Otro año que se nos va. No sé si se va
por la puerta grande o se desliza por alguna alcantarilla en el anonimato de la
oscuridad. Si los que le precedieron fueron una calamidad, éste les anda a la zaga. Los hay que argumentan
que la incipiente recuperación parece poder albergar esperanzas de que la cosa
tiene arreglo. Yo no lo creo, no detecto novedades que me lo confirmen. Este
año se llevará la palma. Además del bochornoso y escandaloso nivel de paro que
existe en España y que la encumbra como líder del mundo civilizado en políticas
antisociales, habrá que añadir en su cuenta de resultados el sangrante y
vergonzoso expolio de las arcas públicas en manos de la corrupción o, para ser
más exactos, de los corruptos. Por mucho que nos quieran hacer creer que es una
exageración confundir a unas cuantas manos largas con un país entero. No es
cierto, hay tanto mangante y tan suculentos arañazos al bien común que comienza
a ser muy preocupante. La corrupción se instaura con plenos poderes en los
países donde impera la dictadura o en los que siendo una democracia no está
asentada ni consolidada. Este último es el caso de España, somos una democracia
pero restringida, poco seria, más adicta al interés particular que al bien
común, lo que como en otras tantas y tantas cosas bautizamos como democracia a
la española. Spain is different,
recuerdan?
Esta semana hemos sufrido la visita del
líder de Podemos, una especie de mesías redentor que dice tener la clave para
limpiar el país de la casta que cercena nuestras expectativas de bienestar y
progreso. Pablo Iglesias se ha equivocado de dirección, ha confundido el
destino de sus misivas o le ha hecho una jugarreta su GPS político. Habla
rápido, dice muchas cosas, insulta a muchas personas y menosprecia instituciones,
pero adolece de imprecisión y en cierto modo de ignorancia. Nos machacan con la
cantinela de que Iglesias y sus colaboradores son universitarios, como si este
marchamo fuera garantía de éxito ilimitado. Lo mismo que su estudiada imagen
descorbatada y en mangas de camisa o los pulverizados vaqueros. Ya conocimos
las maneras de un Guerra embravecido vestido de pana enardeciendo pabellones
atestados de gorras y el dedo en la nariz. No gracias. Reniega del sistema y su
espina dorsal, basa sus argumentos en una especie de arcadia de la felicidad.
Me evoca los discursos de Felipe González forrado de pana diciendo NO a la OTAN
y que una vez acomodado en el gobierno se dio cuenta de que aquel No había sido
una estúpida imprudencia porque en este mundo no estamos solos, y mucho menos
España por mucho que se lo crean. En política territorial es más de lo mismo,
ninguna diferencia con respecto a PP o PSOE, España es una e indivisible.
Libertad para el Sahara o Palestina, pero Cataluña quietecita que está más
mona. Pues no Sr. Iglesias, se ha equivocado de discurso y territorio. Nosotros
hemos de decidir nuestro destino a solas, sin interferencias, sin salva
patrias, sin abruptas intromisiones fugaces en el tiempo y el contenido. Y
respetando nuestras instituciones que por algo son nuestras.
No ha sido un feliz año, que va, ha sido
un año infeliz, cuajado de malas noticias y peores expectativas. Demasiada
podredumbre para poder respirar con garantías de salud y tranquilidad de
espíritu. Somos títeres protagonistas de un espectáculo auspiciado por
sinvergüenzas, oportunistas, aprovechados y ladrones. A estas alturas del
culebrón les he de confesar que ya me importa una higa todo cuanto pueda
acontecer en este maloliente corral, demasiada porquería para digerir. Me
siento incapacitado para desear feliz año nuevo a sabiendas de que hay millones
de parados que me lo podrían recriminar y con razón. Para que luego venga un
intruso con coleta a decirme lo qué hay que hacer! Pues no, haremos lo que
Podamos para elegir nuestras preferencias, nosotros solitos, y, en su caso,
olvidar este mal sueño que ya no es soportable de ninguna manera. Ni
sostenible, claro. Qué todo les vaya tan bien como yo les deseo.