divendres, 14 de març del 2014

SÁCAME EL DILDO!!


Saben ustedes lo que es un Dildo? Pues la verdad, yo no tenía ni idea del significado de ésta palabra, mi ignorancia es supina en según qué materias. La cuestión es que el pasado sábado el periódico publicaba una noticia según la cual un individuo residente en Madrid, había ingresado en un hospital con una perforación intestinal de pronóstico grave. No hace mucho escribí alguna cosa acerca de ciertas prácticas sexuales que acaban directamente en el servicio de urgencias de uno u otro hospital. En este caso el hombre, del que no se especifica su edad, se había introducido en el ano un artilugio de proporciones gigantescas, ni más ni menos que cuarenta cts., de materia ajena al organismo, conocido como Dilbo. O sea, un consolador de campeonato, de apaga y vámonos a urgencias. Un unicornio fatal.

Prosigue la narración dando cuenta de que el terrorífico bicho permaneció alojado en la cavidad trasera del sádico personaje durante más de 48 horas. Ignoro si la placentera introducción fue llevada a cabo en ese sórdido espacio del placer solitario o si recibió la ayuda de algún colega con amable disposición y ávidas manos. Se me ocurre pensar que el pobre hombre, por mostrarme comprensivo, debe de ser alto y robusto, porque si engullendo lo que engulló le perforó los intestinos, no quiero ni pensar si se tratase de un hombre menudo porque además de los intestinos se hubiera cargado también la dentadura, el pobre. Eso por no hablar de los daños colaterales: desgarros, roturas, irritaciones y heridas varias.  Supongamos que el empalado estaba solo, en la salita de la tele, se coloca de espaldas a dos metros de la pared, agarra con una mano el misil bildo y se lo acerca al objetivo, y con un decidido impulso retrocede con furia hacia la pared y queda servido del todo. Pero claro, pasan los minutos y el cuerpo comienza a dar signos de incomodidad y él, solo, confuso y relleno como un calamar, comienza a dar voces por el patio de luces, llamando la atención de todas las lolitas del edificio. Con la puerta entreabierta y una pierna lejos de la otra, el hombre desnudo les señala su trasero vilipendiado entre gritos y lágrimas, no de placer, sino de dolor, de crujido intestinal. Y cómo le dices a un taxista…Lleve a éste hombre a urgencias que va envarado hasta el epigastrio? 

No es ninguna menudencia, ni un quítame de ahí esas pajas, se trata de un acto voluntario en un momento pasional en que los ojos enrojecidos de deseo y la mente enloquecida por el megasexo, arramblan con lo que encuentran y no dejan orificio por taponar. Siendo a veces las consecuencias de una gravedad como para echarse las manos a la cabeza y el culo, con perdón, a la mesa del cirujano. Un verdadero espanto. Son centenares los casos de este estilo que muchos doctores tienen que afrontar en su día a día. Ingeridos por error o colocados dentro del cuerpo humano de forma voluntaria, son muchos y variados los objetos que han acabado en el interior de una persona a través de algún orificio.

Aunque partiendo de una posición respetuosa con todo el mundo, que cada cual haga lo que más le apetezca con su intimidad y su cuerpo, no deja de sorprenderme que en aras a un extraño afán de superación, de escudriñar el más difícil todavía, se hagan prácticas y ensayos con el cuerpo en busca de satisfacciones sexuales que se asemejan más a una tortura  y orillen el placer de dos personas entregadas. La propia mitología está llena de episodios y anécdotas en donde los asnos, la pata de una silla o una exótica fruta son protagonistas de escandalosas situaciones. Por no hablar de las bolas de madera, cordeles, ungüentos, anillas, consoladores eléctricos o falos plastificados y devastadores. En dónde está el límite?

Qué quieren que les diga, no es el caso, pero ni cobrando me aplico 40 cts. de cornamenta con mando a distancia en el trasero. Ha quedado claro de que se trata un Dildo?