dijous, 26 de març del 2015

IMPULSOS PRIMAVERALES

Durante el largo y cálido verano envío a La Vanguardia mis artículos blogueros bajo el título de “Crónicas en tinta azul”. Una especie de diario íntimo donde anoto todas mis vivencias en el día a día a pie de arena. Ahora, aunque el periodo es más corto, bien podrían llamarse “Anotaciones de primavera o Impulsos primaverales”, para el caso da lo mismo. No ocurre nada significativo porque no salgo de casa, oigo el rumor encrespado de las olas pero desde que llegué el pasado viernes no ha cesado de llover, cielos encapotados y una humedad de mil demonios. Ayer vino un operario a reparar el grifo de la bañera, goteaba, tardó cinco minutos en cambiar la dichosa gomita i voila! listo. En este momento estoy esperando su llegada porque el grifo sigue goteando, para mí que no tiene reparación y habrá que instalar uno nuevo, y tan solo tiene cuatro años. Te cabrea, pero son infortunios que le pasan a todo el mundo. Este es un recinto privado, vallado y silencioso, a salvo de miradas indiscretas y ubicado a pocos metros del mar en una área agrícola en donde se conrean productos de huerta y regadío. Excesivamente solitario y bien comunicado. Abundan las palmeras como en todo este tramo de litoral.


El jueves entraré el coche en el taller para que me repongan el puñetero cristal trasero. Necesitaré un coche para volver a casa, de esos que llaman de cortesía, pero cortesía de momento poca, ya me han anunciado que los tienen todos en uso, pero que por una módica cantidad diaria me pueden ceder otro, de alquiler, claro. Estoy conmocionado por la catástrofe aérea de los Alpes. En esta ocasión se han unido sin rencores ni desconfianzas todas las administraciones públicas para volcarse en la ayuda a familiares y amigos de las personas fallecidas. Un desastre sin paliativos de un accidente, de momento, sin causas del todo claras. He cruzado los Alpes en muchas ocasiones y siempre miro las cumbres nevadas de reojo, para alguien como yo que volar le produce desarreglo intestinal y flojera de bajos es un golpe letal. Descansen en paz. No quiero concluir esta tragedia sin hacer referencia a la inmediata respuesta de la España canalla y recalcitrante en forma de piuladas: “Lo del accidente de avión me parece muy bien si había catalanes dentro de él. A ver, a ver, no hagamos un drama, que en el avión iban catalanes, no personas. Espero que el avión este se haya llevado por delante unos cuantos franceses”. No comment.

Persiste el mal tiempo. Ya tengo la bicicleta a punto: batería cargada, ruedas hinchadas y lubricación de puntos clave. Soy yo el que todavía no está a punto, el tiempo es muy inseguro y no invita a la salida, además temo pegarme una morrada y acabarme de triturar el maldito menisco. Mucha gente me pregunta si me he roto la rodilla practicando deporte y, ante mi nula actividad competitiva, a todos les digo lo mismo: creo que se me fulminaron los cartílagos rotulares mientras dormía. Anoche en una entrevista televisada oí esta pregunta, eres feliz? A palo seco, sin más. Hombre, la felicidad no es un estado emocional permanente, es oscilatorio, cambiante, mutante. Hay momentos o días en los que puedes sentirte feliz, pero desaparece, como la tristeza, la indiferencia o el sueño. Por no hablar del dolor de almorranas. Tampoco conozco a nadie que después de un orgasmo se sienta triste, estará contento, radiante y feliz, pero pasa.


Como y bebo, bebo i como. Hago el crucigrama diario, leo el periódico, oigo las noticias, hasta la hora de comer que me vuelvo a interesar por las noticias y ya no será hasta la cena en que me volcaré para ver las noticias. Hoy no, pero la mayoría de días marcho a desayunar fuera de casa, más que nada para salir. Después busco con gran interés y meticulosidad el mejor pan. Aunque no como mucho soy tremendamente exigente con la calidad del pan. No soporto las insensateces que se cometen con el cuento chino de que tienen un hornito. Se cometen verdaderos homicidios panificados. No se debe tolerar. Ya se sabe el motivo del accidente aéreo, pero ya callo.