirado ya y me he quedado solo y
pasmado ante los misterios de la naturaleza que, por mucho que se esfuerce el
hombre nunca la vencerán. Junto a la bocana del puerto las aguas chapotean
espumosas, hoy la marea comenzará a bajar a las 15'10 h. Ya hace unos días que
rodamos por estos jardines divinos del mar cantábrico, la visión de la
panorámica y la conmoción de los sentidos llena con creces nuestras
expectativas. Pero también los excesos en la mesa empiezan a dar síntomas de
imprudencia temeraria. Comidas demasiado contundentes y un repaso exhaustivo
del "muestrario" de pinchos,
aconsejan dar marcha atrás y limitarse a la austeridad alimentaria, al menos
las próximas 24 horas. Por no hablar de la tendinitis de codo y mano.
Hoy
dormiremos aquí, ayer en Comillas y
el día antes en Santander. Todo es
ya conocido por mí, pero este viaje se ha planificado para entrar con más
profundidad a lo que en otro tiempo fue más superficial. Y no me refiero al rioja ni al txacolí. Estos son viejos reencontrados. A mar abierto este recorte
del océano atlántico nos evoca la ciudad de Londres, con la proa al norte. Comillas es una bonita población costera,
como todas, Gaudí les dejó un
recuerdo para la eternidad, el Capricho,
un pequeño edificio de corte modernista en época orientalista del genio de Reus. En otros tiempos Comillas fue
reconocida como la primera población de la costa en capturas de ballenas. Hoy
el imponente edificio de la Universidad
Pontificia está en desuso académico. Los días se suceden demasiado deprisa
como para saborear y profundizar en las bellezas naturales del entorno, la
colección paisajística es inabordable en toda su extensión. Aquí la normalidad
se expresa en cotidianas grandiosidades, cada mirada es un cuadro de cielos
azules, mar de tinieblas marineras y prados insultantemente verdes.
Enfilamos
la autopista, que hace años vi construir, tengo prisa por llegar a buena hora a
Gijón, dejamos a nuestra izquierda
la mole impresionante de los Picos de
Europa, nublados y amenazantes, y poniendo la proa rumbo al corazón de Asturias, no dejo de pensar en una
rebanadita de buen pan y bien embadurnada de Cabrales, placer de los dioses. Llegados a Quintas, cerca de Gijón, visitamos una fábrica de pastelería donde
tengo lazos familiares. La asepsia del proceso tecnificado y la calidad de las
materias primas nos dejan boquiabiertos. Si algún día tienen ocasión, no dejen
de probar "la tarta de la
abuela" quedarán momificados al probar un carrusel de chocolates diversos
en el paladar. Gijón es una bonita ciudad -275.000 habitantes- donde se pueden
recrear visitando el casco antiguo, hacerse escanciar un buen vaso de sidra o
contemplar el Árbol de la Sidra, construido
con botellas recicladas de vidrio, el Elogio
del Horizonte, majestuosa obra de Chillida
que recuerda el Peine del Viento de
San Sebastián, la Playa de San Lorenzo con su largo paseo o las instalaciones
de Mareo, del Sporting.
Acabamos
el viaje cuatro días después, haciendo noche en Castro Urdiales, Vitoria y Logroño. Viajar no sólo cultiva el
alma y la cultura, sino que entendido de una manera desacomplejada y sin
líricos fanatismos, pone en evidencia que en todas partes hay cosas para
admirar, que guste más o menos un lugar no es más que una apreciación personal
de cada uno. Que te equivocas cuando te encierras dentro de la cáscara ciega, y
desprecias o tildas de banal todo lo que no sea de tu tierra. Aparte de ser un
comportamiento mezquino, es falso. No me quiero poner en primera persona, pero
permítanme que les diga que a lo largo de tantos años de viajar en tren, mí
tren, por medio mundo, todavía no he encontrado ningún lugar que no me haya
enseñado nada.
"No
se recuerdan los días, se recuerdan los momentos".
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