Ya no es noticia el calor, hay quien cree que
se trata de un castigo divino por nuestros excesos y libertinajes, y otros que
están absolutamente convencidos de que tras estos baños de fuego se esconde la
pérfida sombra del gobierno español; nos quieren reducir a cenizas. En este
caso preferiría que fuera ceniza de un buen puro habano, nada como los aromas
antillanos de coral, mojito, y el ritmo de una maciza indígena. Hoy he ido al
médico y no ha sido el día más feliz de mi vida, me ha encontrado una parte
esencial de la carrocería que parece ser que chirría demasiado. Veremos el lunes qué dice el gran gurú.
Hace un mes justo que firmé la solicitud para
el suministro de electricidad en un
apartamento, todo sigue igual, a oscuras. Para entendernos, estas grandes
compañías que contribuyen a agrandar la marca España son como una gran empresa
holandesa, pero a la inversa, como un calcetín girado. Estos últimos días han
llegado a puerto como una docena de yates de respetables dimensiones. Son gente
discreta que hacen vida a bordo y con las carteras bien lustrosas, se les puede
ver de buena mañana bostezando por las cercanías del puerto y en los mejores
restaurantes a la hora de las comidas. Este año todavía no he ido a hablar con
el mar, siempre saco algo, es sabio, contundente y de los sensatos consejos hace
una divisa. Cuando uno es tan poca cosa
como yo se hace tarea muy ligera y provechosa aprender de los que más saben, y
el mar lo sabe todo.
El martes fuimos a L'Ametlla de Mar. En
verano cambio algunas costumbres, como por ejemplo no prodigarme en la visita a
restaurantes. Están llenos y tienes que reservar mesa anticipadamente, eso que
yo siempre voy a almorzar, a cenar nunca. Las noches son para estar en la arena
con una guitarra, mirar la luna, soñar con unos labios mojados, y sentir la
humedad clavada ti. A pesar de que no tengo guitarra, no veo la luna, los
labios menos y el bochorno me fastidia. El caso es que llamé a Montse en la
Ametlla para decirle que de pérgola nada, un buen rincón dentro con aire
acondicionado y comida a base de caprichos con sorpresa y bien calientes. Nada
de primero, segundo y postre, lo odio. Hasta la cuarentena siempre había sido
muy carnívoro, ahora no, me encantan los frutos de Neptuno, tanto como los
frutos de uva embotellado. Unos dados de lubina con hierbas han hecho
enloquecer la mesa de tal manera que han abierto las puertas a la tercera
botella de un blanco fresquito tan desvergonzado qué lo he considerado un
provocador.
Rectificar es de sabios, hoy ha venido el
operario de la compañía para colocar el contador y conectar la luz. Con un mes
de retraso pero por fin. Incluso le he dado diez euros al chico, que ha tardado
cinco minutos en concluir tan complicada operación. Empezaba a sentirme un
apestado olvidado al no tener luz. No vivimos en él, pero viviremos. Es un
ático en zona tranquila y frente al mar. Ya no se hará preciso bajar por las
noches con la guitarra a la arena. Podré cantar desde la terraza de arriba sin
molestar a los demás. Pero bien pensado, no tengo guitarra! Hace veintidós años
que pasamos tres meses al año en Cambrils. El mejor náutico de la Costa Dorada
y la población con más restaurantes por metro cuadrado de la costa. Es curioso,
soy barcelonés, vivo en un pueblo de montaña en el campo y disfruto del mar
desde hace mucho. Y lo que me emociona más de todo es compartir la vida entre
pájaros, pinares, nieblas y chimeneas. La cruda realidad de los pequeños
pueblos son una enseñanza de vida irremplazable. Pero bueno, ahora lo que toca
es escribir las crónicas de vida con la tinta azul del azul de mar.
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