dijous, 28 de gener del 2016

NUDOS EN EL BASTÓN

He cabalgado muchas veces por estos agrestes vericuetos, ahora hace justo año y medio fue la penúltima vez. Es curioso, pasan los años y adviertes y constatas que ya no eres el mismo, los años van estriando tu piel, los fríos y violentos vientos de otro enero han dado una vuelta más de tuerca surcando tu semblante. No caben interpretaciones, excusas, ni una sonrisa con la que esconder tus nuevas condiciones, jamás leíste el final del contrato. Sin darnos por enterados penetramos en una nueva fase, la última, enhorabuena, te adentras en la vejez, en algo que tu creías tan lejos que no lo veías, pensabas que era cosa de gente mayor, historias de involuntarios marginados. Que grave error, que desconsideración, que ilusos somos en no pensar que un día serás tú quien  armado de un bastón preñado de nudos y experiencias, te apoyarás insolentemente en el pasado en que ya no tendrá más valor  que el de ser pasado, nada más. De la nostalgia harás tu riqueza y de los recuerdos aspirarás aquel fugado aroma que ingerirás como el elixir de la vida.

Siempre que atravieso estos casi tenebrosos lugares, recuerdo que la primera vez me produjo un cierto temor, como un arañazo en el alma. La carretera discurre enigmática por medio de un aquelarre de curvas bordeando pequeñas lomas, algunos prados de blancos y estirados chopos y maleza germinada a lo largo de décadas. Comúnmente la gente se refiere al lugar como El Jardín, apelativo que induce al edén y no a las tinieblas, como es el caso. El Jardín es una pedanía de Alcaraz, territorio albaceteño en su parte meridional que hunde sus raíces en el norte de Jaén. En ese tramo se encuentran también Reolid, El Robledo y Balazote, núcleos de pequeña población en los que uno imagina la vida como una lucha por la supervivencia. Los años han infundido una tenue prosperidad, en lo que a vuelapluma se puede observar, pero las huellas del pasado no han cicatrizado y emergen por doquier ruinas y restos de no se sabe qué, comida y camas reza una piedra enmohecida.

En 1926 el gobierno aprueba un proyecto plan estrella de Ferrocarriles para conectar el Levante con Andalucía y la asistencia y dinamización de la población de la Sierra de Albacete. Tramo Utiel-Baeza. Las obras empezaron en 1927 y el proyecto se dio por finiquitado el año 1964, habiendo concluido el 78% del proyecto entre Baeza y Albacete, todas las estaciones, túneles y 80 km. de vía colocada. La paralización viene ligada a dos informes internacionales muy contundentes que así lo indican. De ese bochornoso suceso, además de la frustración de aquellas gentes que soñaban con integrarse al “mundo”, quedan algunos túneles aprovechados para el cultivo del champiñón y unas cuantas estaciones con la fachada en pie, arrasadas por la barbarie. Alguna de ellas reconvertida en chalet improvisado. Alguna vez me he bajado del coche y acercado a una de esas estaciones en las que el edificio central, almacenes y anexos dan una apariencia como la de un poblado del oeste abandonado y a merced de las ventiscas y las bolas de maleza rodando alrededor. Los rumores mundanos hablan de que las máquinas no pasaban por los túneles, pero son fantasías, habladurías. El caso es que el tren Utiel-Baeza quedó en el tren con destino a ninguna parte.


Seguramente no fue una pifia técnica pero sí el descomunal epílogo de un traspiés presupuestario del que aun desconociendo su trascendencia y responsabilidades y tratándose de un país como España, la cosa debió de terminar en algún restaurante de Madrid de impolutos manteles y copioso yantar. Naturalmente pagando el contribuyente que por algo es el que contribuye. Posiblemente a uno no le pongan en la lápida comida y camas, pero puede que se atrevan con pensó que la juventud era eterna. Quién sabe.


dijous, 21 de gener del 2016

ADIÓS AMIGO FIEL, HOLA COMPAÑERO.

No tenía muy claro de         que escribiría hoy, vagas ideas transitaban por mi mente hace días. La elección no es fácil, si hablas de política deviene en una disminución de lectores, si te inclinas por un tema libre el riesgo siempre discurre entre el acierto y la crítica. Muy pronto se cumplirán siete años desde aquel día en que decidí abrir las puertas de mi vida de par en par. Además de los mensajes privados y ecos silenciosos del boca a boca, hoy la avanzada técnica te permite conocer cuanta gente se pasea por estos artículos, quien es ocasional y quien es fiel a la cita semanal, tan solo en números. Pero no puedes conocerlos, ignoras su estampa, no ves ninguna cara asomada a estas letras, nadie a quien agradecerle estos cinco minutos de lectura. Pero aun así me siento rico, son muchas las personas que eligen esos cinco minutos una vez por semana. La razón? Es arriesgado hacer conjeturas del porqué no hay comentarios, porqué semana tras semana no hay un solo comentario, una crítica, una discrepancia. Según palabras de los que entienden de estas cuestiones, se debe a una especie de simbiosis entre el escritor y el lector. En general está de acuerdo con el contenido, lee, comparte o discrepa, invierte unos pocos minutos y hasta la próxima semana. Y solo puedo agradecerlo escribiendo una vez más, y otra, y otra, es mi manera de decir gracias. Recientemente he incorporado música para hacer más placentera la lectura, espero que sea así, y si no fuera de esta manera, se suprime.

