divendres, 30 de gener del 2015

CREPÚSCULO


Qué entendemos por crepúsculo? Según el María Moliner “es la claridad que precede a la salida del sol. Estado de una cosa o una persona que camina a su desaparición o ruina o que está ya en periodo de descenso de su valor, vigor o energías. Decadencia, declinación”. Que pocas veces invocamos esta palabra con el señuelo de los astros, de la luz solar. Lo hacemos casi siempre por razones más materiales, más mundanas y menos poéticas. Crepúsculo casi siempre es por motivo de anuncio de término, inicio del final de algo que nos afecta, duele y hiere.

Puede tratarse de una empresa en situación de fallida, de una ocupación o trabajo que se extingue, de unas alegres vacaciones que tocan a su fin o de una enfermedad sin remedio. Es decir, algo se acaba, toca a su fin, sin posibilidad de recuperación alguna. Pesa más el acento, la pátina lúgubre y triste, antes que la constatación y belleza de un fenómeno climático. De ahí que una palabra biensonante como crepúsculo la asociemos a cosas negativas, incluso a veces a hechos perversos y siniestros. Siempre moldeamos el lenguaje a conveniencia de nuestros impulsos o sentimientos.

“La vejez tiene sus ventajas no menos que la juventud, aunque viene con otro atavío; de la misma manera que cuando la luz del crepúsculo se desvanece, el cielo se cubre de estrellas, invisibles durante el día”. Es cierto, pero no es menos verídico cuando dice… viene con otro atavío. La vejez quizá te cubra de ciertas experiencias y algo de sabiduría pero, no nos engañemos, algo de olor a azufre comienza a imperar en el ambiente. Normalmente te inunda de tiempo, si, toneladas y toneladas de tiempo, de tiempo libre de ataduras, de responsabilidades, de prejuicios. Pero a qué precio? Al precio de sacrificar los impulsos, de pensar que aquellos reflejos de vida se han vuelto imágenes desdibujadas, a huir de los pequeños esfuerzos, a descreer de tus propios valores y criterios defendidos con puño de hierro en otro tiempo. A ver en el crecimiento de tus nietos un espejo deforme en el que se irradia tu constante mengua. Hasta que un día, tras una entornada puerta y sin más luz que tus pocas luces oirás…está ya en el crepúsculo.

Tampoco hay que dejarse llevar por los extremos ni la desesperanza. No ayuda en nada auto compadecerse, fingir que necesitas ayuda, que sin compañía estas perdido. Flagelarse sin mal aparente es de puro imbécil, es la puesta de largo de tu incapacidad e inutilidad para afrontar las circunstancias. Nadie es tan viejo para no creer que puede vivir otro año más. Dicen que la vejez no es triste porque se acaban nuestras alegrías, sino porque terminan nuestras esperanzas. Pues no señor, no deben acabar las alegrías porque la vida se divide en dos partes: alegrías y tristezas, y si de tristezas vas saturado no te pierdas ni una sola alegría. Y si la esperanza no la ves vestida de verde pues te la idealizas a tu manera y no pierdas jamás la esperanza, siempre encontrarás motivos para vivir, piensa en el crepúsculo del amanecer, nunca en el del atardecer.

El tiempo pasa, incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de las manecillas del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero pasar, pasa. Pues claro que sí, sabemos de dónde venimos y hacia dónde vamos, o es que vamos a refugiarnos en la soledad de un oscuro rincón, en los aledaños de la nada, o a orillas del río seco. A eso se le llama pavor, espanto, pánico. Miedo por vivir? No. En cualquier caso vivir el crepúsculo cuando las olas rompen de madrugada sobre los arrecifes, cuando el cielo se pinta de rojo las entrañas y el viento palpa tus mejillas. Sorpréndete con el crepúsculo, no le temas.