diumenge, 27 d’abril del 2014

LA FRÍA SOLEDAD DEL CORONEL

La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir. Son palabras de García Márquez y yo me lo creo. El genio literario falleció el pasado día 17 en Ciudad de México a los 88 años. El coronel no tendrá definitivamente ya quien le escriba porque se ha alejado de este mundo por razones irrefutables y penosas, después de advertirnos “que uno no se muere cuando debe sino cuando puede”Hace ya muchos años leí Cien años de Soledad, virtuosismo y obra maestra de la narrativa hispano-americana ambientada en el pueblo ficticio de Macondo, en donde transcurren las siete generaciones de la familia Buendía. Para quevoy a negarlo, antes de llegar al ecuador de aquellas deliciosaspáginas desistí en el intento de proseguir su lectura por mi manifiesta incapacidad de entendimiento. No sería hasta cuarenta años después que reinicié mi relación con Gabo, dando buena y entera cuenta de aquellas soledades de un siglo.

En el año 1982 Gabo es ascendido a los altares con la concesión del premio Nobel de literatura por su obra acumulada. Nada puede apenas añadirse al corolario de virtudes, biografías y testimonios de admiración que estos días inundan los medios de todo el mundo. El óbito del colombiano ha sacudido las conciencias de los cinco continentes en un alarde de información casi insólito, casi sin precedentes en alguien que “solo” se dedicó a escribir historias y que decía de si mismo que no sabría ni valdría para hacer otra cosaque no fuera escribir desde su más tierna infancia. Y acentúo este alarde de reverencias en todo el planeta porque si en algo destaca la época actual, tan minada de ingentes vericuetos y asfixiantes medios informativos, es en el angustioso, patético y corrosivo populismo, por llamarle de alguna manera, que glosan, magnifican y encumbran a lastimosos personajes de los que solo se destilan infamias, podredumbre y vulgaridad y de cuyas enseñanzas y vidas no podemos extraer otra cosa que no sea sentir un sonrojo vergonzante y el desprecio más profundo.

Las televisiones son nidos preferentes para suministrar esas bazofias inclasificables en donde a lo largo de una tarde o noche diseccionan y vilipendian a títeres, meretrices y chulos de mal pelo,conducidos por presentadores que a costa de sus malos oficios saben arrancar a los personajes todas las miserias que encierran con una sonrisa en los labios y un sobre en la mano. Algo así como la prostitución de los ideales o de la mermada personalidad. Son penosos espectáculos ofrecidos a diario con gran oropel y cuidadas escenificaciones y que, desgraciada y vergonzosamente, secuestran la voluntad de millones de espectadores. Quizá el único consuelo, si es que consuela, es que cuando se produzca la desaparición de alguno de ellos no habrá duelo urbi et orbe como el que ha producido GaboY saben una cosa? García Márquez legará para la eternidad  y disfrute de la humanidad su inmenso tesoro literario y, a diferencia de él, los descritos tan solo dejaran como huella el olvido ypor lo que a mí se refiere, ya están muertos en vida. " Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para el que tiene corazón”.

Qué lástima, decía el escritor caribeño “ Lo malo de la muerte es que es para siempre”. Humildemente creo que aquí se equivocó, él perdurará para siempre de generación en generación, no como la mayoría que a lo sumo dejaran un álbum con fotos sepia, un marco desteñido, un par de envidias inmerecidas y, con suerte, cuatro cuartos sudados a escondidas. Vivió siete años en Barcelona y de esa relación nació su novela más compleja y esforzada “El otoño del patriarca”Pero sin duda siempre será recordado por “Cien años de Soledad y El Coronel no tiene quien le escriba”Hay pérdidas ajenas que sí dejan un hueco, un vacío, un espacio para la reflexión.