Érase una vez un pueblecito llamado Oletuuu.
Buena y paciente gente eran sus moradores, tan paciente que no daban un palo al
agua ni por tropiezo. Provenían de lejos, sus raíces estaban extendidas de
norte a sur sin pasar por alto el centro. Tenaces y afanosos empleaban el día
solo en actividades de carácter artesanal, tanto es así que la mitad del censo
padecía de tendinitis aguda en manos, brazos y codos. Aun no siendo expertos en
el arte de cincelar la piedra o irisar
lienzos, destacaban en la singular rama del baroteo.
Llámese baroteo a la conspicua y dura
habilidad para afincarse en un bar todo el día o, los más habilidosos, recorrer
distintos establecimientos del ramo haciendo gala de la dureza de sus codos. Se
podría etiquetar como la ruta del lingotazo. La otra mitad del censo, más sutil
y sufridora, padecía el síndrome del Túnel Carpiano, afección de estreñimiento
de la mano que produce hormigueo y dolor, en este caso producido por tener
agarrado de día y de noche el mando a distancia de la tele. Al parecer, según
relatan los libros de historia, la toponimia de este pueblo viene de muy
antiguo, Oletuuu no es nada nuevo ni fruto de un acuerdo entre las partes, aquí
no hay partes. Según artículos de Triquipedia este antiguo pueblo ya existía ochenta
y dos semanas antes de JC, dedicados como todo el mundo al arte de la caza y al
de partirse la crisma con sus cortantes instrumentos de sílice. Las mujeres,
guarecidas todo el santo día en las húmedas cuevas mirando la tele, salían al
atardecer al encuentro de sus fatigados primates, hambrientos y exhaustos.
Habitualmente cargaban con algún que otro dinosaurio para su doma, si bien se
alimentaban con rabo de diplodocus, cuna y origen de las actuales tapas. Todo
el poblado se unía en un clamor, Oletuuu! Oletuuu!
Hoy en día la economía de los Oletuuu es
de las más participativas y sostenibles del planeta. Moderna, ágil, distributiva,
equitativa y, fiscalmente incontestable. Basa su estructura financiera en los
postulados de la arquitectura económica más moderna, ni Keines, ni Smith, ni
Krugman. Los pilares de tal milagro se sostienen en la doctrina del Profesor Rontoro, artífice
del prodigio económico de Iberia por sus innovadoras técnicas compensatorias.
En realidad es tan sencillo como poner en práctica y blanco sobre negro el
flujo de los vasos comunicantes, esto es, yo lleno mi vaso hasta el borde y sin
dar tiempo ni a bebérmelo, es aspirado por centrifugación y mega absorción
siendo transportado a cientos de km. Con lo cual te quedas con tu vaso y sin
nada que beber. A ese movimiento traslaticio, que tiene más de físico que no
comunicante, el Profesor Rontoro lo ha dado en llamar MLS (migración líquida
solidaria). En algunos casos los agentes productores de líquido se han querido
parapetar, con evidentes muestras de egoísmo y mezquindad, en un supuesto
atropello a sus derechos y
desconsideración hacia su talante emprendedor y productivo. También aquí el Profesor
mueve ficha aplicando sus vastos conocimientos para corregir cualquier
desviación de los flujos monetarios. En efecto, en un gesto que le honra y
tirando de manual, decreta la aplicación inmediata del CQTA (cállate que te
asfixio). Con lo cual queda asegurado el suministro de los Oletuuu y la
supervivencia de las rutas del baroteo y demás gastos corrientes e
infrecuentes.
No es baladí pensar que más temprano que
tarde, las teorías de Rontoro serán debatidas y puestas en jaque. De tal manera
que según rumores de pasillo, la mismísima Comisión Europea ha puesto en boca
de su presidente, Jean-Claude Juncker, las siguientes afirmaciones: “No vamos a permitir que a los pocos que
llenan su vaso de agua, les sea arrebatado y mega absorbido hasta la última
gota”. Yo dudo mucho de la autenticidad de esas afirmaciones, es más,
apuesto a que las absorciones proseguirán en aras al sostenimiento y globalización
de los Oletuuu.
Tampoco no hagan demasiado caso de todo, no
es más que un cuento navideño arrumbado en la polvorienta oscuridad del desván
en el vagón de cola. Y no se olviden… sean buenos y Feliz Navidad!!
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