A tenor de mi último post de la serie
CRÓNICAS EN TINTA AZUL, cabría deducir que ya he abandonado el panorama
marítimo, pero no es así, quedan cosas por hacer, ventanas que cerrar,
capítulos por concluir. Flecos de cierta relevancia por su repercusión y otros
que podríamos etiquetar como sandeces o nimiedades pero que también reclaman
atención. Sí que se nota un cierto éxodo de veraneantes, entre otras palpables
razones porque es más fácil encontrar aparcamiento en las calles de la
población. Pronto el litoral adoptará una imagen desnuda, plácida, como
extraída de una foto intemporal. Las grandes aglomeraciones no serán más que
una mirada atrás.
Todo apunta a que se acercan meses con
especiales turbulencias y difíciles de predecir. Sin ir más lejos el próximo
mes de setiembre se producirán dos hechos de distinto calado y según como se
miren, de gran transcendencia. Y en el mismo día. De una parte, un servidor
cumplirá un año, un año más a sumar a los que ya tengo, y en otro escenario más
serio, y más empalagoso, elecciones al Parlamento catalán, que siguen siendo
confundidas por mucha gente como votaciones para decidir, o no, la
independencia de Catalunya. Otra cosa es que tengan un “sesgo” plebiscitario.
Sigo pensando que es necesario un cursillo acelerado de pedagogía acerca de un
acontecimiento de tanta relevancia, la gente tiene muchas dudas por esclarecer,
miedos que atemperar, y desconfianzas sin justificar.
No deja de ser curioso que muchas personas se
inquieten al pensar quien les pagará la pensión llegado el momento,
desconfiando de un futuro y posible estado catalán. Sin embargo nadie dice esta
boca es mía de la situación del sistema de pensiones de la Seguridad Social
española. Según un estudio de una agencia internacional se plantean tres
posibles escenarios. El más pesimista dice que la caja estará agotada en cinco
años, y el más realista sitúa el límite en el 2024, mientras que el más
optimista coloca la fallida para el 2028. Añádase a este panorama el zarpazo
del gobierno español al Fondo de Reservas del que ya resta la mitad de lo que
había. Un regalito envenenado, vaya. Eso sí, alta velocidad –AVE- la habrá para la cabra hispánica de Málaga
hasta los crustáceos de Vigo. Y todo eso por qué? Fácil, pues porque Spain is different. No sé si me explico.
Como diría un viejo zorro de Oregón, antes de
que lleguen las nieves he de llevar el coche de mi mujer a revisión. Se lo
cambiamos en febrero y en pocos días alcanzará los quince mil km. De los que ella
habrá hecho unos 24 y un servidor el resto. Me siento cómodo en él, funciona a
la perfección y en el mundo rural se defiende con holgura, permitiendo que el
mío repose plácidamente en el garaje y que me mire celoso y malcarado cuando
bajo a por vino o leña. A propósito de la leña, mediante una soberbia
estratagema comercial en junio me desprendí del almacén donde guardo la
preciada madera y cientos de chismes que nadie sabe para qué sirven. Estaba
cerca de casa i ahora he trasladado los cachivaches a otro almacén pero que
dista 10 kmts. de casa. No me preocupa porque en la fase invernal, y allí es
larga, a lo sumo voy un par de veces a la semana a por leña. Tampoco es tanto.
Cuando la lotería nos da la espalda
convertimos la efeméride en el día de la salud…mientras haya salud…Y cuando el verano toca a su fin, entonces la
cosa va de Navidad. Lo he oído estos días alguna vez…no nos daremos cuenta y estaremos en Navidad. Pero cómo no nos
vamos a dar cuenta si falta un tercio de año! Una de dos, o nos precipitamos en
las predicciones o el año tiene dos semanas. Del poco cine que veo, pese a
considerarme un entusiasta cinéfilo, últimamente reparo en las películas de
escenarios de frío en las que el guaperas de turno hace su entrada en la cabaña
despojándose de un pellizón de tres pares de bemoles quedándose en camiseta y
tejanos. Me gusta el detalle, y aprovechando el inclemente helor de mi pueblo
pienso ponerlo en práctica. Aunque bien pensado, al primer estornudo me tendré
de oír la rancia canción del….Tú eres tonto
o qué? Pues sí, pero quizá más que tonto, soñador.
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