Escribo estas líneas con un portátil nuevo, el anterior se rindió exhausto y dolorido. Ese cansancio no fue fruto de su trabajo diario, sino de acompañarme, leal y respetuoso, en todos mis viajes de los últimos cinco años. Le temía al avión más que yo, odiaba la soledad y frialdad de una habitación de hotel, se compungía en medio de las aglomeraciones o las multitudes, cerró sus destellantes ojos y se durmió para siempre, sin reproches, sin queja alguna.

No recuerdo cuando fue que suprimí la música en mis horas de tecleo, me distraía sin darme cuenta, no me concentraba. Hoy he roto la norma, he comenzado buscando acordes de música siciliana, aires de Palermo, Mesina, Siracusa o Lampedusa. Y Corleone, claro. Un inciso, quien pretenda viajar a Corleone para escudriñar sus callejuelas en busca del pasado de Michael CorleoneAl Pacino-, sentirá una gran decepción. Al igual que Fredo, Clemenza, Tessio, Sollotzzo o Tattaglia, ninguno, nadie. Tan solo son fruto de la imaginación de Mario Puzo y Ford Coppola. Perseguida por la recurrente asociación con la mafia, Corleone intenta sacudirse el estigma. A lo sumo pueden lograr una pobre foto junto a la señal de tráfico con el nombre de la población. Pero si gustan de las fantasías como yo, viven el cine como yo, adoran las obras de arte, el trabajo bien hecho, la música de Nino Rota, como yo, entonces considerarán que la trilogía de El Padrino es la mejor película de la mitad del siglo XX y no podrán resistirse. Entonces vayan, sí.


Y ya de regreso a Palermo, bella ciudad, joya cubierta con el polvo de la historia, no dejen de visitar el Teatro Massimo, templo de la ópera siciliana. Y si coincide con la representación en cartel de Cavallería Rusticana, disfruten de esta fabulosa y corta ópera con el drama siciliano a cargo de Turiddu y Santuzza, la partitura de Mascagni y el entorno siciliano les van a helar el corazón. Y no teman, a la salida desciendan la majestuosa escalinata sin un ápice de angustia, no habrá tiros ni Michael Corleone abatido sobre el cadáver de su amada hija. Ni tan solo Andy García estará para protegerlos. 

dijous, 14 de gener del 2016

SEA USTED MISMO, PERO LEJOS

Pese a los vientos y tempestades que sacuden nuestra civilización, con la consiguiente degradación de conceptos, creencias y sofismas de variado pelaje, no nos cabe otra opción que hacerle un guiño al escenario de la vida y tomarnos las cosas con un poco menos de seriedad, con algo más de coña, para entendernos. De lo contrario seremos todos candidatos a la úlcera de estómago o líderes mundiales en consumo de papel higiénico. Porque será que la única consideración que tenemos los de a pie, los anónimos, es el trabajar y pagar impuestos? Todo lo que se aparta de este dogma puede ser considerado delito, extralimitación de nuestras atribuciones, invasión de competencias superiores y ser tildado de xenófobo o enfermo mental. Siendo más que frecuente, y a la vez chocante, que los que imponen la norma o el castigo, suelen ser los más tarados de todos. Y en todo este aquelarre de insensateces y despropósitos, España es firme candidata al Oscar a la estupidez.

Los poderes del estado propugnan la protección y respeto de las lenguas cooficiales en España. Se sobreentiende, por ley, que el castellano es la lengua común y que  todos conocen o deben conocer. Me parece muy bien, pero si no confundo los términos ni me falla el modem  que  sustentan mis hombros, lo de protección y respeto por las demás lenguas debo suponer que se trata de tenerlas en un museo, a cubierto del polvo, con las luces apagadas, alejadas de centros neurálgicos, ocultas a curiosos y, a poder ser, restringiendo su uso. Prohibidas en definitiva, pero es una palabra fea. Algunos, conspicuos ellos, dicen que somos un estado plurinacional con lo que supone y conlleva de patrimonio cultural: lengua, gastronomía, costumbrismo, paisaje, signos identitarios, bandera, folclore, etc. Es muy gratificante este reconocimiento de la pluralidad y diversidad dentro del estado, sobre todo a personas como un servidor que no somos mesetarios. Eso sí, con una pequeña condición o apéndice, que esa muestra de diversidad y colorido se ajuste al ámbito de la intimidad entre las personas y, si ello es posible, mejor en castellano. De modo que el cumpleaños de la abuela en el comedor, la entrega de premios en el vestuario, la fiesta mayor cerrada al tráfico, la banderita en el despacho bajo la lamparita, los calçots (uff) a puerta cerrada, la sardana en alta mar con bandera española, los discursos de carácter patriótico en el aseo, y las películas de habla no castellana en el cine Nic. Del caganer todavía no hay pronunciamiento pero al parecer ya lo tienen en la mesa de la abogacía del estado practicándole una autopsia en busca de excrementos subversivos.

Sería deseable que toda la clase dirigente española, digo dirigente por poner algo, no solo se preocupara de dignificar y proteger las distintas lenguas del reino, también la suya propia, el castellano. De esta manera nos ahorraríamos el crepitar de oídos con aberraciones como; Madriz, Vayadoliz, tasi, gaxina, o uhtemimmo. Por no hablar del pánico que les produce el nombre del nuevo presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, del que además de bautizarle como Puchdemon, de momento, también es amenazado de muerte en las presurosas redes sociales, en las que se dispone de carta blanca e impunidad absoluta. No tardaremos en oír que el presidente catalán, Puchdemon, ha visitado la estación de esquí de Uolter, por Vallter.


Hay que tener en cuenta que en general los cargos públicos tienden a considerar cualquier contingencia o dificultad en su gestión administradora, como una molestia o un engorro creado o auspiciado por ignorantes o revolucionarios. Y es evidente que el idioma no solo es un bien público sino que además forma parte de los genes del individuo que lo habla. De ahí que los ciudadanos piensen que la cosa pública es gratis y los políticos crean que es suyo. Marca España…y Olé!!

divendres, 8 de gener del 2016

HISTORIAS CONTADAS

Cuando yo tendría más o menos poco más de un metro de alzada, tenía una asignatura que llamaban literatura, a secas, de entre todas las que estudiábamos ésta era la que más me gustaba, tanto era el entusiasmo que me suscitaba, tantas puertas creía que me abrían en el laberinto de mi pseuda adolescencia, que me volqué en ella. Llegado a un punto en que no solamente estudiaba con fervor y devoción, sino que durante un tiempo dediqué toda mi atención al mágico mundo de la unión de letras, de la construcción de frases, al conocimiento de las grandes obras de la historia, las que han marcado una huella indeleble en este absurdo mundo en el que vivimos, en donde la banalidad se superpone a lo escatológico para liderar programas basura de televisión, que son aceptados y premiados con la misma banalidad. Es lo que hay.

Años más tarde y con un puñado de centímetros añadidos persistí en ese afán por el mundo de las letras, aunque nunca como formación académica o como proyecto de futuro en esa rama. Aquello era más bien un romance, quizá incluso amor por las historias contadas. Leía a todas horas sin selección ninguna, sin tendencias, ignorando modas o recomendaciones, sin orden ni concierto, leía de todo, incluyendo lecturas no apropiadas para mis centímetros, y como ejemplo una vasta enciclopedia acerca de la segunda guerra mundial o las épicas de Homero, del que desconocía su existencia. Las enseñanzas de la escuela, no ajenas al tiempo que vivíamos, se centraban en la nómina española. Gracián, Quevedo, Valle Inclán, Concha Espina, Cervantes, Góngora, Lope de Vega y un largo etcétera de los que no me he arrepentido jamás de conocer, sublimes escritores. La cartelera catalana, por las mismas razones políticas, era tan exigua que apenas recuerdo un par de nombres. Lo mismo que de la literatura internacional, cuatro tópicos. Es lo que había.

Con unos treinta centímetros más, ya casi llegando al límite, me interesé vivamente por los autores americanos y franceses. Entraron a formar parte de mi vida los Tennessee Williams, Salinger, Truman Capote, Steinbeck, Scot Fitgerald y por parte francesa Victor Hugo, Proust, Sartre o Saint Exupéry. Unos surgidos durante la Gran Depresión, y otros como damnificados de la II Guerra Mundial. En ellos descubrí que tras sus legendarias obras y guiones de una precisión y a veces crudeza incontestable, se escondían personajes atormentados por los celos, la homosexualidad, el rencor, la frustración, la ruindad y casi como común denominador, el alcoholismo. En la mayoría de casos han ornado de gloria la literatura mundial, pero de ninguna manera han sido personalidades ejemplares en su vida privada. Antes todo lo contrario.

Decía Arthur Miller que la mayor parte de la escritura se hace lejos de la máquina de escribir, y es una verdad a voces. La enseñanza de sus páginas siempre suele ser un compendio de las vivencias y los estados de ánimo del autor, que siempre de una manera u otra asoman la patita entre líneas. Tras estas vidas de egos heridos y de idolatras edulcorados, se esconden frustraciones vitales. “Lo peor es cuando has terminado un capitulo y la máquina de escribir no aplaude” (Orson Welles). “Si no logras desarrollar toda tu inteligencia, siempre te queda la opción de hacerte político” (Chesterton).


En fin, en mi caso, tampoco quiero exagerar, no es más que un capítulo de mi vida, capítulo importante por el goce que me ha proporcionado la lectura de historias contadas por algunos maestros en el manejo del abecedario y que no por ello se han entrometido ni mucho menos han modificado mi modo de ser. Pero si es cierto que navegando por sus páginas he conocido personajes de toda condición con sus bondades y mezquindades, y ese es un tesoro que nadie me puede arrebatar. Y para concluir, llegué a la cima de mis centímetros acumulados y todavía no he cesado en encontrar personajes entrañables entre páginas.