Un establecimiento nuevo a pie de playa me ha llamado la atención, muy
probablemente levantado sobre las ruinas de un chalet embargado por la crisis.
Se publicita como Chilloud, sólo con
horario nocturno. Cerveza a 1 €, no me verán por aquí. Primero porque soy
enemigo de las salidas nocturnas, y segundo porque nunca jamás una cerveza
puede costar un euro. Vale menos, mucho menos, pero lo que es costar servida en
un tugurio de almas en pena en horario de crápulas, cuesta mucho más. Es un
julio pegajoso, las temperaturas se han desatado con malas intenciones. Yo
siempre digo que agosto se lleva la fama pero el más canicular por excelencia
para mí es julio. Tengo un protocolo para estos casos que me funciona bastante
bien: llego a casa de mi paseo en bici sobre mediodía, me entretengo media hora
para que el cuerpo tenga margen para expulsar hasta la última gota de sudor. Me
ducho, conecto el aire acondicionado por toda la casa, y dado que me he regado
como una margarita la cabeza con colonia tengo sensación de frío y estornudo un
par o tres de minutos. Fin del protocolo para combatir el calor. Ya no salgo de
casa ni a empujones. Concluida la cena, escribir algo y dar un vistazo al Face,
se hacen las doce tocadas de la noche, cierro el aire acondicionado, subo arriba
y me flipo la mar de fresquito. Son modos, cada uno tiene la suyo.
Ayer, mientras mi mujer disfrutaba de una latosa mañana de peluquería, yo estaba aparcado en la
terraza del Náutico. Me acompañaban el diario y un Martini seco con unas gotas
de ginebra, sin ninguna insultante aceituna y mucho hielo. Las barcas y lanchas
de los pijos no paraban de entrar y
salir del puerto, ya saben, "Edu,
acércame aquel cabo y prepara amarras". A mí es que estos lame frailes
me sacan de quicio, no porque hablen en castellano, sino porque no saben hacer
el pijo en catalán. Como la Sra.
Colau, que en Nou Barris no la entienden y dice aquello de voy a cambiar al castellano para que me entiendan. Bonita manera de
fomentar la integración. Por cierto, dado que esta señora es muy estricta con
las cosas de los desfavorecidos, desvalidos y desahuciados, y para dar ejemplo,
se ha asignado un sueldo un 25% inferior al del Sr. Trias ahora, eso sí, el doble
de lo que decía cuando hacía sus mítines populares. Supongo que más que nada
por aquello de que la pasta bien cocinada también es buena. De este
despropósito de detener proyectos de inversión en Barcelona de gran calado,
prefiero un Martini con oliva antes de darle crédito. Ya dije que esta señora
antes de los cien días de confianza haría saltar chispas. Quiere hacer de
abogada del diablo, pero en plan cutre, piercing y despeinado. Su homóloga en
Madrid ha venido a decir que de parar proyectos turísticos en la capital una
mierda como un piano, Madrid turístico a
tope. La señora Colau quiere jugar a Robin Hood y puede acabar regentando
un todo a cien en el bosque de Sherwood. Allá ella.
No sé si ya comenté que en la nueva bicicleta no llevo el ridículo cestillo
metálico. El caso es que antes de ayer mi mujer perturbó mi periplo tempranero
para encargarme que le llevara media sandía. Cuestión que agencié de inmediato.
Pero una vez en la calle me pregunté "¿Y
dónde cojones pongo yo la sandía ahora", menos mal que llevaba alguna
de aquellas gomas con gancho, pulpos. La até con gran cuidado en la parte
posterior y mientras la singladura se producía por pista asfaltada, todo bien.
Pero amigo, cuando enfilé el camino que lleva a casa, pedregoso y polvoriento, todo
empezó a temblar y en un recóndito y traidor bache, lo juro, la puñetera sandía
voló por encima de mi cabeza y se
estrelló en el suelo dejando el camino ensangrentado con tonos sandía sin
semilla. Ya lo digo yo, no se puede ser bueno, hay que saber decir no.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